Del miedo que protege al miedo que paraliza: cómo volver a equilibrarlo

Del miedo que protege al miedo que paraliza: cómo volver a equilibrarlo

miedo-psiquiatria-cerebro-dralasheras-hospital-universitari-dexeusmiedo-psiquiatria-cerebro-dralasheras-hospital-universitari-dexeus
6 de noviembre de 2025
Hospital Universitari Dexeuses/red-centros/hospital-universitari-dexeus
Psiquiatríaes/especialidades/psiquiatria

El miedo es una emoción universal, compartida por todos los seres humanos y muchos animales. Surge cuando percibimos un peligro real e inmediato, y cumple una función esencial: protegernos. "Sin miedo correríamos riesgos mortales sin darnos cuenta, como cruzar la calle sin mirar o acercarnos a un precipicio", explica la Dra. Gracia Lasheras Pérez, jefa del Servicio de Psiquiatría, Psicología y Medicina Psicosomática del Hospital Universitari Dexeus.

Sin embargo, a veces el miedo deja de ser un aliado y se convierte en un obstáculo. Puede aparecer de forma irracional o desproporcionada, condicionado por experiencias pasadas, aprendizajes culturales o factores genéticos. En estos casos, el cerebro activa su circuito de alarma, aunque no exista un peligro real.

Cuando sentimos miedo, la amígdala —una pequeña estructura del lóbulo temporal— actúa como la central de alarmas. Detecta la amenaza y envía señales al hipotálamo, que pone al cuerpo en "modo supervivencia": acelera el corazón, aumenta la respiración, tensa los músculos y dilata las pupilas. Al mismo tiempo, el hipocampo busca recuerdos de situaciones similares, y la corteza prefrontal analiza si la reacción es adecuada o exagerada.

"El miedo es una emoción cerebro-cuerpo. Se origina en el cerebro, pero moviliza todo el organismo para actuar", explica la doctora. Por eso sentimos palpitaciones, sudor, tensión muscular o el conocido "nudo en el estómago".

Existen distintos tipos de miedo: innato, aprendido, realista o irracional. El miedo común es adaptativo, pero cuando la respuesta es extrema o persistente hablamos de una fobia, que ya requiere atención profesional. "El miedo sano nos cuida; el miedo patológico nos encierra. Cuando deja de proteger y empieza a limitar, es momento de pedir ayuda", señala la Dra. Lasheras.

El miedo también puede volverse crónico. En estos casos, el circuito cerebral de alarma permanece hiperactivado, y la persona vive en un estado de alerta constante. Pero la buena noticia es que el cerebro se puede reeducar. A través de terapias de exposición gradual, reestructuración cognitiva, mindfulness, ejercicio físico o medicación, es posible reducir la reactividad de la amígdala y recuperar el equilibrio emocional.

La especialista ofrece algunos consejos prácticos para quienes sienten que el miedo condiciona su vida: exponerse poco a poco a las situaciones temidas, aceptar los síntomas físicos sin luchar contra ellos, cambiar pensamientos catastrofistas por interpretaciones más realistas, practicar respiración y mindfulness, mantener hábitos saludables y, si es necesario, buscar apoyo profesional.

"Sentir miedo es humano. Aprender a manejarlo es posible, y hacerlo nos permite vivir con más libertad", concluye la Dra. Lasheras.


Contenidos de salud

Contenidos de salud

Conoce tu salud desde todas las perspectivas