Contractura muscular
¿Por qué se producen las contracturas musculares? Toda la información sobre sus causas, sus síntomas y sus tratamientos.
Síntomas y causas
Se denomina contractura muscular a la contracción involuntaria y sostenida de un conjunto de fibras musculares que provoca rigidez y limitación de movimientos. Es una lesión muy frecuente que puede afectar a toda clase de personas. Las contracturas más habituales se producen en las lumbares, las cervicales y las piernas. Esta afección no reviste gravedad, pero puede resultar muy molesta.
Atendiendo a su fisiopatología, se distinguen tres tipos de contracturas musculares:
- Contracturas antiálgicas o compensadoras: son secundarias a un dolor existente, generalmente en una articulación. Los músculos se contraen para inmovilizar la estructura dolorosa y reducir el dolor. Cuando el dolor en la articulación mejora, la contractura en los músculos circundantes se atenúa o desaparece.
- Contracturas álgicas: la actividad anormal en el músculo produce la contracción que, a su vez, provoca el dolor.
- Calambres: tensión repentina e inesperada de uno o más músculos, acompañada de una descarga eléctrica por estimulación del nervio correspondiente. Tiene una duración muy breve, unos segundos o pocos minutos, y se alivian con el estiramiento del músculo.
- Contracturas metabólicas: se producen por los cambios metabólicos del organismo para producir el movimiento.
- Contracturas análgicas: son contracturas que cursan sin dolor. Pueden ser retracciones musculares fijas, como en el caso de las distrofias.
Según su duración, se dividen en:
- Contracturas variables o transitorias: se producen por una causa puntual, y duran poco tiempo.
- Contracturas crónicas y progresivas: son más severas y persisten durante un tiempo prolongado.
Síntomas
Los síntomas más habituales de una contractura son los siguientes:
- Dolor muscular. Puede ser local, en la zona afectada, o referido, en las zonas circundantes.
- Nudo: abultamiento duro de la zona, cuando el músculo no se relaja y sigue contraído.
- Rigidez y pérdida de flexibilidad.
- Limitación de la movilidad.
- Debilidad muscular.
Causas
El origen de las contracturas depende de su tipo:
- Las contracturas álgicas se deben principalmente a una sobrecarga muscular por un sobreesfuerzo físico o un movimiento brusco, especialmente en una musculatura debilitada: el músculo se contrae para evitar la rotura de fibras.
- Las contracturas antiálgicas se producen como respuesta a un traumatismo o una lesión: la musculatura tiende a contraerse como protección.
- Las contracturas análgicas, por su parte, suelen ocasionarse por el mantenimiento continuo de malas posturas, el estrés o la realización de movimientos repetitivos.
- En ocasiones, se pueden producir contracturas por deshidratación y déficit de magnesio, potasio o glucosa, ya que son sustancias fundamentales para el correcto funcionamiento del músculo.
Factores de riesgo
La probabilidad de padecer contracturas aumenta en estas condiciones:
- Actividad deportiva intensa o excesiva.
- Exceso de sedentarismo, ya que la falta de actividad debilita los músculos.
- Presencia de lesiones musculares, óseas y articulares.
- Puesto de trabajo que obliga a mantener una postura estática o a realizar movimientos repetitivos constantes (por ejemplo, una oficina o una cadena de montaje).
- Edad avanzada: los músculos pierden elasticidad con el tiempo.
- Situaciones de estrés emocional que mantienen al cuerpo en tensión constante.
- Frio ambiental: el frío provoca un encogimiento involuntario del cuerpo para mantener la temperatura corporal. Esta postura puede sobrecargar la musculatura.
Complicaciones
Una contractura no tratada corre el riesgo de cronificarse, causando dolor constante y recurrente en la zona y limitando completamente su movilidad, lo que puede afectar significativamente a la realización de las actividades rutinarias y llegar a ser incapacitante. Para compensar ese dolor y esa limitación, el cuerpo puede adoptar posturas anómalas que, a su vez, pueden originar nuevas contracturas y lesiones. Asimismo, la falta de movilidad puede llegar a convertirse en una atrofia muscular que reduzca el tamaño y la fuerza del músculo. En ocasiones, además, la contractura puede comprimir los nervios adyacentes, provocando síntomas neurológicos como entumecimiento, debilidad o dolor neuropático.
Prevención
Para prevenir las contracturas musculares se pueden seguir estos consejos:
- Hacer estiramientos antes y después de practicar ejercicio.
- Mantener una postura corporal correcta, sin realizar posturas ni movimientos forzados.
- Evitar posturas estáticas y movimientos repetitivos. Si no es posible, se deben realizar estiramientos cada dos horas en las zonas más afectadas.
- Hacer ejercicio regular para mantener un buen tono muscular.
- Reducir los niveles de estrés mediante técnicas de relajación.
¿Qué médico trata la contractura muscular?
Las contracturas musculares son evaluadas y tratadas por especialistas en Traumatología y Cirugía Ortopédica, Anestesiología y Reanimación, Fisioterapia y en la Unidad del Dolor.
Diagnóstico
El diagnóstico de una contractura muscular suele resultar sencillo, ya que solamente es necesaria la exploración física. Para ello, se realiza una cuidadosa palpación de la zona afectada en busca de abultamientos o áreas con mayor resistencia, que indican una contracción de las fibras. También se comprueba la presencia de dolor y su relación o no con la movilidad del músculo afectado.
Tratamiento
El tratamiento adecuado para una contractura muscular depende del origen y la gravedad de la misma:
- Aplicación de calor: el calor tiene un efecto vasodilatador, relaja el músculo y calma el dolor.
- Tratamiento farmacológico: administración de analgésicos, antiinflamatorios o relajantes musculares.
- Masoterapia: además de su efecto relajante y analgésico, los masajes manuales aumentan el flujo sanguíneo, lo que mejora la recuperación de los tejidos y la eliminación de metabolitos.
En caso de contracturas severas que no remiten con masaje o medicación, se puede aplicar lo siguiente:
- Punción seca: se introduce una aguja de acupuntura en la piel hasta llegar al punto, o nudo muscular, que genera el dolor, para liberar directamente la tensión muscular y eliminar el dolor.
- Estimulación eléctrica transcutánea: se aplica una corriente eléctrica sobre la piel de la zona afectada para reducir el dolor.
- Iontoforesis transcutánea: se introducen medicamentos ionizados a través de la piel mediante la aplicación de corriente de baja intensidad a los tejidos.
- Terapia láser: se aplican longitudes de onda de luz específicas que tienen efecto analgésico y antiinflamatorio.