Quirónsalud
Blog de los Servicios de Urología de los hospitales de Quirónsalud Alicante, Murcia, Torrevieja, Valencia, Tenerife, Costa Adeje y Vida
Texto elaborado por el doctor Damián García, urólogo del Hospital Quirónsalud Torrevieja
La prostatitis es una inflamación de la próstata que afecta a una parte significativa de la población masculina, especialmente a hombres jóvenes y de mediana edad. Aunque es una condición tratable, muchas veces se subestima o se confunde con otras patologías. En este artículo, abordaremos en profundidad qué es la prostatitis, sus tipos, síntomas, diagnóstico y opciones de tratamiento disponibles.
La prostatitis es una inflamación de la glándula prostática, una pequeña glándula del tamaño de una nuez que se encuentra debajo de la vejiga y rodea la uretra. Esta glándula es responsable de producir un líquido que forma parte del semen. Cuando la próstata se inflama, puede causar una serie de síntomas molestos y, en algunos casos, complicaciones graves si no se trata adecuadamente.
Existen varios tipos de prostatitis, que se clasifican según su causa y duración:
Prostatitis bacteriana aguda: Es una infección repentina y grave de la próstata, generalmente causada por bacterias como Escherichia coli. Requiere tratamiento médico inmediato.
Prostatitis bacteriana crónica: Es una infección persistente que dura más de tres meses. Puede ser difícil de tratar y requiere un enfoque terapéutico prolongado.
Síndrome de dolor pélvico crónico (CPPS): Es el tipo más común de prostatitis y no está relacionado con una infección bacteriana. Se caracteriza por dolor en la pelvis y síntomas urinarios sin una causa identificable.
Prostatitis inflamatoria asintomática: No presenta síntomas evidentes y generalmente se detecta durante exámenes médicos por otras razones.
Los síntomas pueden variar según el tipo de prostatitis, pero los más comunes incluyen:
Dolor o ardor al orinar.
Necesidad frecuente o urgente de orinar, especialmente por la noche.
Dolor en la parte baja del abdomen, espalda baja o área genital.
Dolor durante la eyaculación.
Fiebre y escalofríos (en casos de prostatitis bacteriana aguda).
Orina turbia o con sangre.
Dolor en la zona perineal (entre el escroto y el ano).
Las causas de la prostatitis pueden variar según el tipo:
Prostatitis bacteriana aguda: Generalmente causada por bacterias que ingresan a la próstata a través de la uretra.
Prostatitis bacteriana crónica: Puede ser el resultado de una infección no completamente tratada o recurrente.
CPPS: No se conoce una causa específica, pero factores como el estrés, lesiones previas o disfunciones musculares pueden contribuir.
Prostatitis inflamatoria asintomática: Su causa exacta es desconocida, pero puede estar relacionada con infecciones previas o trastornos autoinmunes.
Factores de riesgo incluyen:
Edad (más común en hombres jóvenes y de mediana edad).
Infecciones del tracto urinario previas.
Uso de catéteres urinarios.
Relaciones sexuales sin protección.
Estrés crónico.
El diagnóstico se basa en:
Historia clínica detallada.
Examen físico, incluyendo el tacto rectal para evaluar el tamaño y sensibilidad de la próstata.
Análisis de orina y cultivos para identificar infecciones bacterianas.
Análisis de sangre, incluyendo niveles de antígeno prostático específico (PSA).
Cultivo de semen o secreción prostática en casos específicos.
Biopsia prostática en casos de sospecha de cáncer.
El tratamiento varía según el tipo:
Prostatitis bacteriana aguda: Antibióticos intravenosos seguidos de orales durante 4-6 semanas.
Prostatitis bacteriana crónica: Antibióticos prolongados, a veces durante meses.
CPPS: Alfa-bloqueantes para aliviar los síntomas urinarios, antiinflamatorios, fisioterapia pélvica, terapia de calor y manejo del estrés.
Prostatitis inflamatoria asintomática: Generalmente no requiere tratamiento, pero se monitorea regularmente.
