Quirónsalud
Blog Materno infantil de los Hospitales Quirónsalud Murcia y Valencia
En pleno tiempo de pandemia, pueden surgir dudas sobre qué tienen nuestros hijos. Es importante saber distinguir entre una gripe y un resfriado en niños.
Ambas enfermedades son de causa vírica y afectan a la mucosa respiratoria por lo que van a tener algunos síntomas en común, y en ocasiones, dependiendo de la gravedad del proceso, van a ser difíciles de diferenciar.
Las diferencias que nos van a ayudar a distinguirlas:
Al final será la evolución del proceso, su intensidad, y el conjunto global de los síntomas los que nos ayudarán a diferenciar entre una entidad u otra.
La respuesta es sencilla. No es recomendable que los niños tomen antibiótico cuando están resfriados.
Las enfermedades infecciosas (entre ellas los resfriados) son causadas por diferentes tipos de gérmenes como las bacterias, los hongos, los virus, los parásitos… Cada tipo de germen precisa de un tratamiento concreto para poder erradicar la infección o controlarla y algunos ni siquiera tienen un tratamiento específico y efectivo actualmente, como en el caso de los virus.
De entre todos los tratamientos, los antibióticos son aquellos fármacos que sirven para tratar las infecciones bacterianas.
Teniendo esto claro, hemos de saber que los resfriados o nasofaringitis aguda están causados en su totalidad por los diferentes virus respiratorios y como buena infección que son pueden causar fiebre, garganta roja, malestar general, dolor de cabeza... Esto nos lleva a desmentir un mito muy común entre todos nosotros, la presencia de la fiebre, o lo alta que sea, no indica necesariamente una causa bacteriana ya que los virus también la producen y además puede llegar a ser muy alta (hasta incluso de 39-40ºC).
Recapitulando un poco, si los resfriados son causados por virus y los antibióticos tratan las bacterias, no sirve de nada tomarlo para tratar el resfriado, es como matar moscas a cañonazos vamos.
Administrar un antibiótico a una enfermedad vírica ni la cura, ni acorta el proceso, ni previene la aparición de futuras complicaciones. El tratamiento de estos procesos es sintomático, de forma que solo podremos tomar analgésico y antitérmicos para el malestar y la fiebre, antihistamínicos para la congestión, entre otros, y sobretodo, tener paciencia, dejando que la enfermedad siga su curso natural.
En este momento podría surgirnos la pregunta: "¿Y cuando he tenido un resfriado largo o fuerte y mi médico me ha mandado antibiótico?" Esto se debe a que en el curso natural de cualquier resfriado puede haber dos caminos. El primero hacia la resolución de la enfermedad por sí misma; y el segundo hacia una complicación o sobreinfección bacteriana (aparición de una otitis, neumonía… o que el proceso durara mucho más de lo esperado).En estos casos y siempre bajo valoración médica, sí estaría indicada la pauta de un antibiótico.
Además, un último punto importante sobre la toma de antibióticos de forma errónea y su abuso es que se produzcan resistencias a los mismos por las bacterias que viven en nuestro organismo de forma habitual. Esto generaría que cuando de verdad nos hagan falta no hicieran el efecto pleno esperado.
Por tanto, los antibióticos sólo deben tomarse bajo prescripción médica y sólo cuando de verdad estén indicados, bien porque la patología sea de origen bacteriano o bien haya aparecido algún tipo de complicación o sobreinfección bacteriana.
Los antibióticos están diseñados para eliminar las bacterias causantes de las infecciones. La toma de ellos no solo causa la destrucción de las bacterias "malas" o patógenas, sino también de aquellas que bien en nuestro organismo desarrollando funciones imprescindibles en él, como en el caso de la flora intestinal.
Por tanto, para ayudar a nuestro organismo a recuperarse pronto de la infección, favorecer la eficacia de los antibióticos y minimizar el impacto de ellos en nuestro organismo, deberemos potenciar la ingesta de algunos grupos de alimentos:
En general, cada tipo de antibiótico llevará una serie de recomendaciones para su consumo, que harán que su efecto sea óptimo y que cause el menor daño posible a nuestro organismo. Aún así por norma general deberemos evitar:
El color de la mucosidad se relaciona más con la evolución y la duración de las infecciones respiratorias que con la causa en sí misma, es decir con "lo viejo que es ese moco".
Recordemos que una infección puede estar causada por diferentes gérmenes, y no ser sinónimo exclusivo de que haya un origen bacteriano y que por tanto sea necesario iniciar un tratamiento con un antibiótico.
Para que nos hagamos una idea, el color de los mocos sigue la siguiente evolución conforme pasan los días de la infección:
Pero, ¿por qué se produce este cambio de color?
Este cambio de color se debe a la lucha que se libra en nuestro moco entre los neutrófilos (un tipo de células de defensa) y los virus. Durante esta batalla, los neutrófilos segregan peroxidasa, que es una enzima muy rica en hierro y es la que da esa tonalidad verdosa a los mocos. Contra más dura la batalla más cantidad de neutrófilos y peroxidasa hay en el moco.
Texto elaborado por la doctora Clara Requena, peditatra del Hospital Quirónsalud Valencia
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