Hepatitis C

Información sobre las causas, los síntomas, las posibles complicaciones y el tratamiento de la infección por el virus VHC.

Síntomas y causas

La hepatitis C es la inflamación del hígado como consecuencia de una infección provocada por el llamado virus de la hepatitis C (VHC). Este virus es de tipo ARN de la familia de los Flaviviridae, en concreto, de los Hepacivirus.

Dependiendo de la forma en que se manifieste, puede ser de dos tipos:

  • Hepatitis C aguda: es difícil de diagnosticar porque no suele manifestar síntomas. Es de duración corta y se presenta en los primeros seis meses después de la exposición al virus. Es posible que se resuelva por sí sola, pero es habitual que se convierta en hepatitis crónica.
  • Hepatitis C crónica: es una enfermedad de larga duración, se detecta más de seis meses después de que el paciente haya estado expuesto al virus. La mayor parte de las personas infectadas con el VHC desarrollan hepatitis de este tipo.

A pesar de ser una enfermedad que afecta a aproximadamente un 2 % de la población, se estima que el 40 % de los pacientes lo desconocen. El tratamiento a tiempo, y por lo tanto la detección precoz, es fundamental para evitar complicaciones. El avance de las terapias en los últimos años han conseguido que la hepatitis C sea curable en la mayoría de los casos.

Síntomas

Los síntomas se presentan en la fase crónica avanzada, ya que es raro que la hepatitis aguda los manifieste y la crónica permanece asintomática durante mucho tiempo. Los más destacados son:

  • Ictericia: coloración amarillenta de la piel, las mucosas y la membrana esclerótica.
  • Fatiga.
  • Náuseas.
  • Fiebre.
  • Dolor muscular.
  • Facilidad de sangrado.
  • Tendencia a los moratones.
  • Ascitis: acumulación de líquido en la cavidad peritoneal.
  • Orina de color oscuro, por la acumulación de bilirrubina (coluria).
  • Heces de color blanco, debido a una disminución de secreción biliar.
  • Picor en la piel.
  • Edema (acumulación de líquido) en las piernas.
  • Arañas vasculares.
  • Pérdida de peso.
  • Encefalopatía hepática: deterioro de la función cerebral provocado por la dificultad del hígado para eliminar las toxinas de la sangre.

Causas

La causa principal de la hepatitis C es la infección por el virus VHC, que se transmite principalmente a través de la sangre. Las formas de contagio más habituales son:

  • Trasfusión de sangre: personas que recibieron componentes sanguíneos o sangre infectada cuando todavía no se conocía la existencia del virus, que se descubrió en 1989.
  • Drogas inyectables.
  • En raras ocasiones, relaciones sexuales.

Factores de riesgo

El riesgo de contraer hepatitis C aumenta en los siguientes casos:

  • Transfundidos antes de 1989.
  • Pacientes tratados con factores de coagulación antes de 1989.
  • Trasplantados antes de 1989.
  • Portadores del VIH.
  • Relaciones sexuales de riesgo: traumáticas, con posibilidad de sangrado, con personas infectadas.
  • Hijos de madres con hepatitis C.

Complicaciones

Las complicaciones de la hepatitis C son potencialmente graves y pueden alterar la función hepática hasta el punto de necesitar un trasplante. Entre las más destacadas están:

  • Cirrosis: cicatrización de los tejidos del hígado.
  • Insuficiencia hepática: fallo de la función del hígado, que deja de funcionar adecuadamente.
  • Acidosis: desequilibrio ácido-base que provoca un exceso de ácido en la sangre, ya que los desechos no se procesan correctamente.

Prevención

La mejor forma de prevenir la hepatitis C es seguir estas recomendaciones:

  • No consumir drogas, especialmente las administradas vía intravenosa.
  • No compartir jeringuillas.
  • Seguir las medidas higiénicas recomendadas cuando se esté en contacto con sangre de otras personas.
  • Extremar la higiene al hacerse piercings o tatuajes.
  • Evitar las prácticas sexuales de riesgo.
  • Utilizar preservativos en todas las relaciones sexuales.

¿Qué médico trata la hepatitis C?

La hepatitis C es una enfermedad que se diagnostica y trata en las especialidades de aparato digestivo y enfermedades infecciosas.

Diagnóstico

Como la hepatitis C suele ser asintomática, pero tener consecuencias graves si no se trata, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda hacer análisis rutinarios a las personas de riesgo.

La hepatitis C se detecta mediante un análisis de sangre en el que se detectan:

  • Presencia del VHC.
  • Niveles altos de transaminasas, que son las enzimas que liberan las células del hígado cuando se destruyen.

Para valorar la gravedad de la enfermedad, se hacen las siguientes pruebas:

  • PCR (reacción en cadena de la polimerasa): identifica el genotipo del virus, ya que hay varios subtipos, y determina la carga viral.
  • Ecografía: ofrece imágenes del hígado para determinar si hay lesiones.
  • Fibroscan: ayuda a detectar fibrosis hepática.
  • Biopsia: es la prueba definitiva para diagnosticar la hepatitis C. Para ello, se toma una muestra de tejido mediante laparoscopia y se analiza en el laboratorio.

Tratamiento

El tratamiento de la hepatitis C debe ser personalizado para cada paciente, dependiendo de sus características, el tipo de VHC con el que está infectado y la carga viral. Para eliminar la infección, se administran antivirales.

Se considera que un paciente está curado cuando todos los análisis son negativos una vez que han transcurrido 12 semanas desde la finalización del tratamiento.

Solamente los casos más graves en los que no se responde adecuadamente a la terapia farmacológica, el hígado puede dañarse tanto que se necesita un trasplante.

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