En casos graves, pueden ser necesarios procedimientos quirúrgicos para drenar abscesos o aliviar obstrucciones.
Para reducir el riesgo:
Mantener una buena higiene personal.
Evitar el uso excesivo de catéteres urinarios
Aunque la prostatitis puede ser incómoda y dolorosa, la mayoría de los casos no son graves si se tratan adecuadamente. Sin embargo, si no se trata o se diagnostica incorrectamente, algunas formas de prostatitis, como la bacteriana crónica, pueden causar complicaciones a largo plazo, como infecciones recurrentes o problemas urinarios persistentes. Además, en casos raros, la prostatitis grave no tratada puede dar lugar a la formación de abscesos prostáticos, que requieren intervención quirúrgica.
Es importante que cualquier hombre que experimente síntomas de prostatitis consulte a un especialista en urología para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado. Con un tratamiento temprano, la mayoría de los hombres se recuperan completamente sin complicaciones a largo plazo.
Varios factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar prostatitis, algunos de los cuales son modificables y otros no. Los principales factores de riesgo incluyen:
Edad: Aunque la prostatitis puede afectar a hombres de todas las edades, es más común en hombres jóvenes y de mediana edad. Sin embargo, la incidencia también aumenta con la edad, especialmente en lo que respecta a la prostatitis crónica.
Infecciones del tracto urinario previas: Si has tenido infecciones urinarias o problemas en las vías urinarias, puedes estar en mayor riesgo de desarrollar prostatitis.
Uso de catéteres urinarios: El uso de catéteres para drenar la orina en casos de obstrucción urinaria o cirugía previa aumenta el riesgo de
infecciones, que pueden provocar prostatitis.
Enfermedades de transmisión sexual (ETS): Las infecciones de transmisión sexual, como la gonorrea y la clamidia, pueden provocar prostatitis bacteriana.
Estrés crónico: El estrés prolongado puede afectar negativamente el sistema inmunológico y contribuir al desarrollo del síndrome de dolor pélvico crónico, una forma común de prostatitis.
Problemas en la función de la vejiga: Los problemas urinarios recurrentes, como la obstrucción urinaria o la dificultad para vaciar completamente la vejiga, pueden aumentar el riesgo de prostatitis.
El tratamiento de la prostatitis depende del tipo y la causa subyacente. Los principales enfoques incluyen:
Antibióticos: En los casos de prostatitis bacteriana, el tratamiento más común es con antibióticos. El tipo de antibiótico se elige en función del microorganismo causante de la infección.
Medicamentos antiinflamatorios: Para aliviar el dolor y la inflamación, se pueden recetar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno. Estos pueden ser útiles especialmente en casos de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico.
Alfa-bloqueantes: En algunos casos, especialmente cuando hay síntomas urinarios graves, los alfa-bloqueantes pueden ayudar a relajar los músculos de la próstata y la vejiga, facilitando la micción.
Terapia física: Para los hombres que sufren de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico, la fisioterapia pélvica puede ser
¿Cómo se trata la prostatitis?
El tratamiento de la prostatitis depende del tipo y la causa subyacente. Los principales enfoques incluyen:
Antibióticos: En los casos de prostatitis bacteriana, el tratamiento más común es con antibióticos. El tipo de antibiótico se elige en función del microorganismo causante de la infección.
Medicamentos antiinflamatorios: Para aliviar el dolor y la inflamación, se pueden recetar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno. Estos pueden ser útiles especialmente en casos de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico.
Alfa-bloqueantes: En algunos casos, especialmente cuando hay síntomas urinarios graves, los alfa-bloqueantes pueden ayudar a relajar los músculos de la próstata y la vejiga, facilitando la micción.
Terapia física: Para los hombres que sufren de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico, la fisioterapia pélvica puede ser
¿Cómo se trata la prostatitis?
El tratamiento de la prostatitis depende del tipo y la causa subyacente. Los principales enfoques incluyen:
Antibióticos: En los casos de prostatitis bacteriana, el tratamiento más común es con antibióticos. El tipo de antibiótico se elige en función del microorganismo causante de la infección.
