Septicemia

¿La septicemia tiene cura? Todo sobre las causas, los síntomas y los tratamientos para la sepsis.

Síntomas y causas

La sepsis o septicemia es una afección grave que se produce cuando el sistema inmunitario del cuerpo responde de manera extrema a una infección, lesionando sus propios tejidos y órganos.

Es la respuesta del cuerpo ante una infección grave, conocida como síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS). Cuando se produce, se inflaman áreas extensas del cuerpo, la respiración se acelera, aumenta el recuento de glóbulos blancos en la sangre y sube el ritmo cardiaco. Como consecuencia, el organismo puede dañarse y provocar un choque séptico (shock séptico), en el que baja excesivamente la presión arterial y dificulta la circulación de la sangre, por lo que aumenta el riesgo de muerte.

A pesar de que generalmente se asocia a una infección de la sangre, los organismos que originan la septicemia pueden estar presentes en otros órganos vitales como los pulmones, el intestino o los riñones. Lo más habitual es que la sepsis se deba a una infección bacteriana, pero también puede ser vírica o fúngica.

La detección precoz es fundamental para que el tratamiento de la septicemia sea eficaz. Un porcentaje alto de los pacientes se recuperan de los casos más leves, pero la mortalidad es elevada cuando se produce un choque séptico (según la OMSEste enlace se abrirá en una ventana nueva, un 20 % del total de defunciones en todo el mundo).

Síntomas

Los síntomas de la septicemia pueden variar de unos pacientes a otros. Entre los más frecuentes destacan:

  • Fiebre.
  • Escalofríos.
  • Excesiva sudoración.
  • Dificultad para respirar.
  • Frecuencia cardiaca alta.
  • Aturdimiento y confusión mental.
  • Signos relacionados con la infección específica que origine la sepsis.

Cuando se produce un choque séptico, se manifiesta de la siguiente forma:

  • Temperatura alta o muy baja.
  • Escalofríos.
  • Presión arterial excesivamente baja.
  • Palpitaciones.
  • Problemas para mantenerse de pie.
  • Dificultad para permanecer despierto.
  • Mareos.

Causas

La causa de la septicemia es la presencia de una infección en el cuerpo, independientemente del organismo que la provoque y del lugar en el que se desarrolle.

Cuando se da en bebés recién nacidos (septicemia neonatal), se produce por un contagio a través de los fluidos vaginales de la madre. Las heridas provocadas por el parto pueden causar septicemia puerperal en las mujeres durante los quince días posteriores a dar a luz.

Factores de riesgo

Cualquier persona puede sufrir una sepsis, pero el riesgo aumenta en los siguientes casos:

  • Mayores de 65 años.
  • Recién nacidos.
  • Mujeres embarazadas, que acaban de dar a luz o de tener un aborto.
  • Personas con el sistema inmunitario debilitado.
  • Pacientes hospitalizados.
  • Personas con enfermedades crónicas.

Complicaciones

La septicemia provoca daño en los órganos vitales, ya que no reciben la sangre suficiente para funcionar adecuadamente, y coágulos sanguíneos. En los casos graves, aumenta el riesgo de padecer infecciones en el futuro.

El choque séptico puede causar la muerte.

Prevención

Para prevenir la septicemia se debe extremar la higiene personal y en el hogar para evitar contraer infecciones, evitar el agua sucia o los inodoros insalubres, recibir las vacunas recomendadas por los funcionarios de salud locales, llevar una alimentación saludable y la lactancia materna en el caso de los recién nacidos

¿Qué médico trata la septicemia?

La septicemia se trata en la unidad de medicina intensiva.

Diagnóstico

El diagnóstico de la septicemia se fundamenta en una combinación de diferentes abordajes:

  • Historial médico.
  • Examen físico.
  • Análisis de sangre: ofrecen información sobre la presencia de infecciones, problemas de coagulación, alteraciones de las funciones hepática y renal o falta de oxígeno.
  • Pruebas de diagnóstico por imagen: muestran la ubicación y la extensión de las infecciones en los órganos.

Tratamiento

El tratamiento de la sepsis se lleva a cabo en la unidad de cuidados intensivos de los hospitales, ya que los pacientes deben estar vigilados constantemente. Las terapias más eficaces son:

  • Antibióticos para afrontar la infección.
  • Vasopresores y líquidos intravenosos para aumentar la presión arterial.
  • Oxigenoterapia para aumentar el nivel de oxígeno en la sangre.
  • Cirugía para extraer los focos de infección.