Derrame pleural
¿El derrame pleural es peligroso? Información sobre las causas, los síntomas y el tratamiento para la presencia de líquido en la pleura.
Síntomas y causas
El derrame pleural es la acumulación anormal de líquido entre las dos capas de la pleura, que es el espacio existente entre los pulmones y el tórax. Esta delgada membrana recubre los pulmones (pleura visceral) y el interior de la cavidad torácica (pleura parietal).
En pulmones sanos se producen alrededor de 10-20 cm3 de líquido pleural proveniente del ultrafiltrado plasmático que actúa como un lubricante natural y facilita el movimiento de los pulmones cuando respiramos. Este líquido pleural se produce mediante un equilibrio entre el líquido que ingresa y el que se excreta en el cuerpo. Cuando entra más líquido del necesario o no se expulsa adecuadamente, se puede producir un derrame pleural.
Dependiendo de sus características, los derrames pulmonares se clasifican en dos tipos:
- Derrame pleural exudado: suele afectar un solo lado (unilateral). Su principal característica es que el líquido suele ser turbio y alto en proteínas. Sus causas pueden ir asociadas a procesos como infecciones, traumatismos, enfermedad neoplásica.
- Derrame pleural trasudado: en la mayor parte de los casos es bilaterales. El líquido suele tener un aspecto seroso, aunque en ocasiones es acuoso, y contiene una cantidad pequeña de proteínas. Suele estar causado por enfermedades sistémicas como insuficiencia cardíaca, alteraciones hepáticas, etc.
Los derrames pulmonares de origen benigno, aunque revisten cierta gravedad, se revierten satisfactoriamente identificando su causa y abordándolos con tratamientos adecuados, y no suelen afectar a la esperanza de vida. Los pacientes con derrames de origen maligno, sin embargo, suelen tener una supervivencia de entre tres y doce meses.
Síntomas
Los síntomas más habituales de la efusión pleural son:
- Dolor torácico agudo, normalmente localizado, que empeora al toser o inspirar profundamente. El dolor pleural se reduce a medida que el líquido se va acumulando, lo que puede dar una falsa idea de recuperación.
- Tos seca.
- Hipo.
- Dificultad para respirar o respiración acelerada.
- Fiebre.
Causas
Son varios los motivos por los que se produce un derrame pulmonar. Dependiendo del tipo, destacan:
- Derrame pleural trasudado: la causa principal suele ser la insuficiencia cardíaca, la cirrosis hepática, el síndrome nefrótico (enfermedad renal) o el síndrome de vena cava superior.
- Derrame pleural exudado: relacionado con procesos inflamatorios o traumáticos. Las enfermedades asociadas a este tipo son las infecciones paraneumónicas, como la neumonía o la pancreatitis. También destacan: artritis reumatoide, lupus, la embolia pulmonar o enfermedad neoplásica (cáncer).
Factores de riesgo
El riesgo de sufrir un derrame pleural aumenta cuando se diagnostica alguna de las enfermedades indicadas anteriormente, además del consumo de alcohol excesivo, el tabaquismo o la exposición prolongada al amianto.
Complicaciones
Un derrame pleural modifica el equilibrio entre el volumen de la cavidad torácica y el de sus órganos, alterando así el funcionamiento tanto del aparato respiratorio como del corazón y el diafragma, algo que puede tener consecuencias graves:
- Daño o colapso pulmonar (atelectasia): la acumulación excesiva de líquido provoca la compresión del pulmón y la pérdida de aire en los alveolos pulmonares, lo que puede provocar una hipoxemia (bajo nivel de oxígeno en sangre) o una insuficiencia respiratoria
- Empiema pulmonar: acumulación de pus.
- Neumotórax: acumulación de aire en la cavidad torácica.
- Engrosamiento de la pleura.
- Taponamiento cardiaco: en raras ocasiones, el aumento de la presión intrapleural originada por el derrame puede llegar a incrementar la presión en el espacio pericárdico, lo que puede interferir en el llenado de las cámaras cardiacas, especialmente la aurícula y el ventrículo derechos. Esto impide que el corazón bombee la suficiente sangre al organismo. Se trata de una emergencia médica que puede resultar mortal.
