Espondilosis
¿Por qué se desarrolla la espondilosis? Toda la información sobre este trastorno: causas, síntomas y tratamientos.
Síntomas y causas
Se denomina espondilosis al proceso de desgaste progresivo y gradual de los discos intervertebrales que puede afectar a la estructura vertebral y a la función espinal. Es un trastorno degenerativo muy frecuente en personas de más de 40 años.
En función de las vértebras afectadas, se distinguen tres tipos de espondilosis:
- Espondilosis lumbar: afecta a las vértebras lumbares, en la parte baja de la espalda. Es la forma más común.
- Espondilosis cervical: afecta a las vértebras cervicales, en la parte alta de la espalda y el cuello.
- Espondilosis dorsal: se da en las vértebras dorsales, en la zona torácica. Es poco habitual.
Síntomas
Los síntomas de la espondilosis varían en función de su tipo:
- Síntomas de espondilosis lumbar:
- Lumbalgia: dolor en la zona lumbar. Puede ser constante o manifestarse con la actividad o los cambios de postura.
- Rigidez de la columna vertebral: dificultad para mover la espalda.
- Síndrome facetario: dolor y rigidez articular que se manifiesta principalmente al despertarse.
- En ocasiones, ciática: dolor intenso que desciende por la pierna.
- Síntomas de espondilosis cervical:
- Cervicalgia: dolor en el cuello.
- Rigidez en el cuello.
En casos más graves, se puede manifestar lo siguiente:
- Radiculopatía cervical: dolor extendido al brazo, con debilidad, calambres y hormigueos.
- Mielopatía cervical: inestabilidad, dificultad para mover las extremidades y disminución de la sensibilidad.
- Incontinencia.
- Síntomas de espondilosis dorsal:
- Dorsalgia: dolor en la parte media de la espalda que se intensifica al flexionar la espalda o hacer esfuerzos físicos.
Causas
La espondilosis suele producirse de forma natural: con el envejecimiento, los discos intervertebrales pierden agua, densidad y volumen, lo que provoca su debilitamiento y adelgazamiento, haciendo que pierdan parcialmente su función amotiguadora. Esto hace que exista una mayor fricción entre los huesos de las vértebras que genera dolor e hinchazón. Del mismo modo, la edad hace que los ligamentos vertebrales se vuelvan rígidos y pierdan flexibilidad. Asimismo, la sobrecaga de la espalda o los movimientos repetitivos de flexión y extensión de la columna vertebral, debidos principalmente a la actividad deportiva o laboral, contribuyen al desarrollo de la espondilosis.
Esta degeneración discal suele conllevar otros cambios en las articulaciones vertebrales:
- Hernias discales: protusión del núcleo pulposo de un disco intervertebral hacia la raíz nerviosa.
- Osteofitos o espolones óseos: crecimiento anormal del hueso, en forma de protuberancia, en la superficie articular (espondilosis deformante).
Tanto las hernias como los osteofitos pueden llegar a comprimir la médula espinal y las raíces nerviosas, causando los síntomas neurológicos de la espondilosis.
Factores de riesgo
Entre los factores que aumentan el riesgo de desarrollar espondilosis se incluyen:
- Edad: suele manifestarse entre los 40 y los 60 años, siendo muy frecuente a partir de los 60.
- Sexo: es más habitual en mujeres.
- Sedentarismo: la falta de actividad provoca la pérdida de masa muscular y debilita la columna.
- Lesiones de columna previas.
- Obesidad: el sobrepeso incrementa la presión sobre la columna.
- Actividades que requieran mantener posturas forzadas o realizar movimientos repetitivos.
- Antecedentes familiares: existe una predisposición genética a desarrollar este tipo de patologías.
Complicaciones
El dolor y la rigidez producidos por la espondilosis avanzada puede resultar incapacitante y limitar la vida laboral y diaria del paciente. Además, si la compresión ejercida sobre la médula o las raíces nerviosas es muy fuerte, se pueden producir daños neurológicos graves e incluso permanentes, como debilidad muscular severa, pérdida de control de esfínteres, disfunción sexual, pérdida de la sensibilidad o parálisis.
Prevención
No es posible prevenir el envejecimiento natural del organismo, pero sí se pueden tomar medidas para retrasar o disminuir la degeneración vertebral:
- Mantener una postura correcta en la espalda, tanto de pie como al sentarse.
- Levantar objetos pesados de forma adecuada.
- Mantener un peso saludable.
- Fortalecer la musculatura del abdomen y la espalda mediante la práctica de ejercicio.
¿Qué médico trata la espondilosis?
La espondilosis se evalúa y se trata en la unidad de traumatología y cirugía ortopédica.
Diagnóstico
El diagnóstico de la espondilitis involucra diferentes pruebas:
- Exploración física: un examen físico permite comprobar la amplitud de movimiento, la flexibilidad y el grado de dolor, así como la fuerza muscular, los reflejos y la marcha.
- Radiografía o tomografía computarizada: en las imágenes por rayos X se pueden observar signos de degeneración discal, como osteofitos, estrechamiento del espacio intervertebral o anomalías en la alineación de la columna.
- Resonancia magnética: esta prueba permite tomar imágenes de los tejidos blandos, por lo que se puede apreciar con más precisión el daño ejercido sobre la médula espinal y las raíces nerviosas.
- Mielografía por tomografía computarizada: mediante la inyección de un líquido de contraste en el canal espinal, se muestran con más detalle todas las estructuras del canal espinal y la columna vertebral.
- Pruebas de función nerviosa: pueden ser necesarias para evaluar el daño neurológico ocasionado. La electromiografía mide la actividad eléctrica de los músculos contraídos y en reposo, mientras que el estudio de conducción nerviosa mide la intensidad y la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos.
Tratamiento
El tratamiento de la espondilitis depende de su gravedad. El objetivo es aliviar los síntomas, mantener la calidad de vida y evitar lesiones permanentes en la médula espinal. Hay diferentes opciones disponibles:
- Tratamiento farmacológico: medicamentos que reducen la inflamación y alivian el dolor.
- Antiinflamatorios no esteroideos.
- Corticoides.
- Relajantes musculares.
- Anticonvulsivos.
- Antidepresivos.
- Fisioterapia: masajes, ejercicios y técnicas específicas orientadas a aliviar el dolor, mejorar la flexibilidad y fortalecer la columna.
- Tratamiento quirúrgico: puede ser necesario si los tratamientos anteriores no son efectivos y está comprometida la médula espinal. La cirugía evita el daño neurológico adicional, pero generalmente no revierte el daño existente.
- Laminectomía descompresiva: se extrae una porción de la parte posterior de la vértebra (la lámina vertebral) para agrandar el canal espinal y reducir la presión ejercida sobre la médula o las raíces nerviosas. También se extraen los espolones óseos.
- Artrodesis o fusión espinal: unión de dos o más vértebras para impedir su movimiento. Consiste en practicar un injerto óseo en el espacio intervertebral para que cree una masa sólida ósea con las vértebras afectadas. Se pueden implantar varillas, tornillos o placas para acelerar la fusión. El hueso injertado puede ser artificial o provenir del propio paciente o de un donante.