Medicamentos antiinflamatorios: Para aliviar el dolor y la inflamación, se pueden recetar medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno. Estos pueden ser útiles especialmente en casos de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico.
Alfa-bloqueantes: En algunos casos, especialmente cuando hay síntomas urinarios graves, los alfa-bloqueantes pueden ayudar a relajar los músculos de la próstata y la vejiga, facilitando la micción.
Terapia física: Para los hombres que sufren de prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico, la fisioterapia pélvica puede ser
eficaz en la reducción de los síntomas.
Tratamientos quirúrgicos: En casos raros, si hay abscesos prostáticos o si el tratamiento conservador no funciona, puede ser necesario un drenaje quirúrgico o incluso una prostatectomía parcial.
La prostatitis puede afectar significativamente la calidad de vida de los hombres que la padecen, especialmente si los síntomas son crónicos o recurrentes. Los efectos más comunes incluyen:
Dolor: El dolor pélvico, la disfunción eréctil y el dolor durante la eyaculación son comunes, lo que puede afectar la vida sexual y emocional de los pacientes.
Alteración de la función urinaria: La prostatitis puede hacer que los hombres necesiten orinar con mayor frecuencia, especialmente durante la noche, lo que puede interrumpir el sueño y llevar a la fatiga.
Ansiedad y depresión: La naturaleza dolorosa y crónica de la prostatitis puede generar sentimientos de frustración, ansiedad y depresión, especialmente si el tratamiento no ha sido eficaz.
La prostatitis es una afección común, pero tratable que afecta a muchos hombres en todo el mundo. Si experimentas síntomas de prostatitis, es fundamental consultar con un especialista en urología para un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento personalizado. En Quirónsalud, contamos con un equipo altamente especializado y con experiencia en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades prostáticas. ¡No dejes que los síntomas interfieran en tu calidad de vida, consulta con nosotros!
Si tienes dudas o sospechas de prostatitis, agenda una cita con nuestros expertos de urología en Quirónsalud.
Más información en los Servicios de Urología de Quirónsalud Torrevieja, Valencia, Alicante y Murcia
Doctor Juanjo Monserrat, jefe del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Valencia
Las piedras en los riñones, también conocidas como cálculos renales, son una afección común que puede causar dolor intenso y complicaciones en la salud renal. La prevención es clave, y una de las formas más efectivas de evitar su formación es a través de una dieta adecuada. En este post, te contamos cómo una alimentación equilibrada puede ayudar a prevenir los cálculos renales y mantener tus riñones saludables.
Las piedras en los riñones son depósitos duros que se forman cuando ciertos minerales y sales en la orina se cristalizan. Los tipos más comunes incluyen:
Oxalato de calcio: El tipo más frecuente, formado por calcio y oxalato.
Fosfato de calcio: Asociado con niveles elevados de calcio en la orina.
Ácido úrico: Se forma cuando hay un exceso de ácido úrico en la orina.
Estruvita: Asociado con infecciones del tracto urinario.
Cistina: Rara, pero hereditaria.
Factores como la deshidratación, una dieta rica en sal y proteínas animales, y antecedentes familiares pueden aumentar el riesgo de desarrollar cálculos renales.
La alimentación juega un papel crucial en la prevención de los cálculos renales. Una dieta inadecuada puede aumentar la concentración de sustancias que forman piedras en la orina, mientras que una dieta equilibrada puede ayudar a diluir la orina y reducir la formación de cristales. Es esencial:
Mantener una hidratación adecuada: Beber suficiente agua ayuda a diluir la orina y previene la formación de cristales.
Limitar el consumo de sal: El exceso de sodio puede aumentar la excreción de calcio en la orina, favoreciendo la formación de cálculos.
Reducir la ingesta de proteínas animales: Un alto consumo de proteínas puede aumentar la excreción de calcio y ácido úrico.
