Espondilodiscitis

¿La espondilodiscitis tiene cura? Toda la información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos de esta enfermedad.

Síntomas y causas

La espondilodiscitis, o espondilodiscitis infecciosa, es una enfermedad poco frecuente que causa un proceso inflamatorio progresivo que afecta a los discos intervertebrales y a las vértebras de la columna. Esta inflamación produce degeneración, debilidad y anquilosis de las estructuras vertebrales. Generalmente se manifiesta en la zona lumbar o dorsal, aunque en ocasiones aparece en el área cervical.

La enfermedad tiene un desarrollo lento y cursa con síntomas similares a otras patologías, por lo que suele tener un diagnóstico tardío. Es habitual en niños menores de seis años.

Síntomas

La sintomatología de la espondilodiscitis varía según se manifieste en un niño o en un adulto:

  • Espondilodiscitis en niños: suele aparecer entre los dos y los cinco años.
    • Irritabilidad.
    • Dolor lumbar.
    • Dolores o molestias al sentarse, flexionar el tronco o andar, algo que provoca rechazo de la marcha y del gateo.
    • Puede aparecer cojera.
    • En casos infrecuentes, dolor de cadera, rigidez y reducción de reflejos.
  • Espondilodiscitis en adultos:
    • Dolor lumbar o en las caderas.
    • Dolor y dificultad para andar.
    • Reducción del rango del movimiento.
    • Hipersensibilidad al tacto.
    • Dolor nocturno que solo se alivia parcialmente en posición decúbito supino.
    • En algunas ocasiones, fiebre.
    • Dolor torácico, dolor abdominal y náuseas, si están afectadas las vértebras de la región torácica.

Causas

No existe consenso respecto a las causas de la espondilodiscitis, pero la teoría más aceptada es que tiene su origen en una infección bacteriana, habitualmente por un estafilococo o una micobacteria. La forma de infección principal es hematógena, esto es, se disemina a través de los vasos sanguíneos desde un foco infeccioso primario ubicado en otra parte del cuerpo. Asimismo, se puede extender desde un foco contiguo, como una infección cervical o pélvica. En ocasiones, la infección puede ser secundaria a una intervención quirúrgica, como una punción lumbar o una infiltración con anestesia. Sin embargo, algunos autores proponen un traumatismo como desencadenante de la enfermedad, mientras que otros consideran que se trata de un cuadro exclusivamente inflamatorio.

Factores de riesgo

La espondilodiscitis puede afectar a cualquier persona, pero ciertos factores de riesgo aumentan las probabilidades de contraer una infección:

  • Edad avanzada.
  • Infección previa.
  • Diabetes.
  • Afecciones crónicas, como insuficiencia renal o enfermedad hepática.
  • Enfermedades reumatológicas.
  • Trastornos del sistema inmune.
  • Antecedentes de cirugía espinal.
  • Procedimientos médicos invasivos, como cateterismos o punciones.
  • Consumo de drogas intravenosas.
  • Lesiones en la columna vertebral.

Complicaciones

Si la espondilodiscitis no es diagnosticada y tratada a tiempo, puede acarrear daños graves:

  • Trastornos neurológicos, si la inflamación provoca una compresión de la médula espinal: debilidad, entumecimiento, parálisis de las extremidades o pérdida de control de esfínteres.
  • Abscesos espinales: formación de una bolsa de pus en la médula. El absceso puede causar dolor por la presión que ejerce en las áreas circundantes y, si se rompe, puede diseminar la infección a otras partes del cuerpo.
  • Pérdida de la integridad estructural y de la estabilidad de la columna por la degeneración progresiva de los discos. Esto también puede provocar deformidades espinales, limitaciones en la movilidad y dolor crónico.

Prevención

Para prevenir la espondilodiscitis se pueden tomar ciertas medidas encaminadas a reducir el riesgo de infecciones:

  • Mantener una higiene adecuada, con lavado de manos frecuente.
  • Limpiar y proteger las heridas.
  • Mantener las vacunaciones al día.
  • Fortalecer el sistema inmune mediante dieta sana y ejercicio regular.

¿Qué médico trata la espondilodiscitis?

La espondilodiscitis es evaluada y tratada por los especialistas en neurocirugía, reumatología pediátricaReumatología PediátricaReumatología y cirugía ortopédica y traumatología.

Diagnóstico

Después de analizar los síntomas, se llevan a cabo diferentes pruebas para diagnosticar la espondilodiscitis:

  • Examen físico para valorar el dolor y la estabilidad en la columna.
  • Análisis de sangre para comprobar marcadores de inflamación e infección: se miden los niveles de leucocitos, la velocidad de sedimentación globular y la proteína C reactiva.
  • Pruebas de diagnóstico por imagen, como radiografía, resonancia magnética o tomografía computarizada, para examinar las partes blandas y los elementos óseos de la columna e identificar signos de inflamación, degeneración ósea y abscesos.
  • Hemocultivos para identificar al agente patógeno causante.
  • Biopsia: si el hemocultivo no es concluyente, se extrae una muestra de tejido del disco intervertebral y se analiza en busca de patógenos.

Tratamiento

El tratamiento se realizará en función de la gravedad de la espondilodiscitis:

  • Antibióticos específicos por vía intravenosa para eliminar la infección.
  • Antiinflamatorios no esteroideos para aliviar el dolor.
  • Inmovilización mediante corsé, faja o collarín.
  • Fisioterapia, si existen deformidades o persisten las limitaciones del movimiento.
  • Cirugía: solo en caso de déficit neurológico, inestabilidad de la columna, abscesos o dolor intratable.
    • Desbridamiento: se eliminan los abscesos y los tejidos infectados.
    • Artrodesis: se fusionan de manera permanente las vértebras dañadas para estabilizar la columna.
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