Alcoholismo

¿Cómo detectar y afrontar los problemas con el alcohol? Información sobre las causas, los síntomas, las pruebas diagnósticas y los tratamientos para el alcoholismo.

Síntomas y causas

El alcoholismo o trastorno por consumo de alcohol es la dependencia de esta sustancia psicoactiva nociva para el organismo. En la sociedad española, el consumo de bebidas alcohólicas está muy normalizado, pero se considera un problema cuando su abuso deriva en enfermedades físicas y psicológicas o repercute negativa y significativamente en su día a día.

Según datos de la OMS, el trastorno por consumo de alcohol provoca alrededor de tres millones de fallecimientos al año en todo el mundo, cifra que supone un 5,3 % de las muertes totales. El porcentaje aumenta entre personas de 20 a 39 años, ya que el alcoholismo juega un papel primordial en el 13,5 % de las defunciones.

Dependiendo del grado de dependencia y del comportamiento del adicto, el alcoholismo se clasifica en varios tipos:

  • Alcoholismo alfa: produce dependencia psicológica, por lo que no hay síndrome de abstinencia. El afectado controla su consumo, pero no abandona el hábito porque le ayuda a sentirse mejor.
  • Alcoholismo beta: los factores sociales hacen que se beba en exceso de forma regular, aunque no se presenta una dependencia fisiológica. A pesar de que la abstinencia no produce malestar, sí causa dolencias físicas (gastritis o cirrosis).
  • Alcoholismo gamma: existe una dependencia tanto fisiológica como psicológica que provoca épocas en las que se produce una embriaguez diaria que alternan con otras de abstinencia. Normalmente, la fase de consumo termina porque el alcoholismo produce problemas importantes de salud o sociales.
  • Alcoholismo delta: los afectados se denominan bebedores alcoholizados y presentan las mismas características que los anteriores (bebedores alcoholómanos) pero son incapaces de abstenerse.
  • Alcoholismo épsilon: también llamado dipsomanía, consiste en largos periodos de abstinencia que se interrumpen repentinamente para consumir alcohol de forma compulsiva.

Por norma general, los alcohólicos se resisten a reconocer que tienen una adicción, por lo que acuden a la consulta por obligación o cuando el trastorno está muy avanzado, momento en que ya se han desarrollado comorbilidades como la cirrosis, la hepatitis o trastornos de la personalidad. Cuando un alcohólico no quiere ayuda, conviene fomentar en él pensamientos positivos, mostrar empatía y, sin coacciones, inculcar en él la idea de pedir ayuda.

Síntomas

El alcoholismo causa daños graves en el organismo y se manifiesta con los siguientes síntomas:

  • Delirium tremens: confusión aguda causada por la privación del alcohol que provoca alucinaciones visuales (alucinosis alcohólica), delirios y cambios emocionales intensos.
  • Embriaguez.
  • Irritabilidad.
  • Trastornos de la conducta.
  • Envejecimiento precoz.
  • Incapacidad de limitar el consumo de alcohol.

Causas

No hay una causa concreta que provoque el alcoholismo, sino que intervienen factores diversos como la normalización del consumo de alcohol o la necesidad de aliviar el dolor físico o psíquico.

Factores de riesgo

Algunos de los factores de riesgo para sufrir un trastorno por dependencia del alcohol son:

  • Antecedentes familiares.
  • Comenzar a tomar alcohol a edades tempranas.
  • Depresión.
  • Autoestima baja.

Complicaciones

El alcoholismo puede provocar otras patologías como:

  • Daños psicológicos: depresión, ansiedad, psicosis.
  • Enfermedades físicas: cirrosis, hepatitis, pancreatitis, arritmias, destrucción de neuronas, osteoporosis.
  • Propensión a los accidentes.
  • Problemas sociales y personales.
  • Muerte.

Prevención

La mejor forma de prevenir el alcoholismo entre los adolescentes consiste en evitar su consumo antes de los 18 años y en dar ejemplo frente a ellos, evitando beberlo frecuentemente delante de ellos.

¿Qué médico trata el alcoholismo?

La dependencia del alcohol se trata en la consulta de psicología o de psiquiatría, el diagnóstico también se realiza en la consulta de medicina general.

Diagnóstico

Para diagnosticar el alcoholismo, se llevan a cabo las siguientes pruebas:

  • Historial médico y de hábitos de consumo.
  • Exploración física general.
  • Análisis de sangre: se realizan para:
    • Determinar el volumen corpuscular medio (VCM), es decir, el tamaño de los glóbulos rojos, que suele ser mayor de lo normal cuando hay un consumo excesivo de alcohol.
    • Establecer los niveles de gamma glutamil transpeptidasa (GGT), una enzima hepática que se utiliza como marcador de alcoholismo fiable. Cuando está elevada, indica la existencia de una enfermedad hepática.
    • Comprobar la cantidad de transaminasas, ya que cuando aumentan, como consecuencia del consumo excesivo de alcohol, destruyen las células del hígado.
    • Hacer un estudio de lípidos debido a que los niveles altos de alcohol alteran el metabolismo lipídico, que es el proceso por el que se degradan las grasas en el hígado.
  • Evaluación psicológica: se valora el estado mental para determinar en qué forma el consumo de alcohol afecta a la salud mental del paciente y en busca de trastornos que hayan desencadenado la adicción.
  • Test de alcoholismo: se puede recurrir al test de Malt, al cuestionario breve para alcohólicos (CBA) o al Alcohol Use Disorders Identification Test (AUDIT) para determinar el grado de alcoholismo.

Tratamiento

Para que el tratamiento del alcoholismo sea eficaz, el primer paso es conseguir que el afectado reconozca su adicción. Una vez aceptada, la terapia pasa por varias fases:

  • Desintoxicación: se suprime el consumo de alcohol por completo. En los casos más graves, el paciente sufre síndrome de abstinencia que puede requerir hospitalización, seguimiento continuo y medicación.
  • Deshabituación: con la ayuda de medicamentos y terapias psicosociales se deja el hábito.
  • Psicoterapia o terapia de grupo para comprender la enfermedad y obtener apoyo ante las dificultades.
  • Tratamiento farmacológico: existen algunos medicamentos que ayudan a dejar de consumir alcohol.
  • Rehabilitación y reinserción social: requiere un seguimiento semanal durante aproximadamente dos años.
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