Fisura anal
Información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos más eficaces para el desgarro del tejido interno del ano.
Síntomas y causas
La fisura anal es una herida en el tejido mucoso que recubre el ano. Su profundidad es variable, por lo que puede tratarse de un desgarro leve, una grieta o una úlcera. A pesar de que suele ser de tamaño pequeño, produce un dolor intenso.
El tiempo de duración de los síntomas determina el tipo de fisura anal que se padece:
- Fisura anal aguda: se curan en poco tiempo, alrededor de una semana, con tratamientos domiciliarios no invasivos.
- Fisura anal crónica: permanecen durante más de ocho semanas a pesar del tratamiento. Esta cronificación se debe a que el esfínter se contrae de forma persistente para evitar la irritación provocada por el paso de las heces, pero dificulta la llegada de sangre y, por lo tanto, del oxígeno necesario para que la herida cicatrice.
A pesar de que las fisuras anales son frecuentes en bebés y niños pequeños, es una enfermedad que afecta a todo tipo de personas. En la mayoría de los casos, el pronóstico es bueno y se curan en unos días con un cambio de hábitos alimenticios.
Síntomas
Los síntomas característicos de la fisura anal son:
- Dolor intenso al pasar las heces por el ano que se mantiene un tiempo después, que pueden ser minutos o incluso horas.
- Sangre de color rojo en las heces o el papel higiénico.
- Escozor.
- Grieta visible en el ano acompañada de un bulto de tamaño pequeño.
Causas
Las fisuras anales están causadas un traumatismo en la mucosa debido a:
- Estreñimiento: es el motivo más frecuente. Se produce por la necesidad de hacer un esfuerzo grande para defecar.
- Heces grandes, duras o sólidas.
- Diarrea muy líquida.
- Coito anal.
- Parto vaginal: el esfuerzo prolongado afecta tanto al canal vaginal como al anorrectal.
Factores de riesgo
El riesgo de que aparezca una fisura anal aumenta en los siguientes casos:
- Estreñimiento crónico.
- Embarazo y parto.
- Edad: es más frecuente en bebés y adultos mayores.
- Cuando el esfínter anal está en proceso de crecimiento la mucosa es más sensible y se daña con mayor facilidad. Además, cuando el músculo no está desarrollado del todo se producen espasmos más fuertes de lo habitual, que dificultan el paso de las heces.
- El envejecimiento reduce la cantidad de sangre que llega al recto, por lo que la regeneración de los tejidos es más lenta.
- Enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn: la inflamación vuelve a la piel más débil, por lo que es más susceptible de dañarse.
- Hemorroides.
- Relaciones sexuales anales sin la suficiente lubricación.
- Hipertonía del esfínter anal interno: si el músculo tiene una tensión muscular excesiva, se dificulta el paso de las heces y se reduce el flujo sanguíneo en la zona.
- Tratamiento con quimioterapia.
- Infecciones en el canal anal, ya que irritan los tejidos.
- Examen rectal.
- Cirugías previas en el canal anal.
- Enfermedades subyacentes: aunque es menos frecuente, algunas patologías pueden causar o dificultad la curación de una fisura anal. Las más habituales son el cáncer de ano, el VIH o la sífilis.
Complicaciones
Aunque en la mayoría de los casos las fisuras anales desaparecen en poco tiempo, aquellas que se cronifican pueden derivar en afecciones más graves como:
- Infecciones: son frecuentes por la gran cantidad de bacterias presentes en el canal anal.
- Abscesos: cavidades llenas de pus que aparecen cuando la infección se extiende.
- Fístula anal: se forma un conducto que une el canal anal con la piel del perineo. Suele ser la consecuencia de un absceso que se drena espontáneamente.
- Estreñimiento crónico causado por la reticencia del paciente a ir al baño para evitar el dolor.
Prevención
Aunque no siempre se puede prevenir una fisura anal, evitar el estreñimiento reduce el riesgo de que aparezcan. Se recomienda llevar una alimentación equilibrada que incluya alimentos con un contenido alto de fibra y líquidos en abundancia, además de practicar ejercicio de forma regular.
¿Qué médico trata la fisura anal?
La fisura anal se diagnostica y trata en la especialidad de cirugía general y del aparato digestivo.
Diagnóstico
El diagnóstico de la fisura anal se basa en la anamnesis y la observación:
- Historia clínica: el especialista se informa sobre los antecedentes médicos, los hábitos alimentarios, el ritmo de vida y los síntomas percibidos por el paciente.
- Exploración física: con el paciente de lado o bocabajo, se separan suavemente los glúteos para visualizar la lesión. Puede ser un corte superficial, un desagarro, un pliegue o una protuberancia.
Las fisuras son habituales en la parte delantera o posterior del ano. Si se presentan en otra zona suelen ser el síntoma de otra enfermedad, por lo que se realizan pruebas adicionales:
- Anoscopia: se introduce un tubo corto y rígido con una luz en el extremo para ver con mayor detalle el canal anal y la parte final del recto. Sirve para detectar hemorroides, fisuras, infecciones o lesiones precancerosas.
- Sigmoidoscopia: se introduce una sonda flexible para examinar el canal anal, el recto y la parte inferior del colon. Es útil para diagnosticar la enfermedad de Crohn, afecciones intestinales o tumores cancerosos.
- Colonoscopia: el procedimiento es similar al anterior, pero sirve para observar el colon completo.
Tratamiento
Ante los primeros síntomas de fisura anal, se recomienda un cambio de hábitos alimenticios y unos cuidados específicos en casa:
- Consumir mayor cantidad de fibra.
- Beber más líquidos.
- Tomar baños de asiento con agua templada durante diez o quince minutos. Especialmente, después de las deposiciones.
Si los síntomas persisten, es el momento de acudir al especialista para que paute un tratamiento:
- Medicación tópica: cremas o pomadas para calmar los síntomas:
- Blastoestimulina: aumenta el flujo sanguíneo para favorecer la cicatrización y regeneración de la piel.
- Anestésicos: reduce el dolor.
- Antiinflamatorios: reducen la hinchazón.
- Nitroglicerina: relaja la musculatura.
- Inyecciones de toxina botulínica: se paralizan los espasmos del esfínter anal para favorecer la llegada de sangre y la cicatrización.
- Cirugía: es el último recurso cuando los tratamientos anteriores no han logrado los efectos deseados. Se corta aproximadamente un centímetro del esfínter interno para que los espasmos se reduzcan y calmar el dolor.






































































































