Quirónsalud
Blog de la Unidad de la Mujer del Hospital Quirónsalud Zaragoza
Artículo de la Dra. Laura Rodríguez, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza
Existen algunas infecciones que cuando afectan a la madre durante el embarazo pueden ser peligrosas para el feto. Es recomendable que utilices algunas medidas para evitar los mecanismos posibles de contagio.
1. CONSEJOS PARA TOXOPLASMOSIS (en gestantes con serología negativa)
Habitualmente en el primer trimestre de embarazo, con una analítica de sangre, se determinará si has estado en contacto con este parásito. En caso de que nunca hayas estado expuesta, deberás extremar las medidas para evitar el contagio durante la gestación.
2. CONSEJOS PARA CITOMEGALOVIRUS
El CMV es un virus que se transmite por contacto próximo a través de saliva, orina, secreciones vaginales, por vía transplacentaria y también por la leche materna. Para evitar este tipo de infección:
3. CONSEJOS PARA LISTERIA
La listerioris es una enfermedad causada por una bacteria que puede desarrollarse en algunos alimentos. Las temperaturas más bajas enlentecen su crecimiento, pero la congelación no la destruye. Para prevenirla, es importante mantener medidas básicas de higiene al manipular alimentos en casa y evitar el consumo de alimentos como:
4. RECOMENDACIONES GENERALES PARA EVITAR LA CONTAMINACIÓN DE ALIMENTOS POR BACTERIAS PATÓGENAS
Artículo de la Dra. Marta Lamarca, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza
Los miomas uterinos son las tumoraciones benignas que más frecuentemente nos vamos a encontrar en el aparato reproductor femenino. Se trata de unas estructuras procedentes del propio tejido muscular del útero que se aglomera, adquiriendo una forma generalmente redondeada. La frecuencia de aparición de los miomas es del 12-25% en pacientes en edad fértil, pero su prevalencia real seguramente sea superior porque en muchos casos no producen ningún síntoma y pasan desapercibidos. Se ha descrito la presencia de miomas en hasta el 80% de los úteros analizados que se han extirpado por otras causas.
Su crecimiento depende fundamentalmente de la acción de las hormonas femeninas sobre ellos, de manera que a lo largo de la etapa comprendida entre la primera menstruación (menarquia) y la última (menopausia) es cuando van a aparecer y van a tener potencial para aumentar en tamaño y número. De esta manera, la aparición de los miomas se produce en la edad reproductiva de la mujer, y su tamaño puede verse incrementado por diversos estímulos hormonales, como por ejemplo el propio ciclo menstrual natural de la mujer, el embarazo... etc. En la menopausia y después del parto, con el descenso de los niveles hormonales, generalmente los miomas disminuyen de tamaño, llegando incluso a desaparecer en algunos casos. También es excepcional su aparición antes de la primera menstruación.
Existen una serie de factores que se asocian con mayor riesgo de tener miomas, como son la etnia, el inicio precoz de la menstruación, el número de hijos… etc.
Podemos encontrarnos miomas únicos o múltiples y gran variabilidad en su tamaño y localización. En función de su localización dentro del útero podemos definir, a grandes rasgos, tres tipos de miomas:
La mayor parte de los miomas no van a producir ningún síntoma. La aparición de los síntomas se relaciona más con la localización del mioma que con su tamaño o número. Hay dos grandes grupos de síntomas asociados a los miomas:
Para realizar el diagnóstico puede ser suficiente el realizar una correcta exploración ginecológica palpando el útero, y una ecografía que se realiza en la consulta de ginecología vía transvaginal preferentemente, y/o vía abdominal en caso de úteros muy voluminosos. Habitualmente no es necesario realizar otro tipo de pruebas como serían la resonancia magnética o la TAC, que se reservan para casos de dudas en el diagnóstico o para observar mejor la localización y el tamaño de los miomas cuando son de gran tamaño.
Como se ha dicho previamente, la mayor parte de los miomas no producen síntomas y, por lo tanto, no precisan de ningún tratamiento. En estos casos se recomienda realizar revisiones periódicas con exploración ginecológica y ecografía para ir valorando el ritmo de crecimiento de los miomas conocidos y detectar nuevos miomas en caso de que apareciesen.
