Quirónsalud
Blog de los servicios de Urología, Ginecología, Coloproctología y Medicina Física-Rehabilitación y Fisioterapia de los Hospitales de Quirónsalud integrados en el Sermas.
Dentro de la Escuela de Incontinencia 4H, hoy vamos a hablar de determinados temas del tratamiento de la incontinencia fecal que es importante tener en cuenta. En otro blog os contaremos más concretamente los tratamientos de los que disponemos para la incontinencia fecal.
Manejo de expectativas: curabilidad vs cronicidad
Es muy importante tratar este tema con los pacientes. ¿Qué se espera del tratamiento de la incontinencia? ¿Me voy a curar? Estas son algunas de las múltiples preguntas que tienen los pacientes en las consultas de patología de suelo pélvico. Incluso muchas veces no se atreven a preguntarlo, quizás, por miedo a la respuesta.
Frecuentemente, acuden pensando que les han derivado a esta consulta porque ahí tienen la varita mágica con las que les van a liberar de la carga que supone estar pendientes del WC todo el día o aguantar pesados absorbentes con el miedo al estigma que de ello se pueda derivar. Y es que el mismo resultado puede ser un éxito o un fracaso en función de las expectativas del paciente.
Para responder a la pregunta de si se va a curar es necesario conocer la causa de la incontinencia y de las características de la misma.
Aunque nos gusta a los médicos clasificar la incontinencia en función de su patogenia, la inmensa mayoría de las incontinencias son de causa multifactorial. Es decir, que no sólo se ha necesitado un factor para producirla. Cuando hay varios factores que han desencadenado la incontinencia no se pueden restablecer todos, ya que algunos de ellos no son modificables como la edad, la menopausia en las mujeres, ocasionalmente la obesidad, las enfermedades neurológicas adquiridas o congénitas, etc. Por lo tanto, en este escenario no podemos hablar de curación total, pero si podemos decir que hay muchas herramientas para conseguir mejorar la calidad de vida y disminuir la dependencia del WC.
Si la incontinencia es consecuencia inmediata a un factor desencadenante único, por ejemplo, un daño esfinteriano durante el parto o una cirugía de ano reciente, se puede restablecer quirúrgicamente ese defecto anatómico adquirido con mayor índice de éxito que si se asocia a algún factor más.
Atendiendo a los síntomas que acompañan a la incontinencia, si existe una alteración de la consistencia de las heces, es muy probable que corrigiendo la diarrea o mejorando la enfermedad que produce la diarrea (como la enfermedad inflamatoria intestinal) se solucione la incontinencia. Si la incontinencia ha sido secundaria a la introducción de algún fármaco y éste se puede sustituir por otro (por ejemplo, la metformina) también es muy probable que mejore muchísimo la clínica.
Sin embargo, también hay incontinencias que se deben a un único factor pero que no son corregibles (por ejemplo, una cirugía de recto, un accidente cerebrovascular, una enfermedad desmielinizante). En este caso también debemos ser francos con los pacientes y explicarles que hay muchas herramientas para mejorar mucho la calidad de vida, pero nos tenemos que concienciar y esforzarnos por llevarlas a cabo.
En general la incontinencia es un problema crónico para el que hay muchas herramientas para tratarla. Pero para que tengan éxito las terapias, la motivación del paciente es fundamental, ya que requieren constancia y esfuerzo.
Y finalmente, lo que se quiere, sobre todo, y será un éxito del tratamiento, es mejorar la calidad de vida de los pacientes. Es decir, reducir el número de episodios de incontinencia, y aumentar el tiempo de retraso de la deposición. Por ejemplo, pasar de no poder diferir la deposición ni 1 minuto a pasar a poder posponerla 5 o 10 minutos puede ser todo un logro para un paciente, ya que le da tiempo a encontrar un lugar socialmente adecuado para hacer la deposición.
Medidas de confort
Como ya se ha explicado anteriormente el tratamiento de la incontinencia es una pirámide cuya base nunca se debe abandonar porque si no, el resto de terapias fallará.
Muchas veces modificando el estilo de vida se va a conseguir controlar la incontinencia lo suficiente para llevar una vida social y laboral activa.
