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Blog de la Dra. Fernández Letamendi. Geriatría. Hospital Quirónsalud Zaragoza

  • Vacunación de la gripe en personas mayores

    En España, durante la temporada 2019-2020, 619.000 personas fueron atendidas por gripe, 27.700 pacientes precisaron hospitalización, de las cuales 1.800 necesitaron UCI y 3.900 pacientes fallecieron por complicaciones asociadas a la gripe.

    Durante el mismo periodo se calcula que la vacunación evitó: el 26% de las hospitalizaciones, el 40% de los ingresos en UCI y el 37% de las defunciones atribuibles a la gripe en las personas mayores de 65 años.

    ¿A quién se recomienda la vacunación de gripe?

    • Personas mayores de los 65 años (con especial énfasis en aquellas personas que conviven en instituciones cerradas). El 75% de los casos graves que requieren hospitalización y más del 80% de las defunciones por gripe se producen en personas mayores de 65 años. La vacunación es la medida más eficaz para prevenir la gripe y sus complicaciones. Además, en este grupo de edad, son mas prevalentes enfermedades cardiovasculares, pulmonares crónicas, neurológicas (ictus, demencias..), diabetes mellitus….que son factores de riesgo para tener complicaciones graves en caso de contagiarse de la gripe.
    • Personas entre los 6 meses y los 65 años de edad con alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe por presentar alguna condición o enfermedad de base.
    • Personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones (convivientes o cuidadores de pacientes de riesgo).
    • Personal sanitario y sociosanitario, así como ciertos grupos considerados esenciales.

    ¿Por qué es necesaria la vacunación frente a la gripe todos los años?

    La efectividad de protección de la vacuna, ronda ,según estudios, entre el 50-80% aproximadamente, y esto va a depender de:

    • El grupo poblacional: en mayores de 65 años se acerca más al 50%, ya que la inmunidad esta disminuida por el envejecimiento y la respuesta a las vacunas puede ser menor.
    • Que coincidan los tipos de gripe seleccionados ese año con los circulantes, ya que el virus de la gripe puede mutar periódicamente.

    ¿Puede la vacunación ocasionar la gripe?

    • Todas las vacunas que se comercializarán esta temporada (2020-2021) son inactivadas (no vivas) y, por lo tanto, NO pueden causar la gripe.
    • Existe una vacuna atenuada (de virus vivos debilitados) que está autorizada en España, pero que no se comercializará durante la temporada 2020-2021. En cualquier caso, esta vacuna no se utiliza normalmente en adultos mayores con comorbilidad ni en inmunodeprimidos.

    ¿Entonces por qué hay personas que refieren síntomas tras vacunarse de la gripe?

    Los principales motivos son:

    • Que el cuerpo tarda dos semanas en desarrollar protección inmunitaria, y puede haberse infectado durante ese periodo, de gripe o cualquier otro virus que curse con sintomatología similar.
    • También, puede infectarse por un virus de la gripe diferente a los que están incluidos en la vacuna de ese año, o no quedar adecuadamente protegidas por inmunodepresión previa. No obstante, aún en estos casos, el cuadro clínico sería, muy probablemente, de menor importancia.

    ¿Es segura la vacuna frente a la gripe?

    SI. Multitud de estudios clínicos han confirmado la seguridad de la vacuna frente a la gripe y, en el mundo, se administran cientos de millones de dosis de ésta vacuna todos los años.

    El efecto secundario más frecuente es la molestia y/o dolor en el lugar de la inyección, y suele durar menos de 48h. Otras reacciones como fiebre, malestar o dolores musculares se inician en las primeras 6-12 horas, suelen durar 1-2 días y ceden con paracetamol. Las únicas precauciones importantes que desaconsejan la vacunación son:

    • que sean alérgicos a los principios activos o a algún componente de la vacuna o que han tenido una reacción alérgica grave a una vacuna de la gripe con anterioridad. Las personas alérgicas al huevo SÍ pueden vacunarse frente a la gripe.
    • Personas que tengan fiebre o una infección aguda: debe posponerse la vacunación hasta que se hayan recuperado.

    No está demostrado que exista mayor riesgo de infectarse por coronavirus o de que la COVID-19 sea más grave, si se ha recibido una vacuna frente a la gripe.

    ¿Por qué este año es especialmente importante vacunarse frente a la gripe?

