Quirónsalud
Blog del equipo de Cardiología del Hospital La Luz
La enfermedad renal crónica conlleva un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y de mortalidad prematura en comparación con la población general.
Los pacientes con deterioro progresivo de la función renal tienen asociados factores de riesgo cardiovascular tradicionales, que explican en cierta medida el aumento de la morbimortalidad Sin embargo, otros factores de riesgo no tradicionales, y especialmente el desarrollo de hipertrofia ventricular izquierda, contribuyen a magnificar este adverso pronóstico.
El control estricto de estos factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol, especialmente las lipoproteínas de baja densidad (cLDL) elevado y la glucemia o hemoglobina glicosilada (indicador más estable), podrían reducir drásticamente los eventos cardiovasculares de manera temprana en este grupo de población.
La terapéutica antihipertensiva constituye la base del manejo terapéutico de la enfermedad renal crónica, debido a que el control estricto de la presión arterial es, probablemente, la medida más importante para retrasar la progresión de la enfermedad renal y prevenir la morbimortalidad cardiovascular. Los parámetros más importantes son conseguir una reducción del nivel de presión arterial a menos de 130/80 mmHg y de la proteinuria a < 0,5 g/24 horas pero también introducir antiagregantes plaquetarios y si es necesario agentes hipolipemiantes y antidiabéticos.
Es un hecho bien demostrado que la dislipidemia interviene tanto en el desarrollo de la enfermedad vascular como en la progresión de la enfermedad renal. Por esta razón se recomienda el tratamiento y controlar de la dislipidemia en todos los pacientes con enfermedad renal.
Varios de los factores de riesgo no tradicionales, como la hiperhomocisteinemia, el estrés oxidativo o la elevación de marcadores de inflamación se asocian con arteriosclerosis, el estrés oxidativo y la inflamación pueden ser los mediadores primarios que explicarían la enorme prevalencia de enfermedad cardiovascular en pacientes con enfermedad renal. Pero hay otros factores importantes, entre ellos la anemia, que se relaciona con la miocardiopatía, y el metabolismo anormal calcio-fósforo, que se asocia a remodelado vascular y pérdida de la elasticidad de los vasos.
Cuando tiene insuficiencia renal, es posible que algunos minerales importantes del cuerpo, como el calcio y el fósforo, se desequilibren, y sus niveles de vitamina D también pueden disminuir, por tanto los huesos pueden perder calcio y volverse débiles con el tiempo. Algunas cantidades de calcio y fósforo pueden terminar en partes del cuerpo que no corresponden, como el corazón y los vasos sanguíneos. Esto hace que los vasos sanguíneos se vuelvan rígidos y estrechos, con esto aumenta la posibilidad de presentar un ataque al corazón. Algunos medicamentos y dieta especial son indicados para tratar estos trastornos.
Mecanismos de las complicaciones cardiovasculares en pacientes con enfermedad renal crónica
La disfunción endotelial, la inflamación y la calcificación vascular son mecanismos clave que aumentan tanto el riesgo cardiovascular como la progresión de la enfermedad renal. Estos factores subrayan la necesidad de un manejo integral que combine la atención a los problemas renales y cardiovasculares. Por lo tanto, se enfatiza la importancia de controlar estrictamente los factores de riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedad renal para reducir el riesgo adicional asociado.
Alrededor del 20% de los pacientes con enfermedad renal padecen arritmias, es decir, alteraciones del ritmo cardíaco que pueden llevar a una muerte súbita, especialmente en quienes reciben diálisis. También la insuficiencia cardíaca se presenta en forma concomitante con la enfermedad renal crónica, al menos en la mitad de los pacientes. Los enfermos renales suelen, por otra parte, tener problemas graves en sus válvulas cardíacas.
En cualquier caso, a medida de que la función del riñón se deteriora, empeora la función cardíaca. Los problemas renales envejecen al corazón. De ahí la importancia de prevenir enfermedades cardiovasculares en etapas tempranas o intermedias de deterioro renal.
Por tanto un control riguroso de los factores de riesgo cardiovascular en pacientes con enfermedad renal crónica se asocia con una reducción significativa en el riesgo de eventos cardiovasculares, progresión de la propia enfermedad y mortalidad.
