Celiaquía

¿La celiaquía se puede curar? Toda la información sobre esta enfermedad: causas, síntomas y tratamiento.

Síntomas y causas

La celiaquía, o enfermedad celiaca, es una enfermedad multisistémica, autoinmune y crónica que se caracteriza por la inflamación del revestimiento mucoso del intestino delgado, lo que impide la correcta absorción de los nutrientes. Está provocada por una intolerancia permanente al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno, así como en sus híbridos y derivados. Aunque la celiaquía daña primeramente el intestino, puede afectar a cualquier órgano o tejido corporal.

La celiaquía no es un trastorno frecuente, aunque en las últimas décadas su prevalencia ha aumentado notablemente, lo que puede tener que ver con las mejoras en investigación y diagnóstico.

Síntomas

La sintomatología de la enfermedad celiaca es muy variada, y se deriva de la deficiente absorción de los nutrientes alimenticios. Los síntomas digestivos frecuentes incluyen:

  • Diarrea crónica.
  • Pérdida de peso.
  • Pérdida del apetito.
  • Hinchazón abdominal.
  • Gases.
  • Dolor abdominal recurrente.
  • Náuseas, vómitos.
  • Estreñimiento.
  • Deposiciones abundantes y grasientas.
  • Colon irritable.

La celiaquía también puede presentar síntomas no relacionados con el sistema digestivo:

  • Retraso en el desarrollo y el crecimiento, si aparece en la infancia.
  • Dolor óseo y articular.
  • Pérdida de masa muscular.
  • Cansancio.
  • Anemia.
  • Dermatitis herpetiforme: erupción cutánea con ampollas y picor.
  • Úlceras bucales.
  • Dolores de cabeza.
  • Alteraciones en el carácter: irritabilidad, apatía, tristeza.
  • Daños en el esmalte dental.

En función de la presentación clínica, se distinguen distintos tipos de celiaquía:

  • Celiaquía clásica: es la forma típica en niños de 9 a 24 meses. Se caracteriza por síntomas graves de malabsorción y retraso en el desarrollo.
  • Celiaquía sintomática: presenta síntomas variados, tanto intestinales como no intestinales.
  • Celiaquía subclínica o silente: no existen síntomas, pero las pruebas diagnósticas son positivas.
  • Celiaquía latente: es una forma compleja de la enfermedad, en un momento determinado, consumiendo gluten, no hay síntomas y el estado de la mucosa intestinal es normal.
    • Tipo A: el paciente fue diagnosticado de enfermedad celiaca en la infancia pero se recuperó por completo.
    • Tipo B: el paciente presentaba una mucosa intestinal normal en un estudio previo y desarrolla la enfermedad posteriormente.
  • Celiaquía potencial: existe una predisposición genética a desarrollar la enfermedad.
  • Celiaquía refractaria: se siguen presentando síntomas hasta seis meses después de iniciado el tratamiento.

Causas

En las personas celiacas, la ingesta de gluten desencadena una respuesta anómala del sistema inmunitario, que libera diferentes autoanticuerpos que dañan las vellosidades que recubren el intestino delgado, encargadas de absorber los nutrientes de los alimentos. Los autoanticuerpos también pueden atacar a cualquier otra parte del organismo. No se ha determinado la causa exacta de la intolerancia al gluten, aunque se considera que se debe a una combinación de factores:

  • Predisposición genética: la celiaquía se asocia a los genes HLADQ2 y DQ8. Sin embargo, presentar una genética compatible no siempre implica desarrollar la enfermedad.
  • Factores ambientales, como infecciones intestinales por reovirus, exposición a antibióticos en edad temprana o situaciones de estrés digestivo.
  • Otras enfermedades autoinmunes también producidas por la combinación de genética y agentes ambientales, como diabetes tipo 1, lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Addison, colitis microscópica o hepatitis crónica autoinmune.

Factores de riesgo

El riesgo de padecer enfermedad celiaca aumenta en estos casos:

  • Antecedentes familiares.
  • Trastornos autoinmunes.
  • Trastornos genéticos como síndrome de Down, síndrome de Williams o síndrome de Turner.
  • Sexo: es más frecuente en mujeres.

