Deshidratación

¿Qué provoca la deshidratación? Toda la información sobre las causas, los síntomas y el tratamiento para este trastorno.

Síntomas y causas

Se denomina deshidratación a la pérdida no compensada de agua en el organismo, es decir, el cuerpo pierde más agua de la que ingiere. La deshidratación suele ir acompañada de alteraciones en el balance de sales minerales (electrolitos), especialmente de sodio y potasio.

Un cuerpo adulto está compuesto aproximadamente por un 60 % de agua, que se obtiene principalmente de alimentos y bebidas y, en condiciones normales, se elimina a través de la orina, la sudoración y la respiración. Para mantener el equilibrio hídrico, el cuerpo cuenta con varios mecanismos que se activan ante la falta de líquidos:

  • Sed: el cerebro provoca la sensación de sed cuando se pierde agua.
  • Interacción entre la hipófisis y los riñones: si falta agua, la hipófisis secreta vasopresina (hormona antidiurética), que estimula a los riñones a excretar menos orina para retener agua.
  • Ósmosis: el agua fluye de las células a los vasos sanguíneos para compensar la pérdida.

Si estos mecanismos no son suficientes para mantener el equilibrio hídrico, se produce la deshidratación.

En función de la tasa de pérdida de agua respecto a la pérdida de electrolitos, se clasifican tres tipos de deshidratación:

  • Deshidratación isotónica: hay una pérdida equitativa de agua y sales minerales.
  • Deshidratación hipertónica: la pérdida de agua es superior a la pérdida de sales.
  • Deshidratación hipotónica: se pierden más sales que agua.

Síntomas

Los síntomas de la deshidratación empeoran a medida que se pierde agua y no se repone:

  • Deshidratación leve: pérdida de hasta el 5 % del volumen de agua.
    • Sed.
    • Disminución de la producción de orina.
    • Coloración más oscura de la orina.
    • Sudoración reducida.
    • Sequedad de boca.
    • Deshidratación moderada: se pierde entre el 5 % y el 9 %.
      • Poca producción de orina.
      • Debilidad, cansancio, somnolencia.
      • Hipotensión ortostática: mareos al ponerse de pie.
      • Dolor de cabeza.
      • Sequedad de mucosas.
    • Deshidratación grave: pérdida superior al 9 %.
      • Sed extrema.
      • Nula producción de orina.
      • Falta de elasticidad en la piel.
      • Piel fría y húmeda.
      • Aumento de la frecuencia cardiaca.
      • Aumento de la frecuencia respiratoria.
      • Hipotensión marcada: mareos.
      • Visión borrosa.
      • Contracciones musculares.
      • Alteración del estado mental, confusión.

La deshidratación es frecuente en bebés. Los síntomas de un bebé deshidratado son:

  • Ausencia de lágrimas al llorar.
  • Sequedad de boca y lengua.
  • Pañales secos durante varias horas.
  • Fontanelas (zonas blandas de la cabeza) hundidas.
  • Ojos y mejillas hundidos.
  • Irritabilidad.

Causas

Entre las causas más frecuentes de la deshidratación se incluyen:

  • Ingesta insuficiente de líquidos a lo largo del día: puede deberse a ayuno prolongado o a inapetencia por enfermedad o dolencia.
  • Vómitos o diarrea: estas condiciones provocan una pérdida significativa de agua gastrointestinal y electrolitos en un periodo corto de tiempo.
  • Sudoración excesiva: en situaciones de calor, humedad o actividad física se aumenta la transpiración del cuerpo y la eliminación de agua mediante el sudor.
  • Micción excesiva: ciertos medicamentos, como los diuréticos o determinados antihipertensivos, aumentan la necesidad de orinar, provocando una mayor eliminación de líquidos. Asimismo, enfermedades como la diabetes, la enfermedad de Addison o las patologías renales también afectan a la producción de orina.
  • Fiebre: la fiebre aumenta la temperatura corporal y hace que el cuerpo intente enfriarse a través de la sudoración.
  • Quemaduras: las quemaduras provocan deshidratación porque el líquido se acumula en el tejido necrosado y se elimina a través de la piel.

