Quirónsalud
Blog del servicio de Geriatría de los Hospitales Quirónsalud Alicante, Torrevieja, Murcia, Valencia, Tenerife, Costa Adeje y Vida
Texto elaborado por el doctor Diego Giménez, jefe de traumatología de Quirónsalud Murcia.
Consulta también con nuestros especialistas en traumatología de Quirónsalud Alicante,Quirónsalud Valencia y Quirónsalud Torrevieja.
Las caídas son un problema de salud común entre las personas mayores y pueden tener consecuencias graves. En este post nuestros expertos en traumatología de Quirónsalud
dan algunos consejos sobre cómo afrontar estos incidentes con nuestros familiares.
Las caídas son una preocupación común en el ámbito de la geriatría, ya que afectan significativamente a las personas mayores.
Existen múltiples factores que contribuyen a la alta frecuencia de las caídasen esta población:
Cambios físicos
A medida que envejecemos, nuestro equilibrio, fuerza muscular y capacidad de reacción disminuyen. Estos cambios físicos hacen que las personas mayores sean más propensas a perder el equilibrio y caer.
Problemas de visión
Las alteraciones visuales son comunes en las personas mayores, como la disminución de la agudeza visual, problemas de percepción de profundidad y disminución de la capacidad para ajustar la visión de cerca a lejos. Estos cambios visuales pueden dificultar la detección de obstáculos y aumentar el riesgo de caídas.
Enfermedades crónicas
Muchas enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento, como la osteoartritis, la osteoporosis, el Parkinson, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, pueden debilitar los músculos, afectar el equilibrio y la movilidad, y aumentar el riesgo de caídas.
Medicamentos
Las personas mayores suelen tomar múltiples medicamentos para tratar diversas condiciones médicas. Algunos medicamentos, como los sedantes, los hipnóticos o los fármacos que afectan la presión arterial, pueden causar somnolencia, mareos o desequilibrios, lo que aumenta el riesgo de caídas.
Factores ambientales
Los entornos físicos inseguros también desempeñan un papel importante en las caídas.
Existen varios factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que una persona mayor sufra una caída. Estos factores pueden ser agrupados en diferentes categorías, que incluyen:
Edad avanzada: Cuanto mayor es una persona, mayor es el riesgo de caídas.
Historia previa de caídas: Quienes han sufrido caídas previas tienen un mayor riesgo de caer nuevamente.
Debilidad muscular y pérdida de equilibrio: La disminución de la fuerza muscular y la capacidad de mantener el equilibrio aumentan la propensión a las caídas.
Problemas de visión: La mala visión, los trastornos oculares y las enfermedades oculares no tratadas aumentan el riesgo de caídas.
Problemas de audición: La pérdida de audición puede afectar la capacidad de detectar y responder a señales de advertencia auditivas en el entorno.
Enfermedades crónicas
Uso de medicamentos.
Factores ambientales:
Obstáculos en el entorno: Alfombras sueltas, cables sueltos, muebles mal ubicados y otros obstáculos en el hogar aumentan el riesgo de tropiezos y caídas.
Suelos resbaladizos: Superficies resbaladizas en baños, cocinas y áreas exteriores sin las medidas adecuadas de seguridad pueden aumentar el riesgo de caídas.
Iluminación inadecuada: Una iluminación deficiente o desigual dificulta la percepción de obstáculos y puede llevar a caídas.
Estilos de vida y comportamientos:
Falta de actividad física: La inactividad puede llevar a la debilidad muscular, el deterioro del equilibrio y la disminución de la movilidad, lo que aumenta el riesgo de caídas.
Consumo de alcohol: El consumo excesivo de alcohol puede afectar el equilibrio y la coordinación, aumentando el riesgo de caídas.
Es importante destacar que estos factores de riesgo no actúan de manera aislada, sino que suelen interactuar y potenciarse entre sí.
Identificar y abordar estos factores de riesgo puede ser fundamental para prevenir caídas en las personas mayores y promover un envejecimiento saludable.
