Pitiriasis versicolor
Toda la información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos para esta infección por hongos que afecta a la piel.
Síntomas y causas
La pitiriasis versicolor es una infección fúngica causada por el hongo Malassezia furfur (anteriormente conocido como Pityrosporum Ovale) que afecta a la epidermis, la capa más superficial de la piel. También llamada tiña versicolor, se caracteriza por la formación de pequeñas manchas redondeadas que tienen un color diferente en invierno, cuando son más oscuras, que, en verano, que son blancas debido a que los hongos impiden la pigmentación solar.
La Malassezia furfur es un hongo que está presente de forma natural en la piel de los humanos, sobre todo, en las zonas donde hay una concentración alta de glándulas seborreicas (cuero cabelludo, parte superior del tronco, pliegues de la piel). Normalmente, no causa enfermedad, pero puede provocar una infección cuando prolifera debido a factores externos, por lo que no se trata de una enfermedad contagiosa.
La pitiriasis versicolor es una afección frecuente que responde adecuadamente a los tratamientos, por lo que tiene un buen pronóstico.
Síntomas
Los síntomas más destacados de la pitiriasis versicolor son:
- Manchas oscuras en invierno y blancas en verano que suelen presentarse en:
- Cuero cabelludo.
- Cara: especialmente en la frente, las cejas, las aletas nasales y las zonas con barba y bigote.
- Detrás de las orejas.
- Hombros.
- Cuello.
- Parte superior de la espalda.
- Zona central del pecho.
- Descamación superficial.
- En ocasiones, picor leve.
Causas
La tiña versicolor se produce cuando el hongo Malassezia furfur, que suele estar en la piel sin producir ningún daño, se reproduce. Este crecimiento suele estar propiciado por el calor y la humedad.
A diferencia de la psoriasis, el acné o la dermatitis atópica, que suelen empeorar con la ansiedad o el estrés, las causas emocionales no están relacionadas con este tipo de pitiriasis.
Factores de riesgo
Las probabilidades de padecer pitiriasis versicolor aumentan en los siguientes casos:
- Climas húmedos y cálidos.
- Exceso de sudoración.
- Piel grasa.
- Uso de cosméticos aceitosos.
- Cambios hormonales.
- Sistema inmunológico debilitado.
Complicaciones
La pitiriasis versicolor no causa complicaciones graves, pero es posible que:
- Las manchas tarden mucho tiempo en desaparecer, incluso años.
- Reaparezca pasado un tiempo a pesar de haber respondido adecuadamente al tratamiento.
- El aspecto físico provoque problemas de autoestima.
Prevención
La mejor forma de prevenir la aparición de la pitiriasis versicolor es:
- Evitar los ambientes cálidos y húmedos, dentro de lo posible.
- Mantener la piel limpia y seca.
- Utilizar ropa que permita la transpiración.
- Controlar el sudor.
¿Qué médico trata la pitiriasis versicolor?
Los dermatólogos son los especialistas que diagnostican y tratan la pitiriasis versicolor.
Diagnóstico
El diagnóstico de la pitiriasis versicolor es eminentemente clínico. Suele bastar con analizar los síntomas y observar las manchas.
En caso de duda o cuando los síntomas puedan confundirse con otras patologías, se realiza alguna de estas pruebas:
- Signo de la uñada: se raspan las lesiones para comprobar la forma en que se descaman. En el caso de la pitiriasis versicolor, lo hacen de forma conjunta en forma de lámina.
- Lámpara de Wood: al observar las manchas provocadas por la tiña versicolor, se muestran de color amarillo.
- Dermatoscopia o biopsia: en los casos más complicados, se toma una muestra de la piel afectada y se observa en el microscopio. El diagnóstico se confirma cuando se observa la Malassezia furfur con estructuras unicelulares redondeadas u ovaladas con restos de hifas (filamentos que forman parte de la estructura del hongo) cortas.
Tratamiento
Por norma general, la pitiriasis versicolor se cura utilizando geles con sulfuro de selenio. Basta con lavar la piel de la forma habitual y mantener la espuma durante unos quince minutos antes de aclarar. En ocasiones, se combina con el uso de cremas con ketoconazol, terbinafina o miconazol.
En los casos más resistentes, se recurre a la administración de antimicóticos orales, normalmente, compuestos de ketoconazol, fluconazol o itraconazol.
Los especialistas recomiendan seguir un tratamiento (tópico u oral) que se administra dos veces al mes, o solamente durante los meses cálidos, para prevenir su reaparición.