Quirónsalud
Blog de Medicina Deportiva del Grupo Quirónsalud
Marcos González Sedano
Jefe del Servicio de Rehabilitación y Fisioterapia del Hospital Quirónsalud Marbella.
El tenis es uno de los deportes más saludables ya que mejora la resistencia física y, al mismo tiempo, nos ayuda a ganar velocidad, fuerza y mejorar nuestros reflejos, siempre que lo practiquemos de forma correcta y con un entrenamiento adecuado que nos permita evitar lesiones.
Como colaboradores en la eliminatoria de Copa Davis, desde Quirónsalud Marbella, queremos hacer hincapié en una de las lesiones más habituales de los tenistas y ayudaros a prevenirla: el codo de tenista.
¿Qué es el codo de tenista?
El codo de tenista, o epicondilitis lateral, es una enfermedad del codo provocada por el exceso de uso. El repetir los mismos movimientos una y otra vez, provoca una inflamación de los tendones que unen los músculos del antebrazo con la parte exterior del codo, produciendo dolor, ardor y sensibilidad (en mayor o menor grado) en esta zona, así como una fuerza de agarre menor.
Realmente, cualquier persona que realice estos movimientos puede padecer el codo de tenista, aunque en los deportes como el tenis, una técnica de golpe y un equipo inadecuados pueden incrementar los factores de riesgo. Los tenistas lo desarrollan por dos mecanismos diferentes: la tensión del agarre como consecuencia del uso de una raqueta demasiado pesada y la realización del revés con el hombro y el codo adelantados en vez de mantener ambas articulaciones en paralelo a la línea de separación del campo.
Recientemente se ha comprobado que el codo de tenista se debe en la mayoría de los casos al daño en un músculo específico del antebrazo: el extensor radial corto del carpo. Este músculo contribuye a la estabilización de la muñeca cuando tenemos el codo recto (por ejemplo, durante un golpe de fondo). Cuando este músculo se debilita debido a la repetición y uso excesivos, se forman desgarros microscópicos en el tendón donde se une al epicóndilo lateral, provocando los síntomas que comentábamos anteriormente.
¿Cómo se trata?
La primera intervención está enfocada en la protección, disminución de la inflamación y fortalecimiento de los músculos y tendones.
Debido al origen inflamatorio de la lesión, la primera medida para tratarlo será la aplicación de hielo (crioterapia) al inicio de la aparición de síntomas, para pasar luego al calor como tratamiento normalizado. Es importante reducir y modificar (disminuyendo el tiempo y la intensidad) las actividades causantes de dolor y realizar descansos y estiramientos.
Nuestro médico nos puede recetar también medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) como ibuprofeno, naproxeno o aspirina, realizar infiltraciones locales de corticoides y recurrir a la fisioterapia y modalidades como la radiofrecuencia que ha demostrado mejoras muy significativas en pocas sesiones.
En el caso de que la lesión no mejore con las anteriores medidas (hablamos de casos extremos, cuando el dolor y la inflamación permanecen después de varias semanas), habrá que recurrir al tratamiento quirúrgico, una intervención generalmente laparoscópica que liberará una parte de la inserción ósea del tendón. Tras la cirugía, se deben continuar realizando ejercicios de estiramiento y de fortalecimiento de los músculos.
¿Hay alguna manera de prevenirlo?
Sin duda, la preparación técnica con un buen entrenador y la utilización de un equipo adecuado a nuestra forma física (importante, por ejemplo, elegir una raqueta con el peso suficiente para que sea estable y absorba una gran porción del impacto y lo suficientemente ligera para no sobrecargar los músculos) jugarán un papel determinante a la hora de ayudarnos a prevenir esta y otras lesiones. No hay que olvidar incorporar a nuestros ejercicios aquellos que nos ayuden a desarrollar más la fuerza dinámica y la resistencia muscular en esta zona del brazo, así como el calentamiento previo y los estiramientos, fundamentales en la rutina de cualquier deportista.
