Quirónsalud
Blog de la Unidad de la Mujer del Hospital Quirónsalud Zaragoza
(Artículo por el Dr. Fernando Colmenarejo, Director de la Unidad de la Mujer en Quirónsalud Zaragoza)
La telemedicina representa un reto necesario que supone una nueva forma de relación médico-paciente, con el objetivo de mejorar el cuidado de los mismos.
Me considero un médico analógico, que estudió en libros y publicaciones en papel y que, a lo largo de mi desarrollo profesional, he ido digitalizándome -al igual que especializándome- en ámbitos muy específicos de mi asistencia. El hecho de que un médico deba ocupar parte de su tiempo diario en su formación y ampliación de conocimientos para el ejercicio de su profesión, garantiza que esté acostumbrado al cambio y tenga inquietud permanente por la mejora de su actuación profesional y atención a sus pacientes.
Definir la telemedicina puede parecer una tarea sencilla; sin embargo, son muchos los matices. Telemedicina significa medicina a distancia, e incluye el uso de cualquier recurso tecnológico para optimizar la atención a nuestros pacientes. Recordemos que optimizar no es necesariamente mejorar, sino atender en orden prioritario de eficiencia, es decir, conseguir la mejor asistencia incluyendo en la ecuación otras variables, como ahorro de tiempo, costes y aumento de la accesibilidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2010 define telemedicina como «aportar servicios de salud, donde la distancia es un factor crítico, por cualquier profesional de la salud, usando las nuevas tecnologías de la comunicación para el intercambio válido de información en el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de enfermedades o lesiones, investigación y evaluación, y educación continuada de los proveedores de salud, todo con el interés de mejorar la salud de los individuos y sus comunidades». Parece que la OMS centra la telemedicina en la accesibilidad del servicio de Salud especialmente para garantizar al paciente (siempre prefiero este concepto al de usuario) su accesibilidad cuando la dispersión geográfica es un problema, como ocurre precisamente en Aragón.
Sin embargo, da la sensación que no solo intentamos mejorar la asistencia respecto de la dispersión geográfica, sino también resolver problemas laborales, conciliación familiar, agenda social e incluso horarios del gimnasio. A veces se tiene la sensación que la facilidad de acceso al servicio de salud no lo universaliza, sino que lo banaliza. El termino usuario y su comodidad pasa a ser más importantes para la organización que el paciente y la necesidad de ocupar tiempo y esfuerzo en mejorar y comprender la salud o la enfermedad. En esta época de rapidez e instantaneidad, de comprender de forma superficial y no profundizar en el conocimiento de verdad, parece que le ha llegado el turno a la medicina.
Y la pregunta es: ¿Es una forma de menospreciarla, o de mejorarla? Esto es sobre lo que debemos reflexionar para darnos cuenta que, probablemente, la contestación a esta pregunta sea compleja y contenga aspectos de clara mejora para nuestras pacientes y otros no deseables para ellos.
Es correcto pensar que la telemedicina incluye desde el hecho tan simple de compartir una historia clínica de pacientes dentro de un mismo hospital o red de hospitales (ya sea ésta de orden público o privado, e incluso la integración final entre estas redes) como compartir pruebas diagnósticas, incluso de alta resolución como imágenes de resonancias magnéticas o escáner para su consulta en varios hospitales, pasando por la disponibilidad de todo el historial médico de forma online para el paciente. La digitalización de la historia clínica, la instantaneidad de consultar pruebas diagnósticas e incluso la interconsulta entre especialistas vía online (en nuestro medio los comités de tumores se realizan online) supone una revolución para el día a día de los médicos y sanitarios. Ello supone, por cierto, un tiempo laboral no constatado por ninguna institución pública o privada, puesto que al igual que la investigación, no "ocupa tiempo del médico" ni es remumerada económicamente ni considerada, lo que lleva en ocasiones a realizarla desde casa, fuera del horario laboral y ser considerada como "conciliación laboral" de forma ciertamente dolorosa para nosotros.
Así pues, no puedo ni debo minusvalorar la telemedicina, pero si puedo posicionarla en el lugar que creo debe ocupar en la actualidad. La parte de la telemedicina que se ocupa de mejorar la información disponible para el médico en la toma de decisiones y minimizar errores y tiempos de actuación ya se aplica de hace años de forma exitosa. Lo que me pregunto es si la consulta en si puede mejorar la calidad de asistencia al paciente cuando se realiza de forma digital o telefónica.
El acceso a la sanidad universal en igualdad d condiciones es un derecho inalienable de las personas y, solo en el supuesto que físicamente no puedan acceder, es cuando la telemedicina tiene su gran lugar de éxito
La dispersión geográfica, la incapacidad de movilización, la imposibilidad de desplazamiento, la necesidad de prontitud en la atención inmediata, la consulta de resultados de normalidad, las visitas periódicas para saber la evolución, son posibles y mejoran la atención con la telemedicina.
El contacto ocular directo, el guiño del ojo, el "no te preocupes, no estás solo", el apretón de manos, el mirar a los ojos, el calor del consuelo, la percepción de que el médico se preocupa por tí, no son percibidos por el teléfono ni por imágenes 2D en alta resolución, y menos ralentizadas por un wifi que falla en el momento menos oportuno.
No soy un romántico de la medicina, más bien al contrario veo las posibilidades que la tecnología ofrece para mejorar la atención a nuestras pacientes. Pero hay algo que falla: nadie ha preguntado a las pacientes si quieren telemedicina. Respetar el deseo y la pluralidad de las pacientes y no obligarlas a la digitalización forma parte de los derechos de las mismas.
Muchas cosas pueden mejorar con telemedicina y de hecho ya las estamos haciendo. Pero debemos pensar que si la telemedicina triunfa es que el acceso personal fracasa. No quiero ponerme crítico porque hace ya muchos años que uso la telemedicina para resultados y evolución de las pruebas diagnósticas y tratamientos prescritos, pero si perdemos la relación médico paciente es posible que perdamos las estrellas de la noche y solo quede oscuridad.
Es posible que la mayoría solo vea críticas a la telemedicina en lo que escribo, pero quien lea más allá, verá las inmensas posibilidades que la telemedicina nos ofrece. Se trata de usar y no abusar de la misma. Si ocupa su lugar traerá comodidad y rapidez a la atención médica y por ese camino mejorará la praxis médica global.
El trabajo en salud no es solo un empleo, es una vocación. Desarrollar soluciones para transformar las vidas de los pacientes y ayudar a los profesionales de la salud a brindar la mejor atención posible.
Sea pues bienvenida la telemedicina, si nos ayuda en este objetivo.
Un blog del servicio de ginecología de Quirónsalud Zaragoza en el que se abordan las patologías más habituales de las diferentes etapas de la vida de una mujer.
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