Quirónsalud
Blog del Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez. Psicólogo clínico del Servicio de Psiquiatría de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz y Rey Juan Carlos y especialista en Psicología Deportiva
Todos estaremos de acuerdo en que dormir es un placer, pero además es una de las funciones corporales básicas de nuestro organismo. Mientras dormimos se cumplen funciones de regulación y recuperación fundamentales. Gracias al sueño nos reponemos del desgaste físico y mental que conlleva nuestra actividad diaria. De hecho, dormir es tan importante que en, condiciones normales, pasamos un tercio del día en la cama. Cuando tenemos problemas para dormir de forma recurrente, nuestro estado físico, cognitivo y anímico se verán afectados de forma negativa.
Aunque lo más común es que sea suficiente dormir entre siete y ocho horas al día, las necesidades de sueño varían mucho dependiendo de diversos factores. A continuación, pasaremos a enumerar algunos de ellos y cómo nos afectan a la hora de dormir.
Estos son solo algunos de los factores que pueden influir en la cantidad y calidad de nuestro sueño, pero hay que tener en cuenta que estos actúan de diferente forma en cada persona. Es normal que a lo largo de nuestra vida pasemos por periodos en los que algunos de estos factores nos impidan descansar, pero el problema viene cuando esta falta de sueño se perpetúa en el tiempo.
Para evitar que esto ocurra o revertir el problema una vez instaurado, contamos con diversos tratamientos. Uno de los más utilizados son los fármacos que, aunque su uso está muy extendido y cuentan con algunas ventajas, realmente no solucionan el problema. Las benzodiazepinas suponen un alivio inmediato que suele traer consecuencias al dejar de usarlas: el temido efecto rebote y el riesgo de dependencia.
Uno de los tratamientos con más evidencia son las técnicas de relajación. Una de las más estudiadas es la relajación muscular progresiva de Jacobson. Mediante estas estrategias se reduce el elevado nivel de activación que nos impide conciliar el sueño durante la noche.
Lo ideal es combinar estrategias como la relajación con otras técnicas conductuales como el control de estímulos. Esta técnica tiene como base algunas recomendaciones, como por ejemplo acostarse solo cuando se tenga sueño sin permanecer más de 15 ó 20 minutos despierto en la cama, tener unos horarios regulares de irse a dormir o usar el dormitorio sólo para dormir, y no para realizar otras actividades como ver la televisión.
A continuación, nos detendremos un poco más en las pautas de higiene del sueño que intentan modificar nuestros hábitos inadecuados y los factores ambientales que pueden estar manteniendo nuestros problemas de descanso nocturno:
En ocasiones, cumpliendo estas sencillas pautas que instauren unos adecuados hábitos y rutinas seremos capaces de recobrar un sueño normalizado. De todas formas, para los problemas de insomnio mas cronificados y complejos, puede ser necesaria la ayuda de un profesional de la salud mental que evalúe nuestro sueño y los factores que puedan estar afectándolo para proponernos un tratamiento adecuado a nuestra situación.
Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Residente del Servicio de Psicología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
El término depresión, en el lenguaje coloquial, parece ser una palabra muy conocida y utilizada por la mayoría de la población. Solemos usarla como sinónimo de un estado de ánimo bajo puntual, incluso cuando tenemos un mal día… Pero, desde un punto de vista clínico, la depresión consiste en un síndrome claramente definido que resulta muy incapacitante para la persona que lo sufre.
La depresión engloba multitud de síntomas, pero los principales y necesarios para su diagnóstico son una profunda sensación de tristeza y la incapacidad de disfrutar. A estos síntomas le acompañan correlatos fisiológicos como insomnio, agitación, irritabilidad, pérdida o ganancia de peso acusados…
La depresión es una enfermedad muy limitante y, de hecho, para la persona que la sufre puede serle imposible levantarse de la cama. Se pueden llegar abandonar las tareas cotidianas, el trabajo y el propio autocuidado, incluyendo por supuesto el ejercicio físico. Esto se entiende, ya que la persona se siente incapaz de llevar a cabo estas actividades y también ha perdido la capacidad de disfrutar de ellas; por lo tanto, la probabilidad de realizarlas se reduce mucho.
En esta ocasión vamos a hablar del importante papel que juegan la psicología y el ejercicio físico en uno de los trastornos de más prevalencia en la actualidad. Tomando como referencia los programas de tratamiento para la depresión basados en el conductismo, se trataría de promover cambios que posibiliten al paciente acceder a estímulos positivos y a mejorar habilidades personales. La finalidad: acceder a un mayor número de estímulos positivos que resulten reforzantes.
El aumento de la actividad es un objetivo prioritario en el tratamiento de esta enfermedad mental, y el ejercicio físico en particular ha demostrado ser un tratamiento eficaz de la depresión. El ejercicio pautado y supervisado es una de las mayores ayudas, tanto para prevenir como para superar este trastorno del estado de ánimo. Hay que tener en cuenta que, además del refuerzo positivo, el ejercicio libera endorfinas que mejoran el ánimo y, en el plano interpersonal, proporciona un gran refuerzo social cuando se realiza en compañía de otras personas.
Una de las metas fundamentales para la mejora de los síntomas es la recuperación de las actividades que hacía la persona antes de enfermar. Eso sí, poco a poco. Siempre se debe seguir un ritmo gradual en el aumento del nivel de actividad para asegurar el éxito de esta herramienta terapéutica. El ejercicio físico bien pautado, por profesionales tanto del deporte cómo de la salud, puede hacer que la persona vuelva a recuperar las buenas sensaciones, que vuelva a disfrutar y que se vuelva a sentir capaz.
En esta ocasión nos hemos centrado en hablar de la activación conductual, y más en concreto, de la actividad física. Pero lo cierto es que, según la gravedad y duración de la depresión, se puede requerir de tratamientos multimodales que nos ofrezcan las mejores herramientas terapéuticas. Es importante ayudar al paciente con los problemas que suelen acompañar a este estado de ánimo, como las dificultades cognitivas, la activación fisiológica, las alteraciones de la alimentación, los problemas de sueño… La mejora de estas áreas es de gran utilidad, ya que suponen un gran impacto en el día a día del paciente.
En definitiva, la depresión como síndrome clínico supone un problema de gran prevalencia en la población, con tendencia a la recurrencia y a la comorbilidad. Es importante saber distinguir el estado de ánimo triste, que es normal y adaptativo, de la enfermedad incapacitante que supone la depresión. Debemos tratar de mejorar y prevenir este trastorno con todas las herramientas que nos ofrece la psicología, y entre estas herramientas, una de las más potentes es el ejercicio físico regular.
Dr. Francisco Javier Bonilla Rodríguez
Residente del Servicio de Psicología
Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz
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