Es fundamental intentar salir de casa con el intestino vacio, para conseguir unas horas de "tranquilidad". Para ello, además de dedicar tiempo a esta rutina estableciendo horarios, es bueno valorar que alimentos estimulan es reflejo gastrocólico de manera más eficaz (café, infusiones…). También es bueno, valorar si la toma de laxantes por la noche ayuda a este propósito. El uso de microenemas para acabar de limpiar la ampolla rectal está indicado en soiling o incontinencias pasivas importantes.
Respecto a la dieta la tienen que ajustar para conseguir una deposición de consistencia aumentada para tener mayor control de la misma.
Y en cuanto a los fármacos de los que disponemos para mejorar la incontinencia tenemos los suplementos de fibra (plántago ovata), los antidiarreicos (loperamida +/- fosfato de codeina), antidepresivos (aumenta el tiempo de tránsito colónico), sales biliares como la resincolesteramina (en colecistectomizados), kreon (en pacientes con cirugías pancreáticas), lactasa (en pacientes con intolerancia a la lactosa)…
También es importante retirar aquellos fármacos que producen diarrea y evitar las dermatitis perianales porque puede empeorar la incontinencia.
Incontinencia en el paciente anciano o frágil
La incidencia de incontinencia aumenta con la edad, pasando de un 10-20 % en la población general, a más de un 50% en los pacientes por encima de 75 años.
El manejo de la incontinencia en la población de mayor de 75 años se ve dificultada por la multifactorialidad de la misma. A la edad, que es un factor de riesgo independiente hay que añadir la presencia en la mayoría de los casos, las enfermedades crónicas que hacen que las estructuras implicadas en la continencia no funcionen correctamente. Además, a lo largo de los años se han podido sumar otros factores de riesgo como son partos, cirugías abdominales o de ano, enfermedades neurológicas…
Además, la edad es una limitación para la realización de algunos de los tratamientos. Por ejemplo, puede que tengan dificultades para entender, realizar y coordinar los movimientos explicados durante el biofeedback con el fisioterapeuta. Además, al ser pacientes generalmente polimedicados, podemos encontrar dificultades a la hora de añadir fármacos que puedan interaccionar con los ya prescritos o estemos limitados para sustituir los que creamos que incrementan la incontinencia.
Entonces, las opciones de tratamiento de la incontinencia que tenemos en los pacientes ancianos o frágiles son optimizar al máximo la alimentación para mejorar la consistencia de las deposiciones y valorar junto con los geriatras la medicación que toma el paciente para ver si alguna puede producirles diarrea.
Creemos que la neuroestimulación periférica no está contraindicada, aunque a veces puede ser un hándicap el hacerla de forma hospitalaria y puede ser menos eficaz al estar alterada la inervación.
Además, se pueden proponer las irrigaciones en los pacientes con un soporte social bueno, para disminuir el número de escapes y la necesidad de absorbentes constantemente.
Para concluir, es importante saber que una leve mejoría es un éxito en un paciente que no tiene que ir a trabajar o que no tiene una vida social importante, porque van a estar mucho más satisfechos.
Mucha gracias, espero que os haya sido de utilidad.
Dra. B. Manso Abajo
Jefe de Sección de Coloproctología
Servicio de Cirugía General y del AP. Digestivo
Hospital Universitario Rey Juan Carlos (Móstoles. Madrid)
En el diagnóstico de la incontinencia en su más amplio espectro, es decir, urinaria, fecal o mixta, la prueba más importante es el relato del paciente, ya que ni todas las incontinencias son iguales ni cada persona la vive de la misma manera.
Tras una buena anamnesis, que como nuestros pacientes saben es muy extensa, y tras la necesaria exploración física, utilizaremos diversas pruebas diagnósticas para intentar esclarecer las causas posibles de tal incontinencia.
En esta entrega de la Escuela de Paciente Experto en Incontinencia, consideraremos algunos aspectos sobre el diagnóstico de la incontinencia fecal.
Me han pedido varias pruebas, ¿por qué?
