Hernia discal
¿Es peligroso operarse de una hernia discal? Toda la información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos más eficaces y seguros para esta enfermedad.
Síntomas y causas
Una hernia discal es una enfermedad que provoca el desplazamiento de un disco intervertebral, que es el tejido cartilaginoso situado entre los huesos de la columna para ofrecer amortiguación. Cuando, al moverse, ejerce presión sobre la raíz del nervio, suele causar un dolor agudo.
Dependiendo de la zona en que se produzca, se habla de tres tipos de hernia de disco:
- Hernia discal lumbar: es la más habitual. Afecta a las vértebras de la zona lumbar, que es la parte baja de la espalda.
- Hernia discal cervical: tiene lugar en la parte superior de la columna, es decir, en las cervicales.
- Hernia discal torácica: es muy poco común, ya que las vértebras ubicadas a la altura del tórax son más estables y se mueven menos.
A pesar de que los síntomas suelen ser muy molestos y afectan a la calidad de vida, en la mayoría de los casos desaparecen por sí solos o con ayuda de tratamientos farmacológicos poco agresivos. En aquellos pacientes que no mejoran, se recurre a la cirugía que, gracias a los nuevos abordajes y a los avances técnicos, no supone riesgos más allá de los habituales en cualquier intervención quirúrgica.
Síntomas
Los síntomas más habituales de la hernia discal lumbar son:
- Lumbago: dolor en la zona baja de la espalda.
- Ciática: dolor que comienza en la zona lumbar y que se irradia hacia la pierna.
- Debilidad, entumecimiento y hormigueo en una de las piernas que pueden causar tropiezos.
- Dolor en el hombro o en el brazo en el caso de una hernia discal cervical.
Causas
La principal causa de este tipo de hernias es el desgaste natural de los discos que, con el paso del tiempo, pierden elasticidad y, por lo tanto, se vuelven más propensos a romperse.
Factores de riesgo
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer una hernia de disco son:
- Edad: es más habitual entre los 30 y los 50 años, cuando comienzan a manifestarse los síntomas de la degeneración discal.
- Obesidad o exceso de peso: los discos de la región lumbar tienen mayor exigencia.
- Genética: existe un factor genético que predispone a padecer esta enfermedad.
- Sedentarismo: se adquieren posturas inadecuadas y se dificulta la circulación sanguínea.
- Conducción: una postura forzada durante largos periodos de tiempo y la vibración de los vehículos pueden favorecer la rotura de un disco.
- Tabaquismo: fumar provoca una menor cantidad de oxígeno en el organismo, incluyendo en los discos, por lo que pueden deteriorarse más fácilmente.
Complicaciones
La principal complicación de la hernia discal es que el nervio se vea profundamente afectado y, como consecuencia, se pierda sensibilidad en las extremidades inferiores o se produzcan problemas urinarios por el mal funcionamiento de la vejiga. En los casos más graves, que son poco habituales, la médula espinal se puede dañar permanentemente.
Prevención
No hay forma de prevenir la hernia de disco. No obstante, se pueden reducir los riesgos adquiriendo algunos hábitos como:
- Llevar una alimentación saludable.
- Adoptar una postura adecuada tanto al sentarse como para levantar peso.
- Evitar el tabaco.
- Practicar ejercicio de forma moderada.
¿Qué médico trata la hernia discal?
Los especialistas en cirugía ortopédica y traumatología, neurocirugía y medicina del trabajo diagnostican y tratan la hernia discal.
Diagnóstico
A la hora de diagnosticar la hernia discal, los especialistas se basan en diferentes pruebas. Las más habituales son:
- Revisión de la zona afectada para evaluar la sensibilidad y la capacidad de movimiento.
- Examen neurológico para comprobar los reflejos y la fuerza.
- Cuando todavía quedan dudas, se recurre a pruebas de diagnóstico por imagen para valorar el estado de las vértebras y los discos. La resonancia magnética y la tomografía computarizada ofrecen resultados concluyentes. En ocasiones, se solicitan radiografías para comprobar si hay otras causas para el dolor de espalda.
- Electromiografía: se trata de una prueba neurológica que estudia la actividad eléctrica de los músculos.
Tratamiento
En la mayoría de los casos, la hernia discal se cura por sí sola, ya que el cuerpo tiene la capacidad de reabsorber el tejido desplazado. Por este motivo, los tratamientos suelen centrarse en reducir los síntomas. Para ello, se suelen prescribir medicamentos como analgésicos o relajantes musculares, o se recomienda hacer rehabilitación con un fisioterapeuta que indique los ejercicios adecuados para aliviar el dolor.
En el pequeño porcentaje de ocasiones en que la hernia no desaparece, se recurre a la cirugía. Las intervenciones quirúrgicas para tratar la hernia discal han evolucionado mucho en los últimos años y ofrecen alta probabilidad de éxito, e incluyen las técnicas endoscópicas y la cirugía asistida por navegación. Durante el procedimiento, se descomprime el nervio mediante una resección del disco (procedimiento más común), se extirpa una porción de la vértebra para disminuir la presión sobre el nervio (laminectomía), se implanta una prótesis o, en casos más graves, se realiza una fusión vertebral.