Vértigo

¿Qué es el vértigo? Toda la información sobre las causas y los tratamientos más eficaces para este síntoma.

Síntomas y causas

El vértigo se caracteriza por tener una sensación ilusoria de movimiento mientras se está en reposo que suele percibirse como un balanceo o un giro de todo aquello que rodea al paciente. A diferencia de los mareos, el vértigo se produce por una alteración en el sistema vestibular, que se encuentra en el oído interno y tiene su centro neurológico en el encéfalo.

Dependiendo de dónde se origine, se habla de dos tipos diferentes de vértigo:

  • Vértigo periférico: es el más habitual. Se manifiesta cuando están afectados el laberinto, nombre que reciben los canales semicirculares del oído interno, o el nervio vestibular, que se encarga de transmitir las señales del equilibrio hasta el cerebro.
  • Vértigo central: se debe a una lesión en el sistema nervioso central que afecta a los centros del equilibrio.

El vértigo periférico suele responder adecuadamente a los tratamientos y desaparecer en un breve periodo de tiempo, aunque es posible que se vuelva a manifestar en diferentes momentos de la vida. Sin embargo, el vértigo central suele tener síntomas leves y desarrollarse de forma crónica.

En muchas ocasiones, se confunde el vértigo con el síndrome de Ménière, aunque, en realidad, el primero es una de las consecuencias del segundo, pero no son la misma enfermedad.

Síntomas

Los principales síntomas del vértigo son:

  • Sensación de giro o balanceo de objetos.
  • Inestabilidad.
  • Náuseas.
  • Incapacidad de realizar tareas sencillas.

Además, cada tipo presenta otras características específicas:

  • Vértigo periférico:
    • Presión y dolor en el oído.
    • Zumbidos.
    • Pérdida de audición.
  • Vértigo central:
    • Alteración de la marcha.
    • Visión doble.
    • Dolor de cabeza.

Causas

El vértigo periférico puede deberse a diferentes causas, entre las que destacan:

  • Vértigo postural paroxístico benigno (VPPB): se desprenden pequeños trozos de calcio (canalículos) y flotan en el líquido del oído interno, por lo que el cerebro recibe información confusa sobre la posición del cuerpo.
  • Enfermedad de Ménière: hay una infección o un estrechamiento de los vasos sanguíneos que riegan el oído.
  • Algunos medicamentos: diuréticos o antibióticos aminoglucósidos.
  • Neuronitis vestibular: inflamación del nervio vestibular.
  • Laberintitis: inflamación de los canales semicirculares del oído interno.
  • Tumores benignos en el nervio vestibular (neurinoma).

Los motivos por los que se produce el vértigo central son:

  • Síndrome de Wallenberg: obstrucción de la arteria cerebelosa posterior.
  • Esclerosis múltiple: daña las células nerviosas del oído de forma irreversible.
  • Accidente cerebrovascular: el flujo sanguíneo en el oído disminuye.
  • Medicamentos como los anticonvulsivos o las aspirinas.
  • Tumores cerebrales.
  • Epilepsia.

Factores de riesgo

El vértigo afecta a todo tipo de personas, tanto a adultos como a niños. No obstante, algunas características hacen que aumente el riego de padecer esta enfermedad, por ejemplo:

  • Edad: afecta más a los mayores de 60 años.
  • Hipertensión.
  • Diabetes.
  • Consumo de alcohol.

Complicaciones

El vértigo interfiere en la actividad diaria de los pacientes, ya que es incapacitante e impide conducir o trabajar. Además, puede provocar caídas que deriven en problemas mayores como fractura de huesos o lesiones graves.

Prevención

A pesar de que algunos tipos de vértigo no se pueden prevenir, la mejor forma de prevenirlo es evitar, en la medida de lo posible, las infecciones auditivas. Para ello, se recomienda:

  • Limpiar los oídos de forma adecuada para evitar los tapones de cerumen.
  • Evitar el frío y las corrientes de aire.
  • Mantener las orejas secas.
  • Llevar una alimentación sana.
  • Evitar la exposición a ruidos intensos.

¿Qué médico trata el vértigo?

Los especialistas en Otorrinolaringología, son los que diagnostican y tratan el vértigo. En concreto, el otólogo y el nuero-otólogo son los subespecialistas en este campo. Además, se puede detectar durante una revisión rutinaria en la unidad de chequeos médicos o tratarse con medicina alternativa.

Diagnóstico

Para diagnosticar el vértigo, los especialistas se centran el historial del paciente y en los síntomas que refiere, que suelen ser determinantes. Para confirmarlo y determinar el tipo, se realizan otras pruebas como:

  • Exploración otorrinolaringológica: se examinan el oído, la boca, las fosas nasales y la garganta.
  • Otomicroscopía: se observan los oídos con un microscopio.
  • Fondo de ojo y estudio de la motilidad ocular: como alternativa al estudio del sistema vestibular, que no puede estudiarse de forma aislada.
  • Audiometría: estudio de la función auditiva.
  • Exploración neurológica: estudio de la marcha, dismetría (diferencia entre la longitud de las extremidades) o disdiadococinesia (incapacidad de hacer movimientos alternantes de forma rápida).
  • Prueba vestibular computerizada completa: evalúa la función del vestíbulo y los canales semicirculares.
  • Resonancia magnética del oído y del cerebro: ofrece imágenes claras de ambos órganos que ayudan a detectar anomalías o tumores.
  • Estuido cardiológico.

Tratamiento

Los tratamientos para el vértigo se basan en curar la causa que lo provoca, por lo que pueden ser muy diversos. En el caso del vértigo posicional paroxístico benigno, la realización de las maniobras de reposición de otolitos será suficiente para conseguir la curación. En otros casos, los abordajes conservadores no han demostrado eficacia en líneas generales, aunque se siguen recomendando en determinadas ocasiones. Entre ellos, destacan:

  • Modificación de los hábitos alimenticios: a manudo, una dieta baja en sal y con pocos líquidos mejora los casos producidos por la enfermedad de Ménière.
  • Medicamentos: diuréticos, que reducen la cantidad de agua en el oído, o aquellos que mejoran la circulación de la sangre en el oído como la betahistina.

Cuando los enfoques anteriores no funcionan, se recurre a otro tipo de terapias:

  • Gentamicina intratimpánica: se inyecta este antibiótico directamente en el tímpano y llega hasta las células del oído interno. Con esta terapia se obtienen muy buenos resultados.
  • Cirugía: las operaciones de oído solamente se llevan a cabo para tratar el vértigo cuando ninguno de los planteamientos más conservadores ha tenido los efectos esperados.
    • Neurectomía vestibular: se corta el nervio encargado del equilibrio (nervio vestibular) para evitar los síntomas sin afectar a la audición.
    • Laberintectomía: se extirpan los receptores sensoriales del oído, por lo que se pierde audición y se recomienda solamente en aquellos casos en los que el paciente ya tiene dificultades para oír.
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