Dolor

¿Qué tipos de dolor existen? Toda la información sobre el dolor, su clasificación, sus causas y sus tratamientos.

Síntomas y causas

El dolor, según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) se define como «una experiencia sensorial y emocional desagradable, similar o asociada a un daño tisular real o potencial». A pesar de ello, lo cierto es que el dolor es necesario porque cumple una función adaptativa, esto es, se trata de un mecanismo de defensa del cuerpo para identificar estímulos o procesos que producen daño a las estructuras corporales. Además, el dolor tiene una gran componente sensorial, emocional, cognitivo y social, lo que hace que sea una experiencia subjetiva cuya vivencia y expresión es individual y propia de cada persona, dependiente de su estado físico y de su estado cognitivo.

El dolor puede clasificarse atendiendo a diversos criterios. En función de su duración, puede ser:

  • Agudo: de corta duración, generalmente está asociado a un daño tisular y desaparece con la curación o cicatrización de ese daño. Suele estar localizado y puede ir acompañado de espasmos musculares y de un estado de excitación o estrés.
  • Crónico: tiene una duración superior a los tres meses, prolongándose más allá del periodo de curación de la lesión que lo originó o estando asociado a una afección crónica. Su intensidad es muy variable. Está especialmente influenciado por factores psicológicos y ambientales.

De acuerdo con la extensión de la afectación, se clasifica en:

  • Dolor localizado: se limita a la zona afectada por el estímulo.
  • Dolor irradiado: se transmite a zonas adyacentes al punto de origen, generalmente a lo largo del nervio correspondiente.
  • Dolor referido: se percibe en partes del cuerpo muy alejadas del daño o lesión original.

Según el origen, el dolor se divide en:

  • Dolor nociceptivo: causado por la activación de los receptores del dolor (nociceptores) en respuesta a un estímulo.
    • Dolor somático: se manifiesta cuando se estimulan los receptores de la piel, del sistema musculoesquelético o del sistema vascular.
    • Dolor visceral: se debe a lesiones o disfunciones en los órganos internos. Suele ser difuso y estar mal localizado, y se acompaña de dolor referido en otras localizaciones. También puede desencadenar respuestas reflejas vegetativas y motoras.
    • Dolor neuropático: se debe a una lesión del sistema somatosensorial que provoca una disfunción y una respuesta errónea y habitualmente desproporcionada a los estímulos. Se considera patológico, ya que no tiene utilidad como mecanismo de alerta.
      • Dolor neuropático central: afecta al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).
      • Dolor neuropático periférico: afecta a los nervios periféricos.
      • Dolor psicógeno: no se debe a una estimulación nociceptiva ni a una alteración neuronal, sino que tiene una causa psíquica, como la depresión o la hipocondría. También puede tratarse de una intensificación desproporcionada de un dolor orgánico por factores psicológicos.
      • Dolor nociplástico: causado por el procesamiento anormal de las señales de dolor sin evidencia de daño tisular o patología subyacente en el sistema somatosensorial.

Según su curso de manifestación, puede ser:

  • Dolor continuo o basal: persiste a lo largo del día.
  • Dolor irruptivo: manifestaciones repentinas y transitorias.
    • Dolor incidental: existe un factor desencadenante.
    • Dolor idiopático: es espontáneo.
    • Dolor mecánico: relacionado con la actividad y el movimiento, desaparece con el reposo.
    • Dolor inflamatorio: no se alivia en reposo, incluso se exacerba. Suele ir acompañado de enrojecimiento e hinchazón.

En función de su intensidad, se clasifica como:

  • Dolor leve: no impide la realización de las actividades diarias.
  • Dolor moderado: dificulta esas actividades.
  • Dolor intenso: incapacitante, interfiere incluso en el descanso.

Síntomas

El dolor es un síntoma en sí, es la señal de que existe una lesión o una enfermedad. Sin embargo, las sensaciones con las que se manifiesta el dolor pueden variar según el estímulo:

  • Sensación punzante o lacerante.
  • Ardor o quemazón.
  • Entumecimiento.
  • Escozor.
  • Sensación palpitante.
  • Calambre.
  • Presión.

Causas

El dolor se produce cuando se estimula un receptor del dolor. Dicho receptor transmite esa señal en forma de impulsos eléctricos a lo largo de las fibras nerviosas hasta la médula. Desde ahí, se traslada por el sistema nervioso central y se envía una respuesta a lo largo de los nervios motores hasta el punto de origen. Durante el proceso, la señal se va modulando o incluso inhibiendo, determinando la naturaleza del dolor que se siente.

