Quirónsalud
Blog del servicio de Geriatría de los Hospitales Quirónsalud Alicante, Torrevieja, Murcia, Valencia, Tenerife, Costa Adeje y Vida
Texto elaborado por el doctor José Ramón Doménech, jefe de la Unidad de Geriatría del Centro Médico Quirónsalud Mercado de Colón
En el proceso de envejecimiento, la calidad de vida viene determinada por el grado de autonomía que la persona es capaz de mantener a lo largo de los años cumplidos. La autonomía, a su vez, esta condicionada por la capacidad de ejecutar acciones, desde complejas como socializar o viajar, hasta las más básicas que tienen que ver con el autocuidado o la movilidad. La pérdida de la movilidad, por tanto, supone un alto grado de dependencia y pérdida de calidad de vida y situaciones frecuentes en el envejecimiento como es la pérdida de masa muscular, fuerza, equilibrio, coordinación, deterioro cognitivo o deficiencias visuales pueden acelerar esta pérdida.
Las ayudas técnicas a la deambulación, entre las que se encuentra el bastón, pueden determinar una gran diferencia en la calidad de vida de los mayores, ayudan a mantener la movilidad, aportar seguridad frente a caídas y lesiones o ser útiles de forma transitoria en procesos de recuperación funcionalo tras periodos por ejemplo de hospitalización o fracturas.
El uso de un bastón debe considerarse cuando la persona mayor comienza a experimentar dificultades para caminar, ya sea debido a problemas de equilibrio, debilidad muscular o diferentes condiciones médicas que dificultan la movilidad o aumentan el riesgo de caídas. Por otra parte debemos saber que el uso del bastón se asocia a la imagen de envejecimiento y que, paradojicamente, resulta en argumento de rechazo para muchos mayores. Para limitar esta situación es necesario hacer un diagnóstico adecuado de la situación, la necesidad, la posible reversibilidad de la situacion de movilidad reducida y de transmitir la idea de que la ayuda técnica o bastón es un elemento terapeutico más que ayuda a la recuperación en casos reversibles o a aportar seguridad y evitar complicaciones en los casos irreversibles.
Existen varios tipos de bastones, cada uno diseñado para diferentes necesidades o situaciones clínicas. Los bastones simples son los más comunes, con una sola punta de apoyo. Sin embargo, para quienes requieren un soporte adicional, los bastones cuádruples, que tienen cuatro apoyos en la base, ofrecen mayor estabilidad.
La elección del bastón adecuado depende de varios factores, como la severidad de la dificultad para caminar y las preferencias personales. Es crucial que el bastón esté ajustado a la altura correcta para el usuario, lo que significa que la empuñadura debe estar a la altura de la muñeca cuando el usuario está de pie. Un fisioterapeuta o un especialista en rehabilitación puede ayudar a seleccionar el bastón adecuado y ajustar su altura correctamente.
El uso adecuado de un bastón es fundamental para maximizar su efectividad y minimizar el riesgo de caídas. Al caminar, el bastón debe utilizarse en el lado opuesto de la pierna que presenta debilidad. Por ejemplo, si la pierna derecha es la más débil, el bastón debe ser utilizado en la mano izquierda. Esto proporciona un apoyo eficaz y permite que el peso del cuerpo se distribuya de manera equilibrada.
Además, es esencial que los usuarios mantengan una buena postura al usar el bastón. El cuerpo debe estar erguido, y el usuario debe mirar hacia adelante, no hacia abajo, mientras camina. Esto no solo mejora el equilibrio, sino que también ayuda a evitar caídas. Practicar el uso del bastón con un fisioterapeuta o un cuidador puede ser beneficioso para garantizar que se utilice de manera correcta y segura.
El uso de un bastón proporciona una serie de beneficios significativos para los adultos mayores. En primer lugar, mejora la estabilidad y el equilibrio, reduciendo así el riesgo de caídas. Esto es especialmente importante dado que las caídas pueden resultar en lesiones graves, como fracturas de cadera o traumatismos craneales.
Además, el bastón permite a los mayores mantener su independencia, facilitando la movilidad en su entorno diario. Al ofrecer apoyo, los usuarios pueden participar en actividades que de otro modo podrían resultar difíciles, como caminar por el parque o asistir a eventos sociales. Esto no solo mejora su calidad de vida, sino que también contribuye a su bienestar emocional, al mantenerlos activos y conectados con su comunidad.
Aunque el bastón es un dispositivo de asistencia muy útil, es importante tomar ciertas precauciones al usarlo. Por ejemplo, es crucial asegurarse de que el bastón esté en buen estado. Las puntas de goma deben estar intactas y proporcionar un buen agarre, ya que un bastón en mal estado puede resbalar y causar caídas.
También se debe tener cuidado al caminar sobre superficies irregulares o resbaladizas. Evitar situaciones que puedan ser peligrosas, como escaleras sin pasamanos o terrenos inestables, es clave para garantizar la seguridad. Además, siempre es recomendable que los mayores informen a sus familiares y cuidadores sobre su uso del bastón para recibir ayuda si es necesario.