La prevención de caídas en las personas mayores es un enfoque crucial para mantener su salud, seguridad y calidad de vida.
Aquí hay algunas estrategias efectivas para prevenir caídas:
Actividad física regular: Promover un estilo de vida activo y realizar ejercicios que mejoren el equilibrio, la fuerza muscular y la flexibilidad puede reducir significativamente el riesgo de caídas. Actividades como caminar, hacer tai chi, yoga o ejercicios de fortalecimiento son beneficiosas. Es recomendable que las personas mayores consulten con un profesional de la salud antes de comenzar cualquier programa de ejercicios.
Revisión y ajuste de medicamentos: Es importante que los adultos mayores revisen sus medicamentos regularmente con su médico o farmacéutico, ya que ciertos medicamentos pueden causar mareos, somnolencia o desequilibrio, aumentando el riesgo de caídas. Es posible que se deba ajustar la dosis o cambiar el medicamento si es necesario.
Evaluación y mejora del entorno doméstico: Es fundamental que el entorno en el hogar sea seguro y accesible.
Exámenes de vista y audición regulares: Mantener una buena salud visual y auditiva es esencial para detectar obstáculos y señales de advertencia en el entorno. Realizar exámenes de vista y audición de manera regular y utilizar anteojos o audífonos apropiados si es necesario.
Uso adecuado de ayudas para la movilidad: Si se requiere el uso de bastones, andadores u otras ayudas para la movilidad, es importante que sean adecuadamente ajustados y utilizados de manera correcta.
Dieta y nutrición adecuadas: Mantener una alimentación balanceada y adecuada puede contribuir a la salud ósea y muscular, ayudando a prevenir caídas. Asegurarse de tener una ingesta adecuada de calcio, vitamina D y otros nutrientes esenciales.
Educación y concienciación: Brindar información a las personas mayores sobre los factores de riesgo de caídas, las medidas preventivas y las estrategias para mantener la seguridad puede ayudar a aumentar la conciencia y fomentar comportamientos seguros.
Las caídas en los adultos mayores pueden tener diversas consecuencias que afectan tanto la salud física como la calidad de vida. Algunas de las principales consecuencias incluyen:
Lesiones físicas: Las caídas pueden provocar lesiones graves, como fracturas de huesos, especialmente en la cadera, muñeca y columna vertebral. Estas lesiones pueden requerir cirugía, hospitalización y rehabilitación prolongada. Incluso las lesiones menores, como esguinces y contusiones, pueden limitar la movilidad y la capacidad funcional de la persona.
Dolor crónico: Las lesiones resultantes de una caída pueden dar lugar a dolor crónico, especialmente en las personas mayores que ya padecen condiciones como la artritis. El dolor crónico puede afectar negativamente la calidad de vida y limitar la capacidad para participar en actividades diarias.
Miedo a caer nuevamente: Después de una caída, muchas personas mayores desarrollan un miedo significativo a volver a caer. Este miedo puede llevar a la reducción de la actividad física, el aislamiento social y la disminución de la calidad de vida. Además, el miedo a caer puede aumentar el riesgo de futuras caídas debido a la inactividad y la debilidad muscular resultante.
Dependencia y pérdida de autonomía: Las lesiones graves causadas por una caída pueden llevar a la pérdida de la independencia y la necesidad de asistencia en las actividades de la vida diaria. La dependencia en el cuidado de otras personas puede tener un impacto emocional significativo en los adultos mayores, generando frustración, tristeza y disminución de la autoestima.
Complicaciones de salud adicionales: Las caídas pueden desencadenar complicaciones de salud adicionales, como inmovilidad prolongada, úlceras por presión, infecciones respiratorias y problemas de salud mental, como depresión y ansiedad.
Costos económicos y sociales: Las caídas en los adultos mayores también tienen implicaciones económicas y sociales. Las hospitalizaciones, tratamientos médicos y rehabilitación pueden generar altos costos de atención médica. Además, las caídas pueden llevar a una disminución de la participación social, afectando las relaciones personales y la integración comunitaria.