Ya en la primera consulta nuestros pacientes saben que el mecanismo de continencia es complejo y que la incontinencia puede tener varios factores contribuyentes a su manifestación. Es por eso que en el estudio diagnóstico tengan que realizarse varias pruebas para poder posteriormente realizar un tratamiento dirigido a la causa.
Conviene señalar que no existe propiamente una prueba diagnóstica por la que haya que empezar, más bien será a partir del relato del paciente, la anamnesis realizada y la exploración física como el médico decidirá qué prueba solicitar inicialmente.
Una advertencia: ¿puede ser la incontinencia fecal manifestación de otras enfermedades?
Es necesario tener en cuenta al comienzo del estudio de la incontinencia que ésta puede ser parte de un cuadro más amplio, por ejemplo, en el caso de una malabsorción intestinal que curse con diarreas crónicas e incontinencia fecal secundaria. Es clave que al inicio se descubra si hay patología a otros niveles, o lo que es lo mismo: no permitamos que un signo clínico nos impida ver el resto de la expresión de un cuadro más amplio.
Es claro entonces que puede ser necesario hacer algunos estudios diagnósticos dirigidos a descartar otras patologías y que no son las habituales o específicas del estudio de la incontinencia, como una colonoscopia, estudio microbiológico de heces (coprocultivo) u otras.
¿Cuáles serían entonces las pruebas diagnósticas más utilizadas y específicas del estudio de la incontinencia fecal?
Es muy probable que el médico solicite más de una prueba de entrada al comienzo del estudio, pero por dejarlas todas enumeradas incluiríamos: anoscopia, ecografía endoanal, perfil presivo esfinteriano, rectoscopia, manovolumetría anorrectal, resonancia magnética pélvica dinámica, electromiografía esfinteriana y latencia de pudendos.
No son pruebas dolorosas que requieran sedación o anestesia, pero tienen algunas particularidades, como la necesidad en algunas de hacer previamente una preparación intestinal con enemas.
Conozcamos más a fondo las pruebas diagnósticas:
Las diferentes pruebas diagnósticas nos van a permitir estudiar desde un punto de vista estructural y/o funcional, una región anatómica más o menos extensa. En la siguiente tabla clasificamos de este modo las pruebas citadas previamente:
Anoscopia:
La anoscopia es una prueba diagnóstica que consiste en la introducción por el ano de un instrumento con forma de tubo que dispone de un sistema de iluminación y permite ver la superficie de los últimos centímetros de recto y del canal anal.
La anoscopia forma parte frecuentemente de la exploración física, realizándose en la camilla de la propia sala de consulta durante la misma. Es una prueba de corta duración y no precisa de preparación especial ni de sedación o anestesia.
Ecografía endoanal:
En esta prueba diagnóstica se introduce por el ano una sonda ecográfica de aproximadamente 1cm de diámetro. La ecografía utiliza ultrasonidos, por lo que no hay radiación en esta prueba. La ecografía endoanal permite ver la estructura en profundidad de la pared rectal y anal, así como los tejidos periféricos.
Es una prueba fundamental para valorar la posibilidad de daño esfinteriano y cuantificarla. Para su realización no se precisa anestesia. En ocasiones puede ser necesario un enema previo a la realización de la prueba.
Manometría anal. Perfil presivo esfinteriano (PPE)
La exploración del perfil presivo esfinteriano (PPE) permite una valoración funcional del ano. Para su realización se utiliza una sonda de escasos milímetros de diámetro. La sonda, multiperforada, dispone de un pequeño globo hinchable en su extremo.
En el estudio se hace una valoración de las presiones del ano en diferentes situaciones: en reposo, esfuerzo de contracción voluntaria, tos… De este modo podemos estudiar el funcionamiento de cierre del ano.
Junto con la ecografía endoanal conforma un tándem clave, estructural y funcional, en la valoración del daño esfinteriano.
Rectoscopia:
Es una exploración directa sobre la superficie del recto. Es muy similar a la anoscopia, con la diferencia de la zona que se viene a explorar.
Para la realización de esta prueba se utiliza un instrumento con forma de tubo que se introduce hacia el recto. Es necesario insuflar el recto para distenderlo y poder examinar su superficie.