Consumir alimentos ricos en citrato: El citrato inhibe la formación de cálculos y se encuentra en frutas como limones, naranjas y pomelos.
Para reducir el riesgo de formación de piedras en los riñones, es recomendable evitar o limitar:
Alimentos ricos en oxalatos: Espinacas, remolacha, ruibarbo, nueces, chocolate y té.
Alimentos con alto contenido de sal: Comidas procesadas, embutidos, conservas y salsas comerciales.
Bebidas azucaradas y refrescos: Contienen fructosa y ácido fosfórico, que pueden contribuir al desarrollo de piedras.
Suplementos de vitamina C en dosis altas: El exceso de vitamina C se convierte en oxalato en el cuerpo.
Incorporar los siguientes alimentos en tu dieta puede ayudar a prevenir los cálculos renales:
Frutas cítricas: Limones, naranjas y pomelos son ricos en citrato, que inhibe la formación de cálculos.
Frutas y verduras frescas: Aumentan la ingesta de líquidos y proporcionan antioxidantes que protegen los riñones.
Alimentos ricos en calcio: Consumir cantidades adecuadas de calcio de fuentes alimenticias puede ayudar a reducir el riesgo de cálculos de oxalato cálcico.
Alimentos ricos en fibra: Ayudan a reducir la absorción de sustancias que pueden formar cristales en la orina.
Mantener una hidratación adecuada es esencial para prevenir los cálculos renales. Se recomienda:
Beber entre 2,5 y 3 litros de líquidos al día.
Asegurarse de que la orina sea de color claro, lo que indica una hidratación adecuada.
Evitar bebidas que pueden contribuir a la formación de cálculos, como refrescos azucarados y bebidas con cafeína.
Contrario a la creencia popular, consumir cantidades adecuadas de calcio en la dieta puede ayudar a prevenir la formación de cálculos renales. El calcio se une al oxalato en el intestino, reduciendo la cantidad de oxalato que llega a los riñones. Es importante obtener calcio de fuentes alimenticias, como lácteos bajos en grasa, vegetales de hojas verdes y alimentos fortificados.
Un alto consumo de proteínas animales puede aumentar la excreción de calcio y ácido úrico en la orina, lo que favorece la formación de cálculos renales. Se recomienda:
Limitar la ingesta de proteínas animales a 120-150 gramos al día.
Optar por fuentes de proteínas vegetales, como legumbres, frutos secos y tofu.
Evitar el consumo excesivo de batidos proteicos, que pueden aumentar rápidamente la ingesta de proteínas.
Una dieta rica en fibra puede ayudar a prevenir la formación de cálculos renales al mejorar el tránsito intestinal y reducir la absorción de sustancias que podrían precipitar y formar los cálculos. Se recomienda:
Consumir alimentos integrales como granos enteros, legumbres, frutas y verduras.
Incluir una variedad de fuentes de fibra en la dieta diaria.
En general, es preferible obtener los nutrientes necesarios a través de una dieta equilibrada. Sin embargo, en algunos casos, los suplementos pueden ser necesarios:
Citrato potásico: Puede ser recomendado por un profesional de la salud para prevenir ciertos tipos de cálculos.
Suplementos de calcio: Solo si se indica para corregir deficiencias.
Evitar suplementos de vitamina C en dosis altas, ya que el exceso se convierte en oxalato en el cuerpo.
Además de una dieta adecuada, otros hábitos de vida que pueden ayudar a prevenir los cálculos renales incluyen:
Mantener un peso corporal saludable.
Controlar la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre.
Evitar la deshidratación, especialmente en climas calurosos o durante el ejercicio.
Realizar ejercicio físico regularmente para mejorar la salud general.
Adoptar una dieta equilibrada y mantener hábitos de vida saludables son fundamentales para prevenir la formación de cálculos renales. Si tienes antecedentes de cálculos renales o factores de riesgo, es recomendable consultar con un especialista en urología.
