Unidad de Riesgo Vascular
¿Por qué es importante el control del riesgo cardiovascular?
Las enfermedades cardiovasculares (como el infarto de miocardio o el ictus) son la primera causa de muerte en muchos países. La buena noticia es que muchos de sus factores de riesgo son prevenibles o controlables. Detectarlos a tiempo y actuar sobre ellos puede marcar una gran diferencia en tu salud a largo plazo.
Desde nuestra consulta de riesgo vascular, queremos ayudarte a entender tu nivel de riesgo y acompañarte en el proceso de mejorar tu salud cardiovascular.
Factores de riesgo que vigilamos de cerca:
- Hipercolesterolemia (colesterol alto): El colesterol es una sustancia grasa que el cuerpo necesita para funciones tan importantes como la formación de hormonas o la estructura de las células. Sin embargo, cuando los niveles de colesterol LDL (conocido como "colesterol malo") son altos, puede comenzar a acumularse en las paredes de las arterias. Esto forma unas placas que las van estrechando y endureciendo, un proceso llamado aterosclerosis. Si una de estas placas se rompe, puede bloquear el flujo sanguíneo y causar un infarto o un ictus. A menudo no da síntomas, así que es clave revisarlo periódicamente. Por eso es tan importante controlar el colesterol.
- ¿Cómo se trata? El primer paso es mejorar la alimentación: reducir grasas saturadas (como las de embutidos, bollería, fritos o quesos curados) y aumentar el consumo de frutas, verduras, pescado azul y fibra.
- El ejercicio regular también ayuda a bajar el colesterol y subir el "bueno" (HDL). Cuando estos cambios no son suficientes, existen medicamentos muy eficaces, como las estatinas, que reducen el colesterol LDL y disminuyen el riesgo cardiovascular de forma clara.
- Hipertrigliceridemia (triglicéridos altos): Los triglicéridos son el tipo más común de grasa en el cuerpo. Se forman a partir del exceso de calorías, sobre todo de azúcares y alcohol, que el cuerpo convierte en grasa para almacenarla. Aunque son necesarios en cierta medida, niveles elevados pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, especialmente si se combinan con colesterol alto. También se han relacionado con la inflamación del páncreas (pancreatitis aguda) cuando los niveles son muy altos. Suelen elevarse en personas con sobrepeso, diabetes mal controlada, consumo de alcohol o una dieta poco saludable.
- ¿Cómo se trata? Cambiar la alimentación es fundamental: disminuir el consumo de azúcares (refrescos, dulces, pan blanco), eliminar o reducir mucho el alcohol y hacer ejercicio con regularidad.
- En casos moderados o graves, puede ser necesario añadir fármacos específicos, como los fibratos o los omega-3 de alta pureza.
- Hipertensión arterial (presión alta): La hipertensión es una elevación persistente de la presión con la que la sangre circula por las arterias. A largo plazo, esta presión excesiva puede dañar los vasos sanguíneos y órganos importantes como el corazón, los riñones, el cerebro y los ojos. Lo preocupante es que muchas veces no da síntomas, por eso se la conoce como el "asesino silencioso". Detectarla a tiempo permite iniciar tratamientos que reducen drásticamente el riesgo de infartos, ictus o insuficiencia renal.
- ¿Cómo se trata? Reduciendo la sal en las comidas, evitando el alcohol y el tabaco, bajando de peso si es necesario y haciendo ejercicio moderado de forma regular.
- Si con estas medidas no es suficiente, hay muchos tipos de medicamentos eficaces para controlar la presión. A veces se necesita más de uno, pero el objetivo siempre es evitar complicaciones graves a largo plazo.
- Diabetes tipo 2: La diabetes tipo 2 aparece cuando el cuerpo no utiliza bien la insulina, lo que hace que la glucosa (azúcar) se acumule en la sangre. Con el tiempo, este exceso daña los vasos sanguíneos grandes y pequeños, favoreciendo la aparición de enfermedades cardiovasculares, problemas renales, pérdida de visión y daño en los nervios. Muchas veces, la diabetes se asocia con otros factores de riesgo como hipertensión, colesterol elevado u obesidad, lo que multiplica el riesgo cardiovascular.
- ¿Cómo se trata? Una alimentación equilibrada (baja en azúcares simples y harinas refinadas), perder peso si es necesario y mantenerse activo son fundamentales.
- Además, existen tratamientos orales e inyectables muy eficaces que no solo controlan la glucosa, sino que también protegen el corazón y los riñones. El tratamiento siempre debe adaptarse a cada persona.
- Obesidad: La obesidad, especialmente cuando se concentra en el abdomen, no es solo una cuestión estética: es un importante factor de riesgo cardiovascular. El exceso de grasa corporal altera el metabolismo, aumenta la presión arterial, favorece el aumento de colesterol y triglicéridos, y está directamente relacionada con el desarrollo de diabetes tipo 2. Además, provoca un estado inflamatorio crónico en el cuerpo que acelera el daño vascular. Combatir la obesidad no se trata solo de perder peso, sino de mejorar la salud general.
- ¿Cómo se trata? Más allá de "hacer dieta", el objetivo es adoptar un estilo de vida más saludable: aprender a comer mejor, moverse más, dormir bien y cuidar también la salud emocional.
- En algunos casos, se pueden valorar tratamientos médicos para ayudar a perder peso, e incluso cirugía metabólica en situaciones concretas. La pérdida de peso, aunque sea moderada, ya tiene un gran impacto positivo en la salud.
De ahí la importancia de mantener un correcto seguimiento a estos pacientes y la inclusión de medidas preventivas adecuadas.
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