    La posible coincidencia de la pandemia por coronavirus y la epidemia de gripe puede aumentar las complicaciones en los grupos de riesgo, para los que ambas enfermedades pueden ser especialmente dañinas y conllevar una importante sobrecarga asistencial. Ello puede dificultar de manera importante la correcta atención sanitaria de todo el mundo. Clínicamente son muy difíciles de distinguir, así que es importante aumentar las tasas de vacunación este año especialmente, para que podamos minimizar el riesgo de complicaciones asociadas.

    gripegripe

  • ¿A qué nos referimos cuando hablamos de fragilidad en el adulto mayor?

    fragilidad_geriatríafragilidad_geriatríaLa fragilidad es un término que cada vez se utiliza más en Medicina, pero ¿sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a fragilidad? Y sobretodo y mas importante: ¿Para qué nos sirve conocer el grado de fragilidad en el adulto mayor? En muchas ocasiones, los mayores tienen una respuesta no esperada a determinadas intervenciones quirúrgicas o tratamientos, presentando complicaciones que merman el éxito que buscábamos al realizarlos. Medir la fragilidad nos va permitir, de manera objetiva, conocer cuanto de "robusto" es esa persona mayor, no sólo para soportar correctamente esa cirugía o tratamiento, sino también para alcanzar los objetivos que se buscaban, tanto en aumento de supervivencia como en mejora de calidad de vida.

    Varios conceptos iniciales que son importantes
    La fragilidad , por lo tanto, podríamos definirla como el "aumento del riesgo individual de cada paciente, en según que situación, de presentar resultados clínicos adversos". Se caracteriza por la disminución de fuerza, de resistencia y de reserva fisiológica, que aumenta esta vulnerabilidad individual de desarrollar dependencia, discapacidad e incluso muerte.

    En España, nos encontramos a la cabeza de Europa en investigación en fragilidad, y no es para menos, ya que la prevalencia actual se estima en aproximadamente 800.000 mayores frágiles y más de 3 millones de prefrágiles. La prevalencia de fragilidad establecida en mayores de 80 años varía según los estudios entre un 20 y un 50%. Es muy importante detectarla precozmente, ya que es potencialmente reversible en muchas ocasiones.

    Se recomienda valorar la fragilidad en todos los mayores de 70 años y/o en los que tengan perdida de peso mayor del 5% en el contexto de enfermedades crónicas, especialmente en aquellos adultos mayores que todavía no presentan discapacidad establecida. Debe realizarse aplicando recursos validados y por un clínico ampliamente experimentado en ello.

    Si medimos y analizamos previamente la fragilidad de un paciente mayor, seremos capaces de:

    • Adaptar tratamientos y predecir supervivencia
    • No caer en el ageísmo (y que sólo la edad marque una determinada actuación medica) ni en el encarnizamiento terapeútico (sólo se busque la supervivencia a toda costa, aunque sea sin calidad de vida).
    • Colaborar en la toma de decisiones con otros especialistas y en el seguimiento compartido con ellos, para que el paciente se beneficie de esta mutua colaboración.
    • Detectar precozmente y tratar síndromes geriátricos: síndrome confusional, inmovilidad, incontinencia, caídas…
    • Minimizar el impacto de la enfermedad en la situación funcional del paciente, en su capacidad de hacer sus actividades básicas del día a día (andar, vestirse, comer, bañarse…)
    • Prehabilitar al paciente, es decir, prepararlo de la mejor manera posible para afrontar una determinada intervención, con las mayores garantías de éxito.
    • Mantener al anciano lo mejor posible el mayor tiempo posible

    ¿Cómo valoramos la fragilidad en geriatría?

    Realizando una valoración geriátrica integral individualizada del paciente. Es importante que, si queremos medir la fragilidad de un paciente, de cara a un intervencionismo programado (la colocación de una válvula cardiaca, una intervención de columna…por ejemplo), lo hagamos en su situación basal y no durante un periodo de hospitalización aguda, ya que esa valoración puede estar francamente desfavorecida y condicionarnos una toma de decisión errónea.

    Esta valoración geriátrica integral va a evaluar aspectos funcionales, cognitivos, anímicos, clínicos, nutricionales y sociales del paciente, para tener una visión global del mismo. Aplicamos varias escalas (en dependencia de cada situación valoraremos cual /cuales aplicar), que nos permiten "medir" de manera objetiva este grado fragilidad del paciente. Tras esta valoración, detectaremos también el riesgo de aparición de síndromes geriátricos, y qué supervivencia esperable tiene esa persona, en base a su comorbilidad y su fragilidad, independientemente de su edad. Con todo ello, explicamos al paciente y familiar estos riesgos/beneficios y planteamos la actuación mas recomendada para ellos en cada caso.