La aceptación del uso del bastón puede ser un desafío para algunos adultos mayores, que pueden sentir que usarlo implica una pérdida de independencia. Para fomentar su aceptación, es importante abordar el tema con empatía y comprensión. Es útil explicarles los beneficios que conlleva el uso del bastón y cómo puede mejorar su calidad de vida.
Además, involucrar a los mayores en el proceso de selección del bastón puede ser útil. Permitirles elegir un modelo que les guste y ajustar su altura puede hacer que se sientan más cómodos y seguros con su uso. También es beneficioso promover la idea de que el uso del bastón no es un signo de debilidad, sino una herramienta que permite una vida más activa y segura.
La fisioterapia desempeña un papel crucial en la correcta utilización del bastón. Los fisioterapeutas pueden ayudar a los adultos mayores a aprender cómo usar el bastón de manera efectiva y segura. Esto incluye entrenamiento en técnicas de marcha y ejercicios de equilibrio que son fundamentales para mejorar la estabilidad.
Además, los fisioterapeutas pueden realizar una evaluación integral del paciente, identificando áreas de debilidad y desarrollando un plan de rehabilitación personalizado. A través de ejercicios específicos, los pacientes pueden aumentar su fuerza y mejorar su equilibrio, lo que puede hacer que la necesidad de un bastón sea temporal o incluso innecesaria en algunos casos.
Aunque el bastón es una opción popular para mejorar la movilidad, existen otras alternativas que pueden ser más adecuadas dependiendo de la situación del paciente. Los andadores, por ejemplo, ofrecen un soporte más robusto y son ideales para aquellos que necesitan más estabilidad. Los andadores pueden ser particularmente útiles para personas con problemas de equilibrio más graves.
Las muletas son otra opción, aunque tienden a ser utilizadas en situaciones más temporales, como en la recuperación de una lesión. La elección entre un bastón, un andador o muletas debe basarse en las necesidades individuales y debe ser discutida con un médico o fisioterapeuta.
El costo de un bastón puede variar dependiendo del tipo y la marca. Los bastones básicos pueden costar entre 15 y 30 euros, mientras que los modelos más especializados, como los bastones cuádruples o aquellos con características ergonómicas, pueden ser más costosos. Es importante invertir en un bastón de calidad que sea seguro y duradero.
Los bastones se pueden comprar en farmacias, tiendas de suministros médicos o en línea. Es recomendable probar el bastón antes de comprarlo para asegurarse de que sea el adecuado en términos de altura y comodidad.
Al elegir un bastón, hay varias consideraciones que deben tenerse en cuenta. La altura es fundamental; el bastón debe estar ajustado correctamente para proporcionar el mejor soporte. Además, el material del bastón es importante; los modelos de aluminio son ligeros y fáciles de manejar, mientras que los de madera pueden ofrecer mayor estabilidad.
También se debe considerar el tipo de empuñadura, que debe ser cómoda y antideslizante. Por último, la base del bastón es crucial para la seguridad; asegúrate de que la punta de goma esté en buen estado y que proporcione un buen agarre en diversas superficies.
El uso del bastón puede transformar la vida de los adultos mayores, brindando el soporte necesario para mantener la movilidad y la independencia. Si tú o un ser querido están considerando el uso de un bastón o simplemente desean obtener más información sobre cómo mejorar la salud y la movilidad en la edad avanzada, no dudes en consultar con los especialistas de Quirónsalud.
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Texto elaborado por Rocío Práxedes, dietista-nutricionista de la Unidad de Obesidad del Hospital Quirónsalud Valencia
El magnesio es un mineral esencial que juega un papel crucial en la salud general, especialmente en la tercera edad. A medida que envejecemos, mantener un nivel adecuado de magnesio se vuelve aún más importante debido a sus múltiples beneficios para el cuerpo.
El magnesio es un mineral esencial para nuestro cuerpo, ya que participa en numerosas reacciones enzimáticas que regulan funciones clave. Desempeña un papel importante en el metabolismo de los huesos, el sistema nervioso y la función cardiovascular. Además, el magnesio es crucial para la síntesis de nutrientes y ácidos nucleicos, que son fundamentales para el correcto funcionamiento celular.
El magnesio puede ser eficaz para el estreñimiento y la dispepsia. Se utiliza con frecuencia en la fibromialgia y la migraña, pero los resultados son contradictorios.
En Quirónsalud, nuestros especialistas están disponibles para evaluar tus niveles de magnesio y ofrecerte recomendaciones personalizadas para asegurar que obtengas todos sus beneficios.
Un equilibrio adecuado de magnesio es esencial, ya que tanto la falta (hipomagnesemia) como el exceso (hipermagnesemia) pueden tener efectos graves en la salud. La hipomagnesemia puede causar síntomas como debilidad, espasmos musculares, problemas de coordinación y, en casos graves, arritmias cardíacas. Esta deficiencia puede ser provocada por factores como la mala absorción de nutrientes, dietas deficientes o el uso prolongado de ciertos medicamentos. Para tratarla, se suelen emplear suplementos de magnesio, pero deben administrarse con cuidado, ya que dosis mal ajustadas pueden causar diarrea y aumentar las pérdidas de magnesio.