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Texto elaborado por el doctor Guillermo Conde, jefe de los Servicios de Urología de Quirónsalud Tenerife, Quirónsalud Costa Adeje y Quirónsalud Vida
La prostatectomía radical es un procedimiento quirúrgico esencial en el tratamiento del cáncer de próstata. Los expertos en urología y tumores de cáncer de próstata de Quirónsalud te contamos más sobre la prostatectomía radical. Si estás considerando esta cirugía o simplemente quieres saber más al respecto, te contamos todo lo que necesitas saber.
La prostatectomía radical es una cirugía que consiste en la extirpación completa de la próstata, así como de los tejidos circundantes y, a veces, de los ganglios linfáticos cercanos. Este procedimiento se realiza generalmente para tratar el cáncer de próstata localizado. El objetivo principal es eliminar el tumor y prevenir su diseminación a otras partes del cuerpo.
La prostatectomía radical se recomienda en los siguientes casos:
- Cáncer de próstata localizado. Cuando el cáncer está confinado a la próstata y no se ha diseminado a otras partes del cuerpo.
- Crecimiento agresivo. Si el cáncer de próstata muestra características agresivas que podrían llevar a una rápida progresión.
- Opciones de tratamiento. Cuando otras opciones de tratamiento, como la radioterapia, no son adecuadas o el paciente prefiere la cirugía.
La prostatectomía radical se puede realizar de dos maneras:
Mediante cirugía abierta:
Se realiza una incisión en el abdomen para extirpar la próstata. Aunque es efectiva, puede requerir un tiempo de recuperación más largo.
Utiliza herramientas pequeñas y cámaras para realizar la cirugía a través de pequeñas incisiones. Esta técnica suele tener un tiempo de recuperación más corto y menos complicaciones.
El procedimiento puede durar entre 2 y 4 horas y se realiza bajo anestesia general.
Para saber qué tipo de procedimiento va mejor con tu caso, consulta con un especialista en urología, quien se encargará de estudiar, analizar y hacer seguimiento de tu caso para cuidar tu salud.
Como con cualquier cirugía, la prostatectomía radical conlleva ciertos riesgos y efectos secundarios potenciales:
- Incontinencia urinaria, puede ocurrir pérdida de control de la vejiga, que generalmente mejora con el tiempo y la rehabilitación.
- Disfunción eréctil, puede haber dificultades para lograr o mantener una erección, aunque existen opciones de tratamiento disponibles.
- Efectos secundarios generales, dolor, hinchazón y riesgo de infección son comunes, pero manejables con cuidados postoperatorios adecuados.
La recuperación tras una prostatectomía radical varía según la técnica utilizada y el estado general del paciente. En general, podemos decir que se trata de:
- Estancia hospitalaria. Puede durar entre 1 y 3 días.
- Recuperación en casa. La mayoría de los pacientes pueden retomar actividades normales en 4 a 6 semanas.
- Rehabilitación. Se recomienda la fisioterapia del suelo pélvico para ayudar con la recuperación de la continencia urinaria.
La prostatectomía radical es una opción eficaz para tratar el cáncer de próstata, pero es esencial comprender el procedimiento, los riesgos y la recuperación. Si tienes más preguntas o necesitas asesoramiento especializado, no dudes en contactar con los expertos de Quirónsalud para recibir orientación y atención personalizada.
¿Quieres saber más sobre la prostatectomía radical o necesitas una consulta con un especialista? Contacta a los urólogos de Quirónsalud hoy mismo y obtén la información y apoyo que necesitas.
Más información en Quirónsalud Tenerife y Quirónsalud Torrevieja
Texto elaborado por el doctor Juan José Monserrat, jefe de urología de Quirónsalud Valencia
Consulta también con nuestros especialistas en urología de Quirónsalud Alicante, Murcia y Torrevieja.
La cirugía urológica ha ido mejorando exponencialmente gracias a los diferentes avances tanto tecnológicos como en la investigación de nuevos procedimientos.
Actualmente, el cáncer de riñón se encuentra entre los 10 cánceres más comunes en ambos géneros. Su incidencia se sitúa en el 2,02% en hombres, es decir, 1 de 46 y en el 1,03% en mujeres, lo que equivale a 1 de 80.
