Trastornos afectivos
¿Cuáles son los tipos de trastornos afectivos? Toda la información sobre estos desórdenes: causas, síntomas y tratamientos.
Síntomas y causas
Los trastornos afectivos, o trastornos de la afectividad, son alteraciones del estado de ánimo extremas y patológicas, que se mantienen en el tiempo, no desaparecen por sí solos e interfieren en la funcionalidad de la persona, deteriorando la autoestima y afectando a la coherencia y la objetividad a la hora de interpretar la realidad.
Los trastornos psicoafectivos en niños y adolescentes son muy frecuentes, aunque no empezaron a ser reconocidos y diagnosticados en esas edades hasta la década de 1980. A pesar de que son uno de los principales problemas de salud mental, siguen estando infradiagnosticados porque, además de que los menores pueden tener más dificultades a la hora de expresar sus emociones, los síntomas suelen asociarse a fases típicas de su desarrollo.
Los tipos de trastornos afectivos más comunes en niños y adolescentes son:
- Trastorno depresivo mayor: estado de ánimo triste e irritable con una notable falta de interés o placer en las actividades usuales. Tiene una duración mínima de dos semanas.
- Trastorno depresivo crónico (distimia): estado depresivo que se mantiene durante al menos un año.
- Trastorno afectivo bipolar: episodios recurrentes de estados de ánimo extremos. Se alternan fases eufóricas de alta energía (fase maníaca) con periodos de abatimiento y tristeza (fase depresiva).
- Desorden de desregularización disruptiva del estado de ánimo: irritabilidad constante, ira severa e incapacidad extrema de controlar el comportamiento. Es común a partir de los 7 años.
- Desorden dismórfico premenstrual: forma grave del síndrome premenstrual que se da en algunas adolescentes.
Síntomas
Los síntomas varían en función del tipo de trastorno, de la edad y de la personalidad del niño o adolescente. En general, los signos más habituales incluyen:
- Cambios en el apetito o el peso.
- Cambios en los patrones de sueño.
- Emociones extremas persistentes: tristeza, irritación o ira.
- Cambios abruptos en el estado de ánimo.
- Apatía generalizada.
- Aislamiento social.
- Dificultad en las relaciones con familia y amigos.
- Baja autoestima.
- Hipersensibilidad.
- Sentimientos intensos de culpa, ineptitud, desesperanza o impotencia.
- Falta de energía.
- Molestias físicas frecuentes sin causa aparente.
- Dificultad para concentrarse.
- Disminución abrupta del rendimiento escolar.
- Arrebatos frecuentes de mal genio (rabietas).
- Pensamientos suicidas.
Causas
No se ha establecido una causa concreta para los trastornos afectivos, aunque se cree que se originan de una combinación de varios factores:
- Desequilibrios en los neurotransmisores cerebrales, como la serotonina y la dopamina, relacionados con la regulación de los estados de ánimo.
- Factores ambientales: eventos traumáticos o estresantes que desencadenan el trastorno.
- Genética: ciertos genes heredados pueden hacer que la persona sea más propensa a desarrollar trastornos afectivos.
En ocasiones, sin embargo, los trastornos afectivos son secundarios a otra enfermedad o desencadenados por el consumo o la abstinencia de medicamentos o drogas.
Factores de riesgo
Entre los factores que aumentan la probabilidad de desarrollar un trastorno afectivo se encuentran los siguientes:
- Antecedentes familiares de trastornos afectivos.
- Ambiente familiar desfavorable: presencia de conflictos, abuso o negligencia y ausencia de apoyo emocional y afectivo.
- Falta de apego seguro en la relación familiar.
- Estilo de crianza autoritario, con control excesivo, inflexibilidad y falta de comunicación.
- Exceso de sobreprotección parental, que impide que los niños desarrollen herramientas propias de regulación emocional.
Complicaciones
Los trastornos afectivos que no se tratan pueden afectar muy negativamente al desarrollo personal y social del menor y empeorar considerablemente su calidad de vida. Asimismo, los trastornos del ánimo y la conducta ponen al menor en peligro de desarrollar conductas de riesgo, como abuso del alcohol y las drogas, comportamientos rebeldes y violentos hacia los demás o hacia sí mismo e intentos de suicidio. Además, los trastornos afectivos también afectan a la dinámica y la estabilidad del núcleo familiar, produciéndose continuos conflictos y altercados.
Prevención
No es posible prevenir el desarrollo de un trastorno afectivo, pero sí se puede reducir el riesgo ofreciendo al menor un entorno seguro y saludable en el que sienta afecto, apoyo y comprensión. Este ambiente, además, propicia una detección precoz de cualquier síntoma y una intervención temprana, lo que evitará posibles complicaciones en el desarrollo del niño.
¿Qué médico trata los trastornos afectivos?
Los trastornos afectivos en niños y adolescentes son evaluados y tratados por especialistas en Psicología Clínica y Psiquiatría del niño y adolescentePsiquiatría del niño y adolescentePsiquiatría .
Diagnóstico
El diagnóstico de los trastornos afectivos sigue estos pasos:
- Examen clínico pediátrico, para descartar o confirmar la presencia de afecciones o patologías subyacentes que puedan estar causando los síntomas.
- Evaluación psiquiátrica: se evalúan los síntomas y las funciones cognitivas, conductuales y emocionales. Si es posible, se realiza una evaluación del entorno familiar y educativo del menor.
Tratamiento
El tratamiento del trastorno afectivo tiene varios enfoques:
- Terapia cognitivo-conductual: las sesiones ayudan a que el paciente entienda sus síntomas, genere estrategias para gestionarlos y refuerce la autoestima y la regulación emocional, mejorando así la relación consigo mismo y con su entorno.
- Tratamiento farmacológico: según la gravedad de los síntomas y el tipo de trastorno, se pueden administrar diferentes fármacos, entre ellos:
- Antidepresivos, para la depresión y la ansiedad.
- Antipsicóticos, para el trastorno bipolar y el desorden de desregularización disruptiva.
- Ansiolíticos, para la ansiedad.
- Estabilizadores del estado del ánimo, para el trastorno bipolar.