Linfedemas
¿Cómo se puede tratar el linfedema? Toda la información sobre las causas, los síntomas y los tratamientos de esta enfermedad.
Síntomas y causas
El linfedema, o edema linfático, es una enfermedad crónica y progresiva caracterizada por una hinchazón (edema) producida por la acumulación de líquido en los tejidos blandos del organismo, debido a la incapacidad del sistema linfático para drenar la linfa. La linfa es un líquido esencial para el sistema inmunitario, que se forma del plasma sobrante que sale por los capilares sanguíneos y es recogido por los capilares linfáticos. El líquido está compuesto por agua, lípidos, proteínas y glóbulos blancos, además de por residuos celulares, desechos y microorganismos. Los ganglios linfáticos filtran la linfa de sustancias nocivas y la devuelven al torrente sanguíneo. Si este proceso no se realiza correctamente, el líquido se acumula y aparecen linfedemas. El linfedema afecta principalmente a las piernas y los brazos, pero también puede darse en la pared torácica, el abdomen, el cuello o los genitales.
De acuerdo a su origen, se distinguen dos tipos de linfedemas:
- Linfedemas primarios: no tienen causa aparente.
- Linfedemas secundarios: son los más frecuentes. Están provocados por un trastorno subyacente.
Dependiendo del grado de gravedad, se habla de linfedema en cuatro estadios:
- Estadio 0: existe pesadez, pero no hay aumento de volumen.
- Estadio I: existe hinchazón, pero el linfedema es blando. La presión sobre la piel deja una marca (fóvea). Si está en una extremidad, la hinchazón remite cuando esta se eleva.
- Estadio II: la hinchazón es mayor. Puede aparecer fibrosis y la zona está dura y tumefacta. El linfedema es duradero y ya no es reversible.
- Estadio III: es el estadio más avanzado y no suele presentarse. La hinchazón y el endurecimiento aumentan y se produce elefantiasis (similitud con una pata de elefante). La movilidad es muy dificultosa. Aparecen ampollas o úlceras que pueden supurar el líquido acumulado.
Síntomas
Los síntomas más habituales que manifiesta el linfedema son:
- Edema blando y depresible al tacto.
- Aumento progresivo de volumen.
- Piel tirante, brillante y prominente.
- Sensación de pesadez.
- Fibrosis: con el tiempo, la piel se engrosa y se endurece.
- Amplitud de movimiento limitada.
- Puede aparecer enrojecimiento o sarpullido.
- Picazón o sensación de ardor.
Causas
El linfedema primario se debe a una alteración en el funcionamiento o en la cantidad de las vías linfáticas, lo que que provoca una malfunción del sistema linfático. Esas alteraciones pueden ser congénitas, ligadas a trastornos hereditarios, y presentarse en cualquier momento sin motivo aparente.
El linfedema secundario, por su parte, está causado por una obstrucción o compresión de los vasos linfáticos, provocada principalmente por los siguientes factores:
- Cáncer: las células cancerosas pueden bloquear los vasos linfáticos.
- Radioterapia: la radiación puede causar fibrosis e inflamación de los ganglios o vasos linfáticos.
- Extirpación de los ganglios linfáticos, normalmente a consecuencia de un cáncer.
- Infecciones que dañen los tejidos o produzcan cicatrices.
- Lesiones o traumatismos que dañen el sistema linfático.
Factores de riesgo
Los principales factores que aumentan el riesgo de padecer linfedema son:
- Sobrepeso y obesidad.
- Edad avanzada.
- Presencia de artritis reumatoide o psoriásica.
- Antecedentes familiares, en el caso los linfedemas primarios.
Complicaciones
El líquido acumulado favorece la aparición de infecciones de la piel, como la celulitis infecciosa, que produce dolor, enrojecimiento y descamación. Si se agrava, puede diseminarse hacia los ganglios o el torrente sanguíneo y desencadenar una septicemia, esto es, una respuesta desregulada a la infección en la que el organismo ataca sus propios tejidos. Esta condición supone un riesgo para la vida y requiere tratamiento médico urgente.
