Quirónsalud
Blog de la Dra. Fernández Letamendi. Geriatría. Hospital Quirónsalud Zaragoza
La fragilidad es un término que cada vez se utiliza más en Medicina, pero ¿sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a fragilidad? Y sobretodo y mas importante: ¿Para qué nos sirve conocer el grado de fragilidad en el adulto mayor? En muchas ocasiones, los mayores tienen una respuesta no esperada a determinadas intervenciones quirúrgicas o tratamientos, presentando complicaciones que merman el éxito que buscábamos al realizarlos. Medir la fragilidad nos va permitir, de manera objetiva, conocer cuanto de "robusto" es esa persona mayor, no sólo para soportar correctamente esa cirugía o tratamiento, sino también para alcanzar los objetivos que se buscaban, tanto en aumento de supervivencia como en mejora de calidad de vida.
Varios conceptos iniciales que son importantes
La fragilidad , por lo tanto, podríamos definirla como el "aumento del riesgo individual de cada paciente, en según que situación, de presentar resultados clínicos adversos". Se caracteriza por la disminución de fuerza, de resistencia y de reserva fisiológica, que aumenta esta vulnerabilidad individual de desarrollar dependencia, discapacidad e incluso muerte.
En España, nos encontramos a la cabeza de Europa en investigación en fragilidad, y no es para menos, ya que la prevalencia actual se estima en aproximadamente 800.000 mayores frágiles y más de 3 millones de prefrágiles. La prevalencia de fragilidad establecida en mayores de 80 años varía según los estudios entre un 20 y un 50%. Es muy importante detectarla precozmente, ya que es potencialmente reversible en muchas ocasiones.
Se recomienda valorar la fragilidad en todos los mayores de 70 años y/o en los que tengan perdida de peso mayor del 5% en el contexto de enfermedades crónicas, especialmente en aquellos adultos mayores que todavía no presentan discapacidad establecida. Debe realizarse aplicando recursos validados y por un clínico ampliamente experimentado en ello.
Si medimos y analizamos previamente la fragilidad de un paciente mayor, seremos capaces de:
¿Cómo valoramos la fragilidad en geriatría?
Realizando una valoración geriátrica integral individualizada del paciente. Es importante que, si queremos medir la fragilidad de un paciente, de cara a un intervencionismo programado (la colocación de una válvula cardiaca, una intervención de columna…por ejemplo), lo hagamos en su situación basal y no durante un periodo de hospitalización aguda, ya que esa valoración puede estar francamente desfavorecida y condicionarnos una toma de decisión errónea.
Esta valoración geriátrica integral va a evaluar aspectos funcionales, cognitivos, anímicos, clínicos, nutricionales y sociales del paciente, para tener una visión global del mismo. Aplicamos varias escalas (en dependencia de cada situación valoraremos cual /cuales aplicar), que nos permiten "medir" de manera objetiva este grado fragilidad del paciente. Tras esta valoración, detectaremos también el riesgo de aparición de síndromes geriátricos, y qué supervivencia esperable tiene esa persona, en base a su comorbilidad y su fragilidad, independientemente de su edad. Con todo ello, explicamos al paciente y familiar estos riesgos/beneficios y planteamos la actuación mas recomendada para ellos en cada caso.
El denominado golpe de calor, es más difícil de detectar en las personas mayores, ya que el centro de termorregulación se altera con el envejecimiento, lo que produce menor sensación de calor, menor percepción de sed y disminuye por lo tanto esa "necesidad de protegernos" de las temperaturas excesivas.
Las personas mayores de 65 años, en especial si padecen problemas cognitivos, sobrepeso, enfermedades crónicas, dependencia física que dificulte el cambio de vestimenta y la adaptación al entorno, o toman fármacos que lo favorezcan, tienen más riesgo de presentar deshidratación secundaria al calor.
Si la temperatura de nuestro cuerpo rebasa los 41º, se presenta un cuadro conocido como hipertermia o golpe de calor, que si no conseguimos revertir precozmente, provoca un fallo multiorgánico con consecuencias fatales.
Es muy importante saber detectar los síntomas de la hipertermia:
Recomendaciones desde la Unidad de Geriatría:
El confinamiento ha supuesto, en miles de hogares de pacientes con demencia, una dificultad añadida a su día a día muy importante. Es importante visibilizar esta situación, ya que ocasiona una disrupción, per sé, muy importante en las dinámicas familiares, que en éste contexto, puede llegar a hacerse muy complicada.
En los pacientes con demencia, los cambio en sus rutinas diarias, como dejar de salir a dar un paseo, hacer la compra, ser visitados por sus seres queridos o cambiar sus ritmo sueño-vigilia, puede repercutir muy negativamente en otros muchos factores. Entre las alteraciones que con más frecuencia aparecen encontramos:
Como ya recomendamos en anteriores entradas de nuestro blog (" Recomendaciones para adultos mayores durante el confinamiento"), reorientar las rutinas y adaptarlas, pero respetando los ritmos circadianos, es fundamental para mantener un "orden" en nuestras vidas y no favorecer la descompensación de patologías crónicas. Lamentablemente la demencia es una enfermedad crónica degenerativa, sin cura, pero, en la medida que sea posible, intentaremos ralentizar la evolución de la misma.
¿Que podemos hacer si hemos notado este empeoramiento en nuestros mayores con demencia?