Por otro lado, la hipermagnesemia, que es el exceso de magnesio en el cuerpo, puede surgir debido a un consumo excesivo de suplementos, o a fármacos que contienen magnesio, o a ciertos trastornos médicos. En estos casos, el tratamiento incluye la suspensión de suplementos y la corrección de los desequilibrios de líquidos.
En Quirónsalud, realizamos análisis para detectar deficiencias y valores altos de magnesio abordando cualquier problema de salud con estrategias médicas y dietéticas.
El magnesio está presente en muchos alimentos, por lo que es raro que personas sanas sufran una deficiencia de este mineral. Sin embargo, los alimentos muy procesados suelen tener menos magnesio, mientras que las verduras de hoja verde, las legumbres y los granos enteros son buenas fuentes. Consumir estos alimentos también ayuda a contrarrestar los efectos de ciertos compuestos que pueden reducir la absorción de minerales.
Además, una dieta rica en magnesio, potasio, frutas y verduras puede beneficiar la salud ósea. Beber agua mineral rica en magnesio es una opción económica y sencilla para ayudar a la salud de tus huesos.
En Quirónsalud, ofrecemos asesoramiento nutricional para ayudarte a elegir los alimentos ricos en magnesio y adaptar tu dieta a tus necesidades individuales.
La cantidad diaria recomendada de magnesio varía entre 310 y 420 mg, según la edad y el sexo. En el caso de las mujeres con 60 años o más, se recomienda una ingesta de 300 mg diarios, mientras que los hombres de esa misma edad necesitan alrededor de 350 mg al día.
En Quirónsalud, nuestros dietistas-nutricionistas pueden evaluar tu ingesta habitual e identificar si hay carencias, ajustando tu dieta y recomendándote suplementos si son necesarios.
Para determinar si tienes deficiencia de magnesio, se puede realizar un análisis de sangre para medir los niveles de este mineral en tu cuerpo.
Los síntomas de deficiencia pueden incluir espasmos de la musculatura, convulsiones y cambios en el ritmo cardíaco. Si experimentas estos síntomas, es recomendable consultar con un profesional de salud.
En Quirónsalud, ofrecemos pruebas de diagnóstico y evaluaciones completas para identificar deficiencias de magnesio y proporcionar soluciones adecuadas para restaurar el equilibrio mineral en tu cuerpo.
Los suplementos de magnesio solo están indicados cuando se ha diagnosticado una deficiencia o hay necesidades más altas que no pueden ser satisfechas con la dieta habitual del paciente.
La dosis típica de los suplementos dietéticos es de 100-500 mg/día. No se recomienda superar el Límite Superior con suplementos (350 mg/día) por la posibilidad de diarrea.
Los efectos secundarios más habituales con altas dosis son diarrea, distensión abdominal y reducción de la presión arterial. Los efectos secundarios graves son un riesgo con el magnesio intravenoso, incluidos hipotensión, náuseas y ataxia.
En cuanto a la calidad de los suplementos de magnesio, las formas queladas, como el citrato, el bisglicinato y los quelatos de aminoácidos, suelen ser absorbidas y toleradas mejor por el cuerpo que el magnesio en forma de óxido.
El magnesio participa en más de 300 procesos metabólicos en el cuerpo y trabaja en equilibrio con el calcio. Mientras que el magnesio favorece la relajación y activa el sistema nervioso parasimpático (relajación), el calcio promueve la contracción muscular y activa el sistema simpático (acción). Además, niveles bajos de magnesio se asocian con mayor inflamación, lo que puede estar relacionado con enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, osteoporosis y algunos tipos de cáncer. Para obtener suficiente magnesio, es importante consumir alimentos como verduras de hoja verde, frutos secos, semillas y cereales integrales.
Se ha encontrado que niveles adecuados de magnesio pueden mejorar la calidad del sueño, ayudar a dormir por más tiempo y reducir la sensación de cansancio durante el día. Esto se debe a que el magnesio influye en neurotransmisores como el GABA, que promueven la relajación y facilitan el sueño.
Algunos estudios sugieren que el magnesio puede ayudar con problemas como el insomnio, especialmente en personas mayores. Sin embargo, la investigación sigue en curso, ya que algunos estudios han mostrado resultados mixtos, y se necesitan ensayos más amplios para confirmar plenamente estos efectos.
Los diuréticos de asa y tiazídicos (como furosemida, bumetanida, ácido etacrínico e hidroclorotiazida), los medicamentos antineoplásicos como el cisplatino, y antibióticos como la gentamicina y la anfotericina, pueden aumentar la pérdida de magnesio a través de la orina, lo que significa que su uso prolongado puede reducir los niveles de magnesio en el cuerpo.
El magnesio también puede unirse a la tetraciclina en el intestino, lo que disminuye la absorción de este antibiótico.