La utilidad de esta prueba en el estudio de incontinencia es que permite descartar cuadros inflamatorios, tumorales o infecciosos en el recto.
Al tener que explorar la superficie de las paredes del recto, es necesaria la preparación previa con enemas para vaciar la ampolla rectal y permitir el examen.
Manovolumetría anorrectal:
Esta prueba se hace habitualmente en conjunto con el estudio del PPE, ya que se suele utilizar la misma sonda si ésta va equipada con el globo hinchable.
Introduciendo diferentes volúmenes en el globo hinchable y haciendo diferentes maniobras, se lleva a cabo el estudio de aspectos como la sensibilidad rectal, distensibilidad, reflejos anorrectales… Es una prueba que completa la valoración funcional del complejo anorrectal.
Al ser una prueba que estudia los volúmenes de ocupación del recto, es necesario que la ampolla rectal esté vacía, para lo cual se hace una preparación previa con enemas para permitir el examen.
Resonancia Magnética (RM) pélvica dinámica:
La resonancia magnética (RM) es una prueba diagnóstica de imagen muy utilizada en diferentes campos de la medicina. Es un método diagnóstico que no utiliza radiaciones y que no es doloroso.
Una característica de la RM es que permite, con una sola prueba, hacer un estudio tanto estático (estructural) como un estudio dinámico (funcional). Para ello será necesaria la utilización de contraste y la introducción de un gel en vagina y recto para la fase dinámica.
Esta prueba, en la fase dinámica, pretende simular el acto de esfuerzo defecatorio. Mediante esta prueba se pueden valorar alteraciones que pueden condicionar el cuadro de incontinencia, como prolapso rectal o desinserción muscular puborrectal, entre otros.
Electromiograma (EMG) y Latencia de pudendos:
El EMG y el estudio de latencia de nervios pudendos es una exploración neurofisiológica de los músculos esfinterianos y de los nervios que los controlan (nervios pudendos).
No es una prueba dolorosa ni que requiera sedación. Para su ejecución se utiliza un sensor que, mediante unas pequeñas corrientes eléctricas, permite medir la actividad de las fibras musculares esfinterianas y la conducción del impulso por el nervio que las controla. Las alteraciones de la contracción muscular como de la velocidad de conducción o la amplitud del impulso nervioso son muy orientativas tanto en el diagnóstico de las causas de la incontinencia como para determinar posibles opciones de tratamiento.
A modo de conclusión
Visto el amplio panorama de pruebas realizables en el estudio de la incontinencia, queda clara la idea de que la continencia es un mecanismo muy complejo, y la incontinencia fecal puede ocurrir por la alteración de uno o varios "engranajes" de ese mecanismo. Las pruebas diagnósticas buscan los posibles puntos donde pueda estar la alteración, y cada una de ellas aporta una visión propia del problema.
También se reconoce que el estudio de la incontinencia fecal es complejo y en muchas ocasiones requiere de varias pruebas. Es importante que el paciente con incontinencia conozca las pruebas que le realizan, para participar, en colaboración conjunta con su terapeuta, en el diagnóstico y tratamiento de su patología.
Dr. P.A. Pacheco Martínez
Jefe de Sección de Coloproctología y Suelo Pélvico
Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo
Hospital Universitario Infanta Elena
Dentro de la Escuela de Pacientes de Incontinencia y Suelo Pélvico (EPispel)de los Hospitales de Quirónsalud integrados en el Sermas, uno de los temas principales a tratar es la incontinencia anal. Con este post queremos aclarar aquellas dudas que puedan tenerse en relación a la misma, explicar las distintas formas de presentación en el paciente y las diferentes causas que pueden originarla.
¿Cómo se define la incontinencia anal?
La incontinencia anal es la pérdida involuntaria de heces (líquidas o sólidas) o gases, durante más de tres meses en una persona mayor de 4 años de edad. Se trata de una enfermedad cuya prevalencia real se desconoce; ya que sigue siendo difícil de diagnosticar debido a que en muchas ocasiones los pacientes no consultan estos síntomas por miedo o vergüenza. Se trata de un problema que puede llegar a afectar a la vida de los pacientes en muchos aspectos (social, económico, laboral…).