En el caso de que los miomas produzcan sangrados menstruales abundantes, existen tratamientos farmacológicos orientados a disminuir la cantidad del sangrado como los AINEs, los antifibrinolíticos y los anticonceptivos hormonales tanto orales, como el DIU con levonorgestrel o el implante subcutáneo. Existen también algunos fármacos que incluso pueden llegar a disminuir su volumen y que se utilizan sobre todo cuando se piensa en una futura cirugía.
El tratamiento quirúrgico se reserva para miomas cuyos síntomas no se controlan adecuadamente con el tratamiento médico, o que tienen un importante volumen con síntomas compresivos. Este tratamiento puede consistir en extirpar exclusivamente el mioma (miomectomía) o extirpar el útero (histerectomía) en caso de que no se desee tener hijos o que la extirpación del mioma sea técnicamente muy compleja.
Otros tratamientos que se pueden utilizar son la embolización de las arterias uterinas (obstrucción de los vasos que aportan sangre al útero) y la ablación de los miomas con ultrasonidos, pero solo en casos seleccionados dada la escasa disponibilidad de las técnicas y la todavía escasa evidencia disponible acerca de los resultados.
En resumen, el hallazgo de un mioma en la consulta ginecológica es algo muy frecuente, habitualmente en mujeres que no presentan ningún síntoma y que simplemente con las revisiones periódicas pueden realizar un adecuado seguimiento. En caso de presentar síntomas, que son causa de consulta en gran número de casos, el tratamiento más adecuado para el mioma va a depender de la intensidad de los mismos y del número y localización de los miomas.
Artículo de la Dra. Laura Baquedano, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza
La osteoporosis es una enfermedad sistémica del esqueleto que se caracteriza por una baja masa ósea acompañada de un deterioro en la arquitectura del hueso, dando lugar a un aumento de la fragilidad ósea. Su prevalencia es mayor en mujeres, sobre todo tras la menopausia, debido al cese brusco de los estrógenos.
La osteoporosis es un problema de salud pública y tiene mayor incidencia en las mujeres posmenopáusicas. En todo el mundo, alrededor de 200 millones de personas padecen osteoporosis y se estima que cada año se producen en consecuencia 1.6 millones de fracturas de cadera, 1.7 millones de fracturas de antebrazo y 1.4 millones de fracturas vertebrales. La OMS estima que el 40% de las mujeres mayores de 50 años puede sufrir una fractura en su vida:
Es importante conocer la cronología de la pérdida de masa ósea; una vez alcanzado el pico de masa ósea en torno al inicio de la edad adulta, se produce una lenta pérdida de masa ósea, en meseta, hasta llegar al momento de la menopausia; en ese momento, coincidiendo con el descenso brusco de los niveles de estrógenos, se produce una pérdida ósea acelerada.
El diagnóstico de osteoporosis se basa en la detección de los factores de riesgo mediante la historia clínica médica y la medición de la densidad de masa ósea mediante densitometría ósea de columna lumbar y cadera. Entre los primeros destacan: edad avanzada, tabaco, delgadez (IMC<19), antecedentes familiares de fracturas, menopausia precoz, dieta pobre en calcio y vit D y toma de algunos tratamientos como corticoides o fármacos utilizados para el cáncer de mama. Haber tenido una fractura previa por osteoporosis también indica que los huesos son más frágiles y susceptibles a sufrir nuevas fracturas.
La prevención en la pérdida de masa ósea en fundamental: los hábitos de vida saludable, determinados por la alimentación, ejercicio regular y la ausencia de tóxicos sobre todo tabaco, y un consumo moderado de alcohol, juegan un papel importante para evitar la osteoporosis y en la menopausia adquieren especial importancia., En general, se recomienda tomar 1.200 mg de calcio elemental diario total (de la dieta y suplemento si es necesario), y 800 unidades internacionales de vitamina D. Las principales fuentes dietéticas de calcio incluyen la leche y otros productos lácteos, como queso, yogurt, verduras verdes, como la col rizada y el brócoli, las sardinillas en aceite y la quinoa La vitamina D se absorbe en la piel gracias a la luz solar, pero dado el ritmo de vida de la población en activo pasando gran parte del día en los interiores y la utilización de cremas de alta protección solar, no es infrecuente encontrar niveles por debajo de lo normal siendo necesaria su suplementación.