Existen numerosas causas que puede producir dolor. Entre los dolores más habituales y sus causas se encuentran:

  • Dolor muscular y óseo: causado por lesiones, fracturas, contracturas, luxaciones, malformaciones o enfermedades concretas, como lumbalgia, ciática o escoliosis.
  • Dolor articular: debido normalmente a procesos degenerativos.
  • Dolor abdominal: derivado de problemas digestivos, como apendicitis, úlceras, cálculos renales o intoxicación alimentaria.
  • Dolor oncológico: producido por la invasión tumoral de estructuras ósea, nerviosas o vasculares. Suele ser irruptivo.
  • Dolor neurálgico: causado por la irritación de un nervio. Es extremadamente intenso.
  • Dolor iatrógénico: originado por procedemientos médicos, como quimioterapia, radioterapia o cateterismos. Es frecuente el dolor postquirúrgico, que surge a raíz de una intervención quirúrgica. Es agudo y limitado en el tiempo.
  • Dolor ginecológico: se debe a infecciones, inflamaciones o malformaciones congénitas.
  • Dolor de parto: compuesto por un dolor abdominal intermitente relacionado con las contracciones, otro lumbar intermitente y un tercero lumbar continuo. Todos aumentan en intensidad a media que avanza el parto.

Factores de riesgo

Cualquier persona es susceptible de sentir dolor en cualquier momento, pero la intensidad o la frecuencia del dolor pueden variar de acuerdo a diversos factores, entre ellos:

  • Umbral del dolor: tolerancia individual a las señales dolorosas.
  • Edad.
  • Condición física.
  • Malformaciones.
  • Postura y forma de moverse.
  • Práctica de actividades que provoquen golpes o caídas.
  • Presencia de enfermedades o trastornos.
  • Tipo de alimentación.
  • Nivel de estrés.

Complicaciones

Además de las posibles complicaciones que pueda acarrear la causa subyacente, el dolor en sí mismo puede derivar en graves trastornos. Un dolor crónico de alta intensidad puede llegar a ser incapacitante e impedir la vida normal de la persona. Además, puede afectar significativamente a su salud mental, siendo fuente de irascibilidad, frustración, insomnio, ansiedad, angustia o depresión. De la misma forma, puede llevar al aislamiento, la apatía e incluso a los pensamientos suicidas. Asimismo, los tratamientos médicos utilizados pueden tener efectos secundarios importantes o causar una dependencia peligrosa.

Prevención

La prevención absoluta del dolor no existe. No obstante, se puede intentar mitigar sus efectos y evitar los factores de riesgo cuando sea posible:

  • Potenciar un estilo de vida saludable, con ejercicio regular, dieta equilibrada e higiene adecuada para mantener el organismo sano y protegido.
  • Descansar y dormir lo suficiente.
  • Moderar la práctica de actividades de riesgo o deportes de impacto.
  • Tratar el dolor cuando aparezca para evitar que se cronifique.

¿Qué médico trata el dolor?

El dolor es tratado por los especialistas en anestesiología y en la unidad del dolor. Además, los especialistas correspondientes se encargan de tratar la causa subyacente.

Diagnóstico

En función del tipo de dolor, de la localización y del resto de síntomas que lo acompañen, se pueden hacer múltiples pruebas para identificar el origen del problema, entre ellas:

  • Exploración física para localizar el dolor y evaluar su intensidad.
  • Análisis de sangre y orina, para detectar marcadores de inflamación o infección.
  • Pruebas de diagnóstico por imagen: la radiografía, la tomografía computarizada, la ecografía o la resonancia magnética ofrecen imágenes detalladas de todas las estructuras corporales, con lo que se puede detectar cualquier anomalía o lesión que cause el dolor.
  • Electromiografía: se identifican fallos en la actividad eléctrica de los músculos.
  • Estudio de conducción nerviosa: se detectan anomalías en el envío y la recepción de señales eléctricas de los nervios.
  • Biopsia: se estudia una muestra del tejido corporal de la zona afectada en busca de signos de lesión o infección.

Tratamiento

El tratamiento del dolor depende de su intensidad y de la causa subyacente. Existen diversos tratamientos posibles:

  • Tratamiento farmacológico: en dolores leves, antiinflamatorios y analgésicos. En dolores de intensidad moderada, fármacos derivados de la morfina. En casos severos, se puede administrar morfina, anticonvulsivos, antidepresivos, esteroides o neuromoduladores.
  • Infiltración de fármacos en un tejido o articulación: anestésicos locales, corticoides, etc.
  • Fisioterapia, para dolores musculares y óseos.
  • Tratamientos del dolor especializados, para casos crónicos o que no responden a los tratamientos anteriores:
    • Epidurosis caudal: para tratar la estenosis de canal.
    • Radiofrecuencia pulsada y convencional: para tratar radiculopatías.
    • Bloqueos radiculares nerviosos: para dolores de hombro, cadera, rodilla, cervicales y lumbares.
    • Ozonoterapia: tratamiento de fibromialgia y dolor crónico.
    • Estimulación eléctrica transcutánea: para dolores leves.
    • Iontoforesis transcutánea: para dolores localizados y asilados.
    • Estimulación medular: para el dolor neuropático y la angina refractaria.
    • Infusión intratecal: para dolores cronificados en el tiempo e intensos, en pacientes que no tienen opción quirúrgica.
    • Cirugía: según cuál sea la causa del dolor, puede ser necesario recurrir a cirugía.
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