Por la doctora Yanela Y. Ortega especialsita en cardiología de la UICAR
Es un tema recurrente y que pocas veces se llega a un acuerdo cuando compartimos con amigos y familia, sobre todo es estas fechas de reunión familiar y comidas. La frase repetida es "una copa de vino en la comida es bueno y no hace daño", y puede que sea una excusa para sentirnos menos culpables o quizá lo queremos creer de verdad, o somos parte de una forma indirecta de publicidad en un país con una gran tradición e historia vitivinicultora, "el vino nos brinda placer y quizás nos protege el corazón, porque tiene antioxidantes..." o eso creemos.
Sigue siendo una cuestión controvertida, la relación con la dieta mediterránea, se ha publicado en Lancet en 2013 que las personas que seguían esta dieta con un consumo moderado de vino tinto tenían menor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular y alzhéimer. Pero en 2018 la misma revista publicó un trabajo con estimaciones para 195 países desde 1990 hasta 2016 en el que se afirmaba que no hay un consumo mínimo saludable de alcohol.
La OMS en esa misma línea subraya que no existe un umbral de seguridad que garantice la ausencia de riesgo en el consumo de alcohol y están claras las consecuencias cognitivas en los adolescentes
con el fenómeno botellón.
El Instituto de Salud Carlos III aportó evidencias que el consumo de alcohol no es beneficioso para la salud, y que el riesgo se incrementa según aumentan las cantidades en el consumo, aun con bajas cantidades de alcohol no se tiene un menor riesgo de fallecer por todas las causas, por lo que esa copita de vino con la comida parece que no es tan buena como pensábamos.
Se estudiaron hasta seis tipos de bebidas alcohólicas: vino, cerveza, vermuts, licores, combinados y sidra, registrando la frecuencia y cantidad del consumo, y calculando posteriormente el contenido en etanol según el porcentaje de alcohol que contiene cada bebida.
A partir de 20 gramos/día (el equivalente a dos copas de vino o dos cañas de cerveza) el riesgo crece a medida que se incrementa el consumo de alcohol. Sin embargo, el consumo por debajo de 20 gr./día no parece aumentar el riesgo de mortalidad, pero tampoco lo disminuye. Los bebedores de bajas cantidades de alcohol no tienen un menor riesgo de fallecer.
A pesar de sus polifenoles, el vino no es mejor que otros licores en lo que respecta a la mortalidad, no se encontraron diferencias entre diferentes tipos de alcohol.
Se estudió la asociación con la mortalidad por todas las causas, sin embargo, el efecto del alcohol es diferente según las enfermedades estudiadas.
El consumo excesivo se relaciona con más de 200 enfermedades, entre ella la obesidad, ya que el consumo de alcohol supone la ingesta de calorías vacías, hasta 120 por vaso de vino o cerveza, y hasta 450 si son bebidas de alta graduación, sin aportar ningún nutriente de valor para el organismo, además de asociarse a otros efectos negativos sanitarios y sociales.
Según la OMS, cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol.
Pero ¿hay un consumo de bajo riesgo?
El consumo de bajo riesgo para la salud es una caña o un vaso de vino al día en el caso de las mujeres y dos en el caso de los hombres, si bien eso no significa que sea inocuo, cualquier consumo de alcohol puede ser perjudicial para la salud.
En el caso de la mortalidad por cáncer, se produce un mayor riesgo desde cantidades muy pequeñas, incluso de menos de 5 gramos de alcohol, no existiendo ningún umbral de seguridad de consumo. El alcohol es la causa directa del 4% de todos los cánceres diagnosticados en 2020.
Como era de esperar, el consumo de alcohol de alto riesgo (20 a 60 gramos diarios) y el excesivo (por encima de los 60 gramos) dio lugar a la mayor proporción de casos de cáncer con un 39% y 47% respectivamente.
No hay un consumo seguro en relación con el cáncer.
Pero en relación con la cardiopatía isquémica, este efecto puede ser diferente y probablemente cantidades pequeñas de alcohol no sean negativas como en el caso del cáncer. Es por ello por lo que el mensaje a recomendar debe ser: alcohol, cuanto menos mejor.