Por el Dr. Ángel Ruiz Cotorro, director de Clínica Tenis Teknon, Servicio Médico Oficial de la 70 edición del Open Banc Sabadell – Trofeo Conde de Godó.
Todos las hemos sufrido alguna vez y no importa el nivel de intensidad de deporte que hayamos practicado. Pero, ¿sabemos qué son las agujetas?
Se trata de múltiples microrroturas fibrilares a lo largo de un segmento muscular. Son tensiones de carácter mecánico sobre un músculo inhabituado y que originan un daño sobre el tejido muscular con microlesiones, inflamación y finalmente regeneración.
Sabemos que tenemos agujetas porque notamos dolor en un segmento muscular que ha sido sometido a un ejercicio inhabitual que aparece uno o dos días después de haberlo realizado y suele durar como máximo entre 7 y 10 días.
Se trata de una lesión benigna. Por tanto, lo que hay que hacer es tener paciencia y esperar la segura mejoría. Es recomendable continuar realizando ejercicio ligero, aunque no está demostrado que así se aligere la molestia. Se puede aplicar hielo o compresas frías sobre la zona en la que notamos las agujetas y es recomendable hidratarse bien, beber mucha agua.
Si las agujetas son dolorosas, el médico puede prescribir algún analgésico convencional.
Durante muchos años ha existido la falsa creencia de que las agujetas son depósitos de cristal de ácido láctico. Estos cristales se clavarían como "agujitas" en el músculo, pero no es así. No se ha evidenciado la presencia de cristales de ácido láctico en el músculo porque, además, cristaliza a temperatura incompatible con la vida. El ácido láctico se reutiliza rápidamente y no permanece tantas horas en el músculo.
Dr. Luis Serratosa
Jefe del servicio de Medicina Deportiva del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
Una de las dolencias más habituales entre los jugadores de tenis aficionados es el llamado codo de tenista, una afección causada por una sobrecarga y un exceso de tensión en la inserción de la musculatura extensora de la muñeca en el codo que provoca dolor en la cara externa de la articulación, sobre todo al efectuar una acción de agarre o extensión de la muñeca.
Sin embargo, cuando tenemos un paciente con este problema también debemos preguntarle si le duele el cuello, ya que la mayoría no experimenta dolor al mover el codo, sino que se les manifiesta principalmente en el cuello.
Suele ser más habitual en aquellos deportistas con déficit de fuerza en el antebrazo. Y no solo por jugar al tenis, porque también pueden sufrirlo quienes hacen una actividad manual repetida a la que no están acostumbradas, como pintar. Asimismo, esta dolencia también es más frecuente en tenistas aficionados debido a un gesto deportivo defectuoso.
El tratamiento indicado es fisioterapia, con la que se busca reducir el dolor y favorecer la regeneración del tendón. Y aunque parezca paradójico, esta regeneración se consigue a través de ejercicios de fuerza y estiramientos de los músculos extensores de la muñeca, que se localizan en la parte posterior del antebrazo
Con frecuencia el codo de tenista guarda relación con un defecto en la técnica de golpeo o es debido al cambio de modelo de raqueta. En estos casos es fundamental corregir los defectos técnicos y elegir bien el grip.
Dr. Alberto Zafra
Traumatólogo del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid
Cuando alguien se plantea bajar de peso lo primero que piensa es incrementar su actividad física, pero todo depende de cuántos kilos tengamos de partida y cuántos queramos bajar. Una persona obesa debería comenzar por deportes aeróbicos sin impacto, como la natación, caminar o ciclismo, ya que realizar deportes de impacto con un peso alto se asocia a un incremento del desgaste articular. Además, cuanta más masa se tenga que movilizar, más fuerza tienen que soportar las articulaciones, por eso el obeso ha de incorporar la actividad física poco a poco, e incluirla como algo rutinario en su día a día.
