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Blog del Sº de Cirugía Oral y Maxilofacial & Unidad de Odontología y Periodoncia Hospitalaria. Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo

  • Los cirujanos no debemos reducirnos a ser la “FP” de la medicina

    (Nota sobre la FP: saben hacer las cosas, son personas prácticas, dinámicas, que resuelven las situaciones). Y, no, no debemos ser solo eso. Pero llegaré a eso tras un par de párrafos introductorios:

    GettyImages-1401954728GettyImages-1401954728Hace unas semanas, mis compañeros del Hospital La Paz y yo impartimos la edición 25 de nuestro curso de microcirugía y colgajos microvasculares en rata. Se trata de un curso intensivo, de una semana de duración, para iniciar a los residentes y especialistas de cirugía en los entresijos de la microcirugía vascular (hacer anastomosis -empalmes- vasculares en vasos de muy pequeño calibre, para lo cual hace falta un microscopio quirúrgico, el pulso templado, calma y unas nociones que damos nosotros). Son técnicas muy importantes para nosotros, porque son la base de la cirugía reconstructiva, en la que tejidos de otra parte del cuerpo son trasplantados al área del defecto quirúrgico, y deben mantener tanto su irrigación arterial como su drenaje venoso. Es fantástico ver cómo, en solo una semana, los alumnos pasan de no saber usar el microscopio quirúrgico a poder hacer cirugías muy elaboradas. Por desgracia, siguen haciendo falta animales de experimentación para estas técnicas, porque aún no se han logrado materiales no vivos que respondan como un tejido vivo, y permitan una simulación quirúrgica de alto nivel, apta para luego dar el salto a trabajar en humanos con seguridad. Pero no es eso lo que quería traer aquí. Es otra cosa:

    Resulta que además de las prácticas, que suponen el 90% del curso, también impartimos unos seminarios sobre aspectos más teóricos de la cirugía reconstructiva. Uno de ellos trata sobre la fisiología de las anastomosis vasculares, y más específicamente, sobre los fármacos que evitar la trombosis de esos minúsculos vasos que empalmamos. A partir de ahí, se decide qué medicación debe protocolizarse para evitar el fracaso de nuestros injertos de cirugía reconstructiva.

    Pues bien, resulta que no hay un protocolo único y válido de fármacos para evitar las trombosis. Ni dos ni tres. De hecho, lo que parece evidente es que lo más importante es una técnica impecable, y que ningún protocolo farmacológico va a suplir un fallo técnico.

    Eso no significa que no hay que dar medicaciones. Significa que cada paciente, en función de sus características personales (edad, patologías asociadas, localización del defecto, historia personal de otras enfermedades en el pasado), va a necesitar una medicación u otra, a diferentes dosis.

    Pero, claro, eso no está protocolizado. No puede estarlo. Son demasiadas variables. Necesita el juicio clínico, médico. Y aquí retomo el título de este texto: después del curso del que hablaba al principio, damos al alumno una encuesta para que evalúe nuestras clases y seminarios. Pues bien, para este seminario hubo una diferencia radical de opiniones: para unos, fue la peor clase de todo el curso…. Para algunos otros, la mejor.

    Asumiendo que quizá no soy el mejor profesor del mundo (aunque no tuve quejas por otras clases que impartí en el mismo curso), creo que en parte la explicación puede deberse a que cada cirujano tiene un concepto diferente sobre su tarea: quizá algunos cirujanos creen que deben centrarse en la parte manual de la profesión: la técnica quirúrgica. Para lo demás, unos buenos protocolos que indiquen qué hacer y cuándo hacer serán lo necesario para un buen tratamiento del paciente. Sin embargo, yo le dediqué una buena parte de mi seminario a explicar los conceptos modernos de la fisiología de las plaquetas y de la coagulación sanguínea. Apenas dediqué unos escasos minutos al final, para contar los diferentes protocolos farmacológicos. Y probablemente, para esos cirujanos tanta fisiología pudo resultar "cosa muy teórico". Son los "médicos de Formación profesional". Y seguramente esos cirujanos son los que me pusieron mala nota. Nunca lo sabré, las encuestas eran anónimas.

    Otros alumnos del curso me pusieron buena nota en esa clase. Creo que apreciaron que, en nuestra profesión como cirujanos, debemos ser unos excelentes médicos de Formación profesional, que sepamos "hacer" cosas. Pero, además, necesitamos "saber" cosas, que vayan más allá de la técnica. Aunque no las veamos ni con microscopio, tenemos que saber qué hacen las plaquetas. Y cuanto más sepamos, mejor.

    Las cosas nunca son blancas o negras, pero creo que los cirujanos, de un modo implícito o explícito, diferenciamos cuándo debemos "saber", y cuando debemos "hacer". Como en una receta culinaria, lo importante no son los ingredientes, sino las proporciones. Cada cirujano tiene su receta, y por eso la cirugía tiene tanta parte de "arte" como de "ciencia".

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Sobre este blog

Las enfermedades de la cara y al cuello son extraordinariamente importantes por afectar a zonas del cuerpo críticas en el día a día de todo ser humano. Comer, masticar, respirar sin dificultad, dormir y descansar, e incluso sonreír son actividades que damos por supuestas pero que pueden verse afectadas gravemente tras traumatismos, tumores, infecciones o por enfermedades congénitas. El cirujano maxilofacial es el especialista central en estas enfermedades. Tanto el punto de vista médico, como el quirúrgico, como la repercusión social y personal de la patología de la cabeza y cuello son importantes para atender y cuidar apropiadamente a nuestros pacientes. Sin olvidar, claro está, a los odontoestomatólogos, periodoncistas, ortodoncistas y odontopediatras con los que trabajamos en estas tareas. En este blog describimos situaciones clínicas, informamos sobre tratamientos, y reflexionamos sobre lo que significa ser médico y cirujano maxilofacial en estos tiempos de cambio y avance continuo. Todo el equipo del Servicio de Cirugía Maxilofacial estaremos encantados de atenderte.

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