Por otro lado, el uso frecuente y en dosis altas de antiácidos o laxantes que contienen magnesio puede llevar a un exceso no intencionado de magnesio, provocando hipermagnesemia.
De modo que, es importante informar a tu médico sobre todos los medicamentos que estás tomando para evitar posibles interacciones.
En Quirónsalud, estamos aquí para ayudarte a entender la importancia del magnesio y a implementar estrategias efectivas para su incorporación en tu vida diaria. Si tienes preguntas o necesitas asesoramiento sobre el magnesio, no dudes en consultar con nuestros especialistas.
Texto elaborado por Mirko Alavena, Neurólogo de Quirónsalud Torrevieja.
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Post Demencias en mayores
Se denomina demencia a una pérdida de facultades mentales debido a un daño del cerebro, y que deriva en una incapacidad para la vida independiente.
Los daños al cerebro pueden tener diferentes causas, aunque en los ancianos las más comunes son las enfermedades neurodegenerativas y las lesiones vasculares.
En este post, los profesionales de Quirónsalud te contamos más sobre los tipos de demencia en personas mayores y consejos para convivir con ello.
Dado que existen muchas enfermedades que cursan con demencia, me centraré en las más frecuentes.
El Alzheimer
Laenfermedad neurodegenerativa más común que cursa con demencia en los ancianos es el Alzheimer, cuyo síntoma principal es la pérdida de memoria.
Inicialmente, se afecta la memoria a corto plazo; pero con el tiempo se van deteriorando otras funciones del pensamiento tales como el lenguaje, el razonamiento, la manipulación de objetos, etc.
Existen muchas otras demencias neurodegenerativas en las cuales la afectación de la memoria no es tan marcada, pero sí la de otras funciones cerebrales. Por ejemplo: la demencia frontotemporal, que afecta el lenguaje y el raciocinio. La demencia de cuerpos de Lewy, que presenta fluctuaciones y alucinaciones, la demencia asociada al Parkinson, la atrofia cortical posterior, la afasia progresiva primaria…
Demencia vascular
También están la demencia vascular, que es causada por infartos y/o hemorragias que destruyen regiones cerebrales dispersas y pueden tener síntomas muy variados que generalmente evolucionan de forma escalonada.
Otros tipos de demencia menos comunes son las causadas por hidrocefalia normotensiva, por lesiones tumorales o hemorragias externas al cerebro, por enfermedades autoinmunes, por enfermedades priónicas, por parkinsonismos atípicos, Wernicke-Korsakoff, etc.
La causa más común es la neurodegenerativa; en la base de enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson, la demencia frontotemporal, la demencia de cuerpos de Lewy, los parkinsonismos atípicos, etc. Si bien se conoce que en estas hay depósitos de proteínas anormales que intoxican y destruyen las neuronas, no está claro el origen o desencadenante.
La siguiente causa más común es la vascular, que está relacionada con infartos o hemorragias cerebrales debidos la acumulación progresiva de lesiones en los vasos sanguíneos. Pueden estar relacionadas con factores de riesgo vascular tratables (tensión, colesterol, diabetes, fumar), pero hay también otros factores no modificables.
Otras causas menos comunes son la hidrocefalia normotensiva del adulto, los tumores cerebrales y hematomas externos al cerebro, las enfermedades priónicas, o las enfermedades autoinmunes. También se ve cada vez menos la infección crónica por sífilis.
Un cuadro de demencia se puede diagnosticar con una entrevista breve al paciente. Sin embargo, los casos incipientes ("deterioro cognitivo leve") requieren a veces una evaluación más completa de las funciones cognitivas para poder detectarlos, confirmarlos, y categorizarlos.
Una vez confirmado el deterioro cognitivo, se solicita pruebas de imagen (TC, RMN) y analítica para descartar lesiones tales como tumores, hemorragias, infartos, déficits vitamínicos, alteraciones metabólicas, o infecciones.
Las enfermedades neurodegenerativas sólo se pueden verificar mediante la observación del tejido cerebral al microscopio, lo cual no es posible en vida sin lesionar al paciente.
Actualmente existen pruebas de medicina nuclear (SPECT y PET) y de estudio del líquido cefalorraquídeo (punción lumbar) que pueden detectar tanto la pérdida de actividad en diversas zonas del cerebro, como el depósito de algunas proteínas anormales en este. Mediante estas pruebas se puede tener una mayor certeza al momento de dar un diagnóstico de enfermedad neurodegenerativa.
Depende de muchos factores, incluyendo cosas como la personalidad previa o el entorno.
Algunos afectados de demencia puede ser personas muy dóciles y amables, mientras otros pueden ser demandantes e incluso agresivos. Esto incluso teniendo el mismo diagnóstico.
Por lo general, en el Alzheimer los pacientes niegan la afectación de memoria, pero cometen errores, extravían cosas, llegando a culpar a sus cuidadores. A veces también pueden salir de casa y deambular sin rumbo. Son muy vulnerables a engaños malintencionados. También pueden involucrarse en accidentes domésticos o errores de medicación.
