Síndrome antifosfolípido
¿Cuáles son los efectos del síndrome antifosfolípido en el embarazo? Toda la información sobre esta enfermedad: causas, síntomas y tratamiento.
Síntomas y causas
El síndrome antifosfolípido (SAF), o síndrome de Hughes, es un trastorno autoinmune sistémico caracterizado por la formación frecuente de coágulos en los vasos sanguíneos, debido a la presencia en sangre de ciertos anticuerpos. Estos coágulos impiden el riego sanguíneo y pueden afectar a cualquier órgano, por lo que puede tener consecuencias fatales.
En función de su asociación con otras afecciones, se clasifica en:
- Síndrome atifosfolípido primario: no hay una afección subyacente.
- Síndrome antifosfolípido secundario: coexiste con una enfermedad autoinmune, habitualmente el lupus eritematoso sistémico.
En casos muy raros, los coágulos se originan repetidamente y de forma generalizada en pequeños vasos que suministran sangre a múltiples órganos, que resultan gravemente dañados por la interrupción del riego. Esto se denomina síndrome antifosfolípido catastrófico, y tiene una alta tasa de mortalidad aun con tratamiento.
Síntomas
La trombosis causada por el síndrome antifosfolípido se puede manifestar con los siguientes síntomas:
- Fatiga.
- Dolor, hinchazón y enrojecimiento en las extremidades.
- Livedo reticularis: coloración rosácea o azulada en forma de ramificación irregular, especialmente en las piernas.
- Problemas durante el embarazo: si el coágulo llega a la placenta e interrumpe el flujo de sangre al feto puede causar abortos espontáneos recurrentes, preeclampsia, muerte fetal intraútero o nacimiento prematuro (en este caso, se denomina síndrome antifosfolípido obstétrico).
- Migraña, demencia o convulsiones, si el trombo bloquea el riego cerebral.
- Hemorragias en nariz, encías y piel, por la disminución en la cantidad de plaquetas. En la piel, el sangrado se manifiesta como pequeñas manchas rojas.
Causas
El síndrome antifosfolípido se debe a una respuesta errónea del sistema inmune: el organismo libera anticuerpos antifosfolípidos que atacan a los fosfolípidos, unas moléculas que desempeñan una función crucial en el proceso de la coagulación. Los anticuerpos alteran ese proceso, favoreciendo la formación de trombos. El desencadenante de esta reacción del organismo es desconocido, aunque se asocia a predisposición genética y a la presencia de infecciones o de ciertas enfermedades, como lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide o esclerosis sistémica.
Factores de riesgo
Si se tienen anticuerpos antifosfolípidos, la probabilidad de desarrollar trombosis aumenta en estas condiciones:
- Sexo: es mucho más común en mujeres en edad fértil.
- Embarazo, sobrepeso u obesidad: aumenta la presión en las venas de pelvis y piernas.
- Tabaquismo: fumar afecta al flujo y la coagulación sanguíneos.
- Periodo de reposo prolongado: se ralentiza la circulación.
- Hipertensión arterial.
- Diabetes.
- Trastorno autoinmune.
- Toma de anticonceptivos hormonales: los estrógenos favorecen la coagulación.
- Cirugías: la anestesia y la inmovilización durante y después de la operación ralentizan la circulación.
- Niveles altos de colesterol y triglicéridos que pueden obstruir las arterias.
Complicaciones
Además de las complicaciones en el embarazo antes mencionadas, el síndrome antifosfolípido puede tener otras consecuencias graves en el organismo, en función de los órganos afectados por los coágulos:
- Si los trombos obstruyen el flujo sanguíneo al cerebro, se puede producir un accidente cerebrovascular con daño neurológico permanente.
- Cuando el trombo viaja hasta la arteria pulmonar, hay muchas probabilidades de que se sufra una embolia pulmonar.
- Cuando el coágulo obstaculiza el riego a los riñones, provoca una insuficiencia renal.
- El síndrome antifosfolípido catastrófico, por su parte, causa un daño multiorgánico que puede derivar en la muerte del paciente.
Prevención
Se puede prevenir la formación de trombos potenciando un estilo de vida saludable:
- Hacer ejercicio de forma regular.
- Controlar el peso.
- Llevar una dieta sana y equilibrada.
- Evitar el tabaco.
¿Qué médico trata el síndrome antifosfolípido?
El síndrome fosfolípido es diagnosticado en la consulta de Reumatología o Reumatología Pediátrica, aunque para su tratamiento pueden necesitarse especialistas en Angiología y Cirugía Vascular y Ginecología y Obstetricia.
Diagnóstico
Se sospecha de síndrome fosfolípido en pacientes que presentan coagulación o abortos espontáneos sin antecedentes ni causa aparente. En ese caso, se realizarán las siguientes pruebas para confirmar el diagnóstico:
- Análisis de sangre para comprobar la coagulación y detectar anticuerpos antifosfolípidos. Si el resultado es positivo, se debe repetir a las 12 semanas, para descartar que el primer resultado sea debido a la toma de determinados medicamentos o a una infección.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome antifosfolípido, que puede ser de por vida, incluye:
- Anticoagulantes, como la heparina y la warfarina: diluyen la sangre y reducen la formación de coágulos. En caso de embarazo, no se administra warfarina porque puede afectar al feto.
- Antiplaquetarios, como la aspirina: inhiben la función de las plaquetas, impidiendo que formen coágulos.