Quirónsalud
Blog del Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez. Psicólogo clínico del Servicio de Psiquiatría de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz y Rey Juan Carlos y especialista en Psicología Deportiva
Actualmente, el abuso de sustancias constituye uno de los principales problemas de salud pública y un problema mundial de gran magnitud.
Existen muchos tipos de drogas que pueden ser categorizadas de distintas formas y un tipo de clasificación sería ilegales vs legales, que incluiría:
- Ilegales: Cannabis, estimulantes (cocaína, metanfetamina, anfetamina, metilfenidato...), alucinógenos (Lsd), fenciclidina, opiáceos, inhalantes, ketamina…
- Legales: Benzodiacepinas y otros sedantes-hipnóticos, alcohol y tabaco.
A nivel social parece que las drogas legales son menos dañinas, no solo porque están permitidas, sino también porque se asocian a momentos tanto de celebración como de malestar, permitiendo que su uso sea aceptado por los demás en múltiples entornos, lo que facilita el abuso y las consecuencias derivadas del mismo.
Pero… ¿las drogas legales no son tan perjudiciales?
Benzodiacepinas y otros sedantes-hipnóticos
Son un tratamiento farmacológico utilizado para el insomnio y la ansiedad, pero hay personas que las utilizan como forma recreativa. El consumo crónico de benzodiacepinas, como de sedantes-hipnóticos a dosis superiores a las terapéuticas produce dependencia física y síndrome de abstinencia que pueden ser graves y constituir una amenaza para la vida.
Ø Consumo:
- Efectos físicos: En intoxicaciones no demasiado intensas el sujeto experimenta sequedad de boca, apatía, disminución de tono muscular, incoordinación, afectación de conciencia en forma de obnubilación y somnolencia. Si el consumo progresa, los signos se hacen más intensos, pudiendo llegar al coma y a la depresión respiratoria.
- Efectos psicológicos: En la intoxicación por benzodiacepinas suelen aparecer problemas de memoria, disminución de la capacidad de juicio, problemas en la coordinación y el habla entre otros síntomas cognitivos y motores.
A nivel conductual puede asociarse con desinhibición conductual, que en algunas personas puede llegar a comportamiento hostil o agresivo; este efecto es quizás más frecuente cuando se ingieren mezcladas con el alcohol. La intoxicación con estos fármacos es similar a la intoxicación por alcohol y el efecto deseado es un estado de desinhibición, elevación del estado de ánimo, con reducción de la autocrítica, la ansiedad y la culpa. Pero el estado de ánimo puede pasar rápidamente de la euforia a disforia y los consumidores pueden mostrarse irritables, hipocondríacos, ansiosos y agitados.
Ø Abstinencia:
Los síntomas de la abstinencia incluyen intolerancia a la luz brillante y a ruidos fuertes, sudoración, nauseas, vómitos y disminución de apetito, contracturas musculares, temblores que puede derivar en convulsiones. Con relación a las consecuencias emocionales puede aparecer malestar afectivo, disforia y ansiedad. Puede llegar a alterarse gravemente el ciclo sueño-vigilia, generando insomnio y pesadillas, ya que una consecuencia que se encuentra tras el consumo excesivo de estos fármacos son los síntomas de rebote, que consiste en que los síntomas para los que se prescribió el fármaco, por ejemplo ansiedad o insomnio, se vuelven a presentar después de unos cuantos días o semanas tras suspender el consumo.
Alcohol
Según la Organización Mundial de la Salud, "puede existir daño por la ingestión de alcohol si se consumen 20g de etanol diarios"; esta cantidad supone aproximadamente tres copas de vino diario. El consumo continuado, aunque sea de poca cantidad y que produzca problemas, puede ser considerado consumo de riesgo. El riesgo no está solo relacionado con una cantidad elevada de consumo, sino también con la forma en que se lleva a cabo, el consumo moderado y continuo, o el consumo excesivo puntual, son peligrosos tanto por el riesgo de desarrollo de alcoholismo como por las consecuencias de las intoxicaciones agudas que desembocan en coma etílico, actos violentos, accidentes con lesiones físicas y problemas en las relaciones interpersonales.