- Inversión diafragmática: un derrame pleural extenso puede alterar la anatomía y la función del diafragma, llegando incluso a invertirlo. Esta condición induce un movimiento anómalo de la cúpula diafragmática afectada: al inspirar, se eleva en lugar de descender, lo que reduce la ventilación alveolar y hace que el aire salga del pulmón en lugar de entrar, repercutiendo notablemente en la función respiratoria.
Prevención
Para prevenir el derrame pleural es preciso un diagnóstico precoz de la patología que lo provoque, por lo que no siempre es sencillo. Cuando ya se ha producido y el paciente está recuperado, se pueden administrar medicamentos que impiden que se vuelva a acumular líquido en el pulmón.
¿Qué médico trata el derrame pleural?
Los cirujanos torácicos y neumólogos pueden diagnosticar y tratar el derrame pulmonar. El estudio inicial suele hacerlo un especialista en neumología o el médico de urgencias y el tratamiento definitivo una vez completado dicho estudio suele ser realizado por un especialista en cirugía torácica.
Diagnóstico
El diagnóstico del derrame pleural comienza con la anamnesis y un examen físico del tórax del paciente, donde destacan las siguientes características:
- Percusión: se percibe matidez hídrica, es decir, un ruido opaco más característico de los órganos macizos.
- Observación: puede haber un aumento de volumen en la parte del tórax afectada.
- Auscultación: se produce una disminución de los ruidos respiratorios y de la transmisión de las vibraciones vocales.
Posteriormente, se realiza una radiografía de tóraxRadiografía de tóraxRadiografía para confirmar las sospechas mediante la imagen. Si otra enfermedad pulmonar dificulta el diagnóstico por este medio, se puede recurrir a una tomografía axial computarizada (TAC).
Cuando las pruebas previas indican que el derrame es pequeño o está causado por insuficiencia cardíaca, no es preciso hacer más exámenes. En el resto de casos, se puede realizar una toracocentesis, que consiste en una punción en la cavidad torácica para extraer muestra del líquido acumulado, analizarlo y clasificarlo (exudado o trasudado). En el laboratorio se llevan a cabo los siguientes estudios:
- Análisis bioquímico: determina los niveles de glucosa, triglicéridos, proteínas y colesterol, LDH, así como el pH del líquido.
- Análisis citológico: indica la cantidad de hematíes y leucocitos. Además, detecta la existencia de células que pueden indicar malignidad.
- Análisis microbiológico: establece la presencia de microorganismos bacterianos
Tratamiento
El tratamiento del derrame pulmonar se divide en dos fases:
- Extracción del líquido para que el pulmón se expanda y aliviar los síntomas (drenaje pleural). Puede realizarse mediante toracocentesis, colocando un tubo de drenaje entre dos costillas y conectándolo a un dispositivo sellado que evita la entrada de aire en el espacio pleural. El drenaje elimina la presión pulmonar y permite su expansión, recuperándose así la capacidad respiratoria.
- Abordaje de las causas que han provocado el derrame:
- Trasudado: administración de diuréticos, que son beneficiosos especialmente en casos de insuficiencia cardíaca.
- Exudado: depende de la enfermedad subyacente. En caso de infección, se utilizan antibióticos. En pacientes más graves puede ser necesaria una cirugía o la colocación de un tubo de drenaje torácico. Cuando se trata de una neoplasia maligna, se puede emplear tratamiento con radioterapia o quimioterapia.
Cuando se retira el líquido acumulado con una toracocentesis, el tiempo de recuperación de un derrame pleural es mínimo. En aquellos casos en los que se coloca un drenaje torácico, será necesario esperar alrededor de una semana para volver a las actividades diarias.
Los casos de mayor gravedad requieren otros abordajes, entre los que destacan:
- Toracotomía: procedimiento quirúrgico que consiste en abrir la pared torácica mediante una incisión en el tórax. Se aplica para extraer coágulos sanguíneos derivados de un hemotórax o tejido cicatricial formado por un traumatismo.
- Pleurodesis: cuando se trata de cáncer pleural, el líquido se acumula rápidamente a pesar del drenaje, por lo que puede ser necesario sellar el espacio pleural. Para ello, se drena todo el líquido existente y se introduce una sustancia irritante, como doxiciclina, bleomicina o una mezcla de talco, que sella las dos capas de la pleura e impide la acumulación de líquido.