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Blog del Hospital Ruber Internacional

  • Síndrome de Nutcracker: qué es, cómo se diagnostica y cuál es el mejor tratamiento

    Captura de pantalla 2025-05-27 a las 13.04.53Imagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoCaptura de pantalla 2025-05-27 a las 13.04.53

    El Síndrome de Nutcracker, también conocido como "síndrome del cascanueces", es una patología vascular poco frecuente pero potencialmente debilitante, provocada por la compresión de la vena renal izquierda entre la arteria aorta y la arteria mesentérica superior. Esta compresión dificulta el retorno venoso, lo que genera un aumento de presión que puede derivar en la formación de varices pélvicas, especialmente del lado izquierdo.

    ¿Qué causa el Síndrome de Nutcracker?

    Aunque el origen exacto de este síndrome compresivo no está del todo claro, se presenta con mayor frecuencia en mujeres jóvenes y personas con bajo índice de masa corporal. En el caso de los hombres, puede manifestarse como varicocele testicular izquierdo, un hallazgo que también debe hacer sospechar esta alteración vascular.

    Principales síntomas del Síndrome de Nutcracker

    Los pacientes con esta patología pueden experimentar una amplia gama de síntomas que pueden afectar significativamente su calidad de vida. Entre los más habituales destacan:

    • Dolor lumbar izquierdo persistente.
    • Infecciones urinarias de repetición.
    • Hematuria (sangre en la orina), generalmente microscópica y detectada mediante análisis.
    • Dolor pélvico, especialmente relacionado con la menstruación.
    • Dispareunia (dolor durante o después de las relaciones sexuales).
    • Sensación de presión o pesadez en la pelvis y región genital.
    • Presencia de varices en los genitales o miembros inferiores.

    Diagnóstico del Síndrome de Nutcracker

    En el Hospital Ruber Internacional, apostamos por un enfoque diagnóstico integral y mínimamente invasivo. Inicialmente, se realiza un Eco-Doppler color, que permite visualizar la anatomía venosa en tiempo real y detectar alteraciones del flujo sanguíneo.

    Una combinación de Eco-Doppler transvaginal y abdominal ofrece una evaluación más precisa y completa. En casos seleccionados, pueden utilizarse otras técnicas de imagen como Angio-RMN o Angio-TAC.

    El diagnóstico definitivo se establece mediante flebografía pélvica (iliocavografía), considerada el "gold standard". Esta técnica no solo permite obtener imágenes detalladas del sistema venoso, sino también medir el gradiente de presión entre la vena renal izquierda y la vena cava inferior, un dato crucial para determinar la necesidad de tratamiento.

    Tratamiento del Síndrome de Nutcracker

    El objetivo del tratamiento es aliviar la compresión venosa y reducir los síntomas. En la mayoría de los casos se opta por una intervención endovascular, mediante la colocación de un stent que mantiene abierta la vena renal y restablece el flujo sanguíneo normal.

    En situaciones más complejas o cuando la opción endovascular no es viable, se puede recurrir a la cirugía convencional, como la realización de un bypass venoso.

    Además, cuando existen varices pélvicas secundarias, puede ser necesario su abordaje previo mediante embolización, como parte del tratamiento integral de la insuficiencia venosa pélvica (síndrome de congestión pélvica).

  • Cada 30 segundos se pierde una extremidad por pie diabético: una amenaza que se puede prevenir

    AS UPVImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoAS UPV

    El pie diabético es una de las complicaciones más graves y frecuentes de la diabetes, y cada 30 segundos provoca la pérdida de una extremidad en algún lugar del mundo. Así lo alerta el Dr. Pablo Gallo González, jefe de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional.

    ¿Qué es el pie diabético?

    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de una infección, ulceración o destrucción de tejidos profundos del pie en personas con diabetes, asociada a alteraciones neurológicas y/o enfermedad vascular periférica. Es una condición progresiva que, si no se trata adecuadamente, puede derivar en amputaciones y poner en riesgo la vida del paciente.

    ¿Cómo se desarrolla?

    "El pie diabético no aparece de un día para otro", advierte el Dr. Gallo. Es el resultado de años de mal control metabólico, falta de cuidado de los pies, tabaquismo, hipertensión, colesterol elevado, obesidad y sedentarismo.