Ø Consumo:
- Con consumo moderado: los efectos son de sedación, lentitud de pensamiento, desinhibición, leve torpeza y dificultad en la pronunciación, euforia o irritabilidad leve que puede derivar en alteraciones de conducta con posibles episodios de agresividad, impulsividad y pérdida de control.
- Con consumo elevado: Aparece obnubilación de conciencia con deterioro generalizado de todas las funciones cognitivas, como el juicio, la memoria y la atención. Importante dificultad para la marcha y el habla. Disforia y alteraciones de conducta, que se acompaña de importante hostilidad y agresividad.
- Consumo muy elevado: Puede generar estupor con progresiva disminución de la respuesta a estímulos hasta su ausencia y coma. Riesgo elevado de broncoaspiración y compromiso respiratorio. Conflictos sociofamiliares, con dificultades laborales y legales.
- Existe un trastorno inducido por el alcohol que se denomina Intoxicación patológica y es aquella que ocurre con pequeñas cantidades de alcohol que normalmente no producen síntoma alguno, pero que en individuos predispuestos ocasionan graves alteraciones de conducta y agresividad, acompañado en ocasiones de alucinaciones. Habitualmente finalizan con sueño espontáneo o inducido y se consideran una reacción negativa al alcohol.
Ø Abstinencia:
Tras el cese o reducción de la ingestión excesiva de alcohol puede aparecer, sudoración, elevación de la presión sanguínea, taquicardia, temblor de las manos, insomnio, ansiedad, náuseas o vómitos, alucinaciones transitorias visuales, táctiles o auditivas y agitación. Estos síntomas pueden derivar en convulsiones, alteración de la conciencia, dificultad para el mantenimiento de la atención, desorientación y puede justificar la hospitalización inmediata. La abstinencia al alcohol es una de las más graves de todas las drogas y puede derivar en la muerte.
Tabaco
Cada vez está más clara la relación entre fumar y la aparición de enfermedades graves, lo que ha supuesto un aumento de las demandas en la comunidad sanitaria. Durante los últimos años la desaprobación social y las sanciones legales han favorecido la reducción del consumo de tabaco.
Ø Consumo:
El efecto del tabaco sobre la mortalidad por enfermedad crónica es muy grande:
- Un fumador tiene diez veces más probabilidad de sufrir un cáncer de pulmón que un no fumador y en fumadores intensos (dos paquetes o más) es de 15 a 25 veces mayor.
- El tabaco explica el 90 por ciento del desarrollo de bronquitis crónica y el enfisema.
- Los fumadores tienen riesgo de morir por enfermedad coronaria de dos a cuatro veces más.
- El hábito de fumar influye negativamente en la fertilidad, en las mujeres es comparable a tener diez años más con relación a la calidad de los óvulos; en los hombres provoca alteraciones en los niveles de hormonas que afectan a la calidad y cantidad del esperma.
- Los niños de madres fumadoras pesan menos al nacer, aumenta el riesgo de parto de feto muerto y de muerte neonatal, seguramente por la absorción de plomo, cadmio y cianuro del humo.
- Como síntomas inmediatos, aparecen tos matinal, deficiencia en la respiración, fatiga, producción de esputo, ronquera, aumento del pulso, manchas en la piel y los dientes, aumento en frecuencia, duración y gravedad de los resfriados.
Ø Abstinencia:
En ocasiones los fumadores consideran que el daño ya está causado y no tiene sentido dejar de fumar, pero en realidad no es así: dejar de fumar provoca beneficios inmediatos y a largo plazo. La expectativa de vida es más larga en pacientes que dejan el consumo después de un diagnóstico de enfermedad, que en los que continúan fumando. El riesgo de enfermedad cardíaca atribuible al tabaco en el primer año de abstinencia se reduce un 50 por ciento y al año siguiente llega al nivel de personas que no han fumado nunca.
Los vicios vienen como pasajeros, nos vistan como huéspedes y se quedan como amos
Confucio
Adela Sánchez-Escribano
Residente del Servicio de Psicología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
El estrés es una respuesta de nuestro organismo que moviliza recursos fisiológicos y psicológicos con la finalidad de afrontar alguna demanda. Se podría afirmar que es una respuesta adaptativa, es decir, beneficiosa de cara a ponernos en marcha y ayudaros a funcionar en situaciones exigentes.