¿Cómo puede presentarse la incontinencia anal?
Existen distintas formas de presentación que pueden variar de un paciente a otro, incluso presentarse juntas.
Urgencia: tengo necesidad de evacuar y no puedo demorarlo
Pasiva: no soy consciente del escape.
Mixta: me suceden las dos cosas anteriores
Ensuciamiento o "Soiling": se refiere al manchado de la ropa interior secundario a mucosidad o filtrado de restos de las deposiciones.
¿Por qué se produce la incontinencia fecal (IF)?
En el cuerpo humano existen diferentes estructuras anatómicas y fisiológicas que van a facilitar el control de la continencia y participar en la defecación (el colon, el recto, los esfínteres anales, el músculo puborrectal…). Para el correcto funcionamiento de la continencia y la defecación se necesita que tanto las estructuras anatómicas mencionadas como el sistema nervioso se encuentren íntegros y coordinados.
La incontinencia fecal puede ser ocasionada por muchas causas que podemos dividir en dos grupos: aquellas en las que existen alteraciones anatómicas del complejo esfinteriano (lesiones musculares, lesiones nerviosas…) o aquellas con integridad de los esfínteres (alteración de la consistencia de las heces, mal funcionamiento o alteración de la sensibilidad rectal…). En la mujer la causa más frecuente de IF es la lesión obstétrica (los partos), mientras que en el varón la causa más frecuente son las cirugías anales o pélvicas previas.
Consultar de forma temprana estos síntomas junto con la identificación de las posibles causas desencadenantes de la IF, va a resultar muy importante a la hora de encontrar distintas estrategias de tratamiento con las que mejorar la calidad vida de estos pacientes.
Dra. Cristina Viyuela García.
Especialista de la Unidad de Coloproctología
Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo
Hospital General Universitario de Villalba
La incontinencia femenina y el prolapso
Llamamos prolapso al descenso de órganos pélvicos (vejiga, uretra, útero, recto, intestino, cúpula vaginal) respecto a su posición original a través de las paredes vaginales.
Se trata de una condición relativamente frecuente y con sintomatología muy variable. Dentro de las manifestaciones clínicas de los prolapsos se encuentra la incontinencia de orina.
Factores como la edad, el parto vaginal, lesiones nerviosas del suelo pélvico, la disminución de los estrógenos, la obesidad o enfermedades pulmonares crónicas, aumentan el riesgo de padecer prolapso e incontinencia urinaria.
Los prolapsos más frecuentes son:
- Prolapso uterino: cuando desciende el útero.
- Rectocele: cuando desciende el recto.
- Cistocele: cuando desciende la vejiga.
El cistocele y el prolapso uterino son los que afectan con más frecuencia a la función de la vejiga y/o de la uretra, pudiendo asociar incontinencia urinaria.
Los prolapsos tienen distintos grados de gravedad, ordenándose del 1 al 4, del más leve al más severo.
La incontinencia urinaria de esfuerzo normalmente coexiste con estadios 1-2 de prolapso, y a medida que avanza el prolapso las mujeres pueden experimentar una mejoría en la incontinencia, pero una mayor dificultad para orinar, al producirse un efecto de "taponamiento" por el prolapso, que "oculta" la incontinencia de esfuerzo.
Además, las mujeres con prolapso tienen de 2 a 5 veces más riesgo de síntomas de vejiga hiperactiva comparadas con la población general (urgencia miccional, asociada o no al aumento de la frecuencia urinaria diurna y nocturna).
En los casos de prolapso intestinal (rectocele y/o enterocele), pueden existir incontinencia y urgencia fecales con más frecuencia que en otro tipo de prolapsos.
La incontinencia femenina y la vida sexual
En las mujeres, la disfunción sexual y las alteraciones del suelo pélvico son problemas comunes que disminuyen la calidad de vida.
Impacto de la incontinencia urinaria/fecal en la función sexual:
- Un 25% de las mujeres refieren haber experimentado pérdidas de orina durante la actividad sexual. Se asocia con pérdida de libido, empeoramiento de la imagen corporal y pérdida de autoestima, aumento de la sequedad vaginal y aumento del dolor con las relaciones.