    Una úlcera en el pie, combinada con una mala circulación (isquemia), puede no cicatrizar, infectarse y llevar a una amputación parcial o total. Entre los primeros signos de alarma se encuentran:

    • Úlceras o lesiones visibles
    • Hormigueo o pérdida de sensibilidad
    • Dolor al caminar o en reposo
    • Pies fríos, pálidos, sin pulso
    • Heridas que no sangran o no cicatrizan
    • Mal olor, secreción purulenta, fiebre o malestar general (signos de infección grave)

    Tratamiento y abordaje integral

    El manejo del pie diabético debe ser personalizado y multidisciplinar. En casos de isquemia, es fundamental restaurar el flujo sanguíneo con técnicas de revascularización, ya sean mínimamente invasivas o quirúrgicas abiertas.

    Cuando hay infección profunda, se requiere hospitalización, limpieza quirúrgica y tratamiento antibiótico.

    La prevención, nuestra mejor herramienta

    La buena noticia es que el pie diabético se puede prevenir. El Dr. Gallo insiste en que la clave está en la educación, tanto del paciente como de su entorno y del personal sanitario. Las medidas preventivas esenciales incluyen:

    • Revisión diaria de los pies
    • Uso de calzado cómodo y adecuado
    • Control riguroso de glucosa, colesterol y tensión arterial
    • Evitar el tabaco
    • Mantener una dieta equilibrada y realizar actividad física

    "El pie diabético no es una condena inevitable. Con prevención, educación y tratamiento adecuado, podemos evitar muchas amputaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes con diabetes", concluye el Dr. Pablo Gallo.


  • Varices en el embarazo: una afección frecuente que requiere atención especializada

    Varices en el embarazo: una afección frecuente que requiere atención especializadaImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoVarices en el embarazo: una afección frecuente que requiere atención especializada

    Las varices son un problema circulatorio común en el embarazo y pueden afectar tanto la pelvis como las piernas. Su correcto manejo es clave para garantizar el bienestar de la madre y evitar posibles complicaciones.

    Factores de riesgo

    El Dr. Pablo Gallo González, jefe de servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional, explica que las varices en el embarazo pueden deberse a diversos factores, entre ellos:

    - Genética: Si existen antecedentes familiares de insuficiencia venosa, hay una mayor probabilidad de desarrollarlas.

    - Cambios hormonales: El aumento de estrógenos y progesterona puede debilitar las paredes venosas y favorecer su aparición.

    - Factores mecánicos: A medida que el bebé crece, el peso del útero presiona las venas pélvicas, lo que puede provocar su dilatación.

    Las varices suelen aparecer a partir del segundo trimestre y tienden a empeorar a medida que avanza la gestación. Además, pueden estar relacionadas con compresiones venosas pélvicas, como el Síndrome de May Thurner o el Síndrome de Nutcracker.

    Síntomas y complicaciones

    Los síntomas de las varices durante el embarazo incluyen:

    - Dolor y sensación de pesadez en las piernas.

    - Edema e hinchazón.

    - Pinchazos u hormigueo.

    - Aparición de venas dilatadas y visibles.

    En algunos casos, las varices pueden desaparecer o disminuir después del parto. Sin embargo, si la paciente presenta dolor intenso, inflamación asimétrica o enrojecimiento en una pierna, es fundamental acudir al especialista, ya que podría tratarse de una trombosis venosa profunda.

    Prevención y tratamientos

    Si bien no siempre es posible evitar la aparición de varices, se pueden seguir ciertos hábitos saludables para reducir su impacto:

    - Mantener una alimentación equilibrada.

    - Realizar ejercicio físico regularmente.

    - Evitar estar mucho tiempo de pie o sentado.

    - Usar ropa cómoda y calzado adecuado.

    - Elevar las piernas al descansar.

    - Utilizar medias de compresión para mejorar la circulación.

    Durante el embarazo, el tratamiento suele ser conservador, priorizando cambios en el estilo de vida y el uso de medias de compresión. Tras el parto, se recomienda una nueva evaluación para determinar si es necesario recurrir a tratamientos adicionales, como los procedimientos endovasculares, que son mínimamente invasivos y permiten una rápida recuperación.

    En el caso de varices pélvicas, la embolización es una opción eficaz que permite ocluir las venas enfermas mediante una pequeña intervención realizada desde el brazo, minimizando los riesgos.


