Poliomielitis

¿La poliomielitis es contagiosa? Toda la información sobre las causas, los síntomas y la forma de transmisión de la polio.

Síntomas y causas

La poliomielitis, o polio, es una enfermedad infecciosa aguda de origen vírico que puede llegar a afectar al sistema nervioso central. Es una patología muy contagiosa contraída principalmente por niños y, aunque generalmente cursa de forma leve, en su forma grave puede causar parálisis permanente e incluso la muerte.

Actualmente, debido a la vacunación sistemática, los brotes de poliomielitis prácticamente han desaparecido.

En función del grado de afectación del sistema nervioso central, la polio se clasifica en dos tipos:

  • Enfermedad menor o poliomielitis abortiva: forma muy leve de la enfermedad que no afecta al sistema nervioso central.
  • Enfermedad mayor: sí hay afectación del sistema nervioso.
    • Poliomielitis no paralítica: forma grave que no causa parálisis.
    • Poliomielitis paralítica: forma muy grave, y menos frecuente, que progresa a parálisis.
      • Poliomielitis espinal: la infección afecta a la médula espinal.
      • Poliomielitis bulbar: se ve comprometido el bulbo raquídeo.
      • Poliomielitis bulboespinal: combinación de las dos formas anteriores.

Desde su primera descripción en el siglo XIX, la poliomielitis fue una enfermedad endémica hasta la aparición de la primera vacuna en 1954 y de una segunda vacuna diez años después. Las campañas masivas de vacunación han logrado que la Organización Mundial de la Salud haya declarado libres de poliomielitis las regiones de América (año 1994), Pacífico Occidental (2000), Europa (2002), Asia Sudoriental (2014) y África (2020). Aun así, existen países donde la polio está activa y la transmisión de la enfermedad sigue siendo endémica.

Síntomas

En la mayoría de casos, las personas infectadas de poliomielitis no manifiestan síntomas. En los casos que se presentan, estos varían según el tipo de polio:

  • Poliomielitis abortiva: los síntomas aparecen entre tres y cinco días después de la exposición al virus y tienen una duración de hasta tres días. Es un cuadro similar al de la gripe:
    • Fiebre.
    • Dolor de cabeza.
    • Náuseas y vómitos.
    • Malestar general: dolor muscular, estomacal o de garganta.
  • Poliomielitis no paralítica: además de intensificarse la sintomatología gripal, se manifiestan síntomas de meningitis aséptica debido a la afectación del sistema nervioso:
    • Dolor de cabeza intenso.
    • Rigidez en la nucao la espalda.
    • Dolor en el cuello.
    • Estreñimiento y problemas urinarios.
    • Puede aparecer debilidad muscular y disminución de los reflejos en una segunda fase de síntomas, tras una aparente mejora.
  • Poliomielitis paralítica: evolución grave de la forma no paralítica que se manifiesta durante dos o tres días y añade los síntomas siguientes:
    • Dolor muscular intenso.
    • Sensibilidad extrema en la piel.
    • Hormigueo, entumecimiento o sensación de picazón en la piel.
    • Espasmos musculares.
    • Parálisis flácida asimétrica en las extremidades, en caso de poliomielitis espinal. Suele darse en una de las piernas.
    • Dificultad para tragar, regurgitación nasaly parálisis faríngea, en caso de afectación bulbar.

Causas

La poliomielitis está causada por el poliovirus, un virus perteneciente al género de los enterovirus. Se han identificado tres serotipos de poliovirus, siendo el tipo 1 el más común. Los tres son extremadamente virulentos y producen los mismos síntomas de la enfermedad.

El virus se trasmite por el contacto con heces o saliva de una persona infectada o, menos frecuentemente, por el consumo de agua o alimentos contaminados por el virus. El poliovirus entra en el organismo a través de la boca, infectando la orofaringe y el tracto intestinal, replicándose allí e ingresando en los ganglios linfáticos cervicales y mesentéricos. Posteriormente, es absorbido por el torrente sanguíneo y se disemina al resto del organismo. Así se produce la primera viremia, que suele ser neutralizada por el sistema inmunitario y la infección se mantiene asintomática. En raras ocasiones, por el contrario, el virus sigue replicándose, se produce una segunda viremia que provoca los síntomas de la enfermedad menor y, si el virus ingresa en el sistema nervioso central, causa la enfermedad mayor.

Tras la erradicación del virus gracias a las campañas de vacunación,, los casos actuales de poliomielitis no suelen deberse a la forma natural del virus (denominado poliovirus salvaje), sino al poliovirus derivado de la vacuna oral contra la polio, que contiene virus atenuados que, una vez ingerida la vacuna, se reproducen en el intestino y se excretan con las heces, pudiéndose trasmitir de unas personas a otras, especialmente en las zonas con tasas bajas de inmunización y malas condiciones higiénico-sanitarias. Este virus por sí mismo no causa la polio, pero su transmisión favorece su mutación en formas más fuertes que sí provoquen la enfermedad.