Un rayo de esperanza para los amantes del vino
Hay nuevos datos sugieren que el consumo moderado de vino reduce el riesgo cardiovascular en personas de alto riesgo cardiovascular, con disminuciones cercanas al 50% cuando se toma entre media y una copa de vino al día y que siguen una dieta mediterránea, según los datos de una investigación que publica European Heart Journal, llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Barcelona, el Hospital Clínico y el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), en Barcelona, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) y la Universidad de Navarra (UNAV).
Se basa en el análisis urinario de un biomarcador, el ácido tartárico -una sustancia presente en la uva. En concreto, se señala que el consumo ligero a moderado de vino, medido a través de este biomarcador objetivo, se asoció prospectivamente con una menor tasa de eventos cardiovasculares en una población mediterránea con alto riesgo cardiovascular.
Los resultados inconsistentes de los estudios previos pueden deberse en parte a que las investigaciones a menudo se basan en que son las personas las que informan cuánto vino beben, en cambio, en este trabajo los investigadores midieron la cantidad de una sustancia química en la orina, una medida objetiva y fiable del consumo de vino.
Entonces ¿cuál es la importancia del consumo moderado de vino dentro de un patrón dietético saludable?, con una dieta mediterránea hasta ahora creíamos que el 20% de los efectos beneficiosos podían atribuirse al consumo moderado de vino; sin embargo, a la luz de estos resultados, el efecto puede ser aún mayor.
Por último, ¿hay diferencias en la edad y el sexo? Los efectos protectores del consumo de vino se observan a partir de los 35 y 40 años y el consumo moderado en las mujeres debe ser siempre la mitad que en los hombres y preferiblemente debe consumirse con las comidas.
Por el Dr. Alejandro Saez, Cardiólogo, Hospital quironsalud Valle del Henares
¿Que son las extrasístoles?
Las extrasístoles son contracciones cardíacas prematuras, y según su origen pueden ser ventriculares o supraventriculares. Se podrían percibir como palpitaciones, latidos "raros", como un "vuelco" del corazón... o pasar frecuentemente como desapercibidas.
Mecanismo de producción:
Hay células en el corazón que tienen la propiedad de desencadenar (provocado por diversos estímulos), despolarizaciones cardíacas de manera automática, que pueden ser únicas (extrasístoles aisladas) o varias (rachas). En ocasiones se pueden producir en pacientes con cardiopatías estructurales como la isquemia y la hipertrofia miocárdica por la afectación primaria en los miocitos.
¿Cuándo se tratan?
El tratamiento es individualizado, depende de los padecimientos y factores de riesgo de cada paciente. Su cardiólogo le indicará algunas pruebas para descartar enfermedad cardíaca y también se objetivará la densidad (el porcentaje con respecto a los latidos normales) de extrasístoles durante un día.
En pacientes con muy alta densidad de extrasístoles, que padezcan de alguna enfermedad cardíaca estructural o en aquellos en que éstas sean muy sintomáticas, puede ser necesario tratarlas con medicamentos (betabloqueantes u otro fármaco antiarrítmico), aunque en la mayoría de los casos desaparecen espontáneamente.
Pacientes con extrasistolia frecuente, síntomas como pérdida de conocimiento o taquicardias sostenidas deben buscar orientación médica sin demora, y realización de al menos un electrocardiograma para documentar el episodio.
Algunos desencadenantes:
El estrés sostenido, el tabaquismo, la cafeína, bebidas energéticas y las pocas horas de sueño son algunos de los factores que pueden favorecer la aparición de esta arritmia. Por tanto, para su control, son necesarias modificaciones en el estilo de vida.
Por el doctor Frank Martínez especialsita del Hospital Quirónsalud Sur Alcorcón.
El consumo del café se remonta al siglo XIII en Etiopía y Arabia, sobre todo en el mundo musulmán. Es uno de los productos más consumidos, y se estima que, al menos el 30% de la población mundial consume una taza de café al día.
