Guía práctica para padres: cuáles son los virus más comunes, señales de alerta para acudir al pediatra y cuidados básicos en casa

Virus estacionales: cómo proteger a los más pequeños ante los cambios de estación
El cambio de estación suele ir acompañado de la llegada de los temidos virus estacionales. Para muchos padres, esto es sinónimo de noches en vela, pañuelos desechables, tos persistente y la eterna duda de cuándo es necesario acudir al pediatra.
"Con el cambio de estación, los más pequeños están más expuestos a virus respiratorios y gastrointestinales, ya que pasamos más tiempo en interiores, con menor ventilación y cambios bruscos de temperatura", explica la Dra. Ana María Pérez Pardo, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Universitari General de Catalunya.
Aunque la mayoría de estas infecciones son leves y se resuelven con cuidados básicos en casa, conocer sus signos, formas de prevención y cuándo buscar atención médica es clave para garantizar el bienestar infantil.
Los virus más frecuentes en la infancia
Durante el otoño y el invierno, los niños están especialmente expuestos a infecciones víricas que se transmiten con facilidad en escuelas y entornos familiares. Entre las más comunes se encuentran el resfriado, la gripe, la bronquiolitis, la faringitis, la gastroenteritis y la conjuntivitis.
"Estas infecciones forman parte del desarrollo del sistema inmunitario. Es normal que los niños, sobre todo los más pequeños, pasen por varios episodios a lo largo del año", señala la Dra. Pérez Pardo.
Por lo general, los síntomas incluyen fiebre, tos, mucosidad, congestión nasal, malestar general y, en algunos casos, vómitos o diarrea. La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, no requieren antibióticos ni hospitalización.
Cuándo no alarmarse
Si el niño mantiene buen apetito, está activo y, pese a la fiebre o la tos, conserva un estado general adecuado, suele tratarse de un cuadro leve que puede manejarse en casa. La hidratación, el descanso y el control de la temperatura son los pilares del tratamiento.
"Los padres deben recordar que muchos virus se autolimitan: desaparecen por sí solos en pocos días. El objetivo es aliviar los síntomas y vigilar que no aparezcan signos de alarma", explica la especialista.
También es importante tener paciencia: algunos síntomas, como la tos o la mucosidad, pueden prolongarse hasta dos o tres semanas sin que ello indique complicaciones.
Señales de alerta: cuándo consultar con el pediatra
Aunque la mayoría de las infecciones respiratorias o digestivas se resuelven solas, existen situaciones en las que se debe buscar atención médica:
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Fiebre superior a 39,5 °C o que dura más de tres días.
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Dificultad respiratoria o respiración muy rápida.
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Decaimiento extremo, somnolencia o irritabilidad intensa.
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Rechazo persistente a comer o beber.
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Vómitos o diarrea continuada con signos de deshidratación (boca seca, menos orina, llanto sin lágrimas).
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Aparición de manchas en la piel que no desaparecen al presionarlas.
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Fiebre, aunque sea leve, en menores de tres meses.
"En los bebés más pequeños cualquier infección puede evolucionar de forma más rápida, por eso la valoración temprana por parte del pediatra es esencial", subraya la especialista en Pediatría.
Cuidar en casa: los tres pilares
En la mayoría de los casos, el tratamiento domiciliario es suficiente para ayudar al niño a recuperarse. Los pilares fundamentales son:
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Hidratación: ofrecer agua o suero oral con frecuencia.
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Reposo: permitir que el cuerpo descanse y se recupere.
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Control de la fiebre: utilizar antitérmicos solo bajo indicación médica y evitar la automedicación.
Además, los especialistas recomiendan ventilar bien los espacios cerrados, mantener una buena higiene de manos y evitar el contacto con personas enfermas.
"No hay que olvidar la importancia de las vacunas estacionales, como la de la gripe, que el Ministerio de Sanidad y la Asociación Española de Pediatría recomiendan para niños a partir de los seis meses", recuerda la doctora.
Acompañar y prevenir
Los virus estacionales son, en gran medida, inevitables durante la infancia. Con información, prevención y atención adecuada, los padres pueden afrontar con más calma la temporada de virus y garantizar que sus hijos crezcan fuertes y saludables.
"Acompañar a los hijos con calma y confianza, sin alarmismos, es una de las mejores medicinas. La cercanía y el afecto familiar ayudan tanto como los cuidados físicos en su recuperación", afirma la jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Universitari General de Catalunya.
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