Tomar medidas para hacer el hogar más seguro es una estrategia efectiva para reducir el riesgo de caídas en adultos mayores. Aquí hay algunas medidas que se pueden tomar:
Retirar alfombras sueltas o asegurarlas con cinta adhesiva de doble cara.
Asegurarse de que no haya cables eléctricos sueltos o en áreas de paso.
Evitar el desorden en los pasillos y áreas de tránsito.
Asegurarse de que haya una iluminación adecuada en todas las áreas del hogar, especialmente en pasillos, escaleras y baños.
Instalar luces nocturnas en los dormitorios, pasillos y baños para facilitar la visibilidad durante la noche.
Utilizar interruptores de luz de fácil acceso y agregar iluminación adicional si es necesario.
Instalar pasamanos seguros en ambos lados de las escaleras, asegurados firmemente a la pared.
Colocar bandas antideslizantes en los escalones para mejorar la tracción.
Mantener las escaleras libres de objetos o desechos.
Instalar barras de apoyo en la ducha, bañera y cerca del inodoro para proporcionar estabilidad adicional.
Utilizar tapetes antideslizantes en la bañera o ducha.
Asegurarse de que los pisos del baño estén secos y libres de agua o humedad.
Colocar una lámpara de noche cerca de la cama para facilitar el acceso a la iluminación.
Asegurarse de que la cama esté a una altura adecuada para facilitar la entrada y salida.
Mantener los objetos de uso diario al alcance fácil y evitar la necesidad de estirarse o subirse a muebles para alcanzarlos.
Utilizar dispositivos de ayuda para la movilidad:
Si es necesario, utilizar bastones, andadores u otros dispositivos de apoyo para caminar. Es importante que estos dispositivos sean adecuadamente ajustados y utilizados de manera correcta.
Utilizar superficies antideslizantes en pisos resbaladizos, como cocinas, baños y áreas exteriores.
Limpiar inmediatamente cualquier líquido derramado o superficie mojada.
Evitar la cera excesiva en los pisos, ya que puede hacerlos resbaladizos.
Fomentar la comunicación abierta entre los miembros de la familia y los cuidadores sobre las preocupaciones y necesidades de seguridad en el hogar.
Realizar revisiones regulares del hogar para identificar posibles riesgos y tomar medidas preventivas.
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Texto elaborado por Diego Giménez, jefe de traumatología de Quirónsalud Murcia.
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La sarcopenia es una condición caracterizada por la pérdida progresiva y generalizada de masa muscular, fuerza y rendimiento funcional asociados con el envejecimiento. Es un fenómeno común en las personas de edad avanzada y puede tener un impacto significativo en su calidad de vida y salud general.
En este post nuestros especialistas en Geriatría te cuenta qué es y cómo ayudar a los familiares que puedan padecerla.
La sarcopenia es importante en el envejecimiento por varias razones. En primer lugar, la pérdida de masa muscular y fuerza funcional puede llevar a una disminución en la capacidad de realizar actividades diarias, como caminar, levantar objetos o mantener el equilibrio. Esto puede resultar en un mayor riesgo de caídas y fracturas, lo que a su vez puede tener consecuencias graves, especialmente en los adultos mayores.
Además, la sarcopenia también se asocia con cambios metabólicos adversos. La masa muscular juega un papel crucial en el metabolismo, ya que contribuye al gasto energético total del cuerpo. Con la pérdida de masa muscular, el metabolismo basal disminuye, lo que puede llevar a un aumento de peso no deseado y a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina.
Otro aspecto importante es que la sarcopenia puede afectar la capacidad de recuperación y rehabilitación después de una enfermedad o cirugía. Los adultos mayores con sarcopenia tienen menos reservas musculares y pueden experimentar una recuperación más lenta y menos exitosa en comparación con aquellos con una masa muscular adecuada.