Seguramente todos tenemos la idea de que el estrés es dañino, algo a evitar. Incluso ya hemos hablado en este mismo blog de los efectos perjudiciales que puede tener para nuestra salud. Entonces… ¿Por qué también decimos que es una respuesta adaptativa y beneficiosa?
Es el exceso de estrés lo que realmente resulta dañino. El sobrefuncionamiento al que se somete nuestro organismo cuando la respuesta de estrés esta crónicamente activada va a ser lo que provoque que nuestra salud se resienta. Y no sólo será nuestro estado físico y mental los que se vean afectados, ya que esto nos llevará a un descenso de nuestro rendimiento en nuestra actividad laboral, académica o deportiva. Por lo tanto, podemos ver que estrés, salud y rendimiento van de la mano.
A lo largo de nuestro día a día podemos enfrentarnos a infinidad de situaciones potencialmente estresantes que nos vayan afectando según nuestra capacidad de afrontamiento y la actitud que adoptemos ante dichas situaciones. Pero no son sólo situaciones de "exceso" la que nos pueden generar estrés, también las situaciones de "privación" pueden ser estresantes, como por ejemplo un trabajo rutinario y sin alicientes, encontrase en el paro, sufrir una lesión que limite nuestra actividad normal.
Debemos aprender a convivir con el estrés ya que es una respuesta humana totalmente normal y de la que podemos sacar provecho si sabemos escucharla y observar de qué nos está avisando. Por ejemplo, estar preocupado por un examen puede hacer que dediques más tiempo a su preparación y que saques una buena nota; estar más alerta cuando conduces bajo la lluvia puede hacer que moderes la velocidad y prestes más atención a la carretera evitando un posible accidente… Son situaciones en las que el estrés está cumpliendo su finalidad adaptativa y beneficiosa movilizando nuestros recursos.
El hecho de que el estrés resulte en una respuesta perjudicial o adaptativa para nosotros depende de muchos factores, veamos algunos ejemplos:
·Nuestra personalidad (impacientes, competitivos, hostiles…)
·Habilidades de afrontamiento de las que disponemos
·Nuestras creencias y actitudes ante los problemas
·La valoración que hagamos de las situaciones cómo amenaza o cómo reto
·El apoyo social que percibimos de los otros
·Predisposición biológica
La combinación de estos factores será la responsable de que sintamos un nivel de activación que influya en nuestro rendimiento y nuestro estado de salud físico y mental.
Una baja respuesta de estrés ante situaciones que nos demanden movilizar mayores recursos puede hacer que nuestro rendimiento sea inferior al esperado. Por ejemplo, si tengo una enfermedad diagnosticada, pero ésta no me preocupa, no me movilizaré de cara a llevar un tratamiento correcto. Si una oferta de trabajo no me "activa" para enviar mi currículum y acudir a una entrevista, perderé una oportunidad profesional valiosa…
Una respuesta excesiva de estrés también perjudicará nuestra actividad cotidiana ya que nos generará angustia, tensión, dificultad en la toma de decisiones… y por tanto también nos impide un rendimiento normal y nos genera perdida de oportunidades.
Es el nivel óptimo de activación o estrés el que nos dará la energía y capacidad de movilización necesaria para afrontar demandas con un adecuado rendimiento y sin comprometer nuestra salud.
En esta línea la psicología puede ser una gran ayuda de cara a saber gestionar este nivel de estrés para que no se convierta en algo patológico. Entender y aceptar las emociones y las respuestas fisiológicas que estas provocan es una de las claves para perder el miedo a sentir estrés y ansiedad. El aprendizaje de habilidades de afrontamiento como pueden ser la relajación, la solución de problemas, comunicación asertiva, puede hacer que nos enfrentemos a las situaciones demandantes del día a día sintiéndonos más capaces y con más confianza en nuestros recursos.
Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Residente del Servicio de Psicología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
Hábitos beneficiosos para nuestra salud mental y bienestar psicológico. Educación sobre nuestras emociones y pensamientos. Consejos para promover el bienestar psicológico...
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