- La incontinencia de urgencia se asocia con disminución de la lubricación y aumento del dolor durante las relaciones sexuales.
- La incontinencia urinaria mixta (de esfuerzo y de urgencia) se asocia con menor satisfacción en las relaciones sexuales y peor función sexual.
- La incontinencia anal (incontinencia de gases o fecal) es una razón de rechazo a mantener relaciones sexuales, disminución de la libido y disminución de la satisfacción con las relaciones sexuales.
El tratamiento rehabilitador, médico o quirúrgico para la incontinencia ha demostrado mejorar la calidad de vida y la actividad sexual de las mujeres.
La incontinencia femenina en el embarazo y el postparto
La transformación del cuerpo de la mujer durante el embarazo es la mayor que experimentará a lo largo de su vida y es muy posible que el suelo pélvico salga debilitado.
Uno de estos síntomas de este debilitamiento es la incontinencia urinaria y puede estar debida a alguno de los siguientes factores:
- Exceso de peso en la madre
- Aumento de la presión intraabdominal durante el embarazo
- Peso fetal elevado al nacimiento
- El tipo de parto y la necesidad de utilizar instrumentos para extraer al feto, aunque también se puede dar la incontinencia después de cesárea.
Dado que estos factores se encuentran asociados a la aparición de incontinencia, ¿cómo prevenir su aparición durante el embarazo? Parece lógico pensar que debemos contrarrestar los factores precipitantes:
- Evitar ganar excesivo peso durante el embarazo.
- Cuidar nuestra alimentación para evitar el estreñimiento.
- Realizar ejercicios de fortalecimiento de la musculatura del suelo pélvico, a cargo de fisioterapeutas especializados. Este entrenamiento debe formar parte de un programa personalizado según el momento vital, ya que será diferente durante el embarazo y el postparto.
La incontinencia urinaria es frecuente durante el embarazo y mucho más durante el tercer trimestre, pero es habitual que se resuelva de forma espontánea en la gran mayoría de las mujeres. Tras el parto, transcurridos los primeros meses, la rehabilitación del suelo pélvico es el tratamiento recomendado, valorando cuidadosamente y de forma personalizada la opción quirúrgica en aquellos casos en los que se prolonga durante más de un año y que ya no desean tener más hijos.
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Dra. María Laguna Herrera.
Especialista del Servicio de Obstetricia y Ginecología.
Hospital Universitario Infanta Elena
Uno de los pilares de la Escuela de Pacientes de Incontinencia y Suelo Pélvico (EPispel Red 4H) de los Hospitales de Quirónsalud integrados en la red pública madrileña (Sermas) - es el Servicio de Urología. La Unidad de Urología Funcional, integrada dentro de este servicio, es la responsable del estudio y tratamiento de las patologías del suelo pélvico que afectan al aparato urinario y que se pueden producir tanto en hombres como en mujeres.
En este primer post de urología funcional, le contamos algunos detalles sobre el funcionamiento y actividades de esta unidad.
¿Qué enfermedades se valoran en una Unidad de Urología Funcional?
No existe una única enfermedad de la que se ocupa la Unidad de Urología Funcional.
Señalamos a continuación aquellas de las que se ocupa la unidad:
La incontinencia urinaria (IU)
La IU es una de las patologías más frecuentes de la población general, siendo una de las enfermedades más atendidas por la Unidad. Es la pérdida involuntaria de orina desde la vejiga
Se puede producir por diferentes motivos y circunstancias. Existe la posibilidad de ofrecer una gran variedad de tratamientos, tanto conservadores como quirúrgicos. Pronto iremos dando detalles al respecto.
El prolapso de órganos pélvicos (POP)
El POP es el descenso de las vísceras abdominales a través de la vagina, debido a la debilidad de los ligamentos, fascias y músculos que los sujetan. Varios factores influyen en su aparición, siendo los más importantes el parto vaginal, la obesidad y la realización de esfuerzo crónico.