  • Linfedema: todo lo que necesitas saber

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    El linfedema es la patología linfática más frecuente, caracterizada por la presencia de inflamación crónica o edema que afecta principalmente a las extremidades. Este trastorno se produce debido a un mal funcionamiento del sistema linfático, esencial no solo para el sistema inmunitario, sino también para el transporte y distribución de líquidos en el organismo.

    ¿Qué es el Linfedema?

    El linfedema se manifiesta cuando la linfa, un líquido transparente y blanquecino que circula por los vasos linfáticos, no puede drenar eficazmente. Esto provoca su acumulación en los tejidos, generando hinchazón persistente.

    Causas del Linfedema

    El linfedema puede clasificarse en dos grandes grupos:

    • Linfedema Primario: De causa generalmente desconocida, aunque puede haber un componente genético. Se subdivide en:
      • Linfedema congénito: Aparece al nacer o durante el primer año de vida.
      • Linfedema primario precoz: Se desarrolla antes de los 35 años, a menudo durante la pubertad o el embarazo.
      • Linfedema primario tardío: Surge después de los 35 años, tras factores desencadenantes como traumatismos o cirugías.
    • Linfedema Secundario: Ocurre debido a daños en el sistema linfático por enfermedades o tratamientos médicos, como la extirpación de ganglios linfáticos o la radioterapia. El linfedema de brazo tras el cáncer de mama es el más común en este grupo.

    Síntomas del Linfedema

    El síntoma principal es el edema (hinchazón), que se presenta con:

    • Hinchazón de consistencia dura.
    • Signo de Stemmer positivo (incapacidad de pellizcar la piel en ciertos dedos).
    • Pliegues profundos en la piel.
    • Alteraciones tróficas como fibrosis, hiperqueratosis o elefantiasis en casos severos.

    A diferencia de otros edemas, el linfedema generalmente no causa dolor ni cambios de coloración en la piel.

    Diagnóstico del Linfedema

    El diagnóstico es principalmente clínico, aunque pueden realizarse pruebas complementarias como:

    • Linfogammagrafía isotópica: Evalúa la funcionalidad del sistema linfático.
    • Eco-Doppler Color: Descarta patologías vasculares.
    • TAC: Ayuda a identificar otras posibles causas del edema.

    Tratamiento del Linfedema

    Aunque es una enfermedad crónica y progresiva sin cura definitiva, el linfedema puede manejarse eficazmente con tratamientos que mejoran la calidad de vida.

    Tratamiento Conservador

    1. Drenaje Linfático Manual (DLM): Maniobras suaves para estimular el flujo de linfa.
    2. Terapia Compresiva: Vendajes o prendas de compresión para reducir la hinchazón.
    3. Ejercicios Linfomiocinéticos: Actividades físicas que favorecen el drenaje linfático.
    4. Normas Higiénico-Dietéticas: Cuidado de la piel y control del peso para prevenir complicaciones.

    Tratamiento Quirúrgico

    En casos seleccionados, se consideran procedimientos como las anastomosis linfático-venosas o el trasplante de ganglios linfáticos para mejorar el drenaje linfático.


  • ¿Te duelen las piernas al caminar? Podrías sufrir enfermedad arterial periférica.

    UPVImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoUPV

    Son muchas las razones que pueden estar detrás de un dolorEste enlace se abrirá en una ventana nueva de piernas, pero cuando este dolor se produce al caminar y la molestia llega incluso a obligar a detener la marcha, puede estar ocasionado por la enfermedad arterial periférica.

    Esta patología consiste en una afectación de las arterias encargadas de regar de sangre las extremidades, principalmente a las piernas, que sufren un estrechamiento (estenosis) u oclusión que bloquea o reduce y dificulta el flujo sanguíneo.

    Esta enfermedad está asociada a la aterosclerosisEste enlace se abrirá en una ventana nueva, que es la acumulación de depósitos de grasa (placas ateromatosas) en la pared de las arterias, avanzando progresivamente hasta ocupar todo el vaso sanguíneo.

    Como explica el jefe de la Unidad de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber InternacionalEste enlace se abrirá en una ventana nueva, doctor Pablo Gallo, en los estadios iniciales de la enfermedad, los síntomas son sutiles y pasan inadvertidos.

