Pies planos
Información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos más eficaces para el colapso del arco interior del pie.
Síntomas y causas
El pie plano se caracteriza por el descenso del arco interior, por lo que se apoya la planta por completo al pisar y el pie se orienta hacia fuera. Es una condición que no suele ser dolorosa, por lo que solamente requiere tratamiento si produce molestias.
Existen dos tipos distintos de pies planos, dependiendo de cómo se comporta la bóveda plantar con el movimiento:
- Pie plano flexible: el arco interior desaparece cuando se apoya peso sobre él, por ejemplo, al caminar, pero se forma al ponerse de puntillas o sentarse. Es frecuente en niños, por lo que también se llama pie plano infantil, y suele resolverse por sí solo o con plantillas especiales.
- Pie plano rígido: es una condición adquirida que se presenta en los adultos. En estos casos, el arco plantar está ausente permanentemente y causa dolor. Su tratamiento requiere un abordaje quirúrgico.
El pie plano adquirido se clasifica en cuatro grados dependiendo de su gravedad:
- Estadio I: inflamación o desgarro parcial del tendón tibial asociado o no a una enfermedad inflamatoria. No hay deformidad y se puede flexionar la planta.
- Estadio II: el tendón está degenerado o roto. Se percibe cierta deformidad que altera la alineación del pie y dificultad para ponerse de puntillas.
- Estadio III: la deformidad es evidente. El pie se vuelve rígido.
- Estadio IV: hay una deformidad en el pie y el tobillo, por lo que la articulación se inclina hacia un lado. El tendón tibial posterior está completamente roto y el paciente muestra dificultades para mantener el equilibrio.
En la mayoría de los casos, el pronóstico de los pies planos es bueno, ya que no causa dolor y se puede llevar una vida normal. Solo los casos más graves requieren un tratamiento específico para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Síntomas
Los síntomas varían dependiendo del tipo de pie plano que se tenga:
- Pie plano flexible: la mayoría de las veces es asintomático. Cuando muestra síntomas, suelen ser:
- Dolor en la planta, el arco o el talón, especialmente después de caminar o permanecer mucho tiempo de pie.
- Molestias en la cara interna del pie o el tobillo.
- Tensión o fatiga muscular.
- Propensión a las caídas.
- Falta de coordinación al correr.
- Pie plano rígido: los síntomas característicos son:
- Dolor en el tendón tibial posterior (ligamento que parte de la tibia y el peroné da soporte al arco plantar), sobre todo si se camina durante un tiempo largo o se suben y bajan escaleras.
- Hinchazón en el tobillo.
- Sensación de inestabilidad.
- Fascitis plantar: inflamación del tejido de la planta del pie.
- Síndrome del seno del tarso: inestabilidad en la parte lateral del tobillo.
- Síndrome del túnel tarsiano: el nervio tibial se comprime al pasar por el túnel tarsiano, que es un conducto fibroso localizado en la cara interna del tobillo y protege tanto a los vasos sanguíneos como a las estructuras nerviosas, provocando entumecimiento, hormigueo o dolor.
- En los casos más graves, dolor incapacitante del pie.
Causas
El pie plano puede darse por alguna de las siguientes causas:
- Pie plano infantil: en los primeros años de vida es una condición normal que se corrige con el crecimiento. Cuando se mantiene, suele deberse a un componente genético.
- Pie plano adquirido: en este caso, puede deberse a diversos motivos:
- Evolución de un pie plano infantil que no se ha corregido.
- Debilidad de los tendones y ligamentos que sostienen el arco plantar.
- Envejecimiento de los tejidos y cambios en la estructura del pie debidos al paso del tiempo.
- Traumatismos.
- Embarazo: los cambios hormonales afectan a la flexibilidad de los ligamentos.
- Coalición tarsiana: fusión de dos o más huesos del pie.
Factores de riesgo
El riesgo de tener los pies planos aumenta en los siguientes casos:
- Edad: los niños y los ancianos tienen mayor propensión al aplanamiento del arco plantar.
