Linfoma de Hodgkin

¿El linfoma de Hodgkin tiene cura? Todo sobre las causas, los síntomas, el pronóstico y los tratamientos más habituales para este cáncer originado en el sistema linfático.

Síntomas y causas

El linfoma de Hodgkin es un tipo de cáncer que se origina en los glóbulos blancos (linfocitos), generalmente en los de tipo B encargados de producir anticuerpos. En consecuencia, se ve afectado el sistema inmunitario. Puede originarse casi en cualquier parte del cuerpo, ya que el sistema linfático está presente en gran parte del organismo.

Se han descrito diferentes tipos de linfoma de Hodgkin teniendo en cuenta sus características. Cada uno de ellos puede desarrollarse de forma completamente diferente, por lo que suelen precisar tratamientos distintos. Este tipo de cáncer linfático se clasifica en:

  • Linfoma de Hodgkin clásico: es el más habitual. Se produce por el crecimiento de una clase de células cancerosas llamada Reed-Sternberg en los linfocitos B. Se divide, a su vez, en cuatro tipos:
    • Linfoma de Hodgkin con esclerosis nodular: es el que se da en la mayoría de los pacientes. Se suele originar en los ganglios linfáticos de la región cervical, supraclavicular y torácica. Afecta principalmente a adolescentes o adultos jóvenes y, en la mayoría de los casos, tiene un buen pronóstico.
    • Linfoma de Hodgkin con celularidad mixta: es el segundo más común. Además de las Reed-Sternberg aparecen otro tipo de células cancerosas. Se manifiesta en mayor medida entre niños hasta los 14 años, ancianos o pacientes con trastornos del sistema inmunitario. Tiene una tasa alta de curación.
    • Linfoma de Hodgkin rico en linfocitos: es poco frecuente. Afecta en mayor medida a personas de edad avanzada.
    • Linfoma de Hodgkin con depleción linfocitaria: la Asociación Española contra el Cáncer estima que se manifiesta en un 1 % de los casos y suele darse en personas con VIH. Normalmente, tiene un diagnóstico tardío y un peor pronóstico.
  • Linfoma de Hodgkin con predominio linfocitario nodular: es poco común. Está presente en los ganglios linfáticos del cuello o debajo del brazo. Se caracteriza por el crecimiento rápido de una variante de las células Reed-Sternberg llamadas células linfocíticas o histiocíticas. Los pacientes suelen responder favorablemente al tratamiento, ya que suelen ser neoplasias localizadas en un área muy concreta.

Los avances científicos en este campo han aumentado considerablemente la esperanza de vida de los pacientes con linfoma de Hodgkin. Según los datos de la Sociedad Española de Oncología MédicaEste enlace se abrirá en una ventana nueva, hay una tasa de supervivencia a los cinco años del 80,6 % en hombres y del 82,6 % en mujeres.

Síntomas

Los síntomas más destacados del linfoma de Hodgkin son:

  • Prurito (picor en la piel que rodea la zona afectada).
  • Ganglios linfáticos inflamados (adenopatías) (en el cuello, la ingle o la axila principalmente).
  • Sudores nocturnos.
  • Cansancio.
  • Pérdida de peso.

Causas

El linfoma de Hodgkin se origina cuando los glóbulos blancos presentan cambios en su ADN, pero todavía no se ha determinado qué provoca esta alteración.

Factores de riesgo

A pesar de desconocer las causas, se han definido algunos factores que podrían influir en la aparición del linfoma de Hodgkin:

  • Sistema inmunitario debilitado: SIDA, VIH o enfermedades autoinmunes.
  • Antecedentes familiares, aunque por el momento no se considera una patología hereditaria ya que la mayoría de los pacientes diagnosticados no tienen antecedentes familiares.
  • Infección por determinados virus, especialmente el de Epstein-Barr responsable de la mononucleosis.

Complicaciones

Además de los efectos secundarios del tratamiento para el cáncer, el linfoma de Hodgkin puede derivar en:

  • Mayor propensión a contraer infecciones.
  • Enfermedad cardiaca.
  • Patología pulmonar.
  • Infertilidad.
  • Metástasis en el bazo o el hígado y, en menor medida, en los pulmones, los huesos o la médula ósea.

Prevención

El linfoma de Hodgkin no se puede prevenir.

¿Qué médico trata el linfoma de Hodgkin?

En el diagnóstico y tratamiento del linfoma de Hodgkin intervienen hematólogos, oncólogos médicos, oncólogos radioterápicos, especialistas en medicina nuclear y expertos en cuidados paliativos.

Diagnóstico

El diagnóstico del linfoma de Hodgkin comienza por el estudio de los síntomas y una exploración física en la que se palpan los nódulos inflamados en el cuello o las axilas que, normalmente, no presentan dolor. Para descartar otras patologías, se realizan análisis de sangre y orina. Además, se solicitan pruebas adicionales para confirmar las sospechas:

  • Biopsia del ganglio linfático: se toma material por aspiración (con una aguja), por escisión (se realiza un corte en la piel para extraer el ganglio completamente) o por incisión (se toma solamente una muestra). Posteriormente, se observa el tejido en busca de células de Reed-Sternberg.
  • Pruebas de diagnóstico por imagen: se observan los ganglios para determinar el estadio y la extensión del cáncer. Actualmente, la más utilizada es el PET-TAC (una combinación de tomografía por emisión de positrones y tomografía axial computarizada) que utiliza una pequeña cantidad de sustancia reactiva para detectar la presencia de células cancerosas.

Tratamiento

El linfoma de Hodgkin requiere un tratamiento diseñado específicamente para cada paciente en el que se incluyen diversas terapias. Es habitual que se utilice una combinación de:

  • Quimioterapia: utiliza una mezcla de fármacos químicos que ralentizan la división celular y, por lo tanto, el crecimiento del cáncer.
  • Radioterapia: se aplican dosis altas de radiación ionizante para destruir las células cancerosas. Es habitual que se dirija específicamente a los ganglios afectados después de la quimioterapia.
  • Terapia dirigida: se inyectan anticuerpos monoclonales combinados con medicamentos químicos para dirigir el tratamiento a las células malignas sin afectar a las sanas.
  • Inmunoterapia: ayuda al sistema defensivo del cuerpo a destruir las células cancerosas.
  • Trasplante de células madre: se transfieren células de la médula ósea para reemplazar las que están afectadas por la enfermedad. Pueden ser del propio paciente o de un donante.
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