En la demencia frontotemporal se puede dar el caso de personas capaces de refutar y argumentar con información correcta, pero cuya conducta es totalmente inadecuada y a veces incluso peligrosa. Hay casos que llegan a hacer estragos con su patrimonio antes de que se sospeche que tienen un problema.
En la demencia de cuerpos de Lewy, las alucinaciones de personas pueden ser muy preocupantes. Hay fluctuaciones que confunden a los cuidadores, pues pueden intercalar días de aparente lucidez con otros de clara desorientación. También suelen asociar trastornos del sueño, al punto de dormir durante el día y estar agitados por la noche. También es común que tengan problemas de equilibrio y sufran caídas.
Texto elaborado por el doctor Diego Giménez, jefe de traumatología de Quirónsalud Murcia.
Consulta también con nuestros especialistas en traumatología de Quirónsalud Alicante,Quirónsalud Valencia y Quirónsalud Torrevieja.
Las caídas son un problema de salud común entre las personas mayores y pueden tener consecuencias graves. En este post nuestros expertos en traumatología de Quirónsalud
dan algunos consejos sobre cómo afrontar estos incidentes con nuestros familiares.
Las caídas son una preocupación común en el ámbito de la geriatría, ya que afectan significativamente a las personas mayores.
Existen múltiples factores que contribuyen a la alta frecuencia de las caídasen esta población:
Cambios físicos
A medida que envejecemos, nuestro equilibrio, fuerza muscular y capacidad de reacción disminuyen. Estos cambios físicos hacen que las personas mayores sean más propensas a perder el equilibrio y caer.
Problemas de visión
Las alteraciones visuales son comunes en las personas mayores, como la disminución de la agudeza visual, problemas de percepción de profundidad y disminución de la capacidad para ajustar la visión de cerca a lejos. Estos cambios visuales pueden dificultar la detección de obstáculos y aumentar el riesgo de caídas.
Enfermedades crónicas
Muchas enfermedades crónicas asociadas con el envejecimiento, como la osteoartritis, la osteoporosis, el Parkinson, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, pueden debilitar los músculos, afectar el equilibrio y la movilidad, y aumentar el riesgo de caídas.
Medicamentos
Las personas mayores suelen tomar múltiples medicamentos para tratar diversas condiciones médicas. Algunos medicamentos, como los sedantes, los hipnóticos o los fármacos que afectan la presión arterial, pueden causar somnolencia, mareos o desequilibrios, lo que aumenta el riesgo de caídas.
Factores ambientales
Los entornos físicos inseguros también desempeñan un papel importante en las caídas.
Existen varios factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que una persona mayor sufra una caída. Estos factores pueden ser agrupados en diferentes categorías, que incluyen:
Edad avanzada: Cuanto mayor es una persona, mayor es el riesgo de caídas.
Historia previa de caídas: Quienes han sufrido caídas previas tienen un mayor riesgo de caer nuevamente.
Debilidad muscular y pérdida de equilibrio: La disminución de la fuerza muscular y la capacidad de mantener el equilibrio aumentan la propensión a las caídas.
Problemas de visión: La mala visión, los trastornos oculares y las enfermedades oculares no tratadas aumentan el riesgo de caídas.
Problemas de audición: La pérdida de audición puede afectar la capacidad de detectar y responder a señales de advertencia auditivas en el entorno.
Enfermedades crónicas
Uso de medicamentos.
Factores ambientales:
Obstáculos en el entorno: Alfombras sueltas, cables sueltos, muebles mal ubicados y otros obstáculos en el hogar aumentan el riesgo de tropiezos y caídas.
Suelos resbaladizos: Superficies resbaladizas en baños, cocinas y áreas exteriores sin las medidas adecuadas de seguridad pueden aumentar el riesgo de caídas.
Iluminación inadecuada: Una iluminación deficiente o desigual dificulta la percepción de obstáculos y puede llevar a caídas.
Estilos de vida y comportamientos:
Falta de actividad física: La inactividad puede llevar a la debilidad muscular, el deterioro del equilibrio y la disminución de la movilidad, lo que aumenta el riesgo de caídas.
Consumo de alcohol: El consumo excesivo de alcohol puede afectar el equilibrio y la coordinación, aumentando el riesgo de caídas.
Es importante destacar que estos factores de riesgo no actúan de manera aislada, sino que suelen interactuar y potenciarse entre sí.
Identificar y abordar estos factores de riesgo puede ser fundamental para prevenir caídas en las personas mayores y promover un envejecimiento saludable.
La prevención de caídas en las personas mayores es un enfoque crucial para mantener su salud, seguridad y calidad de vida.
Aquí hay algunas estrategias efectivas para prevenir caídas:
Actividad física regular: Promover un estilo de vida activo y realizar ejercicios que mejoren el equilibrio, la fuerza muscular y la flexibilidad puede reducir significativamente el riesgo de caídas. Actividades como caminar, hacer tai chi, yoga o ejercicios de fortalecimiento son beneficiosas. Es recomendable que las personas mayores consulten con un profesional de la salud antes de comenzar cualquier programa de ejercicios.