- Cambios hormonales.
- Obesidad.
- Lesiones previas en el pie o el tobillo.
- Diabetes.
- Artritis reumatoide.
- Artrosis.
- Enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, que causa lesiones en los nervios periféricos.
Complicaciones
Si no se tratan adecuadamente, los pies planos pueden derivar en afecciones más graves, como:
- Dolor crónico en los pies, los tobillos, las rodillas y la espalda.
- Tendinitis: se inflaman los tendones que soportan el pie.
- Deformidad del pie: dedos desviados o dedos en garra.
- Falta de equilibrio.
- Alteración de la marcha.
- Sedentarismo.
- Incapacidad o dificultad de movimiento.
Prevención
En la mayoría de los casos, no se puede prevenir el pie plano. Aun así, para mantener una buena salud podológica y favorecer un desarrollo adecuado, es recomendable seguir estos consejos:
- Utilizar calzado adecuado, con suela flexible y buen soporte.
- Mantenerse en un peso saludable.
- Hacer ejercicios para fortalecer los músculos del pie:
- Caminar de puntillas.
- Utilizar los dedos de los pies para coger objetos pequeños.
- Practicar natación, danza o baloncesto.
- Acudir a revisiones periódicas, sobre todo en la infancia.
¿Qué médico trata los pies planos?
Los pies planos suelen diagnosticarse en la especialidad de podología. En el tratamiento de casos complejos intervienen los cirujanos ortopédicos.
Diagnóstico
Los pies planos se diagnostican con un examen físico. Además de observar las características de los pies y palparlos en busca de posibles deformidades, el especialista observa el cambio del arco plantar ante determinados movimientos, como:
- Caminar.
- Permanecer de pie quieto.
- Ponerse de puntillas.
En ocasiones, se hace un estudio de la huella para comprobar el grado de colapso que tiene el arco. Esta prueba consiste en apoyar sobre una superficie seca los pies previamente mojados para que dejen una marca fácil de analizar.
Las radiografías, tomografías computarizadas o resonancias magnéticas se utilizan para comprobar el grado de deformidad de las estructuras del pie.
Tratamiento
El tratamiento de los pies planos debe ser personalizado, ya que depende de los síntomas que tenga el paciente y sus características. En muchos casos, solamente se hacen revisiones periódicas para comprobar la evolución o si esta condición se ha resuelto por sí sola.
En pacientes pediátricos o adultos con síntomas leves, se recurre a terapias no invasivas:
- Plantillas ortopédicas: al cambiar los puntos de apoyo del pie, se alivian los síntomas. Suelen obtenerse buenos resultados con dispositivos genéricos, pero en algunos casos se requiere una plantilla personalizada.
- Fisioterapia: se fortalecen los músculos y los tendones del pie para evitar la sobrecarga. Además, los especialistas explican los ejercicios más adecuados para fortalecer los músculos y mejorar la marcha.
- Medicación: antiinflamatorios para bajar la inflamación y analgésicos para calmar el dolor.
Los casos más graves que no responden positivamente a los abordajes anteriores, requieren cirugía para corregir la deformidad. Los procedimientos más frecuentes son:
- Artrorrisis: se restringe el movimiento de la articulación sin fusionar los huesos completamente para corregir la deformidad. Es habitual en pacientes pediátricos.
- Osteotomía: se corta el hueso calcáneo o la columna tarsiana para mejorar la alineación del pie.
- Artrodesis: es un recurso para casos muy graves. En esta intervención se fusionan los huesos de una o varias articulaciones del pie. Se pierde movilidad, pero se corrige la deformidad y se alivia el dolor.
- Reconstrucción de los tendones: se trasplanta un tendón sano tomado de otra parte del cuerpo para mejorar la funcionalidad del pie. Suele combinarse con una osteotomía o una artrodesis.































