Factores de riesgo

El riesgo de deshidratación aumenta en estos supuestos:

  • Edad: bebés, niños y personas mayores son más vulnerables a la deshidratación. En el caso de niños y bebés, la cantidad de líquidos perdidos durante un episodio de fiebre, quemaduras, vómitos o diarrea supone una proporción mayor respecto al volumen total. Además, especialmente en caso de bebés, no pueden acceder a las bebidas de forma independiente ni comunicar la sed. Las personas mayores, por su parte, tienen un volumen de líquidos menor y tienen más riesgo de tomar medicamentos o padecer enfermedades que aumenten la micción.
  • Clima muy cálido y húmedo.
  • Trabajar o practicar deporte al aire libre en días de calor y humedad.
  • Infecciones: pueden provocar fiebre, vómitos y diarrea.

Complicaciones

En caso de deshidratación hipotónica aguda, el descenso acusado de los niveles de sodio en un corto periodo de tiempo (hiponatremia) puede llegar a provocar una inflamación cerebral por la desviación osmótica del agua a las células encefálicas. Esta inflamación aumenta la presión intracraneal, lo que puede causar el coma o incluso la muerte.

Asimismo, una deshidratación grave que no es tratada puede derivar en un shock hipovolémico, esto es, una disminución abrupta y severa del volumen sanguíneo circulante, ya que el cuerpo trata de reponer el líquido perdido a partir de la sangre. La disminución del volumen sanguíneo provoca que el corazón no pueda bombear suficiente sangre al organismo y, por tanto, los órganos y tejidos no reciben el oxígeno y los nutrientes necesarios. Esto puede causar daños permanentes en órganos vitales y resultar mortal.

La deshidratación prolongada, por su parte, puede afectar al aparato excretor, llegando a causar infecciones de orina, cálculos renales o insuficiencia renal.

Prevención

Se puede reducir el riesgo de sufrir deshidratación tomando una serie de medidas de prevención:

  • Beber una cantidad de agua suficiente: se deben tomar entre dos y tres litros de agua al día.
  • Mantener una dieta rica en alimentos que contienen agua, como frutas y verduras.
  • Aumentar la cantidad de agua ingerida en situaciones de calor o humedad.
  • Protegerse del calor: mantenerse en sitios frescos y a la sombra, vestir ropa ligera y transpirable y utilizar gorras o sombreros.
  • Tomar líquidos antes, durante y después del ejercicio: agua o bebidas isotónicas ricas en electrolitos.
  • Aumentar la ingesta de líquidos si se está enfermo, especialmente por fiebre o trastornos gastrointestinales.
  • Reducir el consumo de bebidas alcohólicas, azucaradas o con cafeína.

¿Qué médico trata la deshidratación?

La deshidratación se diagnostica y se trata en la consulta de medicina interna y en los servicios de Urgencias.

Diagnóstico

El diagnóstico de la deshidratación se fundamenta principalmente en los síntomas físicos que se presenten y el contexto en el que aparecen. No obstante, especialmente si la deshidratación parece grave, se pueden realizar pruebas adicionales:

  • Examen físico, para medir temperatura, presión arterial y frecuencia cardiaca.
  • Análisis de sangre y orina, para evaluar los niveles de electrolitos y la función renal.

Tratamiento

El tratamiento de la deshidratación consiste en reponer los líquidos y electrolitos perdidos:

  • Ingesta abundante de agua, en caso de deshidratación leve.
  • Soluciones orales de rehidratación, si la deshidratación va de leve a moderada. Estas soluciones contienen agua y electrolitos.
  • Administración de líquidos por vía intravenosa: en caso de deshidratación grave, es necesaria atención médica de urgencia.
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