Dentro de los tratamientos de esta enfermedad se encuentra la extirpación completa del riñón, pero existen diferentes alternativas, siendo una de las más distinguidas e innovadores la cirugía conservadora de riñón o nefrectomía parcial.
Esta intervención es muy favorable para el estado de salud y la calidad de vida de los pacientes, siendo la primera opción en una gran cantidad de casos.
Es la cirugía que se lleva a cabo para tratar problemas en el riñón, eliminando la zona enferma y conservando el resto de riñón sano.
La cirugía conservadora de riñón, conocida también como nefrectomía parcial, se considera como una de las primeras opciones en las personas que se encuentran en la etapa inicial del cáncer de riñón.
Este tipo de cirugía se debe realizar en los tumores sólidos de riñón en los que sea factible su extirpación con unos criterios oncológicos de seguridad, y siempre que pueda conservarse un resto valioso de riñón funcionante.
Puedes consultar sobre este tipo de cirugía con los profesionales en urología de Quirónsalud.
En Quirónsalud contamos con el cirujano con mayor experiencia en esta técnica de la Comunidad Valenciana, el doctor Juan José Monserrat.
En cuanto al procedimiento, la vía de acceso es laparoscópica con mínimas incisiones por las que se introducen los instrumentos quirúrgicos. Para identificar la parte enferma y sus límites resulta de gran ayuda, y a menudo imprescindible, la posibilidad de realizar una ecografía intracorpórea.
Para ello, en Quirónsalud disponemos de una sonda ecográfica que se introduce por uno de los puertos de acceso y marca con exactitud dónde está la lesión y cuáles son sus límites.
Una vez extirpada se extrae dentro de una bolsa, por una de las pequeñas incisiones.
Consulta sobre este tipo de cirugía con los profesionales de Quirónsalud.
Este tipo de cirugía se lleva a cabo sobre todo para tratamiento de tumores, pero también es muy útil para cálculos, anomalías congénitas y grandes quistes.
Además, también se lleva a cabo para otro tipo de intervenciones como:
- Infección de riñón causada por enfermedades benignas.
- Traumatismo que lleve a lesiones en el riñón.
- Casos de hipertensión arterial por compresión de la arteria renal.
Fundamentalmente, la preparación de este tipo de intervención conlleva una analítica de orina y sangre, un electrocardiograma, una radiología de tórax y un estudio de filtrado glomerular.
Respecto al paciente, debe seguir las siguientes indicaciones:
- Ayunar como mínimo durante las 8 horas previas a la operación.
- No fumar en la semana previa a la intervención, ya que favorecerá tanto la recuperación postoperatorio como la cicatrización.
- No consumir antiinflamatorios una semana antes de la cirugía.
El tiempo de recuperación de una cirugía conservadora de riñón, varía dependiendo del paciente, pero por regla general se trata de una recuperación muy sencilla y rápida.
Posteriormente, el paciente permanece en reposo relativo en su domicilio durante dos semanas y seguidamente se incorpora a su actividad normal de forma progresiva.
Para acelerar la recuperación, se deben tener en cuenta factores como:
Evitar los esfuerzos físicos. Evitando levantar todo tipo de objetos pesados.
Añadir líquidos en la dieta. Es decir, incluyendo una mayor cantidad de agua en el día a día.
Incrementar sutilmente el ejercicio. El paciente no debe exigirse demasiado y consultar el tipo y tiempo de ejercicio con su cirujano responsable.
Existen una gran cantidad de evidencias respecto a los beneficios de las cirugías laparoscópicas frente a las intervenciones tradicionales de cirugía abierta.
Tanto beneficios para los cirujanos, como la mayor visibilidad a la hora de operar, como para los pacientes, destacando la mejora del postoperatorio y la reducción de complicaciones.
Por tanto, aparte de los enormes beneficios del abordaje laparoscópico comparados con la cirugía abierta tradicional, con mínimas incisiones que permiten una recuperación y una reincorporación muy rápida a las actividades habitual, está el enorme valor del resto de riñón que se pueda conservar, para asegurar una función renal normal, sin sobrecargar el riñón sano.