Cambios hormonales
Con el envejecimiento, se producen cambios en los niveles hormonales, como una disminución en la producción de hormonas anabólicas, como la testosterona y la hormona del crecimiento.
Inactividad física
La falta de actividad física o un estilo de vida sedentario es una de las principales causas de pérdida de masa muscular en los adultos mayores. La falta de ejercicio regular, incluyendo el entrenamiento de fuerza, conduce a la atrofia muscular y a una disminución en la fuerza y el tamaño de los músculos.
Desnutrición
Una mala alimentación o una ingesta inadecuada de nutrientes esenciales, como proteínas, vitaminas y minerales, puede contribuir a la pérdida de masa muscular en los adultos mayores.
Resistencia anabólica
Con el envejecimiento, el cuerpo puede volverse menos sensible a las señales anabólicas que estimulan la síntesis de proteínas musculares. Esto significa que, incluso con una ingesta adecuada de proteínas y ejercicio, el cuerpo puede tener dificultades para construir y mantener masa muscular.
Inflamación crónica
La presencia de inflamación crónica en el cuerpo, que es más común en los adultos mayores, puede afectar negativamente la salud muscular.
El diagnóstico y la evaluación de la sarcopenia en las personas mayores generalmente implican una combinación de medidas clínicas, de fuerza y de composición corporal.
Te contamos los métodos más comunes para diagnosticar que realizan los especialistas en geriatría de los centros de Quirónsalud:
Medición de la fuerza muscular: Se pueden utilizar pruebas como la fuerza de agarre con un dinamómetro de mano, pruebas de levantamiento de peso o pruebas de extensión de piernas para evaluar la fuerza muscular de las extremidades superiores e inferiores.
Medición de la masa muscular: La evaluación de la masa muscular se puede realizar mediante técnicas como la absorciometría de rayos X de energía dual (DXA), la bioimpedancia eléctrica (BIA) o la resonancia magnética (RM). Estas técnicas proporcionan información sobre la cantidad de masa muscular presente en el cuerpo.
Índices antropométricos: Algunos índices antropométricos, como el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la pantorrilla, se han utilizado como indicadores indirectos de la masa muscular y pueden ser útiles en la evaluación de la sarcopenia.
Funcionalidad física: Además de la fuerza y la masa muscular, se deben evaluar otros aspectos de la funcionalidad física, como la capacidad para caminar, levantarse de una silla o mantener el equilibrio. Estas evaluaciones pueden incluir pruebas como el test de marcha de 6 minutos, el test de levantarse y caminar o el test de equilibrio de Berg.
Cada paciente suele presentar unos síntomas distintos pero podemos mencionar algunas señales de la sarcopenia comunes en muchos pacientes:
Debilidad muscular: La pérdida de masa muscular conduce a una disminución en la fuerza y la capacidad física. Los adultos mayores pueden experimentar debilidad muscular generalizada, lo que dificulta la realización de actividades diarias como levantarse de una silla, subir escaleras o llevar objetos pesados.
Fatiga: La pérdida de masa muscular puede contribuir a la fatiga y la sensación de agotamiento en los adultos mayores. La falta de fuerza muscular y resistencia puede limitar su capacidad para mantener actividades físicas durante períodos prolongados.
Deterioro de la movilidad: Los adultos mayores pueden experimentar dificultades para caminar, mantener el equilibrio y realizar movimientos coordinados, lo que aumenta el riesgo de caídas y lesiones.
Pérdida de independencia: La incapacidad para realizar actividades básicas por sí mismos puede requerir asistencia adicional y disminuir su calidad de vida.
Aumento del riesgo de enfermedades crónicas: La pérdida de masa muscular en los adultos mayores está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la obesidad, la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares.
Disminución de la densidad ósea: La sarcopenia puede estar asociada con una disminución de la densidad ósea y un mayor riesgo de osteoporosis y fracturas.
