Síndrome de Reiter

¿La artritis reactiva es curable? Toda la información sobre el síndrome de Reiter: síntomas, causas y tratamiento.

Síntomas y causas

El síndrome de Reiter, o artritis reactiva, es una enfermedad inflamatoria autoinmune que afecta a las articulaciones, la uretra, los ojos y, en ocasiones, la piel y las mucosas. Forma parte del grupo de las espondiloartropatías seronegativas, esto es, enfermedades inflamatorias autoinmunes sin presencia de factor reumatoide en sangre.

Se trata de una patología poco frecuente y muy compleja, ya que sus síntomas pueden espaciarse mucho en el tiempo, lo que complica el diagnóstico.

Síntomas

Los síntomas del síndrome de Reiter se manifiestan de forma escalonada. Los más frecuentes son:

  • Síntomas en el tracto urinario:
    • Uretritis: inflamación de la uretra.
    • Secreción uretral.
    • Dolor o dificultad para orinar.
    • Proctitis: inflamación de la próstata.
    • Cervicitis: inflamación del cuello del útero.
    • Aumento de la frecuencia urinaria.
  • Conjuntivitis: inflamación de la membrana transparente entre el párpado y el globo ocular. Produce enrojecimiento, picazón y secreción en el ojo.
    • Síntomas en las articulaciones: suelen afectar a más de una articulación y a un solo lado del cuerpo.
      • Dolor y rigidez articular, principalmente en caderas, rodillas, tobillos, pies o lumbares.
      • Entesitis: inflamación de los tendones y ligamentos en la zona de inserción con el hueso. Se manifiesta principalmente en el tendón de Aquiles.
      • Dactilitis: hinchazón de los dedos de las manos o de los pies.
  • Síntomas mucocutáneos: similares al cuadro clínico de la psoriasis.
    • Placas o pápulas escamosas y rojizas en la piel, principalmente en las plantas de los pies y las palmas de las manos. Es una erupción indolora.
    • Úlceras o lesiones en la mucosa oral, la lengua, el paladar, los labios o el glande.
    • En ocasiones, lesiones en las uñas: enrojecimiento, tumefacción, engrosamiento, oscurecimiento, pústulas o desprendimiento.

Causas

El origen exacto de la artritis reactiva es desconocido, pero suele desencadenarse después de una infección del tracto gastrointestinal o urogenital, como una respuesta inmunitaria desproporcionada ante estas infecciones. Por lo tanto, se ha establecido una asociación clara entre el síndrome de Reiter y la acción de bacterias específicas del grupo gramnegativas:

  • Bacterias causantes de infecciones gastrointestinales: Salmonella enteriditis, Salmonella typhimurum, Shigella flexneri, Yersinia enterocolitica, Campylobacter jejuni y Escherichia coli. La infección se genera por ingerir alimentos contaminados.
  • Bacterias causantes de infecciones urogenitales: Chlamydia trachomatis, Neisseria gonorrhaeae, Mycoplasma fermentans, Mycoplasma genitalim, Ureaplasma urealyticum. La infección se contagia por vía sexual.

Además, la artritis reactiva tiene un componente genético: existe una predisposición a desarrollar la enfermedad en personas portadoras del antígeno HLA B27.

Factores de riesgo

La probabilidad de padecer el síndrome de Reiter aumenta en estos supuestos:

  • Edad: suele manifestarse en adultos de 20 a 30 años.
  • Sexo: el síndrome desencadenado por una infección urogenital es más frecuente en hombres.
  • Antecedentes familiares.
  • Relaciones sexuales sin protección.
  • Consumo de alimentos en malas condiciones.

Complicaciones

Aunque en la mayoría de los casos la enfermedad se resuelve en un periodo máximo de un año, es habitual la recurrencia de síntomas articulares u oculares pasados varios años. Puede manifestarse uveítis, una inflamación ocular que puede derivar en ceguera. En raras ocasiones, además, pueden verse afectados los órganos internos, como el corazón, los pulmones o los riñones, dando lugar a complicaciones graves como arritmias, pericarditis, insuficiencia aórtica, valvulopatías, neumonía, derrame pleural o glomerulonefritis. También se han descrito casos de neuropatía y secuelas neurológicas, como cambios en el comportamiento.

Prevención

Para prevenir el síndrome de Reiter se pueden tomar medidas de protección contra las infecciones asociadas:

  • Utilizar siempre profilácticos al mantener relaciones sexuales.
  • Almacenar los alimentos a la temperatura adecuada.
  • Cocinar los alimentos de forma correcta.
  • Lavarse las manos antes de comer o cocinar.

¿Qué médico trata el síndrome de Reiter?

El síndrome de Reiter es evaluado y tratado en la unidad de reumatología.

Diagnóstico

El diagnóstico del síndrome de Reiter es fundamentalmente clínico, basado en la tríada característica de síntomas (uretritis, conjuntivitis y artritis), aunque no siempre aparece completa, y en los antecedentes de infecciones venéreas o gastrointestinales. Para confirmar la enfermedad y descartar otras afecciones similares, se pueden realizar las siguientes pruebas:

  • Análisis de sangre: en una muestra de sangre se buscan marcadores específicos de infección o inflamación, como velocidad de sedimentación globular alta, proteína C reactiva elevada o aumento de leucocitos y neutrófilos. Asimismo, se busca la presencia del antígeno HLA B27 y del factor reumatoide (negativo para el síndrome de Reiter pero positivo en otros tipos de artritis).
  • Análisis de líquido sinovial: se analiza una muestra del fluido de las articulaciones donde se evalúa la presencia de bacterias, signo de artritis séptica, o de cristales de ácido úrico, señal de gota.
  • Pruebas de diagnóstico por imagen: las imágenes tomadas mediante radiografía, tomografía computarizada o resonancia magnética permiten observar alteraciones en las articulaciones, como inflamación de los tejidos blandos, pérdida de densidad ósea o espolones óseos.
  • Cultivo bacteriológico: se toma una muestra de sangre o de orina y se cultiva en laboratorio para identificar las bacterias causantes de la infección inicial.

Tratamiento

El tratamiento de la artritis reactiva se centra en aliviar los síntomas y prevenir el daño articular a largo plazo. Las opciones incluyen las siguientes:

  • Antibióticos para tratar la infección bacteriana subyacente.
  • Antiinflamatorios no esteroideos para aliviar la inflamación y el dolor articular.
  • Infiltración con corticoides: cuando el tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos no es eficaz, se inyectan corticoides directamente en la articulación afectada.
  • Antirreumáticos modificadores de la enfermedad, como la sulfasalazina o el metotrexato: actúan modificando la respuesta del sistema inmunitario, lo que ayuda a retrasar o detener la evolución de la enfermedad. Se utilizan en casos de inflamación severa y prolongada en el tiempo.
  • Fisioterapia: ejercicios específicos orientados a fortalecer los músculos de soporte de las articulaciones y a recuperar la movilidad y la flexibilidad articular.
  • Corticoides tópicos para las lesiones cutáneas.
  • Lágrimas artificiales para aliviar el picor de la conjuntivitis.