  • Recomendaciones para mayores ante las posibles olas de calor

    geriageriaEl denominado golpe de calor, es más difícil de detectar en las personas mayores, ya que el centro de termorregulación se altera con el envejecimiento, lo que produce menor sensación de calor, menor percepción de sed y disminuye por lo tanto esa "necesidad de protegernos" de las temperaturas excesivas.

    Las personas mayores de 65 años, en especial si padecen problemas cognitivos, sobrepeso, enfermedades crónicas, dependencia física que dificulte el cambio de vestimenta y la adaptación al entorno, o toman fármacos que lo favorezcan, tienen más riesgo de presentar deshidratación secundaria al calor.

    Si la temperatura de nuestro cuerpo rebasa los 41º, se presenta un cuadro conocido como hipertermia o golpe de calor, que si no conseguimos revertir precozmente, provoca un fallo multiorgánico con consecuencias fatales.

    Es muy importante saber detectar los síntomas de la hipertermia:

    • dolor de cabeza
    • ausencia de sudoración ante las altas temperaturas
    • sensación de boca seca y pastosa
    • náuseas y vómitos
    • sensación de mareo
    • presencia de escalofríos
    • piel seca y enrojecida
    • calambres musculares en brazos, piernas o vientre
    • desorientación, cuadros confusionales e incluso convulsiones y coma.

    Recomendaciones desde la Unidad de Geriatría:

    • Insistir en un buen aporte de líquidos aunque no se tenga la sensación de sed (evitando el consumo de bebidas alcohólicas) : agua, infusiones, zumos de frutas… En los mayores con disfagia (dificultad para tragar), potenciar la hidratación con agua gelificada o utilizando espesantes. Lo ideal es tomar agua, pero si la rechazan por el espesante, podemos probar con otras bebidas que sepamos que les gustan y espesarlas (zumos, batidos de sabores..). Otra manera de hidratar, si nos cuesta, sobretodo en pacientes con deterioro cognitivo, son los helados tipo "polo".
    • Realizar comidas ligeras
    • Evitar la exposición al sol cuando las temperaturas son elevadas, sobre todo en las horas de mayor intensidad (12-16 horas) y con una humedad relativa alta. Es recomendable, que fuera de este horario, tomen el sol, al menos 20’, sin protección en cara, brazos y escote para favorecer el metabolismo de la vitamina D. Fuera de ese tiempo, si la exposición va a ser mayor, sí que es recomendable usar cremas de fotoprotección alta.
    • No realizar ejercicio ni deportes que aumenten el esfuerzo y la sudoración en momentos de calor.
    • Mantener la casa fresca y ventilada.
    • No permanecer en vehículos estacionados o cerrados.
    • Evitar llevar ropa ajustada y elegir tejidos ligeros, como el algodón y de colores claros. Estar muy vigilantes ante los mayores con problemas de movilidad o deterioro cognitivo, de tal manera que adaptemos su vestimenta a lo que necesiten en cada momento. Es recomendable, además, el uso de sombreros, gorras y gafas de sol.

  • Los pacientes mayores con demencia y el confinamiento: el antes y el después

    El confinamiento ha supuesto, en miles de hogares de pacientes con demencia, una dificultad añadida a su día a día muy importante. Es importante visibilizar esta situación, ya que ocasiona una disrupción, per sé, muy importante en las dinámicas familiares, que en éste contexto, puede llegar a hacerse muy complicada.

    En los pacientes con demencia, los cambio en sus rutinas diarias, como dejar de salir a dar un paseo, hacer la compra, ser visitados por sus seres queridos o cambiar sus ritmo sueño-vigilia, puede repercutir muy negativamente en otros muchos factores. Entre las alteraciones que con más frecuencia aparecen encontramos:

    1. Dificultades en la orientación en el domicilio.
    2. Problemas con la toma correcta de medicación: si se levantan más tarde, los horarios de toma de medicación se modifican y las tomas no siguen el horario recomendado.
    3. Falta de higiene: como no van a salir, no la asocian a otra actividad y no la integran como algo necesario, se resisten a ella… o pueden aparecer apraxias como lavarse con agua pero no con jabón, o no recordar como aclararse, por ejemplo...
    4. Aumento de ansiedad, irritabilidad o pensamientos rumiativos. Pueden tener asociadas alteraciones en el sueño o, incluso, episodios de desorientación o agitación durante la noche.
    5. Cambios en el apetito con hiporexia o hiperfagia.
    6. Puede iniciarse o empeorar cuadros alucinatorios, con delirios de perjuicio, de ruina, robo o delirios celotípicos . En estos contextos, pueden pensar que sus familiares no los quieren, y por eso los han visitado menos, y mostrarles rechazo ante la visita.

