Laringoscopia
La laringoscopia es la técnica que se utiliza para explorar la laringe y las cuerdas vocales. La exploración puede hacerse mediante el uso de espejos y una fuente de luz o con un dispositivo denominado laringoscopio, un tubo rígido o flexible que incorpora iluminación y cámara y que se introduce por la nariz o la boca hasta las cuerdas vocales.

Descripción General
La laringoscopia es un procedimiento que permite visualizar la parte posterior de la garganta, la laringe y las cuerdas vocales.
En función de la técnica de exploración utilizada, se distinguen dos tipos de laringoscopia:
- Laringoscopia indirecta o refleja: el examen se realiza mediante una fuente de luz y un espejo laríngeo, un pequeño espejo circular de diámetro variable que incorpora un fino mango de metal.
- Laringoscopia directa: se emplea un laringoscopio, un instrumento con forma de tubo alargado que tiene una luz y una cámara en el extremo. El laringoscopio, a su vez, puede ser rígido (telelaringoscopia) o flexible (fibroscopia).
¿Cuándo está indicada?
La laringoscopia permite detectar e identificar diversos problemas que afectan a la garganta y la laringe, como procesos inflamatorios o infecciosos, obstrucciones, estrechamientos, pólipos o tumores, entre otros. Así, es el procedimiento indicado cuando el paciente experimenta alguno de los siguientes síntomas:
- Dolor de garganta.
- Dificultad para tragar.
- Dificultad para expulsar el aire a través de la garganta o producción de un sonido anormal al hacerlo (estridor).
- Problemas en la voz, como afonía o ronquera.
- Mal aliento persistente.
- Tos prolongada.
- Expectoración con sangre.
- Dolor de oído que no desaparece.
- Sensación de cuerpo extraño en la garganta.
La laringoscopia rígida, además, se utiliza como técnica intervencionista para extraer una muestra de tejido (biopsia), un pólipo o un cuerpo extraño.
¿Cómo se realiza?
En una laringoscopia indirecta se introduce un espejo laríngeo en el fondo de la orofaringe (la parte media de la garganta, ubicada tras la boca). Sobre el espejo se hace incidir una luz, lo que permite observar la laringe y las cuerdas vocales en el espejo.
Un procedimiento llamado microlanrigoscopia refleja combina el uso del espejo con un microscopio operatorio, que ofrece luz directa y visión de aumento, lo que aporta una mayor precisión al examen.
En una laringoscopia flexible se utiliza el llamado fibroscopio, un dispositivo largo y delgado compuesto de fibra óptica flexible que incorpora una fuente de luz y una cámara en el extremo. El fibroscopio se introduce por vía nasal y se desplaza por la laringe hasta las cuerdas vocales. Una vez allí, al paciente se le pide que emita distintos sonidos o palabras para observar el comportamiento de la laringe y las cuerdas durante la fonación. Mientras se hace el procedimiento, las imágenes registradas se emiten en tiempo real en el monitor asociado.
Para la laringoscopia rígida se utiliza un telelaringoscopio, un instrumento rígido que también incorpora cámara e iluminación y se introduce por vía oral. Este dispositivo ofrece una mayor definición y calidad de imagen, con lo que el diagnóstico es más preciso.
Riesgos
Cualquier tipo de laringoscopia implica un mínimo riesgo de causar una inflamación que obstruya las vías respiratorias. La laringoscopia por vía nasal, por su parte, puede ocasionar un sangrado en las fosas nasales, mientras que el procedimiento por vía oral puede provocar úlceras o lesiones en la lengua, los labios o el revestimiento interno de la boca o la garganta. Si se realiza algún procedimiento terapéutico durante la laringoscopia rígida, las complicaciones posibles incluyen infección o sangrado, pero no son frecuentes.
Qué esperar de una laringoscopia
La laringoscopia se realiza con el paciente sentado. Si se trata de una laringoscopia indirecta, el paciente debe abrir la boca y sacar la lengua todo lo que pueda para que el especialista la sujete con un depresor lingual (una herramienta de plástico o madera con forma de espátula) o con una gasa estéril antes de introducir el espejo. Para evitar las arcadas, es posible aplicar un anestésico tópico en la garganta antes del procedimiento. El anestésico puede tener un sabor amargo y dar la sensación de tener la garganta inflamada.
En una laringoscopia directa, la cabeza del paciente se coloca hacia adelante, con la barbilla ligeramente inclinada hacia abajo. Antes de comenzar, es probable que se apliquen unas gotas en la nariz para eliminar las secreciones nasales y un anestésico local en la garganta para evitar el reflejo nauseoso. Mientras se introduce el laringoscopio, el paciente debe respirar por la nariz hasta que el dispositivo llegue al lugar indicado. Es probable sentir incomodidad, náuseas o ganas de toser.
El procedimiento tiene una duración aproximada de 10 minutos. Si se ha utilizado anestesia local, el paciente no debe comer ni beber hasta que pase el efecto de la misma y recupere el reflejo normal de tragar. Se trata de una prueba ambulatoria después de la cual el paciente puede retomar su vida normal sin necesidad de aplicar cuidados posteriores.
Si durante la laringoscopia rígida se hace una biopsia o cualquier otro tratamiento, se administra anestesia general. Después del procedimiento, cuya duración varía en función del caso concreto, el paciente debe pasar unas horas en observación hasta que se recupere. Es probable sentir malestar o dolor de garganta durante uno o dos días después de la prueba, así como presentar algo de ronquera, respiración ruidosa o tos con sangre. En esos casos, es recomendable tratar de hablar lo menos posible, no forzar la voz y no toser con fuerza. En ocasiones, puede ser necesario un reposo vocal total durante varios días.
Especialidades en las que se solicita la laringoscopia
La laringoscopia se solicita en la especialidad de otorrinolaringología.
Cómo prepararse
Es recomendable no ingerir comida ni bebida durante las horas previas a la laringoscopia, para así evitar el vómito si el procedimiento provoca arcadas en el paciente. En caso de laringoscopia terapéutica con anestesia general, se debe guardar ayuno durante al menos ocho horas e informar al médico si se sigue algún tratamiento con anticoagulantes, ya que estos favorecen el sangrado y es probable que deban suspenderse unos días antes. Además, es necesario firmar un formulario de consentimiento informado.