Fascitis plantar
¿Cómo se cura la fascitis plantar? Todo sobre las causas, los síntomas, los métodos diagnósticos y los tratamientos para esta enfermedad.
Síntomas y causas
La fascitis plantar es la inflamación de la fascia, que es el tejido grueso de la planta del pie que conecta el hueso calcáneo (el del talón) y los dedos. A pesar de que no reviste gravedad, el dolor suele limitar determinadas actividades y reducir la calidad de vida. Además, si no se trata de la forma adecuada puede causar problemas mayores.
Se habla de dos tipos de fascitis plantar dependiendo de su duración:
- Fascitis plantar aguda: es la más habitual. Se manifiesta con un dolor punzante en el talón que suele ser mayor al pisar después de levantarse y que tiende a aliviarse a lo largo del día.
- Fascitis plantar crónica: el dolor es constante y se prolonga durante, al menos, seis meses y puede alterar tanto la marcha como la postura, por lo que otras partes del cuerpo se ven afectadas. En estos casos, el tratamiento es más complejo.
Se trata de una afección relativamente frecuente. Aun así, todavía no se conocen en profundidad las causas que provocan la fascitis plantar.
Síntomas
La fascitis plantar se manifiesta con unos síntomas muy significativos entre los que destacan:
- Dolor en el talón, especialmente al levantarse de la cama por la mañana o después de permanecer un tiempo en reposo.
- Dolor en el arco plantar.
- Inflamación en la planta del pie.
- Rigidez.
Determinadas actividades, como correr o permanecer de pie mucho tiempo, pueden agravar estos síntomas.
Causas
La fascitis plantar se debe a un exceso de tensión en la fascia plantar, que suele desembocar en pequeños desgarros. Todavía se desconocen las causas que provocan esta tirantez.
Factores de riesgo
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer fascitis plantar son:
- Tener entre 40 y 60 años.
- Practicar deportes para los que se necesita ejercer presión en el talón (running, ballet, baloncesto, tenis…).
- Obesidad o sobrepeso.
- Alteraciones en la anatomía del pie (pies planos o arco alto).
- Pasar mucho tiempo de pie.
- Llevar calzado inadecuado.
Complicaciones
Además de causar dolor crónico, si la fascitis plantar no se trata a su debido tiempo, puede propiciar la aparición de un espolón calcáneo (crecimiento anormal del hueso del talón).
Prevención
Para prevenir la fascitis plantar se recomienda reducir la tensión en la planta del pie, por lo que resulta adecuado:
- Evitar los deportes de alto impacto o practicarlos con un calzado apropiado y prestando especial atención al calentamiento previo y a los estiramientos posteriores.
- Mantener un peso adecuado.
- Hacer descansos cuando se tiene que estar de pie durante tiempos prolongados.
¿Qué médico trata la fascitis plantar?
Los podólogos y los traumatólogos diagnostican la fascitis plantar. En el tratamiento también intervienen los fisioterapeutas y los especialistas en medicina física y rehabilitación.
Diagnóstico
La anamnesis y el examen físico son la base del diagnóstico de la fascitis plantar. Durante esta fase, se estudian los antecedentes del paciente y los factores de riesgo. Además, se observa si el paciente tiene el arco pronunciado o el pie plano y se comprueba si hay algún tipo de limitación de los movimientos.
Para confirmarlo, se realizan pruebas de diagnóstico por imagen, como una radiografía, ecografía o una resonancia magnética, que permiten ver la inflamación de la planta del pie.
Tratamiento
Los tratamientos de la fascitis plantar son diversos dependiendo de las características de cada paciente. Además de recomendar reposo por un tiempo, se suele recurrir a los siguientes abordajes:
- Medicamentos: analgésicos para aliviar el dolor y antiinflamatorios para reducir la hinchazón.
- Zapatos adecuados: deben tener amortiguación y sujetar el arco correctamente.
- Plantillas ortopédicas: después de un estudio del pie y de la pisada, se realizan de forma personalizada para que la presión se reparta uniformemente en toda la planta.
- Férulas nocturnas: mantienen el tendón de Aquiles y la fascia extendidos.
- Fisioterapia: consiste en ejercicios de estiramiento, vendajes para los momentos en los que más sufre el pie y masajes para relajar la tensión.
- Ondas de choque: ayudan a calmar el dolor, reducir la inflamación y fomentan la formación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis), por lo que la lesión se recupera más fácilmente.
- Operación quirúrgica: es el último recurso, cuando ningún otro tratamiento ha funcionado como se esperaba. Durante esta intervención, se realiza un corte de una porción del tendón. Existen tratamientos más avanzados como la técnica por radiofrecuencia con terminal de Topaz, donde no se corta el tendón y se "resetea" el proceso de curación.