Técnicas de rastreo de proteínas para predecir los infartos
Técnicas de rastreo de proteínas para predecir los infartos
4 de octubre de 2010
Los infartos de miocardio y las trombosis cerebrales se deben a obstrucciones arteriales súbitas ocasionadas por trombos. Uno de los grandes problemas de la medicina cardiovascular es que estos cuadros se presentan con frecuencia súbitamente y sin previo aviso.
Entre las diversas vías que se están explorando para poder predecir la aparición de estos eventos destaca la de los biomarcadores plasmáticos. En este caso se trata de encontrar moléculas cuyos niveles en sangre indiquen que hay una probabilidad aumentada de desarrollar uno de estos cuadros, posiblemente porque están involucradas en la formación de los trombos. Hasta la fecha, se han propuesto varios de estos biomarcadores potenciales, entre ellos la proteína C reactiva. Sin embargo, no han mostrado resultados suficientemente consistentes y no se están utilizando en la práctica clínica habitual.
Los métodos tradicionales que se han usado para buscar nuevos biomarcadores consisten en estudiar primero en la literatura proteínas involucradas en esta enfermedad, para testarlas luego en estudios con humanos. Sin embargo, esta estrategia puede llevar hasta unos 10 años para cada proteína. Teniendo en cuenta que el plasma puede albergar hasta 900.000 proteínas, es evidente que esta estrategia tradicional es muy lenta, salvo que se cuente con la suerte de encontrar en los primeros intentos un buen biomarcador.
Los nuevos abordajes proteómicos podrían solucionar en gran medida este problema, según un estudio dirigido por José Tuñón, profesor asociado a la Facultad de Medicina de la UAM y al Departamento de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz.
Según el estudio, publicado en Journal of the American College of Cardiology, combinando la electroforesis bidimensional y la espectrometría de masas los abordajes proteómicos son capaces de rastrear muestras de tejido buscando proteínas que estén presentes en diferente cantidad. Esto hace posible comparar tejido procedente de una persona con aterotrombosis con el de un sujeto sano, y encontrar en un solo experimento múltiples proteínas presentes en diferente cantidad en el tejido enfermo, que podrían ser testadas como posibles biomarcadores.
Esta metodología, por tanto, ahorrará una gran cantidad de tiempo en la búsqueda de biomarcadores y hará que éste y otros campos de la investigación avancen de manera mucho más rápida a partir de ahora.
Entre las diversas vías que se están explorando para poder predecir la aparición de estos eventos destaca la de los biomarcadores plasmáticos. En este caso se trata de encontrar moléculas cuyos niveles en sangre indiquen que hay una probabilidad aumentada de desarrollar uno de estos cuadros, posiblemente porque están involucradas en la formación de los trombos. Hasta la fecha, se han propuesto varios de estos biomarcadores potenciales, entre ellos la proteína C reactiva. Sin embargo, no han mostrado resultados suficientemente consistentes y no se están utilizando en la práctica clínica habitual.
Los métodos tradicionales que se han usado para buscar nuevos biomarcadores consisten en estudiar primero en la literatura proteínas involucradas en esta enfermedad, para testarlas luego en estudios con humanos. Sin embargo, esta estrategia puede llevar hasta unos 10 años para cada proteína. Teniendo en cuenta que el plasma puede albergar hasta 900.000 proteínas, es evidente que esta estrategia tradicional es muy lenta, salvo que se cuente con la suerte de encontrar en los primeros intentos un buen biomarcador.
Los nuevos abordajes proteómicos podrían solucionar en gran medida este problema, según un estudio dirigido por José Tuñón, profesor asociado a la Facultad de Medicina de la UAM y al Departamento de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz.
Según el estudio, publicado en Journal of the American College of Cardiology, combinando la electroforesis bidimensional y la espectrometría de masas los abordajes proteómicos son capaces de rastrear muestras de tejido buscando proteínas que estén presentes en diferente cantidad. Esto hace posible comparar tejido procedente de una persona con aterotrombosis con el de un sujeto sano, y encontrar en un solo experimento múltiples proteínas presentes en diferente cantidad en el tejido enfermo, que podrían ser testadas como posibles biomarcadores.
Esta metodología, por tanto, ahorrará una gran cantidad de tiempo en la búsqueda de biomarcadores y hará que éste y otros campos de la investigación avancen de manera mucho más rápida a partir de ahora.
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