Cuando las medidas higiénico-dietéticas no son suficientes, es necesario instaurar un tratamiento farmacológico. Las personas con mayor riesgo de fractura son las que tienen más probabilidades de beneficiarse de ello. Se recomienda seguir una terapia con medicamentos en aquellas mujeres posmenopáusicas con antecedentes de fractura vertebral o de cadera por fragilidad o que tengan osteoporosis diagnosticada en la medición de la densitometría. Además, se recomienda tratamiento farmacológico para las personas con osteopenia (paso previo a la osteoporosis) y que tengan además otros factores de riesgo asociados de fractura.
Las caídas aumentan significativamente el riesgo de fracturas por osteoporosis en adultos mayores. La adopción de medidas para prevenir las caídas puede reducir el riesgo de fracturas. Dichas medidas pueden incluir evitar alfombras, caminar con escasa luz o sobre superficies húmedas.
Existen múltiples alternativas para mejorar la densidad mineral ósea y la microarquitectura del hueso evitando así la aparición de fracturas. Se indicará terapia hormonal cuando la paciente tenga además síntomas de menopausia como sofocos, sudores nocturnos.. Hay otros fármacos que van dirigidos exclusivamente a mejorar el tejido óseo y pueden administrarse fundamentalmente vía oral o subcutánea con diferentes posologías. El profesional sanitario, atendiendo a las preferencias de la paciente, decidirá cuál es la alternativa más segura y eficaz en cada caso de necesitarla, según el tipo de osteoporosis y la historia personal de cada paciente.
Artículo del Dr. Alberto Lanzón, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza
La incontinencia urinaria es un problema muy común en la mujer sobre todo a partir de la etapa postmenopáusica.
En muchas ocasiones se trata de una situación embarazosa para las pacientes que sienten cierta vergüenza a la hora de admitir el problema. En otras, se considera como algo fisiológico y dentro de la normalidad en la transición a la etapa menopáusica. Por tanto se trata de una patología, infradiagnosticada, infravalorada e infratratada y que puede alterar de forma muy importante la calidad de vida de la persona afecta.
Se define como la manifestación por parte de la paciente de la pérdida involuntaria de orina.
Los tipos de IU más frecuentes en la consulta ginecológica son:
La prevalencia de esta patología, en muchas ocasiones infradiagnosticada, es del 30-40 % entre los 50 y los 70 años. Por debajo de los 50 años es mucho menos frecuente, en torno al 10%.
Existen una serie de factores de riesgo bien establecidos para la IU:
El diagnostico se basa en la anamnesis o historia cínica y una detallada exploración física. Con estas dos herramientas deberemos lograr los siguientes objetivos:
Las medidas o tratamientos para minimizar o corregir la sintomatología son las siguientes:
La conclusión final es que se trata de una patología muy frecuente y que aunque pueda resultar incomoda de exponer debemos consultar con nuestro ginecólogo ante la aparición de los síntomas ya que en un porcentaje elevado de pacientes podremos mejorar de manera significativa la calidad de vida.
Artículo de la Dra. Sara Ruíz, médico especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Zaragoza
El dispositivo intrauterino (DIU) es un método anticonceptivo reversible de larga duración, altamente eficaz y costoefectivo. Es un método seguro, que no requiere la actuación de la usuaria, indicado en cualquier edad incluso en adolescentes. La eficacia de estos DIUs alcanza el 99%.
¿Qué tipos de DIUs existen?
Podemos dividir los DIUs comercializados en este momento según su composición.
Ambos tipos de DIU pueden colocarse en cualquier momento del ciclo siempre y cuando el embarazo este descartado, en el caso del DIU-Cu el efecto anticonceptivo es inmediato mientras que en el DIU-levonorgestrel se recomienda utilizar un método de barrera los primeros 7 dias. Su inserción debe ser realizada por un especialista en ginecología, aunque es una técnica sencilla que se realiza en consulta de manera ambulatoria. Requiere un control ecográfico a las en 6-8 semanas que asegure su normal disposición.
Las complicaciones de estos dispositivos son infrecuentes, pero aparecen en la mayoría de casos al poco tiempo de la inserción, destacando la migración a cavidad abdominal o la expulsión del mismo.
La fertilidad se recupera de manera inmediata tras la retirada del dispositivo.
Un blog del servicio de ginecología de Quirónsalud Zaragoza en el que se abordan las patologías más habituales de las diferentes etapas de la vida de una mujer.
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