Revisión y ajuste de medicamentos: Es importante que los adultos mayores revisen sus medicamentos regularmente con su médico o farmacéutico, ya que ciertos medicamentos pueden causar mareos, somnolencia o desequilibrio, aumentando el riesgo de caídas. Es posible que se deba ajustar la dosis o cambiar el medicamento si es necesario.
Evaluación y mejora del entorno doméstico: Es fundamental que el entorno en el hogar sea seguro y accesible.
Exámenes de vista y audición regulares: Mantener una buena salud visual y auditiva es esencial para detectar obstáculos y señales de advertencia en el entorno. Realizar exámenes de vista y audición de manera regular y utilizar anteojos o audífonos apropiados si es necesario.
Uso adecuado de ayudas para la movilidad: Si se requiere el uso de bastones, andadores u otras ayudas para la movilidad, es importante que sean adecuadamente ajustados y utilizados de manera correcta.
Dieta y nutrición adecuadas: Mantener una alimentación balanceada y adecuada puede contribuir a la salud ósea y muscular, ayudando a prevenir caídas. Asegurarse de tener una ingesta adecuada de calcio, vitamina D y otros nutrientes esenciales.
Educación y concienciación: Brindar información a las personas mayores sobre los factores de riesgo de caídas, las medidas preventivas y las estrategias para mantener la seguridad puede ayudar a aumentar la conciencia y fomentar comportamientos seguros.
Las caídas en los adultos mayores pueden tener diversas consecuencias que afectan tanto la salud física como la calidad de vida. Algunas de las principales consecuencias incluyen:
Lesiones físicas: Las caídas pueden provocar lesiones graves, como fracturas de huesos, especialmente en la cadera, muñeca y columna vertebral. Estas lesiones pueden requerir cirugía, hospitalización y rehabilitación prolongada. Incluso las lesiones menores, como esguinces y contusiones, pueden limitar la movilidad y la capacidad funcional de la persona.
Dolor crónico: Las lesiones resultantes de una caída pueden dar lugar a dolor crónico, especialmente en las personas mayores que ya padecen condiciones como la artritis. El dolor crónico puede afectar negativamente la calidad de vida y limitar la capacidad para participar en actividades diarias.
Miedo a caer nuevamente: Después de una caída, muchas personas mayores desarrollan un miedo significativo a volver a caer. Este miedo puede llevar a la reducción de la actividad física, el aislamiento social y la disminución de la calidad de vida. Además, el miedo a caer puede aumentar el riesgo de futuras caídas debido a la inactividad y la debilidad muscular resultante.
Dependencia y pérdida de autonomía: Las lesiones graves causadas por una caída pueden llevar a la pérdida de la independencia y la necesidad de asistencia en las actividades de la vida diaria. La dependencia en el cuidado de otras personas puede tener un impacto emocional significativo en los adultos mayores, generando frustración, tristeza y disminución de la autoestima.
Complicaciones de salud adicionales: Las caídas pueden desencadenar complicaciones de salud adicionales, como inmovilidad prolongada, úlceras por presión, infecciones respiratorias y problemas de salud mental, como depresión y ansiedad.
Costos económicos y sociales: Las caídas en los adultos mayores también tienen implicaciones económicas y sociales. Las hospitalizaciones, tratamientos médicos y rehabilitación pueden generar altos costos de atención médica. Además, las caídas pueden llevar a una disminución de la participación social, afectando las relaciones personales y la integración comunitaria.
Tomar medidas para hacer el hogar más seguro es una estrategia efectiva para reducir el riesgo de caídas en adultos mayores. Aquí hay algunas medidas que se pueden tomar:
Retirar alfombras sueltas o asegurarlas con cinta adhesiva de doble cara.
Asegurarse de que no haya cables eléctricos sueltos o en áreas de paso.
Evitar el desorden en los pasillos y áreas de tránsito.
Asegurarse de que haya una iluminación adecuada en todas las áreas del hogar, especialmente en pasillos, escaleras y baños.
Instalar luces nocturnas en los dormitorios, pasillos y baños para facilitar la visibilidad durante la noche.
Utilizar interruptores de luz de fácil acceso y agregar iluminación adicional si es necesario.
Instalar pasamanos seguros en ambos lados de las escaleras, asegurados firmemente a la pared.
Colocar bandas antideslizantes en los escalones para mejorar la tracción.
Mantener las escaleras libres de objetos o desechos.
Instalar barras de apoyo en la ducha, bañera y cerca del inodoro para proporcionar estabilidad adicional.
Utilizar tapetes antideslizantes en la bañera o ducha.
Asegurarse de que los pisos del baño estén secos y libres de agua o humedad.
Colocar una lámpara de noche cerca de la cama para facilitar el acceso a la iluminación.
Asegurarse de que la cama esté a una altura adecuada para facilitar la entrada y salida.