Complicaciones

El déficit nutricional causado por la alteración en la función de absorción del intestino puede acarrear consecuencias graves en el organismo. La mala absorción de calcio y vitamina D puede provocar un reblandecimiento óseo (osteomalacia o raquitismo) en niños, mientras que en adultos puede derivar en pérdida de densidad ósea (osteoporosis). El déficit de vitamina D también puede provocar problemas reproductivos, como abortos de repetición e infertilidad, así como malformaciones congénitas en hijos de madres celiacas que no se han tratado durante el embarazo. El déficit de vitamina K, por su parte, puede causar trastornos de coagulación. Asimismo, es posible desarrollar trastornos neurológicos como convulsiones, problemas del equilibrio y la coordinación, dificultades de aprendizaje o neuropatía periférica, una enfermedad que causa debilidad, dolor y entumecimiento en las manos y los pies.

Además, los pacientes de enfermedad celiaca sin tratar tienen más riesgo de desarrollar determinados tipos de cáncer intestinal, como linfoma o adenocarcinoma, y de padecer otras afecciones, como diabetes, trastornos tiroideos, intolerancia a la lactosa o dermatitis.

Prevención

No existen medidas de prevención que eviten la intolerancia al gluten. Por lo tanto, la única forma de prevenir el desarrollo de la celiaquía cuando existen factores de riesgo es evitar el consumo y la exposición al gluten.

¿Qué médico trata la celiaquía?

La enfermedad celiaca es evaluada y tratada por especialistas en Gastroenterología y Aparato Digestivo.

Diagnóstico

No siempre es fácil diagnosticar la enfermedad celiaca, ya que sus síntomas se presentan también en otras enfermedades. Para confirmar la celiaquía en pacientes con sintomatología y factores de riesgo característicos, se realizan las siguientes pruebas, siempre antes de retirar el gluten de la dieta:

  • Análisis serológico: en una muestra de sangre, se miden los niveles de los anticuerpos que actúan contra el gluten, que son los anti-gliadina, anti-endomisio, anti-reticulina y anti-transglutaminasa. Su elevación en sangre es indicativo de celiaquía, aunque no es un criterio definitivo.
  • Estudios genéticos: se busca la presencia de los genes asociados a la celiaquía (HLA DQ2 y DQ8). Aunque la mayor parte de las personas celiacas los tienen, la prueba por sí sola tampoco confirma el diagnóstico.
  • Biopsia intestinal: es la prueba definitiva para establecer el diagnóstico. Si el resultado de la serología o el estudio genético es positivo, se toma una muestra de la mucosa del intestino delgado para comprobar la existencia de daños en las vellosidades. La extracción se realiza mediante endoscopia, introduciendo por la garganta una sonda (endoscopio) que incorpora cámara y pinzas de extracción.

Tratamiento

La enfermedad celiaca no tiene cura, por lo que el tratamiento tiene como objetivo evitar la aparición de síntomas:

  • Dieta estricta de por vida: la eliminación completa del gluten de la dieta es el único tratamiento posible para la celiaquía. Los alimentos que se deben evitar son los que contienen cualquier derivado del trigo, la cebada, la avena, el centeno, la espelta o el triticale (un híbrido de trigo y centeno):
    • Pan.
    • Harinas.
    • Bollería y repostería.
    • Almidón.
    • Sémola.
    • Pasta.
    • Chocolate.
    • El gluten también se utiliza como aditivo, por lo que debe evitarse cualquier tipo de alimentos preparados que no indiquen específicamente que no contienen gluten, como embutidos, patés, queso en lonchas, conservas, dulces, caramelos, café y té instantáneos o suplementos herbales y nutricionales, entre otros. Asimismo, puede encontrarse gluten en medicamentos, maquillajes, dentífricos, enjuagues bucales, pegamentos o plastilina. Es fundamental una lectura exhaustiva de los ingredientes de cada producto.
  • Suplementos nutricionales: al principio del tratamiento, puede ser necesario administrar las vitaminas o minerales que se encuentran deficitarias.
  • Seguimiento: una vez instaurada la dieta sin gluten, se debe realizar un seguimiento para corroborar su efecto. La mejoría en los síntomas suele notarse en cuestión de días o semanas, aunque la recuperación intestinal puede tardar algunos años.
  • Tratamiento farmacológico: en caso de celiaquía refractaria que no mejora con la dieta sin gluten, se pueden administrar corticoides para ayudar a controlar la inflamación intestinal y aliviar los síntomas. Si este tratamiento no funciona, se puede recurrir a fármacos inmunosupresores, como la azatioprina, que inhiben la respuesta anómala del sistema inmune.
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