La disfunción miccional de vaciado (DMV)
La DMV impide la realización de un correcto vaciado de la vejiga.
Siendo, en la mayor parte de los casos, una enfermedad de origen desconocido requiere una cuidadosa evaluación para distinguir aquellas causas que son tratables, como puede ser el crecimiento benigno de la próstata (HBP-Hiperplasia Benigna de Próstata), pudiendo establecer el tratamiento más adecuado en cada paciente según sus requerimientos.
La fístula urinaria (FU)
La FU es la comunicación entre el aparato urinario y otro órgano, o una cavidad, por donde se pierde la orina de manera continuada. El otro órgano es habitualmente la vagina o el recto. Suele producirse de manera espontánea, tras la realización de una cirugía compleja o tras un tratamiento de radioterapia.
Las fístulas más frecuentes son las que se producen entre la vagina y la vejiga tras una intervención quirúrgica y pueden requerir una nueva intervención para su resolución. Requieren siempre una evaluación cuidadosa y precisa. Si la comunicación es entre la vejiga o la uretra y el recto, es común la aparición de gases y heces en la orina (fecaluria).
El dolor pélvico crónico (DPC)
Esta entidad engloba múltiples causas de dolor a nivel de la pelvis, algunas de ellas de origen desconocido.
La valoración, estudio y diagnóstico de estos pacientes, en el seno de la Unidad Multidisciplinar de Suelo pélvico, permite un abordaje integral y de calidad, imprescindible para su adecuada atención. El trabajo conjunto con el resto de las especialidades (Medicina Física y Rehabilitación, Ginecología, Coloproctología, Psiquiatría, Digestivo, Unidad del Dolor) consigue que estos pacientes alcancen una mejor calidad de vida y una reducción de los síntomas de manera más precoz.
Conocidos en titulares la patología de la que se ocupa la urología funcional es necesario definirla para poder entender su abordaje
La urología funcional es el área de conocimiento de la especialidad de Urología que se encarga del estudio y tratamiento de las disfunciones del aparato urinario, ocasionadas por enfermedades benignas o malignas, que hacen que su funcionamiento no sea el adecuado.
Cuando estos procesos comienzan a suponer un problema para la persona, afectando a su calidad de vida, es el momento de solicitar una valoración en la unidad.
Entendido que mi aparato urinario puede dejar de funcionar, ¿qué puedo hacer para evitar tener problemas de estas características?
Hay una serie de consejos y recomendaciones generales que se deben de seguir para mantener el aparato urinario en las mejores condiciones de salud
Ingesta de líquidos
Es recomendable ingerir una cantidad adecuada de líquidos a diario. Esta ingesta debe ser paulatina a lo largo del día, en pequeños sorbitos, evitando beber grandes cantidades de líquidos de golpe. Es recomendable tomar un 1,5 litro de agua a lo largo del día, cantidad suficiente para cubrir las necesidades de nuestro metabolismo y depurar las sustancias de deshecho de la sangre a través de la orina. En algunas circunstancias especiales (diabéticos, pacientes con piedras de riñón) será necesario ingerir mayor cantidad de líquidos, superando los 2 litros al día.
Es recomendable que el líquido ingerido sea agua. El consumo de bebidas carbonatadas (con gas), café, té y cerveza se ha asociado con la producción de piedras de riñón, además de resultar, alguna de ellas, excitantes para la vejiga, por lo que no se recomienda un consumo abusivo de ninguno de ellos.
No se debe dejar de consumir líquidos por miedo a la pérdida de orina, teoría muy afincada entre la población que sufre problemas de incontinencia urinaria, ya que la disminución del agua que podemos no llegar a beber puede resultar más perjudicial, al favorecer la aparición de infecciones urinarias o cálculos del riñón.
Higiene íntima
No es recomendable utilizar ropa interior ajustada, ni fajas o pantalones ajustados, ya que presionan la zona abdominal y limitan la capacidad de la vejiga, aumentando las ganas de querer orinar. Además, producen fricción sobre la zona perineal y la vulva, por lo que la pueden irritar.
No se deben utilizar jabones, toallitas, ni compresas perfumadas, ya que muchos de estos productos pueden producir la irritación de los genitales externos, fundamentalmente la vulva.