Mantener los objetos de uso diario al alcance fácil y evitar la necesidad de estirarse o subirse a muebles para alcanzarlos.
Utilizar dispositivos de ayuda para la movilidad:
Si es necesario, utilizar bastones, andadores u otros dispositivos de apoyo para caminar. Es importante que estos dispositivos sean adecuadamente ajustados y utilizados de manera correcta.
Utilizar superficies antideslizantes en pisos resbaladizos, como cocinas, baños y áreas exteriores.
Limpiar inmediatamente cualquier líquido derramado o superficie mojada.
Evitar la cera excesiva en los pisos, ya que puede hacerlos resbaladizos.
Fomentar la comunicación abierta entre los miembros de la familia y los cuidadores sobre las preocupaciones y necesidades de seguridad en el hogar.
Realizar revisiones regulares del hogar para identificar posibles riesgos y tomar medidas preventivas.
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Texto elaborado por Diego Giménez, jefe de traumatología de Quirónsalud Murcia.
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La sarcopenia es una condición caracterizada por la pérdida progresiva y generalizada de masa muscular, fuerza y rendimiento funcional asociados con el envejecimiento. Es un fenómeno común en las personas de edad avanzada y puede tener un impacto significativo en su calidad de vida y salud general.
En este post nuestros especialistas en Geriatría te cuenta qué es y cómo ayudar a los familiares que puedan padecerla.
La sarcopenia es importante en el envejecimiento por varias razones. En primer lugar, la pérdida de masa muscular y fuerza funcional puede llevar a una disminución en la capacidad de realizar actividades diarias, como caminar, levantar objetos o mantener el equilibrio. Esto puede resultar en un mayor riesgo de caídas y fracturas, lo que a su vez puede tener consecuencias graves, especialmente en los adultos mayores.
Además, la sarcopenia también se asocia con cambios metabólicos adversos. La masa muscular juega un papel crucial en el metabolismo, ya que contribuye al gasto energético total del cuerpo. Con la pérdida de masa muscular, el metabolismo basal disminuye, lo que puede llevar a un aumento de peso no deseado y a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina.
Otro aspecto importante es que la sarcopenia puede afectar la capacidad de recuperación y rehabilitación después de una enfermedad o cirugía. Los adultos mayores con sarcopenia tienen menos reservas musculares y pueden experimentar una recuperación más lenta y menos exitosa en comparación con aquellos con una masa muscular adecuada.
Cambios hormonales
Con el envejecimiento, se producen cambios en los niveles hormonales, como una disminución en la producción de hormonas anabólicas, como la testosterona y la hormona del crecimiento.
Inactividad física
La falta de actividad física o un estilo de vida sedentario es una de las principales causas de pérdida de masa muscular en los adultos mayores. La falta de ejercicio regular, incluyendo el entrenamiento de fuerza, conduce a la atrofia muscular y a una disminución en la fuerza y el tamaño de los músculos.
Desnutrición
Una mala alimentación o una ingesta inadecuada de nutrientes esenciales, como proteínas, vitaminas y minerales, puede contribuir a la pérdida de masa muscular en los adultos mayores.
Resistencia anabólica
Con el envejecimiento, el cuerpo puede volverse menos sensible a las señales anabólicas que estimulan la síntesis de proteínas musculares. Esto significa que, incluso con una ingesta adecuada de proteínas y ejercicio, el cuerpo puede tener dificultades para construir y mantener masa muscular.
Inflamación crónica
La presencia de inflamación crónica en el cuerpo, que es más común en los adultos mayores, puede afectar negativamente la salud muscular.
El diagnóstico y la evaluación de la sarcopenia en las personas mayores generalmente implican una combinación de medidas clínicas, de fuerza y de composición corporal.
Te contamos los métodos más comunes para diagnosticar que realizan los especialistas en geriatría de los centros de Quirónsalud:
Medición de la fuerza muscular: Se pueden utilizar pruebas como la fuerza de agarre con un dinamómetro de mano, pruebas de levantamiento de peso o pruebas de extensión de piernas para evaluar la fuerza muscular de las extremidades superiores e inferiores.
Medición de la masa muscular: La evaluación de la masa muscular se puede realizar mediante técnicas como la absorciometría de rayos X de energía dual (DXA), la bioimpedancia eléctrica (BIA) o la resonancia magnética (RM). Estas técnicas proporcionan información sobre la cantidad de masa muscular presente en el cuerpo.
Índices antropométricos: Algunos índices antropométricos, como el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la pantorrilla, se han utilizado como indicadores indirectos de la masa muscular y pueden ser útiles en la evaluación de la sarcopenia.
Funcionalidad física: Además de la fuerza y la masa muscular, se deben evaluar otros aspectos de la funcionalidad física, como la capacidad para caminar, levantarse de una silla o mantener el equilibrio. Estas evaluaciones pueden incluir pruebas como el test de marcha de 6 minutos, el test de levantarse y caminar o el test de equilibrio de Berg.