Factores de riesgo

Los factores que aumentan las posibilidades de contraer poliomielitis son los siguientes:

  • Ausencia de vacunación.
  • Edad: afecta principalmente a niños de 4 a 15 años.
  • Sistema inmunitario comprometido.
  • Malnutrición.
  • Condiciones higiénico-sanitarias deficientes.

Asimismo, el riesgo de desarrollar daño neurológico una vez contraída la polio aumenta en estos supuestos:

  • Embarazo.
  • Extracción de las amígdalas o inyección intramuscular reciente.
  • Deterioro en la función de los linfocitos B.
  • Esfuerzo físico concurrente con el inicio de la afectación al sistema nervioso central.

Complicaciones

En los casos de poliomielitis bulbar, la parálisis puede afectar a los centros respiratorio y circulatorio en el tronco del encéfalo, comprometiendo la función respiratoria. Si se paralizan el diafragma o los músculos intercostales, se produce una insuficiencia respiratoria que puede causar la muerte.

Asimismo, la poliomielitis puede dejar secuelas permanentes, como dolor crónico, atrofia muscular o parálisis, así como deformación ósea o articular derivada del acortamiento de los músculos. Estas secuelas pueden suponer una discapacidad de por vida.

Además, en algunos pacientes de poliomielitis paralítica se produce el denominado síndrome pospoliomielítico, que suele manifestarse años o décadas después de una primera infección. Se caracteriza por debilidad, dolor y desgaste muscular, fatiga y disminución de la resistencia. También pueden aparecer contracciones musculares involuntarias y atrofia.

Prevención

La forma más eficaz de prevenir la polio es la vacunación. Existen dos tipos de vacunas contra la polio:

  • Vacuna Salk o vacuna de poliovirus inactivados: contiene una mezcla de los tres tipos de poliovirus inactivados con formol. Se administra mediante inyección intramuscular. Esta vacuna impide el desarrollo de la enfermedad, pero no previene contra la portación del virus.
  • Vacuna Sabin o vacuna de poliovirus atenuados: tiene tres variedades diferentes, una por cada tipo de polio. Contiene virus vivos atenuados y se administra de forma oral. Confiere inmunidad frente a la enfermedad e impide que la persona sea portadora del virus. No obstante, en algunos países se ha eliminado su uso por ser la causante de la poliomielitis derivada de la vacuna.

En niños, es recomendable administrar la vacuna cuatro veces, a los 2, 4 y 11 meses y a los 6 años, generalmente combinada con otras vacunas. Los adultos no vacunados o con la vacunación incompleta deben vacunarse si hay posibilidades de exponerse al poliovirus salvaje: por ejemplo, si viajan a zonas endémicas o trabajan en laboratorios que manipulan muestras.

¿Qué médico trata la poliomielitis?

La poliomielitis es diagnosticada y tratada por los especialistas en neurología y neurología pediátricaNeurología PediátricaNeurología y los especialistas en enfermedades infecciosas como la medicina Interna.

Diagnóstico

El diagnóstico de poliomielitis se sospecha principalmente por la presencia de los signos característicos, como los síntomas gripales junto a la rigidez en el cuello o la parálisis en las extremidades. Para confirmar el diagnóstico, se realizan diferentes pruebas:

  • Análisis fecal: se analiza una muestra de heces para identificar el poliovirus.
  • Análisis de sangre: en una muestra de sangre se puede detectar la presencia de anticuerpos contra el virus.
  • Análisis del exudado faríngeo: se analiza una muestra tomada de las amígdalas. Esta prueba solo tiene validez durante los primeros días de la enfermedad, por lo que el resultado no siempre es definitivo.
  • Punción lumbar: en algunos casos, se extrae una muestra de líquido cefalorraquídeo para verificar la presencia de poliovirus, por la elevación de linfocitos y proteínas, y para identificar otros trastornos de sintomatología similar, como la meningitis o la encefalitis.

Tratamiento

No existe cura para la polio ni tratamiento viral específico, así que el objetivo es aliviar los síntomas y prevenir las complicaciones mientras dura la infección. Las opciones disponibles son:

  • Analgésicos para aliviar el dolor y reducir los espasmos.
  • Antipiréticos para reducir la fiebre.
  • Respiración asistida, en caso de compromiso diafragmático.
  • Fisioterapia para prevenir las deformidades óseas y la pérdida de la función muscular.
  • Ortesis: dispositivos ortopédicos o calzado corrector para alinear la columna o las extremidades y favorecer una postura corporal correcta.
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