Romper el tabú del vaginismo empieza por hablar sin vergüenza

El vaginismo se define como una disfunción sexual femenina que provoca espasmos involuntarios en la musculatura que rodea la abertura vaginal. Esto genera dolor e imposibilidad de penetración. Aunque existen distintos grados, en los casos más severos el simple intento de un examen ginecológico puede ser imposible.

La Organización Mundial de la Salud lo clasifica dentro de los trastornos del dolor sexual, y se estima que afecta a entre el 0,5% y el 1% de las mujeres, aunque estas cifras podrían ser mayores, ya que muchos casos no se diagnostican.

Por desconocimiento, por vergüenza o por miedo, muchas mujeres que sufren vaginismo tardan años en buscar ayuda médica. Se trata de una contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que rodean la entrada de la vagina, lo que impide o dificulta la penetración vaginal, ya sea durante las relaciones sexuales, en una exploración ginecológica o al intentar introducir un tampón. No es una rareza, pero sí sigue siendo un tabú.

"El vaginismo no es solo un problema físico, es una condición en la que el cuerpo responde con un "no" automático, a menudo provocado por una mezcla de factores emocionales, psicológicos y físicos", explica el Dr. Miguel Ángel Jiménez, jefe de la unidad de Ginecología del Centre Mèdic l’Eixample Sagrat Cor. "Lo que queremos es que las pacientes entiendan que no están solas, que no es algo que "está solo en su cabeza" y que tiene solución si se aborda con un tratamiento adecuado".

Causas y síntomas

No hay una sola causa en el origen del vaginismo. Se trata de un trastorno con causas diversas, que pueden ser físicas, psicológicas o incluso culturales. Según el Dr. Jiménez, "una mujer puede desarrollar vaginismo tras haber vivido una experiencia traumática, como un abuso sexual, pero también hay casos en los que la causa está en una educación muy estricta o en el miedo aprendido al dolor. En algunos casos puede aparecer desde el primer intento de mantener relaciones sexuales, mientras que en otros surge tras un periodo de vida sexual activa sin problemas previos".

Entre las causas más comunes se encuentran:

• Factores psicológicos: ansiedad ante el sexo, miedo al dolor, traumas previos, trastornos depresivos o ansiedad generalizada
• Factores físicos: infecciones, cicatrices por intervenciones quirúrgicas, endometriosis, parto traumático o problemas del suelo pélvico
• Factores sociales o culturales: presión religiosa, educación represiva respecto a la sexualidad o falta de información sobre el cuerpo femenino.

El principal síntoma es la imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración debido al dolor o a la contracción automática de los músculos vaginales. Algunas mujeres describen una sensación de "pared" que impide el acceso, mientras que otras experimentan dolor intenso, ardor o escozor.

Pero el vaginismo va más allá del plano físico. "Muchas pacientes que llegan a consulta lo hacen después de años de sufrimiento silencioso. Se sienten incomprendidas, creen que su cuerpo está roto o que hay algo malo en ellas. Es fundamental cambiar ese discurso desde la medicina", destaca el Dr. Jiménez.

Además del dolor, es común que las mujeres con vaginismo experimenten frustración, sentimientos de culpa, deterioro de la autoestima y problemas de pareja. Por eso, abordar el trastorno desde una perspectiva integral es clave para lograr la recuperación.

Diagnóstico y tratamiento: romper el círculo

El diagnóstico del vaginismo es principalmente clínico. EL ginecólogo valora la historia médica y sexual de la paciente, y realiza una exploración física suave y adaptada, muchas veces en compañía de una fisioterapeuta especializada. "Lo importante es generar un entorno de confianza y seguridad. A veces no hace falta ni tocar: la historia que nos cuenta la paciente ya nos da muchas pistas", señala el Dr. Jiménez.

Una vez confirmado el diagnóstico, se diseña un tratamiento personalizado que puede incluir:

• Terapia psicológica: es fundamental para abordar miedos, traumas o bloqueos emocionales. La terapia cognitivo-conductual es especialmente útil.
• Fisioterapia del suelo pélvico: Ayuda a relajar los músculos que se contraen de forma involuntaria. Se utilizan técnicas como los masajes perineales o los dilatadores vaginales progresivos.
• Educación sexual y de pareja: En muchos casos, involucrar a la pareja mejora la comunicación y reduce la ansiedad asociada a la intimidad.
• Tratamiento médico: Si existen infecciones, inflamaciones u otras condiciones físicas, se tratan paralelamente.

"El éxito del tratamiento depende en gran medida de la implicación de la paciente, de la confianza con el equipo médico y del abordaje multidisciplinar. Por eso, en nuestro centro, trabajamos ginecólogos, fisioterapeutas y psicólogos de forma coordinada", comenta el Dr. Jiménez.

Romper el silencio que rodea al vaginismo es el primer paso para mejorar la vida de muchas mujeres. La falta de información y la presión social hacen que muchas afectadas crean que es algo raro, vergonzoso o incluso imaginario.

"El vaginismo no es una rareza, ni es algo que se cura "con paciencia" o "dejando pasar el tiempo". Es una disfunción reconocida que merece atención, escucha y tratamiento profesional", concluye el Dr. Jiménez.

Desde el Centre Mèdic l’Eixample Sagrat Cor, se recuerda que cualquier mujer que experimente dolor persistente en las relaciones sexuales debe acudir a un especialista. Cuanto antes se diagnostique el vaginismo, más eficaz será el tratamiento y menor el impacto emocional.