Asimismo, cuando la hinchazón es severa, el líquido linfático puede drenarse por la piel, a través de pequeñas roturas o ampollas. También se ha relacionado el linfedema grave con una forma poco frecuente de cáncer de tejido blando. Además, la falta de movilidad provocada por el linfedema puede deteriorar la calidad de vida de la persona, que también puede ver disminuida su autoestima y su estado de ánimo por el aspecto estético del linfedema, derivado de la hinchazón y la fibrosis.
Prevención
Tras padecer un cáncer y haberse sometido a tratamientos oncológicos, se puede reducir el riesgo de desarrollar un linfedema tomando las siguientes medidas:
- Ejercicios específicos en las zonas afectadas: ayuda a mantener la flexibilidad muscular, reducir la formación de tejido cicatricial y favorecer la circulación del sistema linfático.
- Cuidar la piel: limpiarla con jabones neutros, secarla bien y aplicar cremas hidratantes sin alcohol ni perfumes.
- Reducir el riesgo de infección: lavar y desinfectar correctamente cualquier mínima herida o quemadura.
- Mantener un peso saludable.
- Evitar el uso de prendas de vestir muy ceñidas, ya que pueden aumentar la presión en los vasos sanguíneos y linfáticos.
¿Qué médico trata los linfedemas?
Los linfedemas son evaluados y tratados por especialistas en Angiología y Cirugía Vascular.
Diagnóstico
El diagnóstico del linfedema se basa principalmente en el examen clínico, en el que se observan los síntomas y se cataloga su grado.
Una vez confirmado, se realizan pruebas para examinar el sistema linfático y el vascular en busca de obstrucciones:
- Pruebas de diagnóstico por imagen: la ecografía, la resonancia magnética o la tomografía computarizada ofrecen imágenes detalladas de los tejidos afectados.
- Linfoscintigrafía: se inyecta un líquido de contraste en los conductos linfáticos y se observa el flujo del líquido mediante una ecografía.
- Linfogammagrafía: se inyecta en la piel un material radioactivo que viaja a través de la zona afectada emitiendo rayos gamma, que se localizan con una cámara para proyectar las imágenes del sistema linfático.
Tratamiento
Es importante recalcar que el linfedema no tiene cura. El tratamiento se focaliza en impedir el avance de la enfermedad, mejorar la función linfática y evitar complicaciones. Existen diferentes opciones de tratamiento, que dependen del grado que presente el linfedema:
- Tratamiento conservador: el objetivo es mitigar la acumulación de líquido y aliviar los síntomas.
- Drenaje linfático manual: técnica de fisioterapia en la que se aplica una ligera presión para desplazar el líquido retenido a zonas con el sistema linfático sano.
- Vendas, mangas o medias de compresión: prendas elásticas y ajustadas que favorecen el drenaje linfático.
- Compresión neumática secuencial: se ejerce presión mediante un manguito conectado a una bomba que lo infla.
- Cirugía: cuando el linfedema está muy avanzado o no responde al tratamiento conservador, se recurre a cirugía.
- Anastomosis linfático-venosa o bypass linfáticovenular: se reconduce la circulación de la linfa, implantando un tubo artificial de silicona desde los vasos linfáticos funcionantes hasta las venas subcutáneas.
- Trasplante de ganglios linfáticos: se extrae tejido vascular que contiene ganglios linfáticos de otra parte del cuerpo, como la zona inguinal o la supraclavicular, y se trasladan a la zona afectada, donde se ha extraído previamente el tejido cicatricial. Los ganglios producen factores de crecimiento que permiten la formación de nuevos vasos linfáticos que restablecen la circulación. Es un procedimiento muy efectivo, pero los resultados pueden tardar meses en verse.
- Liposucción: este procedimiento puede realizarse para extirpar el tejido con fibrosis, lo que mejora el funcionamiento de la zona afectada, o para absorber el líquido linfático y algunos depósitos grasos sobrantes. Esta segunda opción es un drenaje puntual que no mejora el funcionamiento del sistema linfático.