Lumbalgia
¿Qué tomar para la lumbalgia? Consejos para calmar el dolor en la zona lumbar e información sobre sus causas y sus síntomas.
Síntomas y causas
La lumbalgia, llamada comúnmente lumbago, provoca un dolor fuerte en la zona lumbar. Normalmente, impide realizar determinados movimientos y, por lo tanto, reduce notablemente la calidad de vida. El origen de la lumbalgia suele estar en los músculos, aunque también puede provenir en las articulaciones de la columna vertebral.
Si se tiene en cuenta el tiempo de evolución de la enfermedad, la lumbalgia se divide en tres tipos:
- Lumbalgia aguda: dura menos de seis semanas. Es la más frecuente.
- Lumbalgia subaguda: el dolor se mantiene entre seis y doce semanas.
- Lumbalgia crónica: es poco habitual. Las molestias se presentan durante más de doce semanas.
La causa más común de la lumbalgia es un esfuerzo o un gesto brusco. Por ejemplo, levantar un peso excesivo o girar la espalda rápida y repentinamente.
Síntomas
Los síntomas de la lumbalgia son muy característicos y fácilmente reconocibles. Los más comunes son:
- Dolor en la zona lumbar que, en algunas ocasiones, se irradia al glúteo, a la ingle o al muslo, pero no siempre.
- Inflamación lumbar.
- Dificultad para andar.
Causas
El lumbago puede tener diferentes causas. Dependiendo de los motivos que provoquen el dolor de espalda, se habla de seis tipos de lumbalgia:
- Lumbociática: suele se la consecuencia de otra afección que comprime el nervio ciático.
- Lumbalgia mecánica: la lesión en un músculo o en un ligamento produce dolor durante el movimiento, que remite cuando se está en reposo.
- Lumbalgia inflamatoria: está causada por una hinchazón derivada de otras afecciones.
- Lumbalgia emocional o psicosomática: se relaciona con el estrés, la ansiedad, el miedo o la tristeza.
- Lumbalgia radicular: tiene su origen en un nervio que sobresale de las vértebras, normalmente a consecuencia de una hernia discal.
- Lumbalgia referida: el dolor se percibe en la parte baja de la espalda, pero se origina en otras zonas como el riñón, la cadera o el intestino.
Factores de riesgo
Algunos de los principales factores que aumentan el riesgo de padecer lumbago son:
- Trabajos que requieren posturas forzadas para la espalda o que ocasionan un exceso de vibración en el cuerpo.
- Tener una musculatura lumbar débil.
- Padecer una enfermedad que cause inflamación en la zona lumbar.
- Tener sobrepeso.
- Edad avanzada, por el deterioro de los discos intervertebrales.
- El estrés y la ansiedad pueden aumentar la tensión muscular y predisponer el desarrollo de lumbalgia.
Complicaciones
No es habitual que la lumbalgia se complique, pero, en ocasiones, puede cronificarse y dificultar las tareas cotidianas.
Prevención
Algunos consejos para prevenir la lumbalgia son:
- Evitar levantar objetos pesados y hacer movimientos bruscos.
- Hacer ejercicio para fortalecer los músculos de la espalda.
- Cuidar la higiene postural.
- Reducir el tiempo que se pasa sentado.
- Mantener un peso saludable.
- Manejo del estrés y la ansiedad.
¿Qué médico trata la lumbalgia?
Los cirujanos ortopédicos y traumatólogos, además de los médicos generalistas, diagnostican la lumbalgia. En el tratamiento también pueden intervenir los especialistas en medicina del trabajo, medicina complementaria o de la unidad del dolor.
Diagnóstico
El diagnóstico del lumbago suele ser clínico, ya que al especialista le basta con llevar a cabo la anamnesis, estudiar el historial médico, valorar los síntomas y hacer un reconocimiento físico del paciente.
Cuando hay alguna duda, se solicitan pruebas de diagnóstico por imagen, como una resonancia magnética, una radiografía o una tomografía computarizada, para observar el estado de los músculos lumbares y descartar una hernia discal u otras patologías.
Tratamiento
Lo más habitual es optar por un tratamiento farmacológico basado en analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares. Para reforzar su efecto, también se recomiendan sesiones de fisioterapia para fortalecer los músculos y aprender a cuidar la higiene postural. Cuando es necesario, la unidad del dolor aplica infiltraciones periarticulares o rizólisis, que consiste en la denervación del nervio.
En los casos más graves que no responden a los tratamientos conservadores, en los que existe una lesión subyacente, se puede realizar una cirugía en la que se fijan las vértebras que producen el dolor o se coloca una prótesis.