Epilepsia

¿Se puede curar la epilepsia? Todo sobre las causas, los síntomas y los tratamientos para los diferentes tipos de crisis epilépticas.

Síntomas y causas

La epilepsia es una enfermedad que aumenta la predisposición de las neuronas de la corteza cerebral a tener un exceso de actividad. Como consecuencia, se producen crisis epilépticas caracterizadas por convulsiones recurrentes que deterioran la salud y afectan negativamente a las relaciones sociales.

No todos aquellos que sufren convulsiones padecen epilepsia, ya que se diagnostica cuando se manifiestan más de una vez en un periodo de 24 horas. A pesar de que esta enfermedad es más común en niños y ancianos, puede afectar a personas de cualquier edad.

En la mayoría de los casos, las crisis se controlan con medicación o cirugía y los pacientes pueden llevar una vida normal. En algunas ocasiones, la epilepsia desaparece por sí sola con el paso del tiempo, especialmente cuando ha debutado durante la infancia.

Síntomas

El principal síntoma de la epilepsia es la aparición de crisis de forma espontánea que suelen durar entre uno y cinco minutos. Estos episodios provocan tanto convulsiones como alteraciones motoras y sensitivas.

Además, se suman otros síntomas en función del tipo de epilepsia que presente cada paciente y que se engloban en dos grandes grupos dependiendo de dónde se originen:

  • Epilepsia generalizada: las convulsiones afectan a todo el cerebro.
    • Crisis de ausencia: se suelen manifestar en la infancia. La mirada se queda fija, la persona está desconectada y no responde, en ocasiones hay un ligero movimiento del cuerpo como un parpadeo. Suelen ser breves, pero si se repiten varias veces en un día, pueden provocar la pérdida de conocimiento.
    • Crisis tónicas: producen rigidez muscular.
    • Crisis atónicas: causan una pérdida del control de los músculos.
    • Crisis mioclónicas: se manifiestan con pequeños espasmos en los brazos o las piernas.
    • Crisis tonicoclónicas: provocan una pérdida de conocimiento repentina, así como rigidez corporal y posterior sacudida de las extremidades, ausencia del control de esfínteres o mordedura en la lengua.
  • Epilepsia focal: se produce en una zona concreta, aunque, en muchas ocasiones, se extiende a otras partes del cerebro.
    • Crisis focales sin pérdida de conocimiento: causan hormigueos, mareos, movimientos espasmódicos y la visión de luces parpadeantes.
    • Crisis focales con pérdida de conocimiento: se manifiesta con una falta de respuesta a los estímulos externos o mediante la realización de movimientos repetitivos.

Causas

La epilepsia puede estar causada por diversos factores:

  • La epilepsia estructural aparece como consecuencia de un traumatismo, una lesión, una inflamación, una malformación, una infección o un accidente cerebrovascular.
  • La epilepsia de causa genética aparece como consecuencia de alteraciones en genes o cromosomas que generan una susceptibilidad al desarrollo de crisis epilépticas
  • La epilepsia de causa infecciosa es consecuencia del daño en estructuras del cerebro generado por infecciones cerebrales.
  • La epilepsia de causa inmunitaria es consecuencia del daño en estructuras del cerebro generado por anticuerpos.
  • La epilepsia idiopática no tiene una causa conocida, aunque se asume que está producida por causas genéticas. Una de las más conocidas es la epilepsia fotosensible, producida por una respuesta a determinados contrastes de luz y oscuridad. La epilepsia rolándica, que provoca entumecimiento en la cara normalmente por la mañana o por la noche, es habitual en los niños y suele desaparecer por sí sola.

Factores de riesgo

Algunos aspectos que aumentan el riesgo de sufrir epilepsia son:

  • Edad: los niños y los ancianos tienen mayor probabilidad de padecer esta enfermedad.
  • Antecedentes familiares.
  • Traumatismos, lesiones o tumores cerebrales.
  • Accidentes cerebrovasculares.
  • Cirugía cerebral.

Complicaciones

Las convulsiones derivadas de los ataques epilépticos pueden producir caídas, accidentes, problemas para dormir o pérdida de memoria. Además, los afectados suelen sufrir depresión o ansiedad debido a los efectos secundarios de la medicación o a los propios síntomas. En casos extremos, la pérdida de conocimiento puede causar la muerte.

Prevención

No hay una forma de prevenir la epilepsia. Sin embargo, a los pacientes diagnosticados se les recomienda cuidar la alimentación, dormir lo suficiente y evitar tanto las drogas como el alcohol para reducir las probabilidades de sufrir una crisis.

¿Qué médico trata la epilepsia?

La epilepsia la diagnostican los especialistas en neurología. Los tratamientos se llevan a cabo también por los expertos en neurocirugía, los neurofisiología clínica y los neurología pediátricaNeurología PediátricaNeurología .

Diagnóstico

El diagnóstico de epilepsia se realiza estudiando la historia clínica y analizando los datos aportados por aquellas personas que hayan presenciado los ataques. Para confirmarlo, se suele solicitar alguna de las siguientes pruebas:

  • Resonancia magnética: permite ver las anomalías o las lesiones del cerebro que causan las crisis.
  • Electroencefalograma: ayuda al análisis de la actividad cerebral.
  • PET o SPECT cerebral: muestran la zona en la que se origina la enfermedad.

Tratamiento

El tratamiento de la epilepsia varía dependiendo de las características de cada persona y del tipo de enfermedad. El primer paso para controlar los ataques es cambiar el estilo de vida, ya que se recomienda a todos los pacientes evitar el consumo de sustancias tóxicas y cuidar la rutina del sueño.

La opción preferente para paliar las crisis epilépticas son los fármacos antiepilépticos. Este tipo de tratamiento suele ser de larga duración, por lo que debe revisarse cada cierto tiempo para asegurar que funciona adecuadamente y que no provoca demasiados efectos secundarios.

Se llama epilepsia refractaria a aquella que no responde a los fármacos. En estos casos, se recurre a otras técnicas como:

  • Cirugía resectiva: solamente se puede aplicar en los casos de epilepsia focal. En ella, se extirpa la parte del cerebro que produce las crisis. En la mayoría de los casos se reducen los ataques e, incluso, desaparecen por completo.
  • Cirugía funcional: se desconectan neuronalmente las zonas en las que se originan los ataques o se coloca un dispositivo que disminuye la actividad mediante impulsos eléctricos.
  • Neuroestimulación: controla las crisis con pocos efectos secundarios gracias a la inserción de un dispositivo que produce una estimulación eléctrica cuando detecta que se van a producir.
    • Estimulación cerebral profunda: ayuda a reducir las convulsiones mediante la implantación de un electrodo en el tálamo que recibe impulsos eléctricos regulares desde un generador colocado en el pecho.
    • Estimulación del nervio vago: envía señales eléctricas directamente al nervio vago para inhibir las convulsiones, aunque se debe continuar con la medicación.
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