Quirónsalud
Blog de la Dra. Carmen Ponce de León, de Trastornos de la Alimentación de Hospital U. Quirónsalud Madrid
Este año coinciden en el tiempo dos acontecimientos: la salida del confinamiento y el comienzo de la llamada operación biquini.
El primero de ellos es extraordinario y el segundo demasiado habitual. La campaña publicitaria de acoso al cuerpo real de la mujer se produce con cruel puntualidad en estos meses y en el año 2020, probablemente la etapa en que más hemos hablado y pensado acerca de la salud de todos, no podía ser diferente.
Si queremos cuidar nuestra salud psicológica y física en este período es importante tomar conciencia de que esta campaña va a utilizar todos sus recursos y argucias para generar y/o agravar el descontento con nuestros cuerpos. Esta insatisfacción tan fácil de estimular en las mujeres produce muchos beneficios a determinada industria y unos costes en salud física y mental muy difíciles de medir.
Las dietas de adelgazamiento tienen su razón de ser en el tratamiento de problemas de salud como el sobrepeso o la obesidad. Mientras que practicadas por personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) saludable, entrañan riesgos.
¿Cuáles son los peligros de las dietas de adelgazamiento que persiguen objetivos estéticos?
Es necesario recordar que las dietas de adelgazamiento están en el origen de al menos el 90% de los trastornos de la conducta alimentaria.
¿Cómo podemos las mujeres defendernos de la Operación Biquini?
Guadalupe Moreno Anglada
A la pregunta tantas veces formulada acerca de si se curan totalmente los Trastornos de Conducta Alimentaria, respondemos rotundamente que sí.
Si nuestro interés en conocer nos lleva más allá del deseo de resolver una duda o de recuperar la esperanza, seguiremos interrogando: ¿es posible volver a tener anorexia o bulimia después de haberse recuperado? La respuesta es de nuevo afirmativa. Nadie está a salvo de contraer una enfermedad mental sólo por el hecho de haberla padecido con anterioridad. En general se tienen más probabilidades de sufrir un Trastorno de conducta alimentaria si se ha padecido en el pasado.
Vivimos en un mundo de incertidumbres y es necesario adquirir hábitos de cuidado hacia nosotros mismos, habilidades afectivas y sobre todo relaciones de confianza, de modo que cuando volvamos a encontrarnos en condición de adversidad, podamos decidir, resolver o pedir ayuda, evitando que la ansiedad, la pena o las preocupaciones invadan la esfera del comportamiento alimentario.
Esa es la razón por la que los tratamientos no sólo deben lograr la eliminación de los síntomas, también tienen que dotar al individuo de conocimientos acerca de la enfermedad y aportarle métodos, recursos, destrezas para defenderse en el caso de que surja una recaída. Este proceso, que se inserta dentro del tratamiento específico, comienza por adquirir conciencia de cuáles han sido los acontecimientos vitales y los elementos del carácter que han permitido la emergencia del trastorno.
A lo largo de la vida pasamos por etapas de mayor esfuerzo, estrés o sufrimiento y en ocasiones sentimos que el malestar emocional se vuelve más continuo o más intenso. Antes de empezar a acusarnos a nosotros mismos o a nuestro destino, antes de que nuestro estado de ánimo se instale en el reproche, conviene consultar directamente con los profesionales para obtener alianzas que mejoren nuestra capacidad de identificar las dificultades y enfrentarlas de forma certera. El objetivo es poner la energía personal al servicio de nuestro desarrollo, no dejar que se malgaste en ignorar o doblegar las propias necesidades.
Sin embargo, muchos pacientes que están iniciando una recaída aplazan demasiado la decisión de acudir a consulta. Cuando preguntamos por las causas de este aplazamiento, nos encontramos con motivos que pasan por la vergüenza y el miedo a defraudar para desembocar en la pereza de "volver otra vez" al tratamiento. Hay que saber que si actuamos en seguida, sólo necesitaremos algunas sesiones que nos ayuden a refrescar lo aprendido para practicar de nuevo un trato amable hacia nosotros mismos.
"Anorexia y Bulimia nerviosas representan la captura de una conducta esencial, que pasa a servir como pseudo-solución a conflictos que surgen entre los elementos de la personalidad y los desafíos de la vida "
(A. Andersen, 1995)
Muchos de nosotros hemos picado de la nevera o de la despensa en momentos de nerviosismo, no tanto por apetito como por paliar cierto malestar emocional.
Tampoco es extraño que, ante una mala noticia o en días de tristeza, reaccionemos comiendo menos. De ahí que se diga "se me ha cerrado el estómago" cuando se está pasando un mal momento.
La conducta alimentaria tiene una estrecha relación con la regulación emocional, es decir, con la capacidad de retornar a la calma después de pasarlo mal psicológicamente. Y los problemas emocionales pueden llevar tanto a excesos como a disminución de la ingesta.
Así, las personas con trastornos de alimentación presentan a veces conductas impulsivas (ej. vómitos, atracones…) que podrían atenuarse si el paciente dispusiera de habilidades para regular sus emociones. Es común que las conductas alimentarias patológicas se conviertan en mecanismos de regulación emocional "disfuncionales" -que calman cierto malestar, pero generan otro tipo de problemas psicológicos-.
Tratamientos como la Terapia Dialéctica Conductual (TDC o por sus siglas en inglés DBT: Dialectical Behavior Therapy) se orientan a dotar a los pacientes de recursos para identificar emociones negativas y a continuación corregir las respuestas disfuncionales a ellas. La TDC fue desarrollada por una psicóloga estadounidense, Marsha Linehan para tratar a algunas personas con el trastorno límite de personalidad. Dada su eficacia, ha ido modificándose esta terapia para adaptarse a otras condiciones patológicas.