El Servicio de Urología de Quirónsalud Valencia está formado por grandes profesionales, además tienen a su disposición el pionero transductor laparoscópico que no se encuentra en ningún otro hospital privado.
Texto elaborado por la Doctora Luz Moratalla, uróloga de Quirónsalud Valencia.
Consulta también con nuestros especialistas en urología de Quirónsalud Alicante, Quirónsalud Murcia y Quirónsalud Torrevieja.
Las infecciones de orina, también conocidas como infecciones del tracto urinario (ITU), son un problema común y molesto que afecta a muchas personas en algún momento de su vida.
En este post, nuestros expertos en urología de Quirónsalud comparten algunos consejos para prevenir estas infecciones y mantener una salud urinaria óptima.
La infección de orina es una inflamación del tractor urinario inferior, en este caso la vejiga, en respuesta a un microorganismo, que con mayor frecuencia se trata de una bacteria.
Factores de riesgo de las infecciones de orina
Las infecciones de orina se asocian a un mal vaciado de la vejiga, a la ingesta escasa de líquidos, a la diabetes mellitus, a la menopausia, al estreñimiento, a las relaciones sexuales, y sobre todo, en verano, a la humedad de la ropa de baño.
Los síntomas de una infección de orina en mujeres pueden variar, pero los más comunes incluyen:
Dolor o ardor al orinar (disuria).
Urgencia y frecuencia aumentada para orinar.
Orina turbia o con mal olor.
Sensación de vaciado incompleto de la vejiga.
Dolor en el bajo vientre o dolor lumbar.
El verano es una época muy propensa de infecciones de orina. Es por esto, que los urólogos de Quirónsalud salud a menudo recomiendan:
Hidratarse bien en verano, bebe cuando tengas sed, una cantidad recomendable serían 1.5-2L de líquidos al día, especialmente agua.
Vacía con frecuencia la vejiga, orina cuando tengas ganas y no aguantes más de 4-5h sin orinar.
Come fibra para corregir el estreñimiento.
Orina después de las relaciones sexuales.
Evita la ropa interior muy ajustada y de fibra sintética y llévate una muda seca para cambiarla por la mojada si vas a la playa o la piscina en verano.
El tratamiento de la infección de orina en mujeres generalmente implica el uso de antibióticos prescritos por un médico. Es importante completar el ciclo de medicación según las indicaciones para asegurar la erradicación de las bacterias causantes de la infección.
Además de los hábitos dietéticos (buena hidratación oral, ingesta de fibra), es recomendable cambiar la ropa de baño húmeda por una seca y evitar el uso de ropa interior ajustada tipo tanga.
En general, la buena hidratación y el vaciado frecuente de la vejiga disminuyen la probabilidad de infección de orina.
Hay en el mercado sustancias naturales compuestas por concentrado de arándano rojo americano (cantidad recomendada de 120-240mg/día), D-manosa (cantidad recomendada 2g/día) y probióticos (las cepas de Lactobacillus más efectivas son: L. rhamnosus, L. reuteri, L. casei shirota, y L. crispatus) que también ayudan a prevenirlas.
No hay estudios que avalen el evitar productos perfumados para la higiene íntima como medida de prevención de las infecciones de orina.
Cuidar de nuestra salud urinaria es fundamental para evitar las molestias y complicaciones asociadas con las infecciones de orina.
Si experimentas síntomas de infección de orina, como dolor o ardor al orinar, urgencia frecuente o presencia de sangre en la orina, es importante que consultes con un especialista en urología para recibir un diagnóstico adecuado y un tratamiento oportuno.
Consulta con nuestros especialistas en urología.
En este Blog encontrarás respuestas a todas tus dudas acerca de todas las enfermedades urológicas que afectan a hombres y mujeres para que puedas identificar sus síntomas así como cuáles son los tratamientos más seguros y efectivos.
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