Quirónsalud
Blog de Salud y bienestar mental del Hospital Quirónsalud Digital
Hoy en día, es raro encontrar a alguien que no tenga teléfono móvil, o que no lo lleve siempre encima. Sus muchas aplicaciones, que van mucho más allá de hacer llamadas, hacen que los utilicemos constantemente en nuestro día a día. El paso entre tener un dispositivo que nos ayuda a hacer las cosas y tener la necesidad de estar constantemente utilizándolo es muy pequeño. Por lo que conviene conocer a fondo qué es la nomofobia para evitar caer en ella.
La nomofobia es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término fue acuñado en 2009 en Reino Unido y proviene del anglicismo "nomophobia" ("no-mobile-phone-phobia"). La dependencia del dispositivo genera una infundada sensación de incomunicación y un elevado malestar emocional en la persona cuando esta no puede disponer de él.
Cada vez somos más dependientes de nuestro teléfono móvil. Según el último estudio publicado en: We Are Social,
dedicamos hoy una media de 3 horas diarias a su uso. La edad de inicio es cada vez más temprana, entre los 10 y los 14 años, y no es extraño ver a niños de 2 a 3 años utilizando "alegremente" el móvil de sus padres.
Este escenario de sobreexposición a las pantallas, y el hecho de que los adolescentes hayan nacido en plena era digital, es una de las principales causas de la dependencia inicial al móvil. Una adecuada educación y modelaje familiar son imprescindibles y actúan como factores protectores de cara a una futura adicción.
Está claro que los smartphones y la forma de comunicación actual vía mensajería instantánea han supuesto una auténtica revolución y han mejorado nuestra calidad de vida. La posibilidad casi infinita de usos del teléfono hace que se convierta en un aparato de seguridad indispensable en el día a día. Por lo tanto, no deberíamos confundir la dependencia con la adicción, ya que uno puede ser dependiente del móvil, pero no adicto. En realidad, cuando hablamos de nomofobia, nos referimos a la adicción a las aplicaciones, pues unas tienen mayor potencial adictivo que otras. Generalmente, la adicción se da a redes sociales o mensajería instantánea, y no tanto a aplicaciones del tiempo, de salud o de transporte.
Dicho esto, la sobreexposición a las pantallas no es causa suficiente para desarrollar la nomofobia. También se han encontrado como potenciales causas la falta de aceptación personal, los problemas de autoestima o la poca tolerancia a la frustración. A veces puede suponer un refugio o una vía de escape de la realidad del que, paradójicamente, cuesta posteriormente escapar.
Hablamos de adicción al móvil cuando:
Aparece miedo o ansiedad excesiva e irracional por no poder usar el móvil.
Normalmente, la persona reconoce que su miedo o angustia son desproporcionados.
Las rutinas o las relaciones interpersonales se ven afectadas.
Algunas de las señales a las que se recomienda estar atento, especialmente en los adolescentes, son:
Revisar el móvil de manera compulsiva para comprobar las notificaciones.
Mostrar enfado excesivo si se queda sin wifi, o si se le limita el uso del teléfono.
Dormir con el dispositivo muy cerca, incluso dentro de la cama o debajo de la almohada.
Malestar por no poder consultarlo de forma constante.
Ponerse nervioso cuando alguien no contesta a un mensaje.
Llevar encima cargadores portátiles cuando salen a la calle por miedo a quedarse sin batería.
Presentar insomnio, pues la ansiedad constante de revisar el teléfono no deja a la persona descansar bien.
Bajo rendimiento escolar.
No poder disfrutar del tiempo de ocio sin tener el móvil en la mano.
Problemas de socialización.
Las pantallas, o las aplicaciones potencialmente adictivas, presentan múltiples inputs de forma ultra rápida y constante, algo que provoca una sobreestimulación dopaminérgica continua en el cerebro, que se acostumbra a ella y hace que el mundo natural resulte aburrido, porque no hay suficientes estímulos. Los niños sobreexpuestos a pantallas tienen más irritabilidad, menos paciencia y toleran menos la espera, porque los procesos atencionales y del aprendizaje han quedado afectados. A nivel emocional, también hay consecuencias, pues el cerebro entiende que mirar el móvil alivia el aburrimiento y causa después muchas dificultades para tolerar el malestar, la negativa o las rutinas. Como en cualquier adicción, con el tiempo se genera tolerancia, y los estímulos que estimulaban en un principio dejan de hacerlo después, necesitando mayores dosis para sentir los mismos efectos placenteros.
Crear este "cerebro adicto" determinará una manera de vivir y percibir el mundo muy peligrosa, ya que necesitaran grandes dosis de estimulación constante y sensación de aburrimiento o apatía en situaciones naturales que no la deberían provocar. Es fácil, por lo tanto, que actúe como factor predisponente a sufrir ansiedad o problemas emocionales en un futuro, así como problemas de relación o de autoestima.
En estos casos, es conveniente buscar ayuda psicológica para tratar la adicción cuanto antes y evitar así mayores consecuencias.
Joan Francesc Serra i Pla, psicólogo clínico en Hospital Quirónsalud Digital
La salud mental influye en las relaciones sociales y en el bienestar emocional. Cuidarla resulta fundamental para alcanzar la serenidad y la calidad de vida que todos buscamos. En este blog, profesionales expertos en psicología y psiquiatría nos invitan a profundizar en los distintos aspectos que influyen en la salud y bienestar mental con el objetivo de comprenderla, cuidarla y desterrar tabúes y estigmas.
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