En el caso de los trastornos de alimentación, por los motivos explicados anteriormente, este tipo de tratamiento tiene especial interés. Bankoff y otros autores (1) analizan los primeros estudios con esta técnica psicoterapéutica, concluyendo que es un tratamiento prometedor en trastornos de alimentación y que se ha demostrado útil para disminuir conductas alimentarias disfuncionales.
Es importante disponer de conocimientos acerca de diferentes tratamientos, médicos y psicoterapéuticos, para poder adaptarse a la diversidad de las personas que consultan por problemas con la alimentación y así ofrecerles las mejores opciones terapéuticas. En la actualidad es fundamental tener en cuenta la relación entre emociones y alimentación porque utilizar tratamientos orientados a la regulación emocional puede aportar grandes beneficios terapéuticos.
(1) Eat Disord. 2012;20(3):196-215. doi: 10.1080/10640266.2012.668478.
A systematic review of dialectical behavior therapy for the treatment of eating disorders. Bankoff SM, Karpel MG, Forbes HE, Pantalone DW.
La semana pasada apareció en El País un reportaje acerca de la Anorexia Nerviosa.
En él se destacan aspectos tan esenciales de esta enfermedad como la gravedad, la necesidad más que frecuente de tratamientos intensivos, como la hospitalización parcial en Unidad de Día o la hospitalización completa y lo prolongado de los tratamientos, que vienen a durar entre 4 y 5 años.
Además se resume una publicación aparecida en la revista Nature Genetics de este julio, que estaba encabezada, como muchos artículos de este tipo, por un título ("Un estudio genético de asociación identifica ocho lugares cromosómicos de riesgo y tiene implicaciones sobre los orígenes metabólicos-psiquiátricos de la anorexia nerviosa") que puede provocar confusiones y falsas expectativas. Y esa posibilidad no es en absoluto trivial cuando se trata de una enfermedad grave que afecta a un 1 % de la población.
En particular, las palabras "...origins for anorexia nervosa" podrían inducir falsas esperanzas en muchas personas afectadas y en sus familiares: encontrar orígenes y descubrir soluciones parecen ir de la mano en nuestra concepción de la medicina. Lo cierto es que, como se aclara en El País, el estudio, que sin duda tiene interés, no se centra en el origen de la anorexia, aunque se refiere a aspectos genéticos.
Cabe preguntarse por qué aquellos investigadores eligieron un título que roza el sensacionalismo en una publicación tan seria como Nature Genetics. Una posibilidad es que las dificultades con las que lucha la investigación médica la aboquen al marketing para subsistir.
Queremos destacar aquí el respeto y la prudencia de la periodista Jessica Mouzo Quintánsal enunciar el hallazgo en El País del día 16 de Julio. Es también excelente la interpretación ponderada que ella y Fernando Fernández-Aranda vierten en las páginas del periódico.
Los medios de comunicación se enfrentan hoy a la responsabilidad de difundir adecuadamente las novedades científicas y para ello tienen que asesorarse por personas que, aportando distintas perspectivas, logren una claridad y una contextualización que resultarían inalcanzables desde la visión única y el lenguaje técnico del investigador o del experto.
La participación en el reportaje de Sara Bujalance, presidenta de la Asociación Catalana de Anorexia y Bulimia es el prisma que faltaba para hacer más que recomendable la lectura de este trabajo periodístico.
Todos hemos leído alguna vez que la anorexia nerviosa es una enfermedad característica de nuestra sociedad y de nuestro tiempo. Leemos, escuchamos y creemos que la anorexia es un problema mental relacionado con la moda de los cuerpos delgados, que se extiende sobre todo entre las mujeres jóvenes porque experimentan más que nadie la necesidad de ser físicamente aceptadas y están más expuestas a los modelos estéticos que difunde la publicidad.
Existe una hipótesis que pretende explicar tanto el origen como la esencia de esta patología: que las pacientes anoréxicas se ven gordas a pesar de estar muy delgadas.
Es una simplificación tan divulgada que subyace a casi cualquier alusión que se hace a este problema. Da igual que estemos en una conversación informal, que veamos películas o reportajes, que consultemos la wikipedia... casi siempre nos surgirá la foto de una mujer adolescente y flaca que se mira y observa una imagen que sólo ve ella y sólo su espejo refleja.
Las razones por las que esta simplificación se ha vuelto "viral" son claras:
Los trastornos de conducta alimentaria, mientras tanto, siguen desafiando nuestra comprensión.
Pero si algo sabemos es que la anorexia nerviosa no es una enfermedad moderna: así lo atestiguan en Europa las biografías de mujeres católicas que vivieron hace siglos (y fueron canonizadas, como Catalina de Siena en la imagen adjunta), o las crónicas de la inquisición en las que se refleja la ejecución de ciertas jóvenes, consideradas brujas por su rechazo a alimentarse y por su extrema delgadez.
Se calcula que cada 18 meses, más de un 4% de adolescentes españolas inician conductas anoréxicas o bulímicas. El equipo de Trastornos de la Alimentación del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, liderado por la Dra. Carmen Ponce de León, quiere acompañaros y ayudaros en este camino. Intentaremos desde este blog resolver dudas y serviros de apoyo. Esperamos vuestras preguntas y sugerencias.
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