Los expertos en la salud de los pacientes mayores de Quirónsalud solemos recomendar para una mejora en la calidad de vida de los pacientes los siguientes ejercicios. Es importante recordad que cada paciente tiene unas necesidades, por ello, sería conveniente consultar con el especialista para asegurarnos que están realizando actividades acordes a sus posibilidades.
Entrenamiento de fuerza: El entrenamiento de fuerza, que implica el uso de resistencia (pesas, máquinas, bandas elásticas, etc.), es fundamental para estimular el crecimiento y la regeneración muscular. Se recomienda realizar ejercicios de fuerza dos o tres veces por semana, enfocándose en diferentes grupos musculares.
Ejercicio aeróbico: Además del entrenamiento de fuerza, el ejercicio aeróbico, como caminar, nadar, andar en bicicleta o bailar, es importante para mantener la salud cardiovascular y la resistencia. El ejercicio aeróbico regular también puede ayudar a reducir la grasa corporal, lo que puede contribuir a una mejor composición corporal y preservación de la masa muscular.
Actividades de equilibrio y flexibilidad: Las actividades que mejoran el equilibrio y la flexibilidad, como el yoga, el tai chi o los ejercicios de equilibrio específicos, pueden ser beneficiosas para prevenir caídas y mejorar la movilidad en los adultos mayores.
Periodización del entrenamiento: Es importante implementar una progresión gradual en el programa de entrenamiento, comenzando con cargas ligeras y aumentándolas de manera gradual con el tiempo. La periodización del entrenamiento implica cambiar regularmente los ejercicios, las repeticiones, las series y las cargas para mantener la estimulación y el progreso muscular.
Alimentación adecuada: Junto con el ejercicio, una alimentación adecuada es esencial para prevenir o revertir la sarcopenia.
La nutrición desempeña un papel crucial en la prevención y el tratamiento de la pérdida de masa muscular en los adultos mayores.
Una ingesta adecuada de proteínas y otros nutrientes esenciales es fundamental para mantener la masa muscular y promover la regeneración y reparación muscular.
Por tanto, a los pacientes se les recomienda:
Proteínas: Las proteínas son los componentes fundamentales para el mantenimiento de la masa muscular. Se recomienda que los adultos mayores consuman suficiente proteína de alta calidad en cada comida. Fuentes de proteínas recomendadas incluyen carnes magras, pescado, aves, huevos, lácteos, legumbres y productos de soja. La ingesta diaria recomendada de proteínas para adultos mayores oscila entre 1.2 y 2.0 gramos por kilogramo de peso corporal, dependiendo de factores individuales como la actividad física y la salud.
Nutrientes esenciales: Además de las proteínas, es importante asegurarse de obtener otros nutrientes esenciales necesarios para la salud muscular. Estos incluyen vitaminas (como la vitamina D, vitamina C, vitamina E y vitamina B12), minerales (como calcio, magnesio y zinc) y ácidos grasos omega-3. Una dieta equilibrada y variada que incluya una amplia variedad de alimentos saludables es fundamental para obtener estos nutrientes.
Hidratación: Mantener una adecuada hidratación también es importante para la salud muscular. La deshidratación puede afectar negativamente la función muscular y la recuperación. Se recomienda asegurarse de consumir suficientes líquidos a lo largo del día, especialmente durante la actividad física.
Evitar la malnutrición: La malnutrición, incluida la desnutrición y la pérdida involuntaria de peso, puede contribuir a la pérdida de masa muscular en los adultos mayores. Es importante asegurarse de que se esté obteniendo una ingesta adecuada de calorías y nutrientes en general, y abordar cualquier problema de malnutrición o pérdida de peso no deseada a través de cambios en la dieta y, en algunos casos, la suplementación nutricional bajo la supervisión de un profesional de la salud.
Puedes consultar con nuestros especialistas en traumatología
Encontrarás información sobre como mejorar la calidad de vida de las personas mayores de mano de profesionales especializados en el tratamiento de las patologías más comunes en la tercera edad. Todo ello con el objetivo de cuidar de su salud y bienestar y la de sus familiares.
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