Parálisis facial

¿Hay distintos tipos de parálisis facial? Todo sobre sus causas, sus síntomas y sus tratamientos.

Síntomas y causas

La parálisis facial es la pérdida de movimiento en la cara. Esta condición afecta exclusivamente a los músculos voluntarios, por lo que las reacciones reflejas se mantienen, y se produce por un fallo en el nervio facial.

La parálisis facial puede ser total o parcial, en función de si se pierde el movimiento por completo o si se trata solamente de una debilidad muscular. Atendiendo a su etiología, se clasifica en dos tipos diferentes:

  • Parálisis facial periférica: el nervio facial está dañado e impide el movimiento de todos los músculos del lado afectado.
  • Parálisis facial central: se produce por una lesión a nivel cerebral (no a nivel del nervio), está provocada por un daño en las fibras que unen el nervio facial con la corteza cerebral. Afecta a los músculos de la parte inferior de la cara (mejillas y boca) del lado contrario en el que se produce la lesión.

Cuando se produce de forma aislada, suele remitir con el tiempo si se sigue el tratamiento adecuado. Además, no es habitual que se manifieste en más de una ocasión. Si se trata de una parálisis facial causada por otra patología, es necesario abordar la enfermedad que la provoca y el pronóstico es variable.

Síntomas

Los síntomas más habituales de la parálisis facial incluyen:

  • Falta de movilidad en un lado de la cara o en la zona inferior. Normalmente, existe dificultad para levantar la ceja, cerrar los párpados o sonreír.
  • Asimetría facial.
  • Mayor sensibilidad.
  • Exceso o defecto de lágrimas y saliva.
  • Alteración del gusto.
  • Dificultad para respirar por la nariz.
  • En ocasiones, se presentan síntomas catarrales en los días anteriores a la parálisis.

Causas

La parálisis facial se produce por daño en el nervio facial, que puede deberse a diferentes motivos que permiten clasificar la enfermedad en tres tipos:

  • Parálisis facial de Bell o idiopática: se desconocen las causas exactas por las que se produce, aunque suele asociarse a una inflamación del nervio por una infección vírica (normalmente, el herpes simple). Con menos frecuencia,
  • Parálisis facial secundaria: con menos frecuencia, la parálisis facial se produce como consecuencia de un traumatismo o de enfermedades sistémicas como la diabetes, la sarcoidosis o los síndromes autoinmunes.
  • Parálisis facial congénita: aunque es poco habitual, puede ser una consecuencia del síndrome de Moebius, una enfermedad neurológica congénita.

Factores de riesgo

A pesar de que se desconoce gran parte de su naturaleza, los estudios determinan que hay una mayor posibilidad de sufrir una parálisis facial en las siguientes circunstancias:

  • Tercer trimestre de embarazo.
  • Primera semana del postparto.
  • Infección de las vías respiratorias superiores.
  • Hipertensión arterial.
  • Diabetes.
  • Obesidad.

Complicaciones

No es frecuente que la parálisis facial presente complicaciones, ya que el nervio suele recuperar su función en un plazo de cuatro a seis semanas. Aun así, esta afección puede derivar en:

  • Cierto grado de parálisis en los músculos afectados.
  • Sincinesia: algunos músculos se activan involuntariamente cuando se pretende mover otros. Se debe a un crecimiento irregular de las fibras nerviosas.
  • Daño irreversible en el nervio.
  • Cuando un ojo no se puede cerrar, se puede producir ceguera úlceras corneales y pérdida de visión debido a que la sequedad excesiva erosiona la córnea.

Prevención

No existe una forma eficaz de prevenir la parálisis facial.

¿Qué médico trata la parálisis facial?

En el tratamiento de la parálisis facial intervienen especialistas en neurología, otorrinolaringología, oftalmología y cirugía plástica, estética y reparadora.

Diagnóstico

La parálisis facial se diagnostica principalmente mediante una exploración física, en la que el especialista comprueba la capacidad de movimiento de los músculos faciales.

Para profundizar en el diagnóstico, determinar los órganos afectados y la gravedad de la situación, se recurre a pruebas adicionales como:

  • Electromiografía: comprueba la actividad eléctrica en los músculos y los nervios mediante una aguja conectada a un dispositivo.
  • Test de Schirmer: se coloca una tira de papel de filtro en el interior del párpado inferior y se mantienen los ojos cerrados durante cinco minutos. Posteriormente, se comprueba la cantidad de lágrimas que se han producido siguiendo la guía marcada en la propia tira.
  • Prueba de salivación: se determina el volumen de saliva que se produce. Para hacer el test, el paciente se sienta recto con la cabeza inclinada hacia delante y se recoge la saliva que gotea en un recipiente.
  • Pruebas auditivas: se mide la capacidad de audición mediante una audiometría.
  • Resonancia magnética (RM) o tomografía axial computarizada (TAC) cerebral: descartan daños en el cerebro.

Tratamiento

Es necesario tener en cuenta el desencadenante para establecer el tratamiento más adecuado para la parálisis facial. Los más eficaces son:

  • Medicación: ofrece buenos resultados para la parálisis idiopática. Suele consistir en una combinación de antivirales para eliminar la infección y corticoides para reducir la inflamación del nervio.
  • Fisioterapia: recupera las funciones y el tamaño de los músculos mediante masajes y ejercicios.
  • Cirugía: es necesaria si el nervio no se recupera con los tratamientos anteriores. Para reconstruir las terminaciones nerviosas se puede optar por dos tipos de operación:
    • Cirugía estática: dan soporte y elevan las zonas de la cara que se han caído como consecuencia de la parálisis. Además, se consigue el cierre del párpado con el uso de una pesa para evitar el daño de la córnea.
    • Cirugía dinámica: es un abordaje más complejo que busca devolver el movimiento a los músculos. Cuando la parálisis es reciente (menos de 18 meses) se pueden restablecer las conexiones nerviosas. Si ha pasado más tiempo desde la parálisis, es posible hacer una transferencia muscular desde otras partes del cuerpo.
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