    Como ya recomendamos en anteriores entradas de nuestro blog (" Recomendaciones para adultos mayores durante el confinamiento"), reorientar las rutinas y adaptarlas, pero respetando los ritmos circadianos, es fundamental para mantener un "orden" en nuestras vidas y no favorecer la descompensación de patologías crónicas. Lamentablemente la demencia es una enfermedad crónica degenerativa, sin cura, pero, en la medida que sea posible, intentaremos ralentizar la evolución de la misma.

    ¿Que podemos hacer si hemos notado este empeoramiento en nuestros mayores con demencia?


    1. Ahora que la situación entraña un riesgo más asumible, es bueno potenciar los paseos, tomando las medidas de protección adecuadas. Hay que tener en cuenta, que es posible que los encontremos mas débiles y "torpes" al caminar, simplemente por la inmovilidad vivida. No obstante vigilaremos que esta dificultad al caminar sea homogénea y no sea sólo de un lado del cuerpo, ya que, si es así, se debería consultar con el especialista.
    2. Es importante realizar ejercicios de estimulación cognitiva y reminiscencia, como por ejemplo: realizar con ellos un menú semanal, leer las noticias principales de la prensa, recordar con ellos a través de fotos los nombres de los familiares mas cercanos, o dejarles notas tipo "post-it" para marcar detalles o cosas importantes, que ayuden en el recuerdo.
    3. Recomendamos actividades que les ayuden a expresar sentimientos vividos en esta fase (como puede ser que hablen de ello o lo escriban). Es importante ofrecer conversación que resuelva sus dudas e inquietudes, de manera sencilla, tranquila y adaptada, para intentar disminuir la ansiedad asociada a esta situación. También es recomendable, si no podemos visitarlos, realizar video-llamadas.
    4. Debemos intentar crear un ambiente tranquilo donde residan, no tener la televisión o radio muy alta, procurando no abusar de usar la TV como "medio de entretenimiento".
    5. Cuando se enfrenten a nosotros, la tendencia natural es a gritar mas fuerte que ellos o utilizar la fuerza. Nunca es lo recomendable, ya que conseguimos el efecto contrario, con conductas de rechazo posteriores hacia esa rutina (acostar, duchar, salir a la calle…). Debemos utilizar un tono de voz suave, pero firme. La experiencia nos dice, que intentar reconducir la conversación hacia otro tema, no forzar la situación y cambiar a otra actividad/conversación mas relajante, puede ser de gran ayuda.
    6. Es crucial vigilar y tener en cuenta la sobrecarga del cuidador principal, especialmente en el caso de que sea el cónyuge, que también será mayor. Además, con el confinamiento, en muchas ocasiones, se ha tenido que prescindir temporalmente de cuidadores habituales o de atención en centros de día especializados , que antes proporcionaban un respiro.

    Si a pesar de estas medidas, tenemos dudas sobre el manejo y recomendaciones, el paciente no mejora, o si aparecen alucinaciones, cuadros de heteroagresividad, mayor apatía (falta de ganas de hacer cosas) o tristeza, es conveniente contactar cuanto antes con el especialista, para que podamos valorar al paciente y determinar si esta alteración está englobada dentro de la evolución esperable de la enfermedad o puede haber alguna causa concomitante y reversible que se pueda tratar.

  • Duelo por la pérdida de un ser querido en las personas mayores ¿Cuándo consultar a un profesional?

    La pérdida de un ser querido es, probablemente, la experiencia más dolorosa y de las más difíciles de abordar. En los mayores, la perdida de la pareja (o amigos muy significativos), puede suponer un camino de no retorno hacia cuadros depresivos graves y conductas autodestructiva si no se elabora correctamente.

