Pie cavo
Toda la información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos más frecuentes para el exceso de curvatura del arco del pie.
Síntomas y causas
El pie cavo es una condición en la que el arco del pie es más alto de lo normal. Esta deformidad hace que el peso del cuerpo se distribuya anormalmente en la planta, algo que afecta tanto a la marcha como a la forma en que se permanece de pie.
Según su posición en el plano sagital, que es un corte anatómico imaginario que divide el cuerpo en dos partes, puede ser de tres tipos:
- Pie cavo anterior: es el más frecuente. Los músculos de tracción están desequilibrados, por lo que los metatarsianos se colocan en posición vertical y los dedos quedan en garra.
- Pie cavo posterior: el músculo tríceps sural que recorre la pantorrilla se paraliza y el tendón de Aquiles pierde fuerza. Como consecuencia, el talón se eleva (verticalización del hueso calcáneo) y los dedos quedan flexionados hacia arriba o hacia abajo.
- Pie cavo mixto: es una combinación de los anteriores, por lo que hay deformidad tanto en el antepié (flexión plantar) como en el retropié (talón desviado hacia dentro).
El pronóstico del pie cavo varía dependiendo de la gravedad y de los motivos que la causen. Por norma general, si se recibe el tratamiento adecuado no deriva en complicaciones graves.
Síntomas
El pie cavo produce los siguientes síntomas:
- Dolor en el arco, los dedos o el talón.
- Inestabilidad.
- Dificultad para mantener el equilibrio.
- Alteraciones de la marcha.
- Calambres en los dedos.
- Callosidades o durezas en la planta, el talón o los dedos.
- Tensión muscular.
Causas
El pie cavo puede darse por causas diferentes:
- Trastornos neurológicos: son las más frecuentes, pero las más complicadas de tratar:
- Enfermedad de Charcot-Marie-Tooth: los músculos son más débiles y pequeños de lo habitual.
- Parálisis cerebral: puede provocar falta de coordinación o debilidad muscular.
- Espina bífida: malformación de la columna vertebral y la médula espinal.
- Distrofia muscular.
- Poliomielitis.
- Desequilibrios musculares: algunos músculos se debilitan o se vuelven demasiado dominantes.
- Traumatismos o lesiones.
- Alteraciones genéticas que se heredan de padres a hijos.
- Tratamiento inadecuado de otras patologías del pie.
- Pie cavo idiopático: se desconocen los motivos por los que se produce.
Factores de riesgo
El riesgo de desarrollar un pie cavo aumenta en estos casos:
- Predisposición genética.
- Fracturas de los huesos del pie que no se hayan tratado adecuadamente.
- Lesiones en la fascia plantar, que es el tejido conectivo que va desde el talón hasta los dedos.
- Enfermedades neurológicas descritas anteriormente.
- Desequilibrios musculares.
Complicaciones
Las complicaciones más frecuentes del pie cavo son:
- Dedos en garra: quedan encogidos por una hiperextensión de las articulaciones interfalángica distal y proximal.
- Dedos en martillo: el dedo queda flexionado hacia abajo por un defecto en la articulación interfalángica proximal.
- Dolor crónico.
- Inestabilidad en el tobillo.
- Rigidez articular.
- Tendinitis.
- Tendencia a los esguinces.
Prevención
El pie cavo no siempre se puede prevenir, pero se pueden adoptar algunas medidas para reducir el riesgo:
- Utilizar calzado cómodo que proporcione soporte, amortiguación y se ajuste sin apretar. Se recomienda evitar zapatos que causen inestabilidad.
- Hacer ejercicios para fortalecer los músculos de las piernas y los pies.
- Evitar deportes de impacto, como corre o saltar. Es preferible montar en bicicleta, nadar o caminar.
¿Qué médico trata el pie cavo?
Dependiendo de sus características, el pie cavo puede tratarse en las especialidades de podología o traumatología y cirugía ortopédica.
Diagnóstico
El pie cavo se diagnostica mediante diversas pruebas:
- Examen físico: se observa la anatomía del pie, se palpa para valorar el dolor y la flexibilidad, se comprueba el arco, se estudia la marcha y se valora el apoyo de la planta en el suelo.
- Evaluación neurológica: sirven para identificar posibles alteraciones del sistema nervioso:
- Electromiografía: mide la actividad eléctrica de los músculos y la velocidad de trasmisión de los nervios.
- Estudios de conducción nerviosa: evalúa la rapidez y la eficacia de los nervios al enviar señales eléctricas.
- Radiografías: ofrecen imágenes de las estructuras internas del pie que permiten detectar deformidades o alteraciones en la alineación de los huesos.
Tratamiento
El pie cavo puede tratarse de diversas formas, dependiendo de las características del paciente y de la gravedad de los síntomas:
- Plantillas ortopédicas personalizadas para distribuir la presión de forma homogénea en la planta del pie.
- Fisioterapia: tanto la terapia manual como los ejercicios específicos mejoran la función del pie y alivian el dolor.
- Órtesis de tobillo: soporte ortopédico que ofrece un soporte adicional y ayuda a estabilizar el pie.
- Cirugía: se recurre a la intervención quirúrgica cuando los tratamientos conservadores no ofrecen buenos resultados. Esta intervención consiste en la realineación de los huesos y la recolocación de los tendones para que el pie recupere la estabilidad perdida.









































































