Durante años se ha demonizado el consumo de café, considerándolo un alimento perjudicial para la salud. Hoy en día, sabemos que el café aporta múltiples beneficios en nuestro organismo: la cafeína es un acelerador natural del metabolismo por lo que ayuda a quemar grasas, aporta nutrientes, vitaminas y minerales, es una fuente de antioxidantes que son necesarios para retrasar el proceso natural de envejecimiento y disminuye la probabilidad de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, el Alzheimer, el Parkinson, la cirrosis y algunos tipos de cáncer como el de hígado y el de colon.
Pero… ¿qué efectos tiene en nuestro corazón?
Recientes investigaciones concluyen que el consumo de esta bebida no sólo no resulta perjudicial para la salud de nuestro corazón, sino que puede protegernos de enfermedades cardiovasculares. Un estudio reveló que las personas que beben alrededor de cuatro tazas de café al día reducían en un 14% su riesgo de muerte.
La cafeína aumenta ligeramente la frecuencia cardiaca y, en ocasiones, puede elevar la presión arterial de modo poco significativo. Pese a ello, no existe motivo alguno para que un hipertenso bien controlado no pueda tomar café. Igualmente, no hay evidencia científica de que la cafeína
provoque arritmias cardiacas; en este sentido, se publicó un estudio en el que se observó que el consumo de café disminuía el riesgo de arritmias, sobre todo de sufrir fibrilación auricular y taquicardias supraventriculares.
Si he tenido un infarto o padezco insuficiencia cardiaca, ¿puedo tomar café?
La conclusión general es que el consumo moderado de cafeína no constituye un mayor riesgo de infarto al miocardio. Respecto a la insuficiencia cardiaca, un estudio americano mostró una disminución del riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca en los pacientes con un consumo moderado de café. Todo parece apuntar a que, existe un límite de consumo que, una vez sobrepasado, puede ocasionar aumento del riesgo cardiovascular. No obstante, debido a la susceptibilidad individual que puede existir respecto a los efectos del café en cada persona, y considerando aspectos médicos particulares de cada paciente, conviene que los pacientes con cardiopatía comenten este aspecto con su cardiólogo para determinar si existe o no un riesgo individual en el consumo.
Y entonces, ¿cuál es la cantidad de café recomendada?
Aunque no se ha definido un umbral a partir del cual el consumo de cafeína pueda ser perjudicial, se insinúa que una ingesta regular de hasta 300 mg diarios parece ser segura. Cualquier persona, independientemente de que tenga hipertensión u otra enfermedad cardiaca, puede tomar, en principio, 3 o 4 tazas de café al día.
Por la doctora Teresa Alvarado, especialista de la UICAR
Los ISGLT2 (Empaglifozina, Dapaglifozina,..) son nuevos fármacos que inicialmente se utilizaron para tratamiento de la diabetes mellitus, por su función de inhibir la enzima SGLT2 presente en el riñón y cuya función es recaptar glucosa cuando pasa por los túbulos renales. Al inhibir esta función se produce glucosuria (perdida de glucosa por la orina) y secundariamente baja la glucosa en sangre.
Sin embargo, recientemente, múltiples estudios han demostrado que estos fármacos tienen muchos otros beneficios sobre todo a nivel cardiovascular y renal, haciendo de esta su principal indicación médica actual independientemente de si el paciente es diabético o no.
¿Qué beneficios aportan a nivel cardiovascular?
- Han demostrado prolongar la supervivencia y disminuir el riesgo de eventos adversos cardiovasculares y muerte CV
- Disminuye el riesgo de ingresos y reingresos por insuficiencia cardiaca
- Mejora la respuesta diurética a otros diuréticos como la Furosemida.
- Disminuye el riesgo de deterioro de la función renal (fallo renal agudo o reagudizaciones en pacientes con insuficiencia renal crónica establecida) secundario a medicación.
- Mejora el control de glucemia en sangre
¿Tengo que tener algún tipo de precaución con este fármaco?
El efecto adverso más frecuente y documentado son las infecciones urinarias/vaginales, consecuencia de la mayor pérdida de glucosa por la orina. Sin embargo, tener una buena higiene en la zona intima todos los días previene casi siempre estas infecciones.
Se debe llevar un seguimiento con el médico tratante (Cardiólogo, Nefrólogo, Endocrinólogo…) cada cierto tiempo con analíticas de control, al estar en tratamiento con estos fármacos.
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