En aquellas personas que tienen pérdidas de orina o heces, se recomienda cambiar la ropa interior sucia o mojada lo más rápidamente posible y utilizar compresas o pañales especiales para contener la orina o las heces, ya que la humedad puede macerar la piel y las heces contaminar el periné, favoreciendo la aparición de alteraciones en la piel o infecciones urinarias.
Actividad deportiva y realización de esfuerzos físicos
Es recomendable mantener una vida activa, evitando el sedentarismo. Sin embargo, hay algunas actividades físicas que pueden ser perjudiciales para nuestro suelo pélvico.
Los deportes de impacto y aquellos que aumentan la presión en el interior del abdomen en personas con problemas de suelo pélvico se asocian con un empeoramiento de los síntomas, por lo que se deben evitar en lo posible: carrera, saltos, ejercicios abdominales clásicos, aeróbic, tenis, pádel.
Se debe evitar la carga crónica de peso, así como el estreñimiento. Una dieta rica en agua y fibra pueden ayudar a controlar el ritmo intestinal. El salvado de cereales, la chía y los cereales integrales son fuentes ricas en fibra, que se pueden incorporar a nuestra dieta habitual.
Es importante abandonar el hábito de fumar. El tabaco provoca múltiples alteraciones en el funcionamiento del aparato urinario, incluidos distintos tipos de cáncer. Los fumadores tosen más, lo que provoca un aumento en las disfunciones de suelo pélvico. Otros tipos de enfermedades respiratorias que provocan tos también pueden empeorarlas: alergias, asma, bronquitis…
¿Qué hacer cuando hay que ir al baño a orinar?
El aprendizaje de la micción se realiza de una forma innata: nadie nos enseña cómo orinar, por lo que no es infrecuente que muchas personas orinen de formas que podrían suponer un problema a largo plazo. Realizar la micción apretando el abdomen o en vilo (sin apoyarse en el aseo) puede resultar un problema a la larga.
Es importante evitar "ir deprisa al aseo" cuando la sensación sea urgente, para que nuestro cerebro no genere un condicionamiento del tipo "prisa = micción", ya que en otras circunstancias en las que tengamos que esperar, nuestro reflejo de micción se desencadenará más rápidamente. También es importante evitar estar pendiente de la ubicación de los baños, para no generar el mismo mecanismo. Es recomendable realizar una micción pautada cada 2-3 horas, evitando las micciones "de conveniencia" (aprovechar a orinar antes de salir de un sitio o entrar a otro).
Acerca del entrenamiento de suelo pélvico, hablaremos en otro momento, pero es importante recalcar en este apartado que no debemos realizar un corte de la micción como parte de este entrenamiento. "Cortar el chorro" no sirve como refuerzo de la musculatura del suelo pélvico y su práctica puede resultar perjudicial, al inhibir el reflejo miccional y provocar un aumento en la resistencia uretral.
Estilo de vida
Indudablemente, mantener un estilo de vida saludable previene la mayor parte de las disfunciones del aparato urinario. Realiza una alimentación sana, manteniendo un peso adecuado, así como evitar el estreñimiento y mantener una vida sexual activa mejoran el funcionamiento general del organismo y contribuyen a nuestra salud urológica.
Realizarse las revisiones urológicas correspondientes, en función de nuestra edad, género y antecedentes personales permitirá prevenir, detectar y tratar la mayoría de las disfunciones que se desarrollan con la edad, favoreciendo un envejecimiento saludable.
Dra. R. González López
Jefe asociado de la Unidad de Urología Funcional. Servicio de Urología.
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid)
Queremos trabajar juntos, profesionales de la salud y pacientes, para optimizar el conocimiento de los problemas relacionados con la perdida de la continencia, tanto urinaria como fecal, así como de los relacionados con el suelo pélvico, para que sea de ayuda educacional para el paciente, familiares y cuidadores, con el fin de mejorar su calidad de vida en términos de salud y bienestar físico y emocional, así como ayudarles a autogestionar su condición de una manera personalizada, individualizada, más cómoda, saludable, efectiva.
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