    Sin embargo, a medida que progresa el estrechamiento y disminuye el flujo sanguíneo de las arterias, comienzan las primeras molestias:

    • Sensación de hormigueo y/o calambres en las piernasEste enlace se abrirá en una ventana nueva.
    • La aparición de dolor cuando se anda, aunque sea muy pocos metros. Este tipo de dolor se denomina claudicación intermitente.
    • El dolor puede llegar progresar y sufrirlo incluso estando tumbado.
    • "También aparecen alteraciones cutáneas como presencia de lesiones que conllevan a problemas de cicatrización de úlceras que no curan", explica el angiólogo.
    • El color de las piernas se vuelve pálido.
    • Sensación de frío continuo en los pies o ausencia de pulso en ellos
    • Pues el especialista señala que existen una serie de factores que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad arterial periférica. Los más importantes son:

      • El consumo de tabacoEste enlace se abrirá en una ventana nueva.
      • Padecer diabetes mellitus.
      • Sufrir hipertensión arterial.
      • Tener los niveles de colesterolEste enlace se abrirá en una ventana nueva muy altos.
      • Tener obesidad.
      • Llevar un estilo de vida muy sedentario.

      Todos ellos son factores controlables, pero el doctor Gallo señala que hay otros "como la edad y los antecedentes familiares que no pueden controlarse".

      ¿Cómo se diagnostica la enfermedad arterial periférica?

      Lo primero que advierte el doctor Gallo es que, ante la aparición de cualquiera de los síntomas vistos, se debe acudir a un especialista para poder realizar:

      1. Un diagnóstico temprano
      2. Controlar los factores de riesgo
      3. Y, de esta forma, ralentizar la progresión de la enfermedad.

      En este sentido, "cuando el paciente acude a consulta se debe realizar una historia clínica completa que identifique los factores de riesgo, además de una exhaustiva exploración física", explica el especialista.

      "El diagnóstico se complementa realizando un Eco-Doppler, herramienta que nos aporta información sobre el estado de la circulación sanguínea ya que calcula el flujo de la sangre en los vasos sanguíneos haciendo rebotar ondas sonoras de alta frecuencia.

      En algunas ocasiones, es necesario ampliar el estudio realizando una arteriografía u otras pruebas de imagen para evaluar el grado de afectación y la extensión de enfermedad", añade el doctor Santiago Zubicoa, responsable de la Unidad de Radiología Vascular Intervencionista del Hospital Ruber InternacionalEste enlace se abrirá en una ventana nueva.

    • Todas estas pruebas confirmarán la presencia de la enfermedad arterial periférica y la su gravedad. En función de en qué estado están los vasos sanguíneos, se optará por un tipo de tratamiento u otro. Pero, en cualquier caso, controlar los factores de riesgo resulta esencial.

      Así lo explica el doctor Pablo Gallo:

      • "El control de los factores de riesgo y la adopción de un estilo de vida saludable son componentes esenciales en el manejo de las enfermedades vasculares, manteniendo buen control de la tensión arterial, así como adecuados niveles de la glucosa y el colesterol en sangre, siguiendo una dieta equilibrada, abstenerse del consumo del tabaco, realizar actividad física diaria y, es fundamental,el cuidado de los piesEste enlace se abrirá en una ventana nueva y el uso de calzado adecuado".

      De hecho, el especialista advierte de que "una vez diagnosticada la enfermedad arterial periférica la prevención de lesión en los pies es imperativa".

      Al mismo tiempo que se modifican y controlan los factores de riesgo, se inicia el tratamiento farmacológico (medicamentos anticoagulantes, para controlar el colesterol, la glucosa o la tensión arterial).

      En los casos más graves puede ser necesario recurrir a tratamientos destinados a la revascularización para hacer llegar más sangre a las piernas. Hablamos de cirugías como la angioplastia, colocación de estent o, incluso, la realización de un bypass.

    • "El abordaje integral del paciente es crucial para garantizar un manejo efectivo de la enfermedad arterial periférica enfocado a mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de complicaciones como la perdida de la extremidad", concluye el doctor Gallo.


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Sobre este blog

La Unidad de Patología Vascular del Hospital Ruber Internacional dispone de un servicio de atención integrada para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades circulatorias venosas (varices tanto en las piernas como en la pelvis, trombosis…) y arteriales (aneurismas, aterosclerosis, obstrucción de las arterias, embolias…).

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