Los pacientes operados por cáncer de próstata sufren peor calidad de vida, según un estudio Frente al resto de terapias más comunes para tratar el citado tumor
Los pacientes operados por cáncer de próstata sufren peor calidad de vida, según un estudio Frente al resto de terapias más comunes para tratar el citado tumor
15 de noviembre de 2010
Así lo constata el estudio del Grupo Español Multicéntrico del Cáncer de Próstata Clínicamente Localizado, presentado este lunes por el jefe del Servicio de Oncología Radioterápica del Instituto Catalán de Oncología (ICO), Ferran Guedea, en el inicio del XIX Congreso de la Sociedad Europea de Radiología Terapéutica y Oncología (Estro, en sus siglas en inglés) que se celebra hasta el viernes en Barcelona con casi 6.000 oncólogos y científicos de todo el mundo.
La investigación compara las tres opciones terapéuticas más comunes a la hora de atacar un cáncer de próstata y es concluyente a la hora de aseverar los mayores efectos negativos posteriores que supone la cirugía radical de la próstata, que Guedea ha admitido que es la más extendida.
En la mente de algunos profesionales y de muchos pacientes persiste la idea de que la cirugía del tumor es la herramienta más eficaz para tratar un cáncer. No obstante, Guedea ha insistido en que el resto de terapias, conocidas como conservacionistas, logran exactamente la misma eficacia.
Así, el estudio -iniciado en 2000-- compara la calidad de vida de 435 pacientes tratados con prostatectomía - cirugía--, braquiterapia -semillas de yodo 125-- y radioterapia de alta precisión a través de tres entrevistas telefónicas de 45 minutos efectuadas antes del tratamiento y al primer mes, el tercero y el sexto, al año, a los dos y a los tres años después del tratamiento.
El trabajo es concluyente a la hora de señalar que los pacientes operados sufrieron significativamente más problemas de incontinencia urinaria a los tres años y más disfunciones sexuales.
La braquiterapia y la radioterapia causaron moderados síntomas urinarios irritadores obstructivos y también afectaron a la función sexual, pero en menor grado.
Guedea ha remarcado las "grandes diferencias" existentes, ya ha lamentado que "muchas veces los pacientes escogen tratamientos que causan más efectos secundarios" guiados por su percepción.
En el estudio, han participado una decena de centros españoles: el ICO, el Hospital de Bellvitge, el Instituto Municipal de Investigación Médica-Hospital del Mar, la Fundació Puigvert, el Hospital Sant Pau de Barcelona, el Instituto Oncológico de Guipúzcoa San Sebastián, el Hospital Carlos Haya de Málaga, el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el Hospital General de Catalunya, en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), el Centro Oncológico de Galicia, en A Coruña, y el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
La investigación compara las tres opciones terapéuticas más comunes a la hora de atacar un cáncer de próstata y es concluyente a la hora de aseverar los mayores efectos negativos posteriores que supone la cirugía radical de la próstata, que Guedea ha admitido que es la más extendida.
En la mente de algunos profesionales y de muchos pacientes persiste la idea de que la cirugía del tumor es la herramienta más eficaz para tratar un cáncer. No obstante, Guedea ha insistido en que el resto de terapias, conocidas como conservacionistas, logran exactamente la misma eficacia.
Así, el estudio -iniciado en 2000-- compara la calidad de vida de 435 pacientes tratados con prostatectomía - cirugía--, braquiterapia -semillas de yodo 125-- y radioterapia de alta precisión a través de tres entrevistas telefónicas de 45 minutos efectuadas antes del tratamiento y al primer mes, el tercero y el sexto, al año, a los dos y a los tres años después del tratamiento.
El trabajo es concluyente a la hora de señalar que los pacientes operados sufrieron significativamente más problemas de incontinencia urinaria a los tres años y más disfunciones sexuales.
La braquiterapia y la radioterapia causaron moderados síntomas urinarios irritadores obstructivos y también afectaron a la función sexual, pero en menor grado.
Guedea ha remarcado las "grandes diferencias" existentes, ya ha lamentado que "muchas veces los pacientes escogen tratamientos que causan más efectos secundarios" guiados por su percepción.
En el estudio, han participado una decena de centros españoles: el ICO, el Hospital de Bellvitge, el Instituto Municipal de Investigación Médica-Hospital del Mar, la Fundació Puigvert, el Hospital Sant Pau de Barcelona, el Instituto Oncológico de Guipúzcoa San Sebastián, el Hospital Carlos Haya de Málaga, el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el Hospital General de Catalunya, en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), el Centro Oncológico de Galicia, en A Coruña, y el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
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