Antes de comenzar, los pacientes con obesidad deben someterse a una revisión médica para comprobar su perfil de riesgo cardiovascular, que se tiene que valorar midiendo los niveles de tensión arterial, perfil lipídico, cifras de colesterol glucosa y tensión arterial. También hay que tener en cuenta la edad y qué niveles de ejercicio se ha realizado previamente. Y con todos estos factores valorar la actividad deportiva más adecuada.
A una persona obesa le recomendaría bajar de peso antes de realizar cualquier actividad física, sobre todo previamente a comenzar deportes de impacto. Una vez que hayan bajado de peso ya pueden realizar deportes que sean más agresivos con las articulaciones, ya que las rodillas y los pies son los que más sufren en este tipo de disciplinas, como la carrera o el tenis.
De igual modo, un ejercicio de alta duración, aunque se realice con frecuencias cardiacas bajas, puede provocar, si no se está entrenado, dolor articular y tendinoso, además de degeneración a largo plazo del cartílago articular.
Dra. Gema García Gálvez
Unidad del Suelo Pélvico el Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid
Los beneficios del ejercicio físico como parte de una vida saludable son de sobra conocidos. Todos sabemos cómo puede repercutir a nivel cardiovascular, para estilizar la figura o para liberar estrés… Pero existe un área anatómica, aún no bien conocida por muchos, que sufre especialmente con la actividad física tipo carrera o salto: el suelo pélvico.
Desde que la evolución determinó que caminaríamos erguidos, toda la presión abdominal que ejercemos recae sobre un plano muscular que cierra la cavidad inferior de la pelvis y que, además, es el sostén de órganos tan importantes como la vejiga, el órgano reproductor y el recto. De este modo, cuando resulta dañada tiene consecuencias que van desde la desagradable incontinencia urinaria al prolapso genital en mujeres.
En el primer puesto de la lista de deportes altamente lesivos del suelo pélvico estarían el atletismo, la gimnasia deportiva, el baloncesto, el voleibol, el balonmano, el fitness o la equitación. Correr, esquiar, patinar, pero también jugar al tenis o al pádel, también pueden considerarse deportes de riesgo, pero en menor medida que los anteriores. En el lado opuesto, el remo, el ciclismo, la natación y el golf podrían denominarse deportes seguros para el suelo pélvico.
En concreto, el tenis y el pádel precisan carrera y salto que se asocian a una contracción repetida del abdomen y la consecuente hiperpresión y daño del suelo pélvico.
Muchas tenistas, que además han sido madres, sabrán de lo que hablo, porque al impacto físico se le suma el daño del embarazo y parto vaginal, factor de riesgo para presentar los temidos escapes de orina.
Por lo tanto, todo deportista debe tener esto en cuenta y contrarrestar este daño con un fortalecimiento de la musculatura del suelo pélvico realizando los conocidos ejercicios de Kegel: unas 10 contracciones rápidas y 10 lentas de 3 a5 veces/día, sin ayudarse de otros músculos (rectos abdominales, glúteos, aductores). Para saber si la contracción se está realizando correctamente, podemos introducir en el caso de mujeres 1-2 dedos en vagina, en posición sentada, comprobando el aumento del tono en torno a los dedos, a la vez que colocamos la otra mano en abdomen para confirmar que no está contraído.
En definitiva, no subestiméis este daño crónico y repetido que el deporte genera en el suelo pélvico, ya que hasta una de cada cinco mujeres se ven obligadas a dejar el ejercicio físico por incontinencia urinaria.
¡Tonifica y consulta al especialista!
La actividad deportiva se ha instalado de manera definitiva en nuestro día a día, tanto a nivel profesional como de aficionado. Y es que mantenernos activos gracias a la práctica de algún deporte se ha convertido en un elemento fundamental para disfrutar de una vida saludable gracias a sus múltiples beneficios físicos y psicológicos. Si quieres conocer todo lo que el deporte puede hacer por ti, y cómo practicarlo de forma segura, en este blog podrás encontrar los mejores consejos de nuestros expertos en medicina deportiva.
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