    Cada persona va a elaborar el duelo de una manera distinta. Existen personas que van a responder adecuadamente a él, e incluso tener un crecimiento personal y aprender nuevas habilidades. Otras, sin embargo, se sentirán "bloqueadas" y vivirán grandes dificultades para gestionar su día a día durante años. Se suele vivir el duelo, sobretodo al inicio, como una experiencia de sufrimiento intenso ("me duele en el alma"), de vacío ("me falta hasta el aire"), de inseguridad, de sentirse "perdido" (porque fuese la pareja la que se encargase de determinadas tareas que ahora nos toca asumir) y de soledad al perder las manifestaciones físicas de afecto. La mayor o menor intensidad y duración de éstos sentimientos, también va a ser individualizada.

    En general, los mayores viud@s tienen un alto grado de adaptabilidad, pero debemos para ello respetar también sus espacios, sus tiempos, y dejar que vivan "su vida" y tomen sus propias decisiones, sin que éstas tengan que ajustarse a las expectativas que los demás tengan, especialmente a la hora de dejarles decidir si quieren seguir viviendo solos a partir de ahora. Pero, por otro lado, debemos estar pendientes, ya que no es bueno asumir que "el tiempo lo cura todo", porque, aunque es verdad que se necesita tiempo para que afloren los sentimientos y podamos elaborar estrategias propias para integrarlos, éstas no van aparecer siempre, y por ello es importante vigilar y hacer un seguimiento temprano de la evolución del duelo en nuestros mayores. Cuanto antes se elaboren estas estrategias y sean las adecuadas, mejor pronóstico tendrá su evolución.

    En el duelo se contemplan 4 fases, que comprenderán: la aceptación de la pérdida, identificar y expresar sentimientos, adaptarse a vivir sin el otro y recordarlo sin que esta vivencia nos impida desarrollarnos e incluso iniciar vínculos afectivos nuevos.

    El duelo puede presentarse de manera retardada (semanas o meses después del fallecimiento del ser querido), o incluso estar ausente (el paciente se comporta como si no hubiera ocurrido nada) o inhibido (se centra por ejemplo obsesivamente en el cuidado de otra persona) o incluso cronificarse. Este último sí que suele llevar asociado con más frecuencia un cuadro ansioso y/o depresivo relacionado, y tornarse en un duelo complicado o patológico.

    Es éste último duelo, el patológico, es el que más debemos vigilar. Como factores de riesgo destacan: que la muerte haya sido súbita e inesperada, que la relación previa con la persona fallecida fuera ambivalente o de dependencia, no contar con buen soporte familiar o que éste ambiente no deje expresar sus emociones y o historial previo depresivo o de baja autoestima con sentimientos de culpa frecuentes.

    Nos hará sospechar que estamos ante un duelo patológico el que el paciente no pueda hablar del fallecido sin experimentar un dolor intenso, que algún acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reacción emocional, se niegue a tocar las cosas del fallecido, evite visitar el cementerio o participar en rituales o actividades relacionados con la muerte, comportamientos fóbicos respecto a la enfermedad (especialmente lo relacionado con la que ocasionó la muerte del difunto) o cambios radicales en su estilo de vida evitando todo lo relacionado con el fallecido, aparición de una falsa euforia… durante un período superior a los 6 meses, especialmente si sobrepasa los 2 años, y con un deterioro significativo en la vida social o personal.

    En los duelos patológicos en el mayor se desarrolla con mucha frecuencia un cuadro de depresión reactiva en el que la intensidad, duración y sintomatología descrita es mayor respecto a las del duelo normal. Solemos observar, además, un enlentecimiento motor, mayor sensación de desesperanza, sentimientos de culpa, y pensamientos rumiativos y reiterativos sobre el mismo tema, con ideación de muerte, más o menos elaborada, pero basada en el deseo de reunión con la persona fallecida. Puede además empeorar la evolución de otras enfermedades, especialmente las cardiovasculares.

    Es muy importante por lo tanto el seguimiento y detección precoz del duelo patológico en el mayor para poder hacer una correcta valoración e indicación de inicio de tratamiento.


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Sobre este blog

En el blog de la Dra. Fernández Letamendi, queremos acercar el mundo de la Geriatría a nuestros mayores y sus familiares, presentando una especialidad que, hasta no hace mucho tiempo, era desconocida para la mayoría de la población y que cada vez esta tomando más protagonismo, debido al envejecimiento progresivo y a la mayor esperanza de vida de la población.

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