Si a pesar de estas medidas, tenemos dudas sobre el manejo y recomendaciones, el paciente no mejora, o si aparecen alucinaciones, cuadros de heteroagresividad, mayor apatía (falta de ganas de hacer cosas) o tristeza, es conveniente contactar cuanto antes con el especialista, para que podamos valorar al paciente y determinar si esta alteración está englobada dentro de la evolución esperable de la enfermedad o puede haber alguna causa concomitante y reversible que se pueda tratar.
La pérdida de un ser querido es, probablemente, la experiencia más dolorosa y de las más difíciles de abordar. En los mayores, la perdida de la pareja (o amigos muy significativos), puede suponer un camino de no retorno hacia cuadros depresivos graves y conductas autodestructiva si no se elabora correctamente.
Cada persona va a elaborar el duelo de una manera distinta. Existen personas que van a responder adecuadamente a él, e incluso tener un crecimiento personal y aprender nuevas habilidades. Otras, sin embargo, se sentirán "bloqueadas" y vivirán grandes dificultades para gestionar su día a día durante años. Se suele vivir el duelo, sobretodo al inicio, como una experiencia de sufrimiento intenso ("me duele en el alma"), de vacío ("me falta hasta el aire"), de inseguridad, de sentirse "perdido" (porque fuese la pareja la que se encargase de determinadas tareas que ahora nos toca asumir) y de soledad al perder las manifestaciones físicas de afecto. La mayor o menor intensidad y duración de éstos sentimientos, también va a ser individualizada.
En general, los mayores viud@s tienen un alto grado de adaptabilidad, pero debemos para ello respetar también sus espacios, sus tiempos, y dejar que vivan "su vida" y tomen sus propias decisiones, sin que éstas tengan que ajustarse a las expectativas que los demás tengan, especialmente a la hora de dejarles decidir si quieren seguir viviendo solos a partir de ahora. Pero, por otro lado, debemos estar pendientes, ya que no es bueno asumir que "el tiempo lo cura todo", porque, aunque es verdad que se necesita tiempo para que afloren los sentimientos y podamos elaborar estrategias propias para integrarlos, éstas no van aparecer siempre, y por ello es importante vigilar y hacer un seguimiento temprano de la evolución del duelo en nuestros mayores. Cuanto antes se elaboren estas estrategias y sean las adecuadas, mejor pronóstico tendrá su evolución.
En el duelo se contemplan 4 fases, que comprenderán: la aceptación de la pérdida, identificar y expresar sentimientos, adaptarse a vivir sin el otro y recordarlo sin que esta vivencia nos impida desarrollarnos e incluso iniciar vínculos afectivos nuevos.
El duelo puede presentarse de manera retardada (semanas o meses después del fallecimiento del ser querido), o incluso estar ausente (el paciente se comporta como si no hubiera ocurrido nada) o inhibido (se centra por ejemplo obsesivamente en el cuidado de otra persona) o incluso cronificarse. Este último sí que suele llevar asociado con más frecuencia un cuadro ansioso y/o depresivo relacionado, y tornarse en un duelo complicado o patológico.
Es éste último duelo, el patológico, es el que más debemos vigilar. Como factores de riesgo destacan: que la muerte haya sido súbita e inesperada, que la relación previa con la persona fallecida fuera ambivalente o de dependencia, no contar con buen soporte familiar o que éste ambiente no deje expresar sus emociones y o historial previo depresivo o de baja autoestima con sentimientos de culpa frecuentes.
Nos hará sospechar que estamos ante un duelo patológico el que el paciente no pueda hablar del fallecido sin experimentar un dolor intenso, que algún acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reacción emocional, se niegue a tocar las cosas del fallecido, evite visitar el cementerio o participar en rituales o actividades relacionados con la muerte, comportamientos fóbicos respecto a la enfermedad (especialmente lo relacionado con la que ocasionó la muerte del difunto) o cambios radicales en su estilo de vida evitando todo lo relacionado con el fallecido, aparición de una falsa euforia… durante un período superior a los 6 meses, especialmente si sobrepasa los 2 años, y con un deterioro significativo en la vida social o personal.
En los duelos patológicos en el mayor se desarrolla con mucha frecuencia un cuadro de depresión reactiva en el que la intensidad, duración y sintomatología descrita es mayor respecto a las del duelo normal. Solemos observar, además, un enlentecimiento motor, mayor sensación de desesperanza, sentimientos de culpa, y pensamientos rumiativos y reiterativos sobre el mismo tema, con ideación de muerte, más o menos elaborada, pero basada en el deseo de reunión con la persona fallecida. Puede además empeorar la evolución de otras enfermedades, especialmente las cardiovasculares.
Es muy importante por lo tanto el seguimiento y detección precoz del duelo patológico en el mayor para poder hacer una correcta valoración e indicación de inicio de tratamiento.
En este post queríamos haceros unas recomendaciones para adultos mayores sobre como sobrellevar la situación durante el confinamiento en domicilios:
Animo a todos!! Ya queda un día menos.
En el blog de la Dra. Fernández Letamendi, queremos acercar el mundo de la Geriatría a nuestros mayores y sus familiares, presentando una especialidad que, hasta no hace mucho tiempo, era desconocida para la mayoría de la población y que cada vez esta tomando más protagonismo, debido al envejecimiento progresivo y a la mayor esperanza de vida de la población.
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