Cada paciente suele presentar unos síntomas distintos pero podemos mencionar algunas señales de la sarcopenia comunes en muchos pacientes:
Debilidad muscular: La pérdida de masa muscular conduce a una disminución en la fuerza y la capacidad física. Los adultos mayores pueden experimentar debilidad muscular generalizada, lo que dificulta la realización de actividades diarias como levantarse de una silla, subir escaleras o llevar objetos pesados.
Fatiga: La pérdida de masa muscular puede contribuir a la fatiga y la sensación de agotamiento en los adultos mayores. La falta de fuerza muscular y resistencia puede limitar su capacidad para mantener actividades físicas durante períodos prolongados.
Deterioro de la movilidad: Los adultos mayores pueden experimentar dificultades para caminar, mantener el equilibrio y realizar movimientos coordinados, lo que aumenta el riesgo de caídas y lesiones.
Pérdida de independencia: La incapacidad para realizar actividades básicas por sí mismos puede requerir asistencia adicional y disminuir su calidad de vida.
Aumento del riesgo de enfermedades crónicas: La pérdida de masa muscular en los adultos mayores está asociada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la obesidad, la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares.
Disminución de la densidad ósea: La sarcopenia puede estar asociada con una disminución de la densidad ósea y un mayor riesgo de osteoporosis y fracturas.
Los expertos en la salud de los pacientes mayores de Quirónsalud solemos recomendar para una mejora en la calidad de vida de los pacientes los siguientes ejercicios. Es importante recordad que cada paciente tiene unas necesidades, por ello, sería conveniente consultar con el especialista para asegurarnos que están realizando actividades acordes a sus posibilidades.
Entrenamiento de fuerza: El entrenamiento de fuerza, que implica el uso de resistencia (pesas, máquinas, bandas elásticas, etc.), es fundamental para estimular el crecimiento y la regeneración muscular. Se recomienda realizar ejercicios de fuerza dos o tres veces por semana, enfocándose en diferentes grupos musculares.
Ejercicio aeróbico: Además del entrenamiento de fuerza, el ejercicio aeróbico, como caminar, nadar, andar en bicicleta o bailar, es importante para mantener la salud cardiovascular y la resistencia. El ejercicio aeróbico regular también puede ayudar a reducir la grasa corporal, lo que puede contribuir a una mejor composición corporal y preservación de la masa muscular.
Actividades de equilibrio y flexibilidad: Las actividades que mejoran el equilibrio y la flexibilidad, como el yoga, el tai chi o los ejercicios de equilibrio específicos, pueden ser beneficiosas para prevenir caídas y mejorar la movilidad en los adultos mayores.
Periodización del entrenamiento: Es importante implementar una progresión gradual en el programa de entrenamiento, comenzando con cargas ligeras y aumentándolas de manera gradual con el tiempo. La periodización del entrenamiento implica cambiar regularmente los ejercicios, las repeticiones, las series y las cargas para mantener la estimulación y el progreso muscular.
Alimentación adecuada: Junto con el ejercicio, una alimentación adecuada es esencial para prevenir o revertir la sarcopenia.
La nutrición desempeña un papel crucial en la prevención y el tratamiento de la pérdida de masa muscular en los adultos mayores.
Una ingesta adecuada de proteínas y otros nutrientes esenciales es fundamental para mantener la masa muscular y promover la regeneración y reparación muscular.
Por tanto, a los pacientes se les recomienda:
Proteínas: Las proteínas son los componentes fundamentales para el mantenimiento de la masa muscular. Se recomienda que los adultos mayores consuman suficiente proteína de alta calidad en cada comida. Fuentes de proteínas recomendadas incluyen carnes magras, pescado, aves, huevos, lácteos, legumbres y productos de soja. La ingesta diaria recomendada de proteínas para adultos mayores oscila entre 1.2 y 2.0 gramos por kilogramo de peso corporal, dependiendo de factores individuales como la actividad física y la salud.
Nutrientes esenciales: Además de las proteínas, es importante asegurarse de obtener otros nutrientes esenciales necesarios para la salud muscular. Estos incluyen vitaminas (como la vitamina D, vitamina C, vitamina E y vitamina B12), minerales (como calcio, magnesio y zinc) y ácidos grasos omega-3. Una dieta equilibrada y variada que incluya una amplia variedad de alimentos saludables es fundamental para obtener estos nutrientes.
Hidratación: Mantener una adecuada hidratación también es importante para la salud muscular. La deshidratación puede afectar negativamente la función muscular y la recuperación. Se recomienda asegurarse de consumir suficientes líquidos a lo largo del día, especialmente durante la actividad física.
Evitar la malnutrición: La malnutrición, incluida la desnutrición y la pérdida involuntaria de peso, puede contribuir a la pérdida de masa muscular en los adultos mayores. Es importante asegurarse de que se esté obteniendo una ingesta adecuada de calorías y nutrientes en general, y abordar cualquier problema de malnutrición o pérdida de peso no deseada a través de cambios en la dieta y, en algunos casos, la suplementación